Casi diciembre y aún no podía terminar la tesis en la universidad, me faltaba tiempo, tiempo que precisamente era lo que no tenía; con el trabajo a medio turno en la rectoría de la escuela, el desarrollo de mi proyecto por la tarde y ayudando en el bar los fines de semana apenas si quedaba espacio libre para el resto de mis actividades.
-“Esto es temporal” –me decía –“después de esto todo va a ser diferente”
Cansado, enfilé mis pasos con rumbo a la casa de mi novia; verla siempre me levantaba el ánimo aunque los últimos días no habíamos coincidido tanto por la escuela como por el trabajo.
Casi al llegar me encontré con su hermano, charlamos un rato y le pregunté por ella, lo note algo nervioso cuando mencionó que había salido con su mamá, algo extraño ya que trabajaba hasta tarde desde que su papá los dejó pero no di mucha importancia, ya le marcaría después desde mi casa para al menos escucharla y platicar un poco de como nos fue en nuestros días.
Ya en casa intenté comunicarme con ella pero no contestó, cansado como estaba solo atiné a probar bocado e irme a la cama a descansar.
A la mañana siguiente la rutina de siempre con la salvedad que, por haber autorizado la Universidad el presupuesto para el siguiente año, el rector junto con su personal se reunían para elaborar el presupuesto de las facultades, por lo que el resto de nosotros quedaba libre por el resto del día y, considerando que era viernes, no regresábamos hasta el día lunes. Pensé en tomarme el tiempo para avanzar en mi proyecto, en su lugar decidí sorprender a mi novia, no pensaba en algo grande puesto que no tenía mucho dinero hasta fin de mes pero bueno, a tomar algo al menos podía invitarla.
Me desvié de mi rumbo para pasar a retirar lo último que quedaba en el banco, al salir me encontré a un amigo que trabajaba conmigo en el bar, hablamos un rato y le pedí me disculpara pues tenía prisa por ver a mi novia y no quería perder tiempo, el la conocía puesto que los tres estudiábamos en la misma Universidad solo que en facultades diferentes.
-Quiero hablar contigo de ella –me dijo muy serio -no sabía cómo decírtelo o si debía decírtelo, pero tú eres mi amigo y no es justo que te haga esto.
No pude hablar, por sus palabras entendí que lo que estaba por decirme no sería algo bueno.
-Ayer pasamos por el hotel que está al lado de la facultad y la vi saliendo con el amigo de su hermano –dijo apenado –íbamos en la moto y no pude detenerme pero la vi, y no solo yo, por lo que no puede ser que la haya confundido con otra.
Sentí algo que nunca en mi vida había sentido, cierto es que no era mi primera relación, pero si la primera con la que había hecho planes a futuro; habíamos imaginado vivir juntos en nuestra casa ideal, lejos de todo y de todos, solo ella y yo. Que iluso.
Bajé la vista, por parte de él ya no hubo palabras, solo su mano en mi hombro confirmando su apoyo y amistad.
Tomé camino a verla, no pensaba en una solución a nuestra ahora fallida relación, pero al menos necesitaba una explicación, saber el porque. Esperé paciente por la única vía que llevaba a su casa; al cabo de un tiempo los vi llegar abrazados, su expresión al verme no dejo duda, se separaron y fue él quien avanzo hacia mi.
-Mejor no te metas –le dije con la peor intención –no te conviene.
-La culpa es mía –dijo sin hacer caso a mis palabras –te lo íbamos a decir solo que…
No alcanzó a terminar la frase cuando mi puño hizo diana en su mentón, cayó al suelo y una vez ahí la certera patada en sus no tan nobles partes lo hizo doblarse del dolor.
-¡Te dije que no te convenía cabrón! –dije volviendo a asestar otra patada directa a su costado.
-¡Déjalo ya! –dijo ella temblando pero sin intentar interponerse –¡ya no le pegues por favor!
El ruido hizo salir a los vecinos de sus casas, entre ellos el hermano de ella que, al verme, no atinó más que a quedarse quieto observando a su amigo en el suelo.
-Sabes que este pendejo me importa un carajo, pero tú –dije señalándolo –¡se suponía que eras mi amigo!, ¡eres un hijo de puta!
-Y tu –dije ahora a ella –sigue revolcándote con él, ya no me interesa lo que hagas porque seguro tampoco yo te intereso.
Me di la vuelta, no avance ni dos pasos cuando escuché una voz llamándome; sabía de quien era y me lamenté por lo dicho, no debió enterarse de esa manera.
-Por favor discúlpalos, no se lo merecen pero son mis hijos; sabes cuánto te aprecio y siempre creí que ustedes dos terminarían estando juntos, pero ahora veo que no y me da tristeza.
-No, discúlpeme usted a mi –dije mirando al suelo –no debí hablarle así a su hija, es solo que me dolió enterarme de esta manera.
Me di la vuelta. No volví a verla. Hasta ahora…
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Llegué temprano a mi oficina ya que sería yo quien entrevistaría a mi nueva asistente, cierto es que podía contratar el servicio de un tercero para que me enviara una pero, como pensaba delegar detalles importantes, quería ser yo quien realizara las entrevistas. Al cabo de un rato comenzaron a llegar en los horarios establecidos y dio inicio el maratónico proceso de selección; una a una pasaban y salían hasta casi completar la lista, no había sido lo que esperaba de las aspirantes pero ¿qué más daba?, terminaría con esto y si ninguna cumplía con el perfil siempre podía pedir otra al servicio de reclutamiento de personal. Me recargué en mi silla dando la espalda a la puerta e hice pasar a la siguiente.
-Buenas tardes –dijo deteniéndose en la puerta -¿puedo pasar?
Di la vuelta inmediatamente al escuchar esa voz, era ella.
-Pasa –le respondí.
La sorpresa no le permitió moverse de donde estaba, me levanté señalando una silla y cerré la puerta; avanzó y, al verla, una avalancha de recuerdos llegaron a mi mente; ya no solo era la chica que volteaba miradas por su belleza, a su favor, la genética le había ayudado convirtiéndola en una guapa mujer madura, aunado a que el vestido que usaba acentuaba un busto grande y un trasero no menos generoso; se veía en verdad hermosa.
-Que gusto volver a verte –dije mientras tomaba asiento -¿cómo has estado?
Tardo un instante en recuperarse, después de hacerlo pude ver de nuevo en ella a la mujer segura de si misma que recordaba.
-Bien, gracias; a ti no te pregunto porque veo que te va mas que bien.
-No puedo quejarme, hice todo lo que había planeado; me costó trabajo eso si, y mucho, pero también me sobró tiempo después de graduarme -dije esto en clara alusión a ella.
-Nunca me diste la oportunidad de explicarte, te busqué varias veces y nunca quisiste hablar conmigo.
-¿Que podías haberme dicho? –dije recargando mi codos en el escritorio acercándome a ella –es verdad que quería saber el por qué me hiciste eso, pero también sabía que lo que me dijeras me iba a doler mas que solo alejarme de ti.
-Te hubiera dicho que no toda la culpa fue mía, que ya no pasabas tiempo conmigo; necesitaba pedirte perdón.
-¿Fue mi culpa entonces? –le pregunté con una sonrisa irónica.
-¿Sabes qué?, no vine a darte explicaciones –dijo al levantarse de su silla –necesito el trabajo pero no así, no si tengo que pasar por esto.
-Siéntate –dije levantándome y caminando con rumbo a la puerta –déjame explicarte en que consiste el trabajo.
-Señorita –dije a mi asistente –avise por favor que el puesto fue ocupado; es todo por hoy, puede retirarse que yo cierro.
Cerré la puerta y volví a mi lugar, pasó por mi cabeza la forma de tomar la venganza que no esperaba pero que, si se me presentaba de esta manera, no iba a pasarla por alto.
-¿El puesto es mío? –dijo –¿así sin mas?
-El puesto es tuyo si lo quieres –le respondí –pero este viene con una condición por si decides tomarlo.
-¿Cuál es la condición?
-Te quiero de nuevo en mi cama.
-¿Estás loco? –dijo volviendo a ponerse de pie –¡estoy casada!
-¿Con él?
-Si.
Tomó su bolso y caminó con rumbo a la salida, abrió la puerta pero se detuvo en el pasillo; salí tras ella, la tomé del brazo señalándole de nuevo mi oficina; ambos volvimos a entrar.
-Nunca le he sido infiel –dijo bajando la mirada.
-Conmigo lo fuiste, solo le estaría pagando con la misma moneda –le dije tomando los tirantes de su vestido.
-¿Aquí? –levantó la vista hacia mi.
-Aquí –contesté –que te quede claro que no busco reconciliación o perdón, solo te quiero a ti y ahora.
La acerqué al diván en el cuarto contiguo, cerré la puerta y le ordené:
-Desvístete.
Lo hizo sin levantar la mirada mientras sus prendas fueron dejando su cuerpo al descubierto, muy poco quedaba de la chica estilizada de cara bonita que conocía, en su lugar, una mujer de hermoso cuerpo con unas tetas y caderas generosas se hizo presente. Terminó de quitar sus ropas cubriendo su desnudez con ambas manos, me acerqué quitándolas para deleitarme con lo que veía; me coloqué tras ella y comencé a besar su cuello mientras mis manos hacían lo propio con sus tetas, era un placer indescriptible no solo tenerla en mis manos, sino sentirme ahora el amante que tenía a la mujer que con anterioridad le había sido arrebatada.
La tumbé en el diván, separé sus piernas y hundí mi cara en su sexo; lo hice despacio, saboreando lo que fue mío y ahora volvía a serlo sino por voluntad al menos condicionado. Lamía separando los pliegues de su vulva, de un lado a otro y de abajo hacia arriba haciéndola arquear aunque sin un sonido de su parte; todo en ella me encantaba. Al poco rato lo que inició con dulzura se convirtió en agresividad, succionaba hasta el límite del dolor mientras mis manos hacían lo propio con sus pezones.
-Me lastimas –dijo tomando mi cabeza –por favor para.
Lo hice solo para quitarme la ropa, con mi mástil de carne a tope me acerqué, levanté sus piernas y sin ninguna delicadeza me introduje hasta el fondo de ella en un solo golpe.
-Aaaah! –su queja salió involuntariamente -hazlo con cuidado por favor que me haces daño.
No hice caso a su pedido, como enajenado la embestía buscando solo satisfacer mis ansias de hombre; lo hice sin pensar en ella, solo me detuve cuando sentí como mis testículos bombeaban mi descarga que se vió depositada hasta el fondo de su vagina. Con mi falo aún dentro de ella me ocupé de comerme sus tetas; las lamía, mordía, chupaba; todo como un vicioso que no quiere dejar lo que lo enajena. Salí y la puse boca abajo, sus nalgas se vieron separadas con rudeza mientras restregaba mi falo por todo su canal, apreté con ellas sintiendo la fricción que me provocaban haciendo que volviera a recuperar la dureza perdida. Sin tiento, ubiqué su entrada trasera y me dirigí a profanar lo que con anterioridad nunca hice.
-¡No!, ¡espera! –dijo mientras trataba de incorporarse –¡por favor, así no!
De nuevo su súplica no fue tomada en cuenta, recargué mi cuerpo sobre ella y poco a poco fui ingresando, lo hacía lento mientras su esfínter ponía resistencia hasta llegar a introducirme del todo; me detuve un momento para verla, mantenía cerrados sus ojos con muestra clara de sufrimiento mientras sus manos atenazaban el diván, me sujeté a su cadera y, a golpe de riñón, me di a la tarea de bombear a ritmo constante sobre su ano, mi reciente descarga logró que pudiera soportar mas tiempo el ritmo hasta que, pasados los minutos, exploté dentro de su intestino volviendo a dejar mi cimiente dentro de su cuerpo.
Salí de ella mientras me incorporaba buscando mi ropa, ella hizo lo propio con la suya; al cabo de un rato le dije:
-Vamos, te llevo a tu casa; mañana temprano te explico el movimiento del lugar.
Sin decirme algo tomó su bolsa y nos encaminamos a mi auto, ya en el y de camino a su casa me dijo:
-Durante mucho tiempo me lamenté lo que te hice pero sobre todo el haberte perdido, mi mamá me lo recordó hasta el último día que estuvo con nosotros; mi hermano también te quería, lo que hizo no fue por ayudarme sino porque estaba celoso que mi mamá te ponía siempre como ejemplo. Te busqué mucho tiempo porque estaba arrepentida y en verdad quería estar contigo y que hiciéramos todo lo que habíamos planeado, al final me quedé con el cuando no tuve a nadie mas a quien recurrir cuando ellos se fueron y me quedé sola.
-Siempre tuve ese remordimiento –continuó –pero hoy lo borraste de mi mente. Te comportaste como nunca pensé que lo harías. Si permití que lo hicieras fue para pagar mi error, y te cobraste como quisiste; humillándome.
El resto del trayecto no se dijo mas, alguna lágrima que resbaló por su mejilla o un suspiro involuntario fueron los únicos que evidenciaron su presencia; al llegar a su domicilio bajó del auto y, antes de cerrar la puerta, me dijo:
-No nos debemos algo y es obvio que no volveremos a vernos; por el cariño que te tuve te deseo solo lo mejor. Adiós.
Verla dándome la espalda y reflexionando lo que me dijo me hizo ver lo ruin que fui con ella al tratarla de esa manera, como lo mencionó yo no era así; bajé del auto y la tomé del brazo antes de ingresar a su casa.
-Cuando estuvimos juntos te prometí que pasara lo que pasara siempre te iba a cuidar y a la primera oportunidad rompo esa promesa; no te pido que me perdones, solo recuerda que de ahora en adelante puedes contar conmigo desinteresadamente; te lo debo, y a tu mamá también.
No dijo algo y continuó su camino; abrió la puerta e ingresó, antes de cerrar completamente nuestras miradas se encontraron y una leve sonrisa iluminó su rostro.