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La rebelión de mi madre (VIII): La mano de mi madre
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Tiempo de lectura: 4 minutos

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Tras ir a vigilar que mi madre no se desmadre en un disco bar, y luego de varios tragos, termino llevándola a su casa, en donde me invita a quedarme a dormir, para no tener que volver a mi departamento.

Allí al lavarme los dientes, la presión del agua de la canilla empapa el bóxer blanco, dejando transparentada la prenda dejando apreciar lo que había de fondo.

Al ir a mi cuarto a descansar mi madre me llama a su cuarto porque una remera se le enganchó en un aro y quedó inmovilizada.

Vestido solo con mi bóxer blanco húmedo voy hacia su cuarto y la hago sentar en la cama, con sus piernas abiertas me permite acercarme para trabajar mejor y desenganchar el aro de la prenda.

La escena concluye logrando sacar la remera por sobre su cabeza, y dejando a la vista una escena incómoda.

Mi madre sentada en la cama solo con su ropa interior violeta de encaje y sus piernas abiertas.

Yo entre sus piernas parado, con mi bulto a escasos centímetros de su cara.

La luz tenue del ambiente lo hace todo más confuso, mi madre mira mi bulto, levanta la mirada a mis ojos, vuelve a mi bóxer blanco.

"te mojaste mucho parece" dice con la voz entrecortada.

Sus maduras manos se acercan a la tela del bóxer para chequear cuánta humedad tiene.

Sin sacar la vista de lo que tiene a 20 centímetros, desliza dos dedos cruzando la tela para chequear hasta donde está húmedo, a pesar de que a la vista se ve que está casi todo mojado.

Llega hasta mi tronco que se transparenta, mis 20 centímetros están al máximo y haciendo tensión con el elástico.

Dos dedos de mi madre se quedan encima de la escasa tela húmeda blanca que separa mi miembro de su tacto.

Siente seguro el calor, la forma.

Va hacia abajo recorriendo todo el tronco, ya no son sus yemas sino que inclina sus uñas como un felino que quiere arañar suavemente.

Ese instante hace que la cabeza del glande venza al elástico del bóxer y salga a la superficie, haciendo su presentación a la vista y el olfato de mi madre.

Esa cabeza la hipnotiza porque se queda paralizada.

Su respiración se agita, su pecho sube y baja haciendo gala de sus enormes tetas que apenas pueden ser contenidas por el sostén.

No me mira a los ojos, solo vuelve a subir sus dedos por el ascensor de mi tronco, hasta el límite del bóxer, hasta donde asoma el glande.

Allí levanta la mirada, no dice nada, solo me mira a los ojos. Y en ese segundo eterno de mirada cruzada se atreve a romper la barrera de lo prohibido.

Sus yemas tocan mi glande, lo que produce una explosión de líquido preseminal.

Mi madre lo nota y usa ese líquido para lubricar toda la cabeza que está más roja y grande que nunca.

Juega con la textura, con el calor, se embriaga con los olores.

Su otra mano entra en escena, para hacer el trabajo sucio, baja el bóxer de un tirón y lo deja en el suelo.

Su mano hábil, nunca soltó mi pene.

Se quedó allí, ahora participan todos sus dedos, toda su palma, intenta cubrirla infructuosamente.

Siente el calor, y le gusta porque hace presión.

Comienza a masturbarme, lo hace con delicadeza, el líquido preseminal es abundante, no necesita aceites ni lubricantes.

Está masturbándome mi madre, y sin culpa. Yo no la detengo.

Sigue haciéndolo y se le escapan gemidos, está gozando de hacerme gozar.

Su otra mano juega con mis bolas, me araña con sus uñas arregladas.

"como creciste bebe" me dice mi madre extasiada.

Ya está amaneciendo, la noche se va y se acerca un nuevo día.

Mi madre no deja de subir y bajar mi miembro.

En un momento se desabrocha con destreza su sostén y se liberan unas enormes tetas con las que me amamantó, con unos pezones grandes y oscuros.

Los deja libres y se bambolean con mi masturbación.

Ahora yo quedo hipnotizado mirando cada uno de sus pechos maduros.

"devolvele la leche a mamá" dice mi madre.

Esa frase hizo que mis ratones explotaran y chorros de semen caliente salieron eyectados.

Cayó parte en la cara de mi madre, en los ojos, en la boca y otros chorros con menos fuerza cayeron en su cuello y pechos.

Siguió masturbándome exprimiendo hasta la última gota, que caía en sus manos y dedos.

Las gotas de la cara fueron cayendo hasta su boca, ella se los llevó ahí, mientras miraba lo que había en sus tetas.

Veo su lengua salir de sus labios para recoger la leche que tenía en su rostro y dedos.

Yo me quedo inmóvil apreciando ese espectáculo.

Mi madre parece estar posesa, es otra mujer, que quería lograr hacer eyacular a un hombre joven.

No se limpia totalmente, le queda algo en la barbilla colgando, en el cuello y en sus tetas.

Se va hacia atrás y las contempla como un trofeo.

Me mira a los ojos con lascivia. Parece que esto no queda acá.

En ese instante se presenta el sol con sus primeros rayos. Rayo que entra por la ventana y le da en la cara a mi madre.

Parece ser exorcizante, porque en ese momento entra en cordura de lo que había ocurrido y la lascivia se transforma en vergüenza y me pide que me retire, mientras se cubre los pechos con sus brazos.

No podía dormirme, creo que fue mi culpa por no frenar antes de todo este desastre.

Pasan las horas, no me duermo, ya es casi mediodía y mi madre no sale del cuarto.

Decido dejarle espacio y me voy de la casa, vuelvo a mi departamento.

Transcurre la semana y mi madre no me escribe, no me manda mensajes.

Intento llamarla pero no me atiende.

Reviso la aplicación de citas y ha eliminado su perfil. Tampoco pública nada en ninguna red social.

No sé si ir directamente a la casa a verla, dudo tanto que pasa la semana y no hago nada.

Llega un nuevo fin de semana, el sábado me llama por teléfono.

Dice que tenemos que hablar de lo que pasó la semana anterior, que está avergonzada pero es necesario hablarlo.

Me dice que para asegurarnos de que no pase nada raro, vamos a tener a una mediadora, Andrea.

Andrea, es la amiga que me cogí hace unas semanas y mi madre ni sabe. Supuestamente guardamos el secreto para que no haya conflictos en la amistad entre Andrea y mi madre.

Ahora resulta que la va a usar a su amiga, que es psicóloga para tratar el trauma de lo que pasó.

Me dirijo hacia la casa de mi madre, arreglado formalmente.

Al llegar entro el auto y ya está Andrea en la casa junto a mi madre.

Nos sentamos mi madre y yo en el sofá y Andrea en otro sillón individual.

Miro a los ojos a Andrea, parece no inmutarse por mi presencia, sabiendo lo que hicimos nosotros.

"yo voy a hacer de cuenta que no sé nada, y no los conozco, así que quiero que me cuenten detalle por detalle lo que pasó la semana pasada" comienza Andrea.

¿Qué les va pareciendo hasta ahora? Todos los comentarios son bienvenidos para mejorar.

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