En agosto de 1999 mi inseparable Yovany se fue a Punta Cana Republica Dominicana con una de sus tantas no exitosas novias. Yo por razones obvias, me quedé solo por una semana en nuestro apartamento. Aburrido y deseoso de un alivio para mis testículos que necesitaban un buen drenaje, me fui a Pleasure Emporium. Lugar donde nunca había ido, pero me recomendaron tenía muy buenas películas XXX. Luego descubrí que además también podías comprar juguetitos, aceiticos y hasta te podías masturbar en uno de los cuartos privados que allí existen. También me comentaron que, con buen físico, buena apariencia y suerte te puedes levantar allí a cualquier hombre, ya sea constructor, doctor, abogado o travesti. Yo estaba tan aterrorizado, que lo único que hice fue concentrarme en un cesto de películas en rebaja, donde me encontré tremenda oferta.
Me monté en mi Mustang con tanta alegría que salí chillando gomas, solamente pensaba en la diversión cuando llegara a mi casa. Así iba sumido en mis pensamientos cuando vi un poco de luces rojas y azules detrás de mí que me ordenaban detener el carro. Luego de salirme del tráfico hasta el parqueo más cercano de unos almacenes cerrados en la zona; Saqué mis papeles y se los extendí al policía; que, para mi sorpresa no lucia como el resto de los guardianes del orden en Miami, gordos o feos, o ambos. Este parecía salido de una de mis películas y en mi nerviosismo, no pude evitar mirarle hacia la portañuela que me quedó justamente en frente de mi cara. Sus brazos estaban cubiertos de un vello abundante y rubio y su cara se me antojó bonita y de buena gente. Yo temblaba como una hoja, y no sé si era el nerviosismo de saber que me había parado un policía, o que el tipo era un tremendo machazo como de 6 pies con los ojos claros, pero se me salió una frase en mi perfecto español. No recuerdo que dije, pero era referente a su masculinidad. Terminó con mis documentos y me preguntó en su español de Miami: ¿Que llevas en la bolsa?; yo cambié de color y me dio hasta mareos, era de suponer que había oído mi comentario. Me quedé sin habla por segundos a lo que el preguntó: ¿Cuantos tragos te tomaste? Por fin reaccioné y le dije que no había tomado y que era personal lo que llevaba en la bolsa. Continuó en su español con acento cubano diciendo: Lo siento, pero tengo que revisarte el carro y confirmar que no llevas armas, drogas y que no has tomado. ¿Sabes por qué te detuve?
-No, y puse cara de inocente.
-Saliste de la tienda chillando gomas, ibas a 40 millas en una zona de 35, y te saliste de la línea más de una vez.
-Bájate del carro
Me bajé de mi auto y me puse las manos detrás de la nuca sin que él me lo indicara esperando que me tocara todo lo que él quisiera. Luego le pregunté, ¿me paró por 5 millas? Y por chillar gomas dijo él. Entonces comenzó a revisarme el cuerpo. Debo admitir que, aunque me hizo un chequeo de rutina y no se sobrepasó en ninguna zona en particular; igual me dio tremendo morbo y me comenzó una ligera erección que solo se controló cuando se alejó y encontró mis películas, ahí comenzó a sonreír. Se dirigió a mí con cara de verdadero pícaro y me dijo. Bien que lo disimulas. Y las puso de vuelta en su lugar.
-Mira, mi especialidad es trabajar con jóvenes ya sea con problemas o educarlos para que no caigan en pandillas etc. Tú me has caído bien. Así que me explicó en detalle que el lugar donde compré las películas estaba vigilado por tráfico de drogas y prostitución sobre todo en la noche. Te recomiendo que si vas sea por el día concluyó.
Terminó contándome que lo habían traído de Cuba bien pequeño a Miami. Y que era policía porque siempre fue el sueño de su padre, pero le hubiese gustado ir a Hollywood a hacer películas y ganar millones. En todo ese tiempo terminé por chequearlo más de una vez de pies a cabeza, denudándolo casi descaradamente con la mirada e insistiendo en su bulto que no parecía erecto, más bien parecía natural. Sus brazos eran casi tan gruesos como mis muslos y su cintura era como talla 36 pero no era gordo; era de esos tipos que son anchos de cintura, pecho y espaldas, sin ser necesariamente gordos. No media en realidad 6 pies, más bien era unas cuantas pulgadas más alto que yo. ¡Eso sí! Blanco, velludo y muy masculino.
Por último, se ofreció escoltarme hasta el barrio donde yo vivía asegurándome que esa era su zona de trabajo nocturno y que comenzaba su turno e iba rumbo a mí misma dirección cuando me interceptó por sospechoso. ¿Vives solo? Me preguntó.
-Vivo con un amigo, vinimos junto en la lancha y agregue, está para Punta Cana con la novia.
La conversación terminó con intercambio de nombres completos y apretones de mano. No te metas en problemas, me dijo: se ve que eres buen chico. Debo aclarar que no lo invité a un café por miedo a que se pusiera bravo y me metiera preso por acoso sexual.
El susto no impidió que yo estrenara mis películas aquella noche y que en más de una ocasión terminara mi éxtasis pensando también en el hermoso policía.
A la mañana siguiente me levanté sin Yovany y sin café en la cama, como ya era rutina para mí ese detalle de mi amigo, entonces decidí comprar uno en la ventanilla de la cafetería más cercana. Me gustó mucho el café y el cambio de atmosfera, así que le prometí a la muchacha que repetiría la visita a la mañana siguiente. Ese día amaneció lluvioso y me levanté más temprano y de mal humor, por eso al parquear mi carro, no le di importancia a una patrulla, ni tampoco al policía que estaba en la ventanilla. ¡Sorpresa! Era Johny, el policía que por poco me arresta. Mi día se tornó precioso e iluminado por el sol radiante de su sonrisa. A la luz del día, parecía más joven y apuesto, el uniforme le quedaba perfecto. Me estrechó la mano y actuó como si nos conociéramos de toda la vida. Me pagó el café y me sugirió vernos el día siguiente a la misma hora que le terminaba su turno y tomaba su desayuno sin preocupaciones. Nos despedimos con otro apretón de manos y le volví a quitar el uniforme con la vista. Se sonrió pícaramente y se marchó. La mañana siguiente se demoró en llegar, esperando ansiosamente. Al parquear mi carro, no vi la patrulla y al mirar a la ventanilla no vi el uniforme. No lo vi más, ni esa semana, ni la semana siguiente.
Tres meses más tarde un sábado hacía un calor terrible, era medio día; un guarapo frio sería ideal pensé y me fui al Palacio de los Jugos. Ya estaba dispuesto a montarme a mi Mustang recién pulido cuando me interceptó un rubio casi rapado, con dos aretes en una oreja y unos músculos de fisiculturista. Los brazos llenos de tatuajes hasta el codo y una sonrisa de oreja a oreja. La camiseta sin mangas aparte de los hermosos brazos dejaba al descubierto un hermoso montón de vellos rubios que sobresalían por entre el cuello de esta, lucia shorts de jean gastados y chancletas playeras. Me quedé sin habla. Ahí recordé a Willy Chirino cuando decía "…Lo que esta pa'ti, nadie te lo quita…" Era Johny el policía que me venía siguiendo desde dentro del lugar. Me abrazó y me besó en la mejilla y entonces caí en shock. ¿Qué te pasa broder? ¿no te acuerdas de mi o qué? Me dijo con palabras medio enredadas. Me volví a quedar sin habla y cuando me recuperé le miré su bulto y le dirigí una de mis mejores sonrisas. Tiene que haberse dado cuenta que yo no paraba de mirarlo de pies a cabeza porque me dijo: Estaba tomando cerveza con unos amigos, y te vi en el parqueo ¿he cambiado tanto? Ahí Intercambiamos información de rutina y se disculpó por dejarme plantado, entonces me dijo de que ya no pertenecía más a la policía y por eso andaba hasta con aretes. Lo miré descaradamente de arriba hacia abajo como desnudándolo y le pregunté si deseaba ir a mi apartamento a tomar algo.
Al entrar a mi recinto llamé a Yovany sabiendo que nos habíamos despedido en el parqueo y él tenía otro rumbo. Su voz se tornó burlona y me dijo: Ese es el nombre de tu marido ¿verdad? Me vire hacia él con tono suave, pacifico, desafiante y le comenté: En realidad ese es el nombre del muchacho que renta conmigo, además, marido suena un poco feo ¿no crees? te puedes referir a amigo, pareja o amante quizás; Suena más bonito, pero es solo un amigo, complaciente agregué.
Y tú, ¿no tienes Marido? pregunte con más desafió aún. Saqué mi botella de Bacardí y le brindé un trago mientras me servía el mío. No, lo mío son las mujeres me dijo con cara de macho descarado, entonces bebió un sorbo largo. Yo no tengo nada en contra de… tú sabes yo soy un hombre y respeto todo.
Miré su portañuela que mostraba una semi erección que le llegaba casi al bolsillo del short, y me le acerque diciéndole: Es una lástima porque se te está parando la pinga y no tienes calzoncillo puesto. Es que… titubeó, el nuevo trabajo no me da tiempo ni para hacerme una paja. He bebido mucho mejor me voy. Le volví a mirar más de cerca y no pude evitar tocarle aquel monstruo gordo que tenía entre las piernas y que estaba a punto de estallar, se lo apreté un poco y gimió de placer. Luego, deslicé la yema de mis dedos ligeramente por sus corpulentos y bien formados brazos, acariciándole los tatuajes una y otra vez. Le saqué la camiseta y no pude contenerme en pasar mi cara y labios por ese dorado jardín que formaban sus vellos pectorales. Respiré su aroma, su masculinidad, que, con la temperatura cálida de Miami, me dieron un olor a macho excitante. Jugué con sus tetillas, y volvió a gemir, le fui pasando mi lengua lentamente por el cuello, los bíceps, recorrí sus músculos con ella. Gimió una vez más y me dijo: ¡para que esto es una locura! Mi respuesta fue agarrarle la pinga otra vez para sentirla tibia, en total erección y palpitante para por fin arrancarle de su voz un: vamos para la cama, aquí nos pueden ver.
Luego de robarle el primer beso, ya encima de mi cama, me lancé encima de él como león en celo, continué tocándolo sin quitarnos la ropa. Hasta que me sorprendió con una pregunta inusual. ¿A ti no se te para? Yo, quedé atónito y en una pieza. De un macho y policía como él, no esperaba eso. Bueno, ex policía, da igual. Ahí, no recordé a Willy Chirino sino a Rubén Blades cuando decía en su canción de Pedro Navaja… la vida te da sorpresas. Me le acerqué a la oreja y le dije: La tengo que se me quiere partir, pero no pensé que te interesara. Es solo curiosidad respondió. Y acto seguido puso su mano en mi portañuela mientras se volteaba para dejarme recostado a mí en el colchón. Me zafó mis shorts y me desnudó como con rabia, deseo y lujuria. Luego comenzó a acariciarme la pinga con una mano, mientras con la otra me apretaba y acariciaba las nalgas, me masturbó por unos segundos y me sentí en el paraíso terrenal. Tuve que hacerle fuerza y pedirle que parara porque podía venirme y no era el momento. Lo recosté nuevamente para quitarle por fin su ropa y revelar el tamaño de su instrumento que, yo sabía era tremendo. Cuando al fin liberé aquello eran como 9 preciosas pulgadas de una pinga derecha y llena de venas, gruesa y con todo y piel en el prepucio. Su vello púbico era tan rubio como los de su pecho. No pude contenerme y me traté de meter todo aquello en mi boca. Aunque fue en vano el intento porque solo pude hasta la mitad. Ahí comenzó de nuevo a gemir y contorsionarse; Buscando constantemente mi pinga para acariciarla. Luego se me subió encima, y me abrazó. Su peso, de aproximadamente 250 lb de musculo solido eran placenteras, con la combinación de pelo y masculinidad. Luego de besarnos como dos locos y acariciarnos intensamente; me dijo al oído: Te voy a hacer algo que nunca he hecho en mi vida: y en un instante se metió mi pinga en la boca. Eso, de verdad era demasiado para mí, no pude contenerme y me vine en su boca sin siquiera poder avisarle. ¿Por qué no me dijiste? me preguntó, saboreando mi néctar. Perdón es que estaba tan caliente que no me dio tiempo, pero descuida que ahora me toca a mí. Luego de chupar por un muy corto tiempo; Sentí por fin como todos sus músculos se contraían y se venía en mi boca. Su leche era dulce y con un ligero sabor a vainilla. Estoy loco, pensé y me recosté encima de su pecho como si fuera una alfombra.
Pasaron como 15 minutos sin que nos dijéramos una palabra, solo bebimos más Bacardí, hasta que le oí decir: Hacia como 3 semanas que no me hacía ni una paja ¡Estoy borracho!, yo nunca había hecho lo que hice hoy contigo, pero es que me siento demasiado solo. Además, no creo que el jugar contigo un rato me haga menos hombre. De vez en cuando hay que darle placer a la carne y sonrió pícaramente. Me dirigí a él, tan cerca de su cara como pude y le dije: ¿Te puedo hacer una pregunta? le miré fijamente a su rostro y le solté de una sola vez con cara de asustado ¿Tu leche sabe a vainilla? Soltó una carcajada bien masculina. Flexionó sus bíceps y me dijo: Son los batidos de proteínas; El semen tiene un alto contenido de ellas y yo soy afortunado porque la doy con saborrr, entonces volvió a sonreír altaneramente. Lo miré con cara de duda y me respondió, de veras es en serio. Yo me enteré porque a una de mis novias le pasó lo mismo, pero no me lo dijo como hasta la tercera vez, yo si notaba que le gustaba tragársela y la saboreaba hasta que un día me lo dijo. Yo no le presté mucha atención, hasta que le pregunté a mi entrenador y me dio la respuesta adecuada.
El estar completamente desnudos y conversando de ese tema me volvió a parar la pinga que le restregué toda entre sus testículos. Me la agarró entre sus dos piernas, como imitando un orificio y me comenzó a masturbar de esa forma, luego, sentí su erección en mi abdomen; Nos volvimos a besar, esta vez con más confianza y sin prejuicios, me mordió los labios con furia, busqué su hermoso miembro que seguía duro como antes y jugué por un rato con mi lengua, metiéndola dentro de su piel, luego jugué con sus testículos y por último aquel hermoso, cerrado y rosado hueco también cubierto de rubios vellos a su alrededor. Metí mi lengua una y otra vez mientras él se retorcía de placer sin ningún pudor y empujaba mi cabeza con sus toscas manos; entonces comencé a hacer círculos por el borde de su sabroso culo que ya comenzaba a dilatarse, se contorsionó de placer. Le puse un dedo y no sentí resistencia alguna, estaba bien estrecho y caliente, seguí mamando y poniendo el dedo, entonces comenzó a moverse tratando de que yo buscara su próstata. Le introduje el otro dedo y se movió aún más, gimió de placer nuevamente. Se abalanzó a mi bruscamente quedando encima de nuevo. Me abrazaba, me besaba con locura, me mordía los labios nuevamente. Solo mi novia había andado ahí, eres afortunado, quiero que me la metas hoy dijo, quiero sentir lo que siente mi novia cuando yo le cojo el culo. Me he metido los dedos, pero nunca una pinga.
Me sentí un Don Juan al oír aquello, lo besé de nuevo y pasé mis manos por sus velludas nalgas, lo acomodé en cuatro puntos y le oí decir: suavecito que he oído que duele, seguí mamando su culo y tratando de dilatarlo con mis dedos. Por fin puse mi cabeza en el hueco suavemente, me duele, dijo, no es lo mismo, espera un momento contesté yo, y saqué de la gaveta cercana un pote de lubricante y unos condones. Le puse un poco de la substancia y lo incité a que se pusiera sus propios dedos, ahí mis atónitos ojos no cesaban de observar cómo poco a poco se metía tres; Agarró mi mano y me indicó que terminara de abrir su hueco mientras él se retorcía de placer y se masturbaba con las dos manos. Le dije: Creo que si te la metes tú con cuidado vas a sentir más placer, así sabes lo que puedes aguantar. Entonces ante mi perplejidad se fue sentando poco a poco en mi herramienta hasta quedar ensartado totalmente en ella. Ya no me duele, ¡que rico es esto coño! decía mientras se movía en círculos para darnos placer mutuamente. Ahí comenzó a moverse medio descontrolado mientras decía: esto es más rico que el consolador de mi novia ¿Por qué no probé antes? luego de un rato de darse placer me dijo: Ahora te toca a ti ¿o crees que te vas a salvar? Me puso su pinga en la cara mientras me pegaba en el cachete con su erección, está grande le dije. Me ofreció un trago y me dijo: Ya me gozaste mi culo, ahora te toca a ti ¡mama! E intentó agarrarme las nalgas. Comencé a chuparle todo aquello que tenía delante con voraz apetito mientras le metía dos dedos en aquel delicioso hueco y le masajeaba la próstata. Aparentemente le gustó porque comenzó a moverse diciendo: Esto nunca lo había sentido ¿qué me estás haciendo? Me metí todo lo que pude de su pinga en la boca y comencé a presionar su próstata fuertemente en forma de círculo, minutos después, toda su leche aguada chorreaba garganta adentro al tiempo que le temblaban sus piernas. Cayó desplomado en la cama mientras me decía: ¿Qué coño fue eso? ¡que rico! Me dijo: Ven no te quedes ahí; me abrazó y comenzó a besarme mientras volvía a meter mi pinga entre sus piernas y se movía hasta sacarme toda la leche.
Ya se me hizo un poco tarde, mejor me voy, me dijo mientras se ponía sus shorts y salíamos del cuarto, si tu amigo llega me puede ver, no quiero líos entre ustedes por mí.
Ya te dije que no tenemos una relación, cada cual anda por su lado, él tiene novia. Lo de nosotros es cuando nos da deseos.
Nos fuimos a la sala por un momento mientras se terminaba de poner la camiseta. Ven que te doy una botella de agua para el camino.
-Te aprovechaste de mi hoy porque estoy borracho, me tenías tremendas ganas. Te salvaste, pero para la próxima vez te voy a coger ese culo rico.
– ¿Y tú no me tenías ganas? ¿Tú crees que me voy a tragar el cuento de que me paraste por chillar gomas?
-De verdad si te paré por chillar gomas, luego me di cuenta de que me estabas quitando la ropa con la mirada y lo confirmé todo cuando oí tu comentario y encontré las películas. Y no preguntes tanto que es malo saber mucho.
Se abrió la puerta. ¡Eh tenemos visita! Que bien.
-Hola mucho gusto soy Johny
-Yovany el gusto es mío, ¿Johny el policía?
Ex policía y ya me iba.
¿Javi ya le diste café?
-No, en otro momento ya se me hizo un poco tarde chao Javier, chao Yovany.
Lo llevé hasta la puerta y me dio un apretón de manos, me guiñó un ojo y salió disparado.
-Nah ¡tú no te acabas de acostar con eso!
-¿Tú te crees que eres el único que liga? Mira mi sábana para que veas.
En el próximo relato Javier le echa el ojo a un machito hetero flexible. Si quieres saber quien terminó haciendo de pasivo…
Sigue mis historias aquí.
Gracias por leerme.
Siempre tuyo ThWarlock