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Castigando a mi novia por infiel
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Tiempo de lectura: 8 minutos

Continuación del relato “Por una apuesta entregué a mi novia a mi amigo y amante 1 y 2”, dejo los enlaces al final del relato.

Después de que Arturo se había cogido a mi novia me sentía aturdido, molesto, enojado, no sabía cómo reaccionaría al encontrarme con ellos, si podría contener mi furia y estaba molesto conmigo mismo también porque mucha culpa era mía por haber aceptado esa apuesta ridícula, había sido un imbécil.

Pensé que lo mejor era no ver a ninguno hasta que estuviera más calmado, por lo que no vi a Adriana en toda la semana, ni acudí a los entrenamientos, tenía mucho que pensar, a Adriana le inventé que estaba en exámenes y proyectos que debía entregar y los mensajes de Arturo, que no fueron pocos, ni los leí.

Mil pensamientos rondaban mi mente, ¿cómo podría reclamarle a mi novia su infidelidad?, si yo mismo había propiciado el encuentro a solas entre ellos y conocía en carne propia el poder seductor de Arturo, incluso también le había sido infiel a mi novia y con el mismo hombre, pensaba que si la teoría de Arturo era correcta, era inevitable que no pudiera resistirse a sus encantos, ¿cómo reclamarle a Adriana?, pensé que de los tres, Adriana era la menos culpable, así que a mi pesar, decidí tratar de olvidar lo sucedido y seguir adelante, algo que sería muy difícil, ya me las arreglaría con Arturo.

Los recuerdos me atormentaban, venían a mi mente como Arturo penetraba a mi novia con su enorme verga, haciéndola gemir y como se burlaba de mí y me insultaba, humillándome, a sabiendas que lo escuchaba, sentía coraje ¿o serían celos?, pero celos ¿por quién? ¿por Arturo?, ¿por Adriana?, o incluso por ambos. Estaba muy confundido.

Llego el viernes y ya estaba un poco más calmado, iniciaba el fin de semana y era inevitable encontrarme con Adriana, así que salimos a cenar, cena que fue un poco tensa y no hablamos mucho, después de la cena la llevé a mi departamento, estaba molesto, pero también muy excitado.

Ya en mi recámara la abracé por detrás, apretando fuertemente su frágil cuerpo al mío, besé su cuello, mis labios recorrieron suavemente su nuca hasta llegar a su oído y le susurré que estaba muy caliente y excitado y que hoy sería mía y la volvería loca de placer, saqué mi lengua y recorrí el contorno de su oreja y después introduje la punta de mi lengua dentro, su cuerpo se estremeció entre mis brazos y un gemido salió de su boca, aspiraba el fresco aroma de su piel, y sentí que su piel se erizaba, mi verga ya estaba dura e hinchada y la apoyé entre sus nalgas, refregando mi verga contra su culo, sintiendo la tibieza de su piel a través de la ropa.

¿Sientes mi verga?, ¿Dura?, así me tienes, es tu culpa que esté así de dura- Le susurre.

Nuestras ropas fueron cayendo, pero sin despegar mis labios de su cuerpo, a medida que la desnudaba iba recorriendo cada centímetro de su piel, mi orgullo estaba herido y quería matarla de placer, hacerla gozar, y que gimiera y gritara más fuerte que con Arturo, mostrarle que era un mejor amante, difícil competencia en lo que a artes amatorias se refiere ya que en lo que se refiere al tamaño del miembro sexual había una clara desventaja, tenía que poner todo mi empeño y suplirlo con otras virtudes.

La arrojé a la cama boca arriba y me abalancé sobre ella, mi boca buscó la suya y le propiné un beso intenso y ardiente, succionando sus labios, mi lengua se introdujo en su interior, explorando, nuestras lenguas se entrelazaron, mordía sus labios con fuerza, los chupaba, recorrí su cuello y como un pulpo, le propiné un par de chupetones que le quedaron marcados en su blanca piel, algo que Adriana me había prohibido, ya que consideraba un chupetón como violencia física contra la mujer.

Espera Ariel, que haces, nooo, me vas a dejar marcada, como una mujerzuela, no seas cabrón, nooo- exclamó Adriana al tiempo que intentó apartar mi cabeza y forcejeó un poco, pero la tomé del brazo y la inmovilicé.

Tranquila nena, aquí manda papi, eso serás, mi mujerzuela, una mujerzuela deseosa de verga, puta, zorra- le dije

Mis manos recorrieron su espalda y encontraron sus suaves nalgas, las amasé y apreté con fuerza, las pellizqué, se quejó un poco, pero ignoré sus protestas, al contrario más me excitaban, mis labios alcanzaron sus pechos y me aferré a ellos como bebé recién nacido, succionando en forma alternada uno y pellizcando el otro, estirando cada pezón hasta casi hacerle doler, el cuerpo de mi novia vibraba y empezó a gemir, de su boca salieron algunas palabras pidiéndome clemencia, las cuales me incitaban más a continuar, llegué a su vientre y metí mi lengua en su ombligo.

Abrí sus piernas y las levanté acomodando una almohada bajo sus caderas, su sexo quedó alzado y expuesto, acerqué mi nariz y aspiré su olor, delicioso, saqué mi lengua y recorrí toda su rajita, desde su arrugado agujerito trasero hasta su clítoris, succionando y mordisqueando cada tramo del recorrido, al frotar mi lengua su estrecho agujerito, se estremeció y se retorció, así que repetí la operación, su hoyito se contraía involuntariamente al sentir mi lengua y un nuevo gemido salió de su boca, apretó los puños contra la cama arañando las sábanas.

Ay Ariel, que haces, me matas, que bárbaro, ayyyy, ahhh,

Si, eso quiero, matarte, pero de placer, goza cabrona, así, córrete como puta, quiero chupar tus flujos.

Sus piernas temblaban y se retorcía, alcancé su clítoris y lo succioné profundo, su cuerpo se tensó y se retorció, hizo esfuerzos desesperados por alejarme de su coñito, a fin de tener un respiro, pero no se lo permití, empecé a succionar más fuerte e introduje un par de dedos por su coñito, húmedo y lubricado por sus flujos, por lo que se deslizaron hasta el fondo sin problema, las paredes de su vagina se contraían en forma involuntaria dando ricos apretoncitos a mis dedos, sus flujos escurrían, los saqué y con sus mismos flujos froté la entrada de su culito con la yema de uno de mis dedos, masajeando los arrugados pliegues exteriores y empujé suavemente ambos dedos, un dedo por su coño y otro por su culo, sin soltar su clítoris succionado por mis labios, se tensó y apretó las nalgas, ahorcando fuertemente mis dedos.

Ay, que haces, por atrás no, me arde, sácalooo- se quejó.

Claro que puedes, puta, sé que te gusta, relájate y disfruta, no te lo voy a sacar, así que aguanta, papi quiere tu culo y me lo vas a dar.

Ese orificio ya había sido estrenado y no había tenido la dicha de ser yo, llegó a mi mente la imagen del culo de mi novia profanado por la enorme verga de Arturo, lo que me turbó y no escuché sus ruegos, siempre había tratado de ser tierno y gentil con ella y cuando mi dedo había logrado penetrar su apretado orificio en ocasiones anteriores, cuando empezaba a quejarse, desistía de mi intento, siempre con la esperanza que en la siguiente ocasión lograría mi objetivo, en esta ocasión sería diferente, estaba molesto, y en vez de sacar el dedo se lo hundí más profundo, mi novia se retorció y dio un alarido, pataleó e intentó zafarse, sin éxito, saqué los dedos y en un acto de compasión puse saliva en su agujero antes de volverlos a hundir..

Ay, me lastimas, no seas cabrón, ayme dueleee – gritó Adriana.

¿Te duele putita?, Tranquila, relájate si no quieres que te duela, ya te dije que no te voy a sacar los dedos, tu culo me pertenece, es mío, así que no te queda de otra, relájate- Le expresé con determinación.

Poco a poco su cuerpo se rindió, entendió que no le iba a sacar los dedos y dejó de patalear, así que empecé a mover mis dedos, los metía y sacaba, masajeando sus paredes internas, mis dedos se rozaban entre ellos, solamente separados por una delgada capa de piel, mi lengua dentro de su coño y succionando su clítoris, empezó a retorcerse y a convulsionar, sus jugos empezaron a escurrir entre sus piernas, empezó a gritar de placer.

Agh, ay, me corro, me corrrooo- Gritó

Así córrete, cabrona, córrete como puta, goza como zorra, mi zorraaa – le dije y regresé a chupar su coño.

Sentía los espasmos de sus paredes internas apretando mis dedos, sus jugos escurrían y los succionaba con deleite, terminó de correrse y se desplomó en la cama, pero no pensaba darle tregua, rápidamente tomé un condón, me lo puse, le abrí las piernas y la empalé profundo, de una sola estocada, mis huevos chocaron con sus nalgas, y empecé a embestirla salvajemente, duro, se escuchaba el golpeteo de mi pelvis contra su cuerpo, como un aplauso, celebrando la cogida, celebrando el castigo que le daba a mi novia, el tierno Ariel había desaparecido, estaba convertido en una bestia, un monstruo con hambre de hembra, que sólo pensaba en su placer, Adriana era mi puta y la estaba tratando como tal, castigándola por su infidelidad, la seguí empalando y mordiendo sus labios, mi lengua recorría su cara en forma obscena, le gritaba lo puta que era, la escuchaba gritar y gemir y más duro le daba.

Se la saqué, le di vuelta, poniéndola en cuatro, piernas bien abiertas, la tomé del cuello y empujé su cabeza hasta que tocó el colchón, abrí sus nalgas lo más que pude y la empalé profundo, Adriana no paraba de gritar y gemir.

Así, gime como puta cabrona, se nota que te encanta la verga.

Le abrí más las nalgas y escupí directamente en su hoyito, mi pulgar empezó a frotar su entrada sin dejar de embestir, dejé caer otro poco de saliva en su culo y empujé mi dedo pulgar dentro de su culo, Adriana dio un agudo y fuerte grito, intentó zafarse, si bien no era un tipo corpulento, si era lo suficiente como para poderla dominar y le di una nalgada seca, con fuerza, y repetí el procedimiento en su otra nalga.

Quieta perrita, aquí manda papi, no te portes mal, o papi te castigará- le señalé

Sentí que mis cachetazos relajaron el culo de Adriana, así que empecé a girar mi dedo, cuando sentí que entraba y salía con facilidad, saqué mi verga de su coño, me quité el condón y apunté directamente a la entrada de su culo, empujé, su culo se resistía, seguí empujando hasta que fue cediendo y ensanchándose, entrando mi verga en su cálido y apretado agujero, pataleó, maldijo, gritó, pero no pudo zafarse, le propiné otro par de fuertes nalgadas, la tomé del pelo y la jalé hacia atrás, obligándola a curvear su espalda.

Ay, Ariel, que te pasa, eres una bestia, suéltameee, me estás violando, ay, sácala, me duele – Gritaba y se retorcía.

No te la voy a sacar puta, así que relájate y goza cabrona, te voy a preñar este culo de puta que tienes, ufff, que rico culo, agh, me encanta como me aprietas la verga, no sé cómo no te había ensartado antes, pero desde hoy es mío.

Seguí empujando, embistiendo, lento pero firme, sin detenerme, mi única muestra de compasión fue ir escupiendo saliva en su culo al tiempo que iba entrando mi verga, hasta que se la ensarté toda, seguía quejándose y pataleando, la solté del pelo para apoyar mis manos en su cintura y embestirla con fuerza, dio un grito desgarrador e intentó escapar echando su cuerpo hacia adelante, pero seguí su movimiento y mi cuerpo quedó encima de ella, dominándola completamente, mi verga enterrada hasta lo más profundo, disfrutando ese suave y ardiente agujero que envolvía mi carne, sus espasmos ahorcando mi verga, sus paredes internas se contraían y se ensanchaban buscando acoplarse al diámetro de mi miembro.

Me daba rabia saber que Arturo fue el primero en disfrutar de ese rico tesoro, y empecé a embestirla duro, sin compasión, poco me importaron sus gritos y quejidos, era mi forma de vengarme, aumenté la velocidad de mis embestidas prácticamente taladrando su culo, violándolo, metí una mano entre sus piernas y hundí mis dedos en su vagina, estaba chorreando, los saqué y con sus flujos masajeaba su clítoris, se sentía duro, a pesar de todo estaba excitada y seguí besando su cuello, mordisqueando su oreja y susurrando al oído:

Así te quería tener, puta, siente a tu macho, me perteneces, tu culo es mío, solo mío, putaaa,

Sé que te duele pero te está gustando perrita, tienes el coño babeante y tu clítoris duro, eres una zorra, te gusta que papi te castigue.

Su única respuesta fueron fuertes gemidos, lágrimas escurrieron por sus mejillas, se retorcía en la cama, mi cuerpo sudoroso encima, aplastándola, castigándola por puta, quería que sufriera, que sintiera dolor y más duro la embestía, hasta el fondo de su culo.

Ay Ariel, ay, me revientas, ayyy

La cálida suavidad del interior de su cuerpo apretando mi verga me volvían loco y ya no pude aguantar más, le dí una nueva embestida profunda y me corrí intensamente llenándole sus entrañas de mi leche, chorros y chorros de leche ardiente, la corrida más intensa que hubiera tenido memoria, Adriana también se corría, la escuché gemir y convulsionar bajo mi cuerpo, gimiendo de placer, todo su cuerpo temblaba, los espasmos de su culo apretaban más fuerte mi verga, ahorcándola, exprimiéndola, ordeñándome y sacándome hasta la última gota de semen.

Me desplomé sobre su cuerpo sudoroso, sin sacar mi verga de su culo, con mi respiración agitada y mi corazón palpitando, hasta que poco a poco mi verga fue perdiendo rigidez saqué mi verga y me di media vuelta, dándole un respiro, quedando mi cuerpo a un lado de Adriana, y me quedé viendo al techo.

Poco a poco fui tranquilizándome y recuperando la cordura, me había vuelto loco y un sentimiento de culpa me invadió, había maltratado a Adriana, prácticamente la había violado, los celos me cegaron y la había tratado como una puta barata. Me quedé inmóvil, esperando su reacción, tal vez había ido demasiado lejos y por un momento temí perderla, incluso conociendo sus ideas, llegué a pensar que podría denunciarme por violación y me imaginé tras las rejas.

Ay Ariel, que bestia fuiste, me has dejado toda adolorida, me duele todo el cuerpo, me has forzado, prácticamente me has violado, cabrón.

Pensaba pedirle disculpas, pero no salían palabras de mi boca, seguía inmóvil estático, cuando de repente sentí que Adriana se volteaba hacia mí y me daba un beso en la mejilla.

Ufff, pero a pesar de todo Ariel, me has hecho gozar como nunca antes, no conocía tu otro yo, el Ariel salvaje y rudo.

Me gusta mucho que me trates como una princesa, amor, no quiero perder al Ariel suave y tierno, aunque de vez en cuando, podrías dejar escapar ese lado salvaje, pero ya no me des chupetones en el cuello, ¿podrías?

Sentí un alivió, Adriana buscó mis labios y me dio un rico y tierno beso, la abracé con fuerza, contento, había pensado lo peor.

Cabe señalar que esa noche la hice mía dos veces más, pero dejé descansar su culo, sabía en carne propia el dolor y escozor que se puede sentir y estaba seguro de que se lo había dejado muy maltrecho, aunque mi verga no tenía las dimensiones de la de Arturo le había dado muy duro y sin usar lubricante, solamente saliva, sus flujos y mi propio precum para encularla.

A partir de entonces me siguió dando el culo, por lo menos, eso tendría que agradecerle al desgraciado de Arturo, nuestros encuentros se volvieron más excitantes, me encantaba dominarla, le seguí dando chupetones, pero ya en lugares que no fueran visibles como en sus tetas o en las nalgas.

Seguía teniendo cierto resentimiento con Arturo, pero ya tendría tiempo para arreglar cuentas, así que el siguiente lunes decidí regresar a los entrenamientos y sabía que me encontraría con Arturo, lo que pasó se los cuento en el siguiente relato.

Si les gustó, háganmelo saber, mi correo es [email protected].

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"Por una apuesta entregué a mi novia a mi amigo y amante"

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