Luego de haber follado con mi vecina en épocas de pandemia, de haber gozado ese delicioso cuerpito y de esa boquita hambrienta de leche, dejamos de vernos por un tiempo hasta que en un “choque y fuga sexual”, me confeso un secreto el cual hizo distanciarnos, sin antes darme una buena mamada de despedida.
Para alguno que leyó alguna vez mi relato con mi vecina en plena cuarentena el año pasado, sabrán que la pasamos muy bien los primeros meses de cuarentena total, para ponerle fin a ese tema les contaré el desenlace final, habiendo pasado más de un año.
Según lo relatado después que pasaron unos meses, para julio del año pasado volvieron a levantarse las restricciones, y las personas volvieron a salir, a trabajar a tomar las rutinas, el marido de mi vecina regreso con fuerza, que prácticamente lo veía casi todos los días de semana x el edificio, y lo confirmo ya que dejaba su carro estacionado en las cocheras de visita, e igual manera ya con mi mujer en casa todos los días se nos complicó tener algún encuentro furtivo, así que hice borrón y cuenta nueva, nunca paso nada y así también ella.
Para tiempos de las marchas, noviembre del año pasado, había cierto desconcierto social y nuevamente mi vecina se iba quedando sola, ya que no solía ver el carro de su marido fuera del edificio, por temas de clases virtuales mi mujer volvió a ir a casa de sus hermanos para ayudar a sus sobrinos con sus clases, cosa que también recibía un ingreso, ya que los tiempos estaban difícil, incluso yo desde casa los ingresos eran muy ajustados.
Justo para las noches que solían haber protestas por la situación coyuntural del país, y las personas salían a hacer cacerolazos en las noches, una de ellas, subí a la azotea y a la encontré a ella, y a estando solas, cruzamos ciertas palabras, donde nuevamente sacamos a relatar lo que vivimos.
– Hola!
– Hola!… que tal situación la que estamos viviendo
– Si, increíble con pandemia y todo… esperemos no llegue a mayores
– Y cómo has estado?… todo bien con tu marido… para casi siempre ahora acá
– Bueno y no tendría nada de malo, ¿por qué lo dices?
– No por nada, solo decía
Mientras en el fondo se oía lo cacerolazos de la noche.
– La semana pasada, me encontré en la bodega con tu mujer y venimos conversando
– Así… y de que hablaron, todo bien…
– Tranquilo… no dije nada de nada, obvio, lo que tuvimos o sea… relax vecinito
– Me imagino que no, además si tu marido supiera, nos mata a ambos – riendo ambos seguros y recordando lo que tuvimos.
– Aparte de eso, no te conto nada tu mujer… que estoy con planes de mudanza
– No nada
– Entonces tampoco me vas a felicitar, ¿no te conto nada?
– No que cosa?
– Estoy embarazada
– En serio! – quede sorprendido
– Si, ya tengo 4 meses… así que tengo planes de mudarme el próximo verano
Me quede viéndole, mientras miraba si se le notaba algo el embarazo y no aún no se le notaba
– Que me miras?, ¿si aún sigo teniendo mi cuerpazo, cierto? – riendo ambos
– Si nada no se te nota… felicitaciones! – dándole una sonrisa tierna.
– Bueno tengo que regresar, me dio gusto saludarte vecino
– Ok, cuídate aliméntate bien… y reposa que los primeros meses siempre son importantes
– Si sobre todo alimentarme de buena leche – dándome un guiño mientras se iba a su escalaras para bajar
– Ja – quede frio, pues me había mandándome una indirecta muy directa.
– Cuando quieras! – le replique de lejos en tono de broma, pues fue lo único que atine a decirle.
Ya en casa pensé, su marido ha venido con todo, hasta que la preño para que no se le escapase, bueno también se le notaba que buscaba plantarse ahí, y pues así pasaron los días. Hasta que una tarde de diciembre, semanas antes de navidad, escuche que discutieron, ya que nuestros departamentos eran continuos, escuchaba gritos y llantos, la cosa que escuche un portazo y vi desde mi ventana que su marido se iba en su carro, al parecer fue una discusión fuerte, para suerte esa noche mi mujer se había ido a acompañar a su cuñada a hacer unas compras por navidad y seguro regresaría tarde. Subiendo a la azotea y me arriesgué a silbar con el tono que ella reconocía y ver que le pasaba.
Silbaba y silbaba… esperando que apareciese… pensando así unos minutos y escuche pasos suaves de su escalera apareciendo, con el rostro desencajado y los ojos hinchados por haber llorado. Salte sobre el muro y fui acercarme a ella.
– ¿Que paso, todo bien? no te lastimo de manos tu marido?
– No, no, solo una fuerte discusión, me saco en caras muchas cosas de mi pasado y yo de él que tengo que callarme
– Tranquila, no debes ponerte así por tu bebe, tranquila – jale una silla de su lavandería y la hice sentarse – a la vez que me asome cautelosamente por mi bacón por si podía regresar su marido
– No me siento feliz, o sea, si tengo todo lo que me podría dar… pero lo nuestro comenzó sabiendo que yo tenía años de relación con mi ex pareja, y se metió entre los palos, y sabía que él estaba separado de su mujer y todo… pero me saca en cara de que mi ex aún me llame y escriba, no le contesto, pero él piensa que si nos hablamos a escondidas…
– Tranquila… respira un poco, mira no tienen por qué sacarse en cara esas cosas, te lo digo yo que en algún momento también la pegue de amante años atrás, pero si él sabía eso hay reglas básicas y códigos que se sobre entienden, me imagino que está asimilando eso y tú también… debes y deben calmarse por su bebe que van a tener.
– Supongo que ya es cuestión de que el entienda, yo quiero tener paz y tranquilidad
Mientras que la escuchaba la abrazaba con un brazo y con el otro le acariciaba su rostro y sus manos para calmarla, y lo que surgió como un consuelo se fue volviendo una provocación al pecado. Me iba sintiendo nervioso y sentía que ella respiraba más calmada hasta que en un momento de silencio solo atine a darle un beso largo en la mejilla, lo cual hizo ponerse cariñosa y devolviéndome un beso tierno en la boca, besándonos sin importar los riegos del virus que aún rondaba.
Y así mientras nos envolvimos en los besos, sabíamos que no podíamos tener relaciones y lo único que podíamos hacer o que me podía hacer era sexo oral, incitándola a hacerlo en ese instante.
– Recuerdas que me dijiste que debías alimentarte bien y…
– Si, ¡me ofreciste leche y creo que me hace falta buena leche!
Ya sabiendo como éramos, procedí a ponerme de píe, para bajarme el pantalón y sacar mi verga a media erección, mientras ella sentada en la silla empezó a masajearme los huevos y darle lamidas a mi glande hasta que uf… volvía a ser la misma mamalona de antes, teniendo un flash back esos momentos donde follamos deliciosamente a inicios dela cuarentena.
– Extrañaba mucho tu deliciosa verga, uhmmm slup, slup, ahhh
– ¡Sigue así, lo haces riquísimo!… wao, ufff sigue
– ¡Dame leche, dame mucha leche!
– ¡Sácamela toda, no he follado hace días, así que debe estar llena de leche!
– Uhhhmm, rico… Slup slup…
Pude notar que su pancita ya le había crecido, así que con los nervios y todo de que fuera regresar, me quede quieto, hasta que en un momento de excitación me deje venir a chorros mientras ella recibía mi leche y me la succionaba sin dejar escapar nada… que momento tan excitante y peligroso, lo goce tanto y más aún el ver su carita mientras me lengüeteaba toda la verga y me daba besos en los huevos y me los acariciaba con ternura.
Y es cierto lo que dicen, a veces las mujeres estando embarazadas suelen tener momentos de calentura y pues aproveche esa situación, luego rápidamente nos despedimos y nos dimos un abrazo tierno.
– Ve a descansar, ya en algún momento hablaremos.
– Ok, si gracias por escucharme.
– No te preocupes, hablamos cuídate.
Luego de estar en mi casa y meterme a bañar, pensaba que pobre la situación en la que vivía, y también por suerte esta vez no nos apoyaron, así que decidí que no volviese a repetirse más, sería un peligro.
Así llego el fin de año y estando ya en mis temas cada vez se le notaba más la barriga, dando a luz a inicios del otoño de este año, y nunca nos cruzábamos o evitábamos, solo en ocasiones la veía desde mi ventana cuando salía o entraba con su bebe, Llego así mediados de agosto y toco la puerta viendo que era ella por el ojo de la puerta, pensando que me buscaría, entre un poco de nervios.
– ¿Si? – pregunte con miedo
– Eh hola, si buscaba a tu esposa, para devolverle “esto” que me presto
– Ah no está, pero yo se lo doy no te preocupes.
– Si más, bien le dices que ya me voy este fin de semana
– Oh, bueno, que bien te vas a un lugar más bonito para que disfrute tu bebe
– Si, bueno… si
– Bueno, ya le entrego lo que me diste
– Ok, gracias
– Ok, suerte
Me quede con la tentación de decirle, oye hay que subir por última vez, o te espero arriba, pero bueno lo mejor fue así, hasta que llego el día de su mudanza y ya al saber que en la noche no estaba, subí por un momento a la azotea, viendo de reojo el lugar donde habíamos follando tan deliciosamente, fue una gran aventura del 2020, siempre recordaré esos pequeñas montañitas, que con el tiempo se volvieron en unas muy buenas tetas debido a que estaba amantando y como no recordar tremenda boquita hambrienta; espero le esté yendo bien y sobre todo esté haciendo feliz al cachudo de su marido.
Caras vemos, culos ardientes no sabemos.
Para que sepan cómo inicio esta historia pecaminosa, pueden a mi historial del año pasado y leer mi relato titulado, “Follando con mi vecina en la azotea”.