Ella solo quería ayudar a su padre y así empezó todo esto. Nunca tuvo la intención de que se saliera de control como lo había hecho.
El padre de Valentina, Andrés, trabaja para una gran empresa del sector financiero. Andrés, un padre soltero, había criado a Valentina solo desde que era una niña y siempre había ganado lo suficiente para darle una vida feliz y cómoda. Últimamente, sin embargo, el dinero había escaseado por deudas que contrajo su padre.
Valentina tenía 18 años y estaba terminando su último año de secundaria. Ella era una chica normal, con una sonrisa brillante y una belleza natural que apenas requería maquillaje. Ella tenía una bonita figura y grandes pechos.
El padre de Valentina nunca le expresó abiertamente que tuviera ningún problema financiero, pero ella sabía que él estaba listo para un gran ascenso con la firma. Dado su desempeño en los últimos años, Andrés probablemente ya debería haber recibido el ascenso si no fuera por su jefe, Carlos Leiva. Valentina solía escuchar a su padre desahogarse sobre lo mucho que odiaba a Carlos. Por lo que le dijo su padre, Carlos era un ser egoísta, manipulador y que solo le interesa el dinero.
Valentina nunca había conocido a Carlos, aunque lo vio en la cena navideña de la empresa el año anterior. Siempre que su padre se quejaba de Carlos, Valentina recordaba esa noche, viendo a Carlos desde lejos mientras él se burlaba borracho de uno de sus empleados. El hombre se parecía a Vito Corleone, de entre 60 y 65 años. Él era del tipo que llegó por si solo al poder y le encantaba hacer alarde de sus logros ante los demás. El mero pensamiento de él hizo que a Valentina se le erizara la piel. Pero era su padre, no la propia Valentina, quien tenía que lidiar con Carlos a diario. Por lo que Andrés siempre fue un lame botas de su jefe para intentar asegurarse el ascenso en la firma.
Una noche durante la cena, Andrés le mencionó a su hija que planeaba recibir a unos posibles clientes durante una ronda de golf el fin de semana siguiente. Andrés creía que si conseguía estos clientes, el ascenso estaría casi asegurado.
"Eso es genial", dijo Valentina con optimismo. "¡Lo lograrás, lo sé!"
"Gracias cariño." Andrés respondió. "Sé que no hemos tenido mucho tiempo para hacer algo nosotros juntos… ¿Por qué no te unes a nosotros?"
"¡Me gustaría!" Valentina sonrió. "Espero que tu cliente no se lo tome a mal cuando les gane a los dos".
***
Llegó el sábado y los dos se subieron al auto para ir al campo de golf. Al llegar, para horror de Andrés, allí, en el estacionamiento, estaba el cliente hablando nada menos que con Carlos Leiva.
"Sr. Leiva, no lo esperaba aquí", dijo Andrés, acercándose a los dos. Valentina caminaba muy cerca detrás de su padre, sintiéndose repentinamente fuera de lugar.
"Oh, no te preocupes por mí. Solo estoy aquí para supervisar que este día pase sin problemas para todos". Carlos mostró una sonrisa antes de volver su atención a Valentina. "¿Y a quién tenemos aquí?"
Andrés casi había olvidado que Valentina estaba con él. "Ah, sí, ella es mi hija, Valentina".
"Bueno, es un placer conocerla señorita", dijo Carlos, extendiendo su mano regordeta hacia adelante.
Por obligación, Valentina extendió la mano para dársela. Carlos aguantó el apretón de manos el tiempo suficiente para incomodarla. Carlos era más grande de lo que recordaba: media cerca de 190 cm con una barriga que apenas se ajustaba a su camisa de golf.
"Tendremos que asegurarnos de comportarnos hoy", dijo Carlos. "Estamos junto a una señorita".
***
Los primeros hoyos transcurrieron sin problemas, pero las cosas parecían ir bien para Andrés. Valentina observaba cómo su padre y el cliente se llevaban bien, riéndose de los chistes del otro y dándose consejos sobre el juego. Sin embargo, no pudo evitar notar que Carlos estaba obsesionado con ella. Cada vez que se acercaba, casi podía sentir los ojos de Carlos sobre ella, recorriendo su cuerpo de arriba a abajo, viendo la curva de su camiseta ajustada y pantalones cortos. Valentina trató de mantener su concentración; si Carlos se distrae con ella significaría que permitiría que su padre cerrara el trato con este cliente, entonces todo sería mejor.
En el siguiente hoyo, Valentina quiso jugar, cuando de repente sintió que Carlos se le acercaba por detrás.
"Querida", dijo el señor con calma. "Tu forma de jugar está mal. Demasiados movimientos con la cadera." Carlos extendió la mano desde atrás, presionando su cuerpo contra el de ella y descansando sus manos a los lados de su cadera.
Valentina miró de inmediato a su padre en busca de ayuda, pero él no se dio cuenta, estaba completamente absorto en la conversación con el cliente.
"Creo que entendí, gracias." Valentina se movió lejos de Carlos y el hombre se acercó al carrito de golf.
Un par de hoyos más tarde, Carlos hizo un tiro terriblemente pobre que cortó el pasto. Llamó a Andrés y al cliente, que ya se dirigían hacia el siguiente hoyo.
"Ustedes dos llevan ventaja", gritó Carlos, agitando la mano para ahuyentarlos. "Voy a buscar la pelota y luego voy que volver a hacer este tiro".
"Sí, señor. Nos vemos pronto," respondió Andrés, sin siquiera mirar a su hija para ver cómo estaba.
Carlos se sentó de nuevo en el carrito de golf, indicándole que siguiera adelante con su tiro. Valentina lo hizo, su mejor tiro del día. Buscando a su padre a su alrededor, no lo vio; ya había pasado al siguiente hoyo. Tuvo un momento de decepción porque solo Carlos estaba allí para presenciar este gran tiro.
"Ven chica, siéntate", dijo Carlos, palmeando el asiento junto a ella en el carrito. Valentina obedeció, sin hacer contacto visual con el hombre mientras se acercaba. Carlos inmediatamente la rodeó con el brazo. De repente se sintió muy pequeña en comparación con él. Muy pequeña y muy vulnerable.
"Tu padre es un buen empleado, sabes. Lo estoy considerando para un gran ascenso. Pero mantén eso entre tú y yo". Carlos se rio entre dientes. Puede que incluso le guiñara un ojo, pero Valentina estaba mirando a lo lejos, esperando que su padre regresara.
"Hizo un buen trabajo criándote. Eres una chica tan hermosa" Carlos se volvió un poco hacia ella, ahora colocando su mano en su muslo. El corazón de Valentina comenzó a acelerarse.
Carlos se inclinó hacia el oído de Valentina. "Escucha, he tenido esto en mi mente desde que saliste de ese auto hoy…" Valentina podía sentir su aliento en ella. "… quiero que estemos a solas." Carlos ahora estaba pasando su mano por su muslo. El corazón de Valentina estaba acelerando, pero no se resistió.
"Y tenerte", el tono de Carlos era más severo. "Vas a dejarme sentir ese cuerpo tuyo ahora mismo. Y no le vas a decir nada a nadie, o de lo contrario tu padre empacará sus cosas el lunes por la mañana. ¿Está claro? "
Valentina tragó saliva, pero no respondió. Observaba a Carlos por el rabillo del ojo, pero aun así se negaba a hacer contacto visual.
Carlos tomó su silencio como respuesta. Sus manos ahuecaron los pechos de Valentina, dándoles ligeros apretones. Mientras la toqueteaba durante lo que pareció una eternidad, Carlos de vez en cuando hacía comentarios y le hacía cumplidos sobre lo hermosa que era.
Valentina miró y notó una erección en los pantalones de Carlos. Estaba duro. Ella miró hacia arriba e hizo contacto visual con el viejo por primera vez. Él tenía una sonrisa en su rostro.
"Sabes lo que sigue, ¿no?" Carlos sonrió. Valentina permaneció en silencio.
Con un movimiento rápido, Carlos desabrochó su bragueta y sacó su verga. No era muy largo, tal vez alrededor de 15 cm de largo, pero era muy gruesa. El corazón de Valentina latía fuerte.
Carlos tomó la mano de ella y la colocó sobre su verga. Antes de que pudiera siquiera pensar qué hacer, Valentina sintió una mano en la parte de atrás de su cabeza, intentó guiarla hacia abajo. Para deleite de Carlos, ella no se resistió ni un poco. Valentina dio una última mirada a su alrededor, pero su padre todavía no estaba a la vista.
Ella permitió que su cabeza bajara hacia la verga de Carlos y lo dejó entrar en su boca. La chica sintió lo duro y salado que estaba el miembro del jefe. Carlos emitió un ruido audible e inclinó la cabeza hacia atrás mientras Valentina instintivamente comenzaba a mover su cabeza hacia arriba y hacia abajo. El único pensamiento en su mente ahora era cómo terminar con esto rápido.
Al poco tiempo, sin que Valentina se diera cuenta, Carlos le había entregado el control y ya no estaba dando ella misma la mamada. Valentina chupaba por si misma la verga de Carlos, de vez en cuando quitando su boca para pasar su lengua a lo largo de los lados del pene y besando la punta. Ella lo tomó tan profundo como pudo en su boca mientras Carlos gozaba.
Debió haber olvidado de a quién le estaba dando esa mamada, porque en ese punto, había cedido y se estaba sintiendo excitada.
Las manos de Carlos regresaron a su cabeza y comenzaron a guiarla a un ritmo más rápido. Ella sabía que él estaba cerca de terminar y comenzó a chupar fuerte. El viejo dejó escapar un gemido cuando Valentina sintió que un chorro de semen golpeó la parte posterior de su garganta, seguido de otros tres chorros que aterrizaron en su lengua. Sin siquiera pensar en ello, Valentina tragó su semen y continuó chupando para asegurarse de tomar hasta la última gota.
"Esa es mi chica", dijo Carlos con satisfacción.
Valentina levantó la cabeza y miró a su alrededor para asegurarse de que nadie había vio lo que acababa de hacer. Oyó que el viejo se subió la cremallera de los pantalones, pero se mantuvo lejos de él.
"Está bien", dijo Carlos, respondiendo al lenguaje corporal de Valentina. "Actúa normal y nadie se enterará".
El viejo puso en marcha el carrito de golf y comenzó a conducir hacia el siguiente hoyo. Cuando finalmente alcanzaron a Andrés, el hombre ni siquiera parecía haberse dado cuenta de que su hija se había apartado de su lado.
El resto de la tarde fue un completo caos para la chica. Valentina se mantuvo ensimismada, pensando en lo avergonzada y excitada que se sentía por lo que había sucedido. Pensando que pese a todo, le gusto hacerlo.
***
Aproximadamente dos semanas después, Andrés regresó a casa del trabajo con la noticia de que le dieron el ascenso en la empresa.
Valentina estaba feliz por su padre, pero también aliviada de que su "momento" con Carlos hubiera ayudado a su padre.
"Dijo que habló contigo en el golf. No sé lo que le dijiste, pero estoy agradecido".
Valentina lo abrazó. "Me alegro de haber podido ayudar papá"
"Mientras hablábamos de mi ascenso", respondió, "Carlos dijo que está buscando una nueva secretaria a medio tiempo para él y me pregunto si a ti te interesaría. Dijo que el sueldo sería muy bueno".
Valentina pudo imaginar porque la quería a ella.
La joven pensó unos segundos y dijo "Me encantaría el trabajo".