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Cabalgándome
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Un diálogo inquietante y un final inesperado.

—Si no te ponés algo, no puedo…

—¿Qué? ¿Te perturba la bombachita?

—Me perturbás vos, que andás en pelotas por la casa. Y yo quería hacerte una propuesta.

—A ver papi qué propuesta me vas a hacer hoy…

—Quiero ir al hipódromo.

—Ah! ¿También burrero? ¿Desde cuándo?

—Desde chico. Siempre anduve de a caballo. Trabajaba en la casa de mis viejos en los arreos, pero me la pasaba jugando. Vos no tenés ni idea lo que es andar solo en el medio del campo. La relación que uno genera con el animal, con el horizonte. Una vez llegó al campo un pura sangre. Estaba lastimado y lo iban a matar, y la única chance que tenía de sobrevivir es que se quedara en un campo. Lo único que hacía el hijo de puta era comer y cogerse a todas las yeguas del vecindario, hasta que se recuperó. Lo pusimos a entrenar y lo probamos en una cuadrera… me estás escuchando.

—No. Yo también me distraje.

—¿Con qué? ¿Por qué me mirás así?

—Dejá. Vicisitudes de virginiana.

—No, ahora contá… ¿Qué tendrá que ver el signo del horóscopo? ¡Y dejá de mirarme así, por favor!

—Ay, papi… te voy a explicar, porque hay que explicarle todo, usted es medio lenteja y hay que enseñarle. No sé qué mierda me estabas contando, pero no puedo verte así, con la barbita esa despareja, y sí, los astros condicionan las estructuras psíquicas de las personas, y yo soy muy virgo…

—¿Eh?

—Si, nene, te cortaste mal la barba… y no puedo prestarte atención… odio los tipos con la barba así cortada… si andás con barba tipo candado, tenés que cortarla pareja, y ya ves lo que provoca… no te escucho, pasás de papi a nene sin estaciones intermedias.

—Pero… ¡Ah! ¡Es al pedo! Yo quiero ir al hipódromo, te estoy contando mi historia, después me decís que yo no te cuento nada de mi pasado, y justo que arranco, y te explico como si fueras mi terapeuta de dónde me viene el espíritu turfístico, me salís con eso… ¿Y ahora? ¿A dónde vas? Vení acá, vení acá, te estoy hablando… ¡Loca!

—¿A quién le decís loca?

—No, pará… ¿De dónde sacaste eso? ¿Qué hacés?

—Era de papá. Siempre quise hacer esto, y no te puedo prestar atención si tenés la barba así. Quedate sentado, no te muevas, o tengo que hacer algo peor.

—Pero… está, está bien, yo me quedo quieto, pero vos no sabés usar una navaja… y no podés así en seco… siempre lo mismo… en seco no se puede

—Te pido por favor que no me obligues a que te ate en la silla…

—Yo no me muevo, te dije… no hace falta que uses tu remera para atarme… pará, por favor, no jodas, no… la camisa no… se arruga toda, pará…

—Usted señor quédese quietito, y así atadito en la silla está mejor. ¿Ve? Así me gusta. Que sea obediente. No puedo decir que sea un nene, porque los nenes no tienen la barba tan dura… le voy a dejar todo suavecito, porque a mí no me gustan los señores grandes…

—¿Me vas a dejar así atado? ¿A dónde vas?

—¡Qué ansioso! ¿No ve que soy una nena buena y obediente? Le voy a poner algo de espumita en la cara, para no afeitarlo en seco

—¿Hace falta que te subas arriba mío?

—¿No querías cabalgar? Bueno… quedate quietito que yo te voy a mostrar lo que hace una yegua… ¿Así que te gustan los caballitos? Pobrecito, seguro que el papá no lo llevaba a la calesita y le quedó el trauma… a ver si corta… siiii… esto me gusta… queda suavecito… así va a quedar parejito, de los dos lados iguales… levantá el cuellito, mi vida, no sea cosa que … ups…

—¡Me cortaste! ¡Me querés degollar! ¡Soltame! ¡Puta!

—Cálmate, bebé, tranquilo… que mamá te va a curar… sana, sana, colita de rana… ¿o colita de nena? ¡Colita de yegua!… a ver… mmmm… ¡qué rico! ¡Me encanta el sabor de tu sangre! ¡Soy Drácula!

—Estás más loca que una cabra, soltame, querés…

—Si. Seguro. Te tengo como quiero, y vos querés que te suelte… a ver, ¿Cómo era eso del jinete? Estás asustado, pero responde… así, quedate quietito, mirá que calladito te quedaste ¿Te gusta que te monte? Callate, mejor. No digas nada… Dejame a mí, que yo me ocupo… ah! Cómo me gusta tenerte así… está tremenda… te estoy sintiendo… besame las tetas… llévame a tu campito, así me tenés comiendo y garchando todo el tiempo… quedate quieto… ¡el arriero va! ¡Ya no pedís que te suelte, putito! Ahhh qué rico está esto… te dije que no te muevas… ahhh! No… si, sí, ahhh! ¡Qué bien que se porta el bebé! Se ve que es un buen jinete… y también un buen potrillo… ya no te sangra más… ya está, listo… ¿Qué me decías del hipódromo?

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