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Mi vecina la odontóloga
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Quizá no les he contado. Pero una de mis vecinas es odontóloga. Y aunque llevamos años de ser vecinos y que ella es una frecuente clienta de mi negocio, yo nunca he visitado su clínica.

Ella me hizo la observación un día y yo no tuve más que darle la razón. Me dijo que si algún día decidía ir, me podía dar un descuento, por lo que acepté la oferta.

Al siguiente día llegué puntualmente a la cita y la secretaria me hizo pasar a su clínica. Me senté en esa silla de dentista rodeado de muchos aparatos y cuanta cosa.

En pocos minutos la vi entrar, estaba preciosa, mi vecina es una mujer muy bella, entre 38-40 años pero muy bien cuidada. Si bien no tiene un cuerpo fitness, una cintura bien definida hace resaltar sus caderas anchas y sus tetas grandes. Ella es de tez blanca, con cabello un poco ondulado, unos labios carnosos y sensuales con unos ojos marrón oscuros.

Ese día ella usaba tacones altos, una falda de tela muy corta y bien tallada a su excitante figura, una angosta tanga que se notaba al medio de sus nalgas. Una blusa formal, de botones, desabrochada de los primeros botones superiores, con un top blanco debajo que dejaba ver la línea de sus pechos y esos grandes almohadones asomándose por el escote de su blusa.

-Hola, me alegra que viniera.

-Claro, como desaprovechar su oferta.

-Oh que lindo, bueno pues, vamos a empezar con chequeo en general y luego una limpieza si te parece bien.

-Sí claro, usted manda.

-Bueno, vamos a ver…

Reclinó mi silla recostándome casi por completo y ella se sentó en un banquillo al lado mío casi a la altura de la cabeza. No pude evitar voltear a ver sus fornidas y sensuales piernas. Su falda era tan corta que al sentarse podía verle la ropa interior por entre sus piernas, por más que ella se esforzaba en cerrarlas y creía que no se veía nada. Yo podía echar rápidos a su entre pierna. Uf, que delicia, una panocha carnosa se notaba cubierta por esa tanga de encaje. A través del encaje podía ver la el pliegue de sus labios mayores.

Comencé a tener una erección. Traté de ocultarla con mi ropa interior, y creo que ella lo notó.

Ella continuó chequeándome y luego de un rato me dijo:

-Bueno, según lo que veo acá, tienes un pequeño punto de caries, no es grave, pero es recomendable tratarlo ya, antes de que empeore.

-Bueno, usted sabrá doctora.

-Te pondré un poco de anestesia local y luego lo arreglaremos.

-Está bien.

Ella me colocó la anestesia, yo observaba sus deliciosos pechos cuando se inclinaba sobre mí y mientras esperaba que hiciera efecto, se levantó a traer sus herramientas.

Yo me deleité viendo el vaivén de sus caderas. No pude contener más mi erección. Cuando ella volvió, pudo notar mi evidente bulto elevándose debajo de mi pantalón, aquello parecía una tienda de circo.

-¿Te encuentras bien? –preguntó amablemente al verme en ese estado.

-Dra. Discúlpeme, que pena, pero… la verdad no entiendo que pasa, esto me sucedió y por más que me concentro no puedo evitarlo.

-Tranquilo, no tienes de que avergonzarte, los anestésicos actúan sobre el sistema nervioso y en ocasiones puede tener efectos secundarios en otras partes del cuerpo.

-¿Es eso posible? ¿… y tiene que ser justo ahí?

-Bueno, suele pasar. Pero tú tranquilo, tomate unos minutos. Relájate, y yo vuelvo al rato, ok.

Ella se retiró y yo me quedé pensando en su excitante cuerpo, en cómo sería poder coger a semejante bombón. Esos pensamientos no ayudaban a resolver mi erección. Tras unos 10 minutos, la doctora regresó. Se sorprendió al verme aún en el mismo estado.

-Wow! ¿Seguro que te sientes bien? Veo que estas igual. –dijo intrigada.

-Pues yo me siento bien, el único problema parece que es ese.

-Tendremos que ver cómo resolvemos eso pronto, tengo más pacientes esperando. A ver, quizás si liberamos la presión te relajes un poco.

Ella procedió a desabrocharme el pantalón y descubrir mi miembro erecto.

Mi verga salió libre, alcanzando por fin su máximo tamaño ante la mirada sorprendida de la doctora.

-¡Wow!… ok, emmm… creo que ahí estará mejor. –dijo mientras dejaba mi verga al aire libre.

Procedió a realizar el trabajo dental. Ella no pudo evitar dar constantes miradas a mi verga durante todo el procedimiento. Yo disfrutaba mirando disimuladamente por debajo de su falda, pude notar como una mancha de humedad crecía en esa tanga, la piel de sus piernas se erizaba ocasionalmente y sus pechos comenzaban a rozar mi brazo cuando se inclinaba sobre mí para trabajar. Podía sentir sus pezones duros rozar en mi brazo y eso me ponía cada vez más duro e hinchado.

Cuando terminó el procedimiento yo continuaba muy erecto.

-Doctora, y ¿en cuánto tiempo cree que me pase el efecto de la anestesia?

-Pues es muy extraño la verdad, ya duró demasiado. No se supone que todavía deba estar así

-¿Y qué hago entonces?

-Bueno, no podemos demorarnos más tiempo, tendré que ayudarte pero esto debe quedar en secreto profesional.

Con sus cálidas manos tomó mi verga y comenzó a masturbarme, luego bajó su boca y se tragó cada centímetro de mi pene, salivaba en gran cantidad, masturbaba mi glande acariciándolo con fuerza y rapidez.

Mis piernas temblaban y ya comenzaba a escurrir líquido pre seminal en sus manos. Luego de un rato se quitó la blusa, el top y liberó sus tetas. Sus tetas eran grandes pero firmes, sus pezones eran como volcanes que se elevaban erectos ante la excitación.

Se bajó subió la falda a la cintura y se arrancó la tanga. Dándome la espalda abrió las piernas y comenzó a darse de sentones metiéndose mi verga en su mojada concha.

-Ah! Ah! Vaya muchachito que eres! Tienes cara de chamaco pero tienes la verga de un semental. Ah! Ah!

Sus nalgas chapoteaban sobre mi pelvis. Me cabalgo tremendamente. Se sentaba y se movía como bailando un perreo intenso. Era toda una perversa.

-Bueno… ah! Ah!… ya va siendo hora de que… acabes muchachito ah! Ah! Ah!

-Todavía no me vengo

-¿Qué? ¿Aún no? ah! Ah! Ah! Eres un calentón.

Me percaté que a mi lado había una de sus herramientas, era como un pequeño tubo de unos 10 centímetros que lanzaba agua a presión. Lo tome, lo lubrique con mi saliva y lo metí en el culo de la doctora mientras ella seguía saltando en mi verga.

-Ah! Pero que haces! Ah! Ah! Deja eso ahí

-Pierda cuidado doctora, solo disfrute.

Le dije mientras activaba ese aparato. Sentí cómo un fuerte chorro de agua estalló dentro de su culo llenándole las tripas con agua tibia.

-Ah! Carajo! Que hiciste! Ah! Ah! Ah! Sácalo!

Yo saqué aquel instrumento y un chorro de agua tibia salió expulsado de su culo sobre mi verga. Sus piernas temblaron por lo que debió sentir.

-Eres un carajito travieso, como se te ocurren esas cosas. Trae eso acá! – me dijo arrebatándomelo hábilmente.

-Pero le gustó.

-Cállate jovencito, estoy muy molesta contigo en este momento.

-¿Y va a castigarme doctora?

-Si, voy a castigarte. –levántate.

Me hizo poner de pie, ella se recostó en la silla y me jaló del cabello para que me comiera su coño mojado.

Yo me lo comí con gusto, su sabor era exquisito. Luego de un rato le levanté las piernas abriéndoselas penetrando su chochito fuertemente.

Sus gemidos resonaban en la clínica mientras nuestros cuerpos chapoteaban intensamente con cada penetración.

-Ya, ya me vengo –le dije

-¡No adentro muchachito! ven acá –me dijo jalando mi verga hasta su boca.

La chupó enérgicamente mientras me masturbaba. Yo volví a tomar su instrumento y alcancé meterlo en su vagina para activarlo de nuevo.

Llené toda su vagina de agua tibia mientras se escurría por sus nalgas y en todo el suelo de la clínica. Esto le provocó un intenso orgasmo al sentirse tan llena. Su cuerpo se contraía de placer, y justo cuando abría la boca gimiendo, disfrutando de su orgasmo. Arrojé toda mi leche dentro de su boca. Los primeros chorros se fueron directo a su garganta, luego interpuso la lengua y terminé llenando su boca con caliente y blanca esperma. Ella lo saboreó por un buen rato y terminó tragando hasta la última gota.

-Maldito chamaco, mira nada más el desastre que hiciste, no podré atender a los demás pacientes en este lugar.

-Lo siento doctora… pero ¿eso significa que tiene el resto del día libre?

Ella me miró intuyendo la propuesta detrás de mi pregunta.

-Debo terminar un poco de papeleo. Saldré dentro de una hora.

-¿La espero en el estacionamiento?

-Más te vale que estés ahí cuando salga, porque no me has pagado.

-Le pagaré lo que usted quiera.

Se despidió dándome un beso y se fue al baño para limpiarse, yo la esperé en el estacionamiento para ir a su apartamento cuando saliera y terminar lo que habíamos iniciado en la clínica.

Espero que les haya gustado, si es así déjame un comentario ahí abajo. O escríbeme a mi correo.

Chao.

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