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La decisión de Kar
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Tiempo de lectura: 8 minutos

-¿Es verdad que te llevaste a la cama a tu secretaria? –lo soltó sin más, tomándome por sorpresa.

-¿Te lo dijo ella? –comenté tratando de mostrar indiferencia.

-No, me enteré por otro lado.

-Entonces, no hagas caso a chismes –dije al salir y sin dar una respuesta a su pregunta.

_______________

Con Karla teníamos una amistad de años, ingresó a la empresa en que laboramos poco tiempo después que yo y desde el primer momento congeniamos; en ese tiempo ambos contábamos con pareja y nos reuníamos con frecuencia los cuatro, nuestras salidas en pareja eran frecuentes ya que tanto la edad como la situación económica nos lo permitía.

Me separé de mi entonces compañera y hubieron algunas otras que pasaron fugazmente por mi vida, esto limitó que solo esporádicamente volviera a frecuentar a la pareja fuera del trabajo pero, en contra, mi relación con ella dentro del mismo se volvió más estrecha; se convirtió en mi mejor amiga, mi confidente.

Al ser tan cercana nuestra relación en muchas ocasiones se nos relacionó como pareja sentimental, tomamos siempre la postura de no desmentir lo que se contaba ya que nos resultaba divertido el que pensaran eso de nosotros; cierto es que muchas veces tonteamos con uno que otro beso después de un café o pequeñas caricias en alguna salida de copas, pero nunca paso a mas; pusimos siempre nuestra amistad por sobre todo eso. En ocasiones me parecía que podía haber algo, que nuestras miradas decían lo que nuestras palabras no; pero nunca ninguno de los dos dijo algo o dio el siguiente paso.

Pero con el tiempo, ella si lo dio al decir “si” a la petición de matrimonio que le hizo su novio; a partir de ese momento nuestra relación cambió ya que ella solo tenía destinado su tiempo libre en la preparación de su boda. Por mi parte, continuaba con mi vida, pero con un dejo de resentimiento hacia ella; no quería aceptarlo, pero la extrañaba, extrañaba nuestras pláticas y nuestras salidas al café, extrañaba su sonrisa… la extrañaba porque me había enamorado de ella.

Se dice que en nuestra vida al menos en alguna ocasión cometemos una estupidez, la mía fue no haberle mostrado mis sentimientos.

Por eso me alejé.

Pasaron las semanas hasta la fiesta de fin de año que organizaba la empresa, ella normalmente participa en la realización de la misma por lo que le queda poco tiempo para disfrutarla ya que tiene la prioridad de la organización del evento; esto hacia que su novio pocas veces asistiera ya que, al no trabajar con nosotros y ella ocupada, normalmente se quedaba solo o con poca actividad.

Asistí ese día solo por socializar con mi personal, obligación más que por diversión; incluso sin pareja ya que pensaba estar solo el tiempo estrictamente necesario.

Verla ir y venir me evocó a los días en los que pude y no hice algo por ella, ¡qué estúpido fui!; apuré mi último trago, me levanté y tomé dirección a la salida alterna; no estaba por despedirme de nadie. Casi por salir escuché mi nombre en la voz más dulce que pude haber escuchado esa noche.

-¡Alex!, ¿te vas ya?

Volteé mi rostro para verla, más hermosa si cabía; con la sonrisa que tanto extrañaba.

-Si, no me siento bien –fue mi áspera respuesta.

-Ven –dijo tomando mi mano.

Pasamos a una pequeña sala ubicada a un costado, tomamos asiento en el sillón al lado de la ventana que daba al jardín.

-¿Qué te pasa Alex?, ¿por qué te has alejado de mí?

No hubo respuesta, la había, pero no quería decirla.

-Dime si te hice o dije algo que te molestó.

-No me pasa nada –le respondí con la peor sonrisa fingida –en serio, estoy bien.

-¿Ya no me tienes confianza? –me dijo mientras una lágrima resbaló por su mejilla.

La vi a los ojos, tomé su mano mientras con la otra limpiaba su rostro.

-No es tema de confianza Kar –esta vez mi sonrisa fue sincera.

-¿Entonces?

-Es solo que me enamoré de ti.

Su sorpresa a mi respuesta fue mayúscula, comenzó a llorar mientras mis manos tomaron las suyas.

-No sé cómo paso Kar, solo sé que cuando me dijiste que te casabas entendí que no podía estar sin ti.

-¿Por qué ahora Alex? –preguntó entre sollozos.

-Porque no podía arruinarte la vida, debí habértelo dicho antes, pero ni yo sabía lo que sentía.

Me abrazó como no lo había hecho; lo hizo con fuerza mientras sus lágrimas mojaban mi hombro. Después de un rato en el que ninguna palabra se dijo se separó de mí, bajó su rostro mientras tomaba mis manos.

-Siempre he estado enamorada de ti Alex, nunca te lo dije porque no pensé que me quisieras de esa manera; no sabes lo que sufría cada vez que una mujer llegaba a tu vida.

El sorprendido ahora era yo, no había sido una sino dos estupideces en mi vida; ¿cómo no pude haberlo visto antes?, ¿en verdad fui tan estúpido de no verlo?

-Kar… no sé qué decirte.

-No digas nada, yo tampoco te lo dije cuando pude haberlo hecho.

Se levantó y limpió sus últimas lágrimas, caminó hacia la puerta sin decir algo.

-Espera Kar –le dije tomándola del brazo –ahora que sé lo que sientes por mi no puedo dejarte ir, no quiero.

-¡Me voy a casar Alex! –dijo viéndome a los ojos –no podemos hacer nada.

-¿Lo amas mas que a mi?

Bajó la vista sin contestar a mi pregunta.

-¿Lo amas mas que a mi Kar? –dije al tomarla por la cintura mientras mis labios buscaban los suyos.

-No me hagas esto Alex, por favor no –respondió desviando su rostro.

Sabía que de seguir arruinaría su vida, que no podía hacerle eso sin tener consecuencias, pero no me importó en ese momento. La amaba como no lo había hecho con anterioridad con nadie mas, la quería conmigo ahora y para siempre y las consecuencias las enfrentaría por ella.

-Solo sé que no puedo estar sin ti; espero por tu llegada cada mañana y te extraño apenas sales, extraño que acomodes tu cabello mientras platicamos tomando café y el olor de tu perfume que no has querido decirme como se llama; extraño tu sonrisa mientras te hago cosquillas en tu cuello y tus abrazos cada vez que llegas a mi oficina; no imagino un futuro sin ti Kar, lo quiero contigo. Si esto no es amor, entonces ya no sé que es lo que siento.

Se separó de mi y caminó hacia la salida, sentí un vacío mientras una inmensa tristeza me invadió por completo; me volvió el alma al cuerpo en el preciso momento que se detuvo antes de llegar a la puerta.

Dio el primer paso, pensé, el resto me corresponde a mi.

Me acerqué a ella y la tomé nuevamente por la cintura mientras mi boca encontró la suya, esta vez no hubo rechazo; nos besamos y todo giró alrededor nuestro, mi mundo era ella y yo el suyo. Los últimos acordes de la orquesta así como las luces que entraban por la ventana fueron el fondo del telón a la puesta en escena de nuestro amor, con una mano tomé su cuello mientras con la otra recorrí su rostro sin dejar de ver la perfección de sus facciones.

-¡Qué hermosa eres mi Kar!

-¡Te amo Alex!

La tomé con la delicadeza con que se trata lo más preciado porque lo era para mi; la senté sobre la mesita del fondo mientras comía su boca, recorría su talle por encima del ceñido vestido mientras sus manos me tomaban de mi cuello; con delicadeza pero con determinación me coloqué entre sus piernas mientras acomodaba su cuerpo al mío; quería sentirla y que ella lo hiciera de mi, quería que supiera que era mía. Intercambié su boca por su cuello provocando su estremecimiento así como sus involuntarios suspiros.

-No sigas Alex, por favor; esto no está bien –lo dijo como requisito mas que por convicción.

-No me pidas eso Kar, no me lo pidas porque ya no puedo estar sin ti –dije sin dejar de besarla.

-No puedo hacerle esto a Luis, no se lo merece.

-¡Me importa un carajo Luis! –dije –solo me importas tú.

Fue lo peor que pude haber mencionado en ese momento; con determinación me hizo a un lado bajando de la mesa, acomodó su vestido y tomó rumbo a la salida; antes de dar un paso fuera me dijo:

-Te amo pero no puedo hacerle daño, ni a mi tampoco.

Salió cerrando la puerta dejándome solo.

Pasaron los últimos días del año sin verla, al regreso a labores un frío saludo fue su única respuesta al mío; el tiempo me hizo reflexionar que debía intentar hablar con ella pero bajo la perspectiva de las circunstancias, estaba comprometida y sus principios no cambiarían solo por conocer mis sentimientos; debía convencerla que lo mío era auténtico y que podría dar el siguiente paso por y con ella.

-¿Puedo pasar? –dije tocando la puerta de su oficina.

-¿Urge?, tengo mucho trabajo –dijo sin levantar la vista de su escritorio.

-Solo tomará un momento.

Dejó lo que estaba haciendo y por primera vez en el día tuve su atención.

-Te debo una disculpa –comencé –no debí hacer lo que hice y tampoco referirme a Luis de esa manera. Lo siento.

-También quiero que sepas que aunque conoces mis sentimientos no haré algo que te incomode, me va a costar lo que no imaginas pero lo voy a hacer; como te lo dije, lo que menos quiero es arruinarte la vida.

No dijo algo. Escuchó lo que dije sin comentar o refutar. Jugué mi última carta.

-Tal vez no te interese pero pienso aceptar el puesto que me han venido ofreciendo, te vas a librar de mi en poco tiempo –dije esto último sin esperar respuesta y enfilando mis pasos a la salida.

-¿Te vas?

-Si.

Dejé pasar los días tratando en lo posible de no intercambiar mas que los indispensables saludos, era una tortura no hacerlo; por su parte, ella no daba muestra de sentirse incomoda o desesperada como yo lo estaba de ella; las cosas no salían como lo pensaba y sentía que la perdía. Todas mis relaciones pasadas no me prepararon cuando frente a mí tenía a una persona de principios, sumada a mi desesperación por mis sentimientos, que jugaron en mi contra, me llegué a sentir enfermo; de cuerpo, pero más de alma.

Los siguientes días me reporté enfermo, llegué a pensar seriamente en la posibilidad de tomar otro empleo e irme de ahí; tuve que aceptar el hecho que verla sin posibilidad de estar sentimentalmente con ella me hacía mal, mucho mal.

El último día de la semana regresaba de la calle cuando, al llegar a mi puerta, la vi; tan hermosa como siempre y con sendas bolsas en ambas manos esperando por mi arribo.

-¡Hola! –Dije sin ocultar mi alegría –permíteme que te ayude.

-Solo vine a traerte esto –me dijo señalando las bolsas –espero que te mejores.

Giró en dirección a la salida apenas colocó las bolsas en mis manos.

-Kar –dije con un nudo en la garganta -¿pasas?

-Mejor no –dijo deteniéndose a mitad de camino.

-¿Por los viejos tiempos?

Fueron segundos de indecisión los cuales me parecieron años, al final dio la vuelta y regresó conmigo.

-Solo un momento, tengo trabajo por hacer.

Ingresamos y le pedí se acomodara mientras me hacía cargo en la cocina, era la oportunidad que buscaba y no pensaba desaprovecharla; debía actuar firme pero con cautela si quería lograr algo con ella.

-¿Mucho trabajo? –inicié la plática.

-Bastante, es fin de mes –dijo.

-Mucho calor, ¿no crees? –pregunté acercándome a ella.

-Mucho –fue su respuesta al acomodarse en su lugar al ver que me acercaba a ella.

-¿Te ofrezco algo de tomar? –pregunté colocándome a su lado.

-No, así estoy bien y creo que mejor…

-¿Por qué viniste Kar? –dije arrodillándome a su lado y sin dejarla terminar la frase.

-Solo vine a traerte algunas cosas que pudieran hacerte falta –dijo en voz baja.

-Viniste porque aún me amas, tienes miedo de aceptarlo pero así es.

Me levanté y me senté a su lado, tomé con suavidad su rostro mientras la veía a los ojos.

El Alex que ves aquí es uno nuevo, diferente al que conoces; este Alex se enamoró no de lo perfecta que eres, sino de tus pocas imperfecciones; te ha visto reír y llorar, ha crecido contigo y por ti es alguien mejor; este Alex hará todo lo posible por hacerte feliz y estará siempre a tu lado y te amará hasta su último día.

Su respuesta fue la esperada y aun más, me abrazo y su llanto se hizo presente.

-No puedo más Alex, ¡te amo!; todo este tiempo me he dicho que esto está mal, que no debo sentir esto por ti; pero no puedo. No puedo dejar de amarte así lo intente una y mil veces.

Ocultó su rostro en mi hombro y lloró, lloró como no lo hizo en años.

Pasado un tiempo dejo de hacerlo, la tomé en brazos y la llevé a la cama, la acomodé con el mayor cuidado del que era posible y me acosté a su lado; la abracé y, durante otro tiempo, me dediqué solo a mimarla con el mayor de los cariños.

-No sé que es lo que pase en adelante –dije acariciando su cabello –solo quiero que sepas que voy a luchar por ti Kar.

-No Alex, no voy a hacerle daño a Luis; no lo amo como a ti pero lo quiero mucho, además me voy a…

-¡Cásate conmigo Kar! –dije viéndola a los ojos.

-¿Qué dices Alex? –mencionó al levantarse con cara de sorpresa.

-Si ésta es la única opción para que estemos juntos, ¡hagámoslo Kar!

-¡Pero tú nunca pensaste en casarte!

-Por ti lo haría Kar.

El instante de desconcierto fue aprovechado por mi para besarla mientras suavemente volvía a depositarla en la cama, no me rechazó pero tampoco hizo por participar; se encontraba razonando el dilema que representaba continuar donde estaba o tomar camino conmigo, su decisión cambiaría nuestras vidas.

-Quiero sentirme tuya Alex.

Si no era la respuesta que esperaba al menos la tomé como afirmativa, nos fundimos en un beso que dio paso a otro y este a otro mas hasta perder la cuenta; lentamente quité lo que me impedía sentir su piel mientras ella hacia lo mismo conmigo, paré un momento al verla desnuda queriendo inmortalizar el instante; con pudor me atrajo a ella mientras nuestras bocas volvían a estar unidas, esta acción se estaba volviendo un hábito que era muy de mi agrado. Me posicioné en ella mientras mis labios recorrían su piel, besé desde su cuello hasta su pecho y lo hubiera hecho en todo su cuerpo de no haber sido ella quien no me lo permitió; me tomó del rostro y dijo a mi oído:

-Siempre quise entregarme por amor Alex, por favor sé gentil.

-¿Entonces tu no…?

-No.

Me sentí el mas afortunado de los hombres, no por el hecho de lo evidente sino porque su decisión había sido conmigo.

Decir que la tarde se convirtió en velada y que esta se prolongó hasta entrada la noche sería poco para describir el momento, en ese tiempo busqué por todas las formas posibles su placer porque el mío… el mío fue verla disfrutando.

Verla sufrir en mi primera incursión me dolió en el alma, pero me vi recompensado al escucharla gemir en su primer orgasmo; después de eso… después solo la pasión desbordada de dos seres que se deseaban mutuamente fue el tenor en las cuatro paredes que formaban nuestro refugio; la sacié de mi y yo lo hice de ella hasta que nuestros cuerpos decidieron por nosotros en parar. Le ofrecí mi brazo y ella se recostó al lado mío, todo era perfecto, no veía obstáculos en nuestro camino.

-¿Cómo agradecerte el regalo que me hiciste?, porque eso fue Kar, un regalo –dije pasado un tiempo.

Tomó mi rostro sin decir algo mientras sonrió viéndome a los ojos.

-Tomé la decisión Alex, este fue mi regalo para ti.

Y me besó.

_______________

Es Mayo y el clima es perfecto para una celebración, no hubo inconveniente económico para que resultara ser la mejor ceremonia de bodas que se vio en mucho tiempo; solo alegría reinaba en el ambiente.

En el altar, los aún novios escuchan las palabras del pastor; el luce elegante y orgulloso, ella feliz y radiante, no hay pero que valga a esta pareja; él toma la mano de ella mientras escucha la pregunta:

-“Luis, ¿aceptas como esposa a Karla…”

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