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Aprovechando la situación (Conociendo a Andrea)
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Somos un matrimonio casi adentrado en los 30's. 

Martha físicamente es poseedora de unos pechos entre medianos y grandes, unas piernas torneadas, un culo riquísimo.

Yo. Martín. Acostumbro salir a correr y hacer algo de ejercicio; así que podrán darse una idea de mi físico.

Mi esposa es maestra en una preparatoria, yo soy contador en una empresa, por lo que económicamente no nos va tan mal.

Por el trabajo y por algunas fiestas, casi no estábamos en casa, por lo que por lo regular había quien hiciera el aseo.

Nosotros practicamos algo del swinger. Eso sí. Con discreción y respeto. Optamos por no tener hijos por el momento, para vivir un poco la vida loca en pareja.

La señora que nos limpiaba la casa tuvo que regresar con su familia, cosa por la cual no dejó.

Por medio del trabajo, alguien me recomendó a una chica de fiar y que hacia su trabajo bien hecho.

Hice la cita con esta persona por teléfono, acordando que la que daría el visto bueno seriamos mi mujer y yo.

Era un sábado a mediodía, cuando la chica en cuestión apareció muy puntual.

Como yo la recibí; pues, Martha se encontraba en el sanitario. Quedando un poco sorprendido, por lo bonita que es.

Su nombre es Andrea tenía 20 años. Delgada, piel morena. Ese día iba de falda blanca que le llegaba un poco más arriba de las rodillas, una blusa con escote, dejando entre ver unos senos medianos, redondos y bien paraditos, cabello largo y eso si. Una cara de más joven.

Tuvimos la entrevista, nos hizo saber que es oriunda de la costa de Veracruz.

Pactamos, días, horarios de trabajo y la paga, cosa que nos hizo saber que era de su agrado.

Martha es bisexual y era de esperarse que al igual que a mi nos gustó mucho su físico.

Pasaron los días y Andrea, aparte de que la hacíamos sentirse cómoda, es muy eficiente.

Pasaron dos meses, sin ningún problema, hasta que un día no había ido a trabajar, porque me sentí mal de salud.

Sabía que Andrea había llegado a sus labores y quise no importunar la.

Al bajar de mi habitación a la sala, vi que Andrea se encontraba sentada frente al televisor, estando este sin volumen y lo que vi me sorprendió. Estaba viendo una película xxx, ella estaba con las piernas bien abiertas, con los ojos cerrados; obviamente, desnuda de la cintura hacia abajo.

No puede evitar exclamar. Andrea por dios que haces! Ella con rapidez se levantó, colocando su short blanco en su sitio, toda apenada y como pudo se justificó, diciendo un montón de cosas y que por favor no la echara.

Esa imagen me dejo cachondo, por lo que además de desahogarme con mi mujer, no volví a ver a la chica con los mismos ojos. Además que ese short era cachetero.

Era de esperarse que ella se ponía nerviosa al verme llegar a casa.

Ahí no termino la cosa; pues un viernes por la tarde, al llegar del trabajo, note que no había nadie en la sala, pero si en mi habitación.

Al entrar me lleve una sorpresa mas.

Martha estaba acostada, boca arriba y la chica encima de ella, haciendo un 69 lleno de calor.

No dije, ni hice nada, solo me quede ahí mirando como ambas mujeres se devoran las vulvas entre si.

Al percatarse de mi presencia, Andrea de un salto quedo de rodillas junto a mi mujer, a lo cual me dice mi esposa.

-Amor. Solo quise ayudar a Andrea a bajarse la temperatura, pobre niña, me confesó que ya la habías visto.

-Ven. Ayúdame con esto, que está que arde la cosa.

Andrea dijo.

-Señor. Por favor discúlpeme, no es que sea una enferma; sino más bien estoy con la señora porque me convenció, ahorita me voy.

La convencí que no pasaría nada malo. Así que luego de esto mi mujer, me estaba dando unas ricas mamadas, en lo que devoraba boca y senos de Andrea, le metía un dedo en la vagina, para luego sobar su clítoris.

– Estás muy caliente, deja que Martha y yo te ayudemos.

Puse a la chica en cuatro, clavándola despacio, para luego subir el ritmo.

Martha la besaba con pasión, bajando a sus pechos.

La chica gemía de lo lindo. Mi esposa, se puso a lamer vagina y verga al ritmo de mis penetradas. Después cambiamos de posición, siendo Andrea la que mamaba mi falo, estando yo boca arriba, recibiendo la vulva de mi mujer.

Viniendo otro cambio, le perforaba ano y vagina a mi esposa, mientras ella atendía el clítoris de la chica.

Andrea quiso probar el sexo anal; pues le daba curiosidad por lo que veía en las películas.

Poco a poco el dolor cambio por excitación, al grado que ella casi se vacío en la boca de Martha. Así, teniéndola en cuatro, Andrea sudaba y gemía de tanto placer.

Sin contemplaciones, descargue mi leche en la chica, en lo que ella le sacaba los jugos a mi esposa. Esa noche fue de puro goce entre los tres.

Luego de eso Andrea se quedó a vivir con nosotros, en un cuarto que le acondicionamos. Ella tenía visitas de mi mujer, mías, o de ambos en las noches.

Y así comenzamos a tenerle más cariño y confianza a Andrea y ella a nosotros.

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