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Balseros (VI): Un balsero despechado
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Tiempo de lectura: 10 minutos

Nunca pensé que me fuera a gustar tanto eso de revolcarme con un hombre en una cama, creo que la escases de mujeres en mi nueva vida de exiliado y la buena compañía ayudan bastante a que te vaya gustando y aunque no aceptaba mucho la idea de sentir algo en mi culo todavía, hubo varios momentos en que tuve la tentación de probar. Yovany gozaba mucho de nuestros encuentros que cada vez se hacían mas seguidos siempre haciendo de pasivo por supuesto y nunca tratando de cambiar nada entre nosotros quizá por miedo a que yo me enfriara y dejara de darle el placer que buscaba hace años en mí.

Así que después de mis experimentos sexuales con él, y hasta con nuestros amigos, mi vida seguía igual, como la vieja canción de Julio Iglesias, Yo trabajaba como un mulo, y para hacer algo extra, ayudaba a Yovany a cortar hierba los fines de semana o de vez en cuando, le daba una mano a algún conocido con limpieza o arreglos de botes, yates, y otros vehículos marítimos, trabajo que era mejor remunerado que el de la hierba, y más placentero también. Yo para ese entonces, tuve una amante furtiva con la que terminé por problemas "económicos”, mientras Yovany se comportaba, más o menos como era él realmente y le tiraba los perros hasta a una escoba con falda. Tomaba cerveza Heineken, su favorita y vestía de bermudas, camisas estampadas o floreadas y gafas oscuras de sol; Era propio de su personalidad el parecer siempre un turista.

También seguíamos la rutina que tanto a él le gustaba; Andar en cueros por todo el lugar que compartíamos como los mejores amigos que todavía somos. Salía dos veces por semana a estudiar Inglés, cosa que a mí no me hacía falta porque yo tenía buen grado en la materia .Tiempo que, de vez en cuando , yo aprovechaba para quedarme solo en el apartamento y poner alguna de aquellas películas porno que siempre andaban en cualquiera de las gavetas y mientras él estudiaba su materia yo me hacia una buena paja, o simplemente, lo esperaba bien caliente para descargar toda mi potencia y energía en una de las tantas cogidas de culo, que ya se habían vuelto habituales.

Viendo aquellos videos instructivos y educacionales como bien anunciaban al principio, aprendí mucho en teoría y de paso alguna que otra vez, me metía el dedo para variar, cosa que, desde que la descubrí, me daba aún más placer cuando me pajeaba. Esto último no se lo comenté nunca a mi amigo, la curiosidad dicen que mató al gato y yo aún no estaba preparado para morir de esa forma. De ese se podía esperar cualquier cosa.

Siempre terminábamos igual, medios borrachos en su cama y él mamándome la pinga. Luego sentado encima de mi dándose placer, su posición favorita. Nos convertimos en una especie de amigos con beneficios, cada cual por su lado, cada uno con su chica y de vez en cuando la pasábamos bien.

Así pasaban los días hasta un jueves, mientras "Bistec" entraba a cambiarse de camisa y salía diciéndome que se le había hecho tarde para ir a la escuela; Corrí a buscar el correo y cual no fuera mi alegría al ver una carta de Lisa, la novia aquella que me despidió con tanto amor, y con la que mantenía excelente comunicación; y a la que yo le había insinuado varias veces, que la iba a traer conmigo para jurarnos amor eterno en tierras de libertad.

Luego de abrir su carta y regocijarme con el solo hecho de recibir otra de sus misivas, me quedé sin aliento al leer que me abandonaba por un alemán para poder salir de Cuba. Cosa que, según su puño y letra, sabía que yo entendería perfectamente. Mis piernas temblaron, mi cuerpo se estremeció y caí de espaldas en el sofá sin decir ni una palabra. Recordé los bellos momentos que siempre compartimos, la cena de despedida de su madre y su voz dulce y tierna que me decía: Yo te espero mi amor. Me sentí traicionado y frustrado, aunque admití que tarde o temprano, eso podría pasar. No era una simple novia, tampoco era una más del montón, aunque todavía era muy temprano para regalarle el anillo, solamente 3 meses de relación y ya yo sabía que era ella, en realidad nunca hablamos nada en concreto sobre boda, pero yo siempre le dije que lo de nosotros era algo serio, por lo menos esos eran mis verdaderos planes; así lo demostraban mis ahorros que pasaban los cuatro mil dólares para mandar a buscarla por un tercer país cuando completara la jugosa suma de siete mil. Sin embargo, me culpaba una y otra vez por no haberle dicho nunca nada y querer darle la sorpresa. Maldita sea, pensé, todas son iguales y estrujé la carta, no me arrepiento de haber jugado con todas. Salí disparado hacia la cocina mientras buscaba afanosamente mi medicina; Una botella de Bacardí nuevecita que devoré hasta casi el fondo.

¡Javi, Javi! oí una voz lejana, luego sentí algo frio en mi cara a lo que yo reaccionaba mientras veía el rostro burlón de Yovany que me preguntaba: ¿Que significa esta borrachera? El apartamento me dio vueltas por un segundo, intenté ponerme de pie y lo que hice fue perder el equilibrio e irme hacia adelante mientras mi amigo me sostenía por las axilas, ¿qué hora es? pregunté aturdido. Me sentí mareado y me toqué el pantalón que estaba todo empapado, ¡me oriné!, le dije con asombro y nuevamente me miró con cara de risa para agregar: eso es agua, porque por más que te llamaba tu no respondías. Lo abracé y le dije bien bajito: Te amo, me quiero casar contigo, e intenté besarlo. De su boca salió una escandalosa carcajada a lo que decía sin poder parar de reírse descontroladamente. ¡Estás loco, que clase de borrachera tienes! Vamos, párate que te vas a dar una ducha fría ahora mismo, me quitó los jeans que tenía puestos y me dejo en calzoncillos; metió su mano entre mis dos piernas y acarició mi bulto de abajo hacia arriba, entonces me dijo:

Me parece que tengo el remedio perfecto para esa curda. Comencé a sobar mi pinga, que quedó medio parada a lo que yo le preguntaba: ¿vas a singar conmigo papi? se alejó sin hacerme el menor caso, aunque por la expresión de su cara parecía que ganas no le faltaban. ¡Esto es lo que te voy a dar! y me enseñó una bolsa de plástico con unos pedazos de hielo, entonces me tumbó en el sofá mientras me acariciaba los muslos, yo acomodé mis brazos detrás de la nuca esperando con mi borrachera, una buena mamada. En realidad, lo que sentí después, fue que me bajaba los calzoncillos y metía dicha bolsa justo debajo de mis huevos, calzándola con la tela nuevamente. Cuando me di cuenta, era muy tarde, porque ya me había hecho una de sus "llaves” en las que era todo un experto y me había inmovilizado. ¡Ahora me vas a contar a que carajo viene toda esta locura! Y no me hagas fuerza porque te juro que no voy a tener compasión, ¡así tenga que dormir cuidándote en el hospital esta noche!

Le conté sobre la carta entre sollozos, mientras contenía el dolor en mis testículos y mientras mezclaba mis incoherentes frases con toda clase de insultos y maldiciones hacia mi ex novia y hacia todas las mujeres en general, para luego pedirle un beso y decirle más de una vez que él sí me quería, que era mi único y verdadero amigo, que él era el único que se ocupaba de mí y que todas las mujeres son iguales, que no quería ver a una mujer más nunca en mi vida y no sé cuántas otras frases que solo los borrachos inventan. Le tomó media hora para casi entender mi historia, la cual yo interrumpía constantemente con insultos hacia Lisa o con halagos hacia él, cuando se cansó de mi repertorio, decidió buscar la carta y leerla. ¡5 minutos más! me dijo señalando el hielo, para pararse e ir a la cocina con la carta en la mano. Yo gritaba: ¡no me dejes solo, tengo mareos!…, ¡cobarde! me gritó de lejos, ¡estate tranquilo! ¡nadie te manda…! y regresó al rato con un vaso lleno y me ordenó, tómatelo todo. Me senté para beber ansioso. En realidad el alcohol y la conversación me tenían muerto de sed, terminé el agua con azúcar que me había traído y le pregunté: ¿ya me puedo quitar esto? En realidad, no estaba bien, pero me dolían los testículos y ya me sentía mejor, aunque no me acordaba de casi nada de lo que habíamos hablado minutos antes.

Vamos a la ducha, que hueles a cojón de oso, me dijo, mientras se quitó su camisa y rectificó, olemos. Después vomitar como hasta la bilis y unos 20 minutos de protesta continua, por el agua casi helada, con la que Yovany me obligó a bañarme, me dio dos nalgadas y me dijo: Creo que ya estas listo y me mandó fuera de la ducha, quedándose dentro para terminar y limpiar el desastre que dejamos. Me sentía casi nuevo, aunque mareado, me cepillé los dientes y devoré con ansia casi un galón de agua. ¿Ya estas mejor? preguntó mi amigo mientras pegaba todo su oloroso y fresco cuerpo por detrás del mío. Recosté mi cabeza hacia atrás, en su hombro con placer erótico y le dije: Quiero que me hagas tuyo esta noche. Besó mi boca, me miró asombrado y dijo… Todavía estás borracho; Tomé sus manos y las coloqué en mis nalgas mientras me viraba de frente entonces le rocé los testículos con la punta de mi erección. No estas tan borracho… se contradijo y mordió delicadamente mi labio inferior. ¿Tu estas seguro de lo que me estás pidiendo? me susurró al oído mientras metía su lengua hasta lo último del mismo. Le respondí con un beso largo y placentero, metiendo mi lengua bien atrás y sin querer soltar sus labios. Lo tomé por la cintura y lo encaramé en la meseta de la cocina, abrí sus piernas y lamí sus pequeños y recogidos testículos, chupándolos como caramelo y metiéndomelos cuidadosamente en la boca de vez en cuando ,luego seguí, jugando con su rosado glande, haciendo placenteros círculos en el mismo, a lo que él respondió con gemidos de placer y levantando sus piernas en el aire, y así chupé por un buen rato todo lo que tenía delante .Vamos a la cama ,me pidió con ternura bajando de su posición; Mientras me pasaba todo su sexo desde mi pecho hasta mi erecta pinga.

Ya en la cama, el frescor de la ducha y el aire acondicionado me hicieron sentirme entre nubes mientras me tumbaba entre las sabanas limpias, me acomodé sabrosamente poniendo las manos bajo mi nuca nuevamente. Minutos después apareció él con un pequeño pote y me dijo: Esto nos va a hacer falta después. Se abalanzó sobre mí y me pasó su dedo índice suavemente entre mis dos testículos mientras yo me estremecía de placer. Tomó mi pinga entre sus manos y también la acarició con movimientos ligeros de abajo hacia arriba y viceversa. Tienes que relajarte, me comentó, estas muy tenso. Lamió mi prepucio medio mojado y tragó con placer lo que provenía de él; Absorbió mi pinga hasta que sentí como su garganta masajeaba mi glande con maestría. Luego levantó mis piernas y pasó su lengua por mi orificio con lo que me estremecí sin poder controlarme. ¿Te gusta verdad? Oí que me decía, mientras yo seguía en mi posición inicial y él, levantaba del todo mis extremidades inferiores; Dejándome ver casi en frente de mis narices, mi propia erección. Volvió a pasar su lengua una y otra vez para hacerme sentir la sensación y el placer sexual más sabroso que hasta ese momento, hubiese sentido en mi vida.

Cada minuto que pasaba, una nueva sensación que sentía, mientras él seguía abriendo con sus dos manos mis redondeadas y musculosas nalgas y metía su lengua una y otra vez sin cesar. Mis músculos se relajaron por completo al tiempo que yo casi lloraba de placer con aquella experta boca, que no cesaba de chupar una y otra vez mi culo, que no tardó en dilatarse. No sé realmente de donde saqué el valor aquella noche para apartar su boca y comenzar a introducirme mis dedos en aquel dilatado hoyo ante los estupefactos ojos de Yovany que me decía: Así machito ábretelo bien, métete dos ahora, así…, rico papi. Puso su precioso miembro delante de mi boca para luego subirse encima de mí y quedar en un auténtico 69 debido al tamaño de ambos, ahí siguió comiéndose mi culo por largo rato luego extendió su mano y me ofreció el pote.

Lubriqué su pinga y luego mi culo, jugué con mi orificio un rato más hasta que me dijo: ¡Aguanta como un hombre coño! y puso su punta muy delicadamente en mi entrada. Ahí estuvo buen tiempo, acomodando mi hueco a su talla, hasta que me dijo: Si quieres paramos. No, le dije y empujé hasta sentir un tremendo dolor. Hizo un gesto para sacarla hasta que advertí que eso dolía y ardía aún más. Déjala adentro, relájate, repitió él insistente, así duele menos y me advirtió si cooperas vas a aprender a sentir placer con el dolor, ah y trata de mantener la erección todo el tiempo.

Así fue como con paciencia, caricias y besos me deje penetrar del todo para luego continuar la faena por largo rato, mientras disfrutábamos placenteramente jugando con nuestros cuerpos; Yovany disfrutaba mi primera vez con un morbo incalculable, se le veía en su cara que disfrutaba los gestos de dolor y placer en mi rostro, sus ojos se iluminaban de una forma extraña cada vez que metía y sacaba su miembro en mi dilatado hueco.

Es indescriptible todo lo que se siente cuando te entregas sin inhibiciones y cuando tienes una persona que sabe lo que hace. Aquella lujuria duró lo suficiente como para explotar en un manantial de leche como dos verdaderos sementales, mientras yo me quedaba sin habla luego de tamaña aventura.

¿Qué te provocó hacer esto? preguntó mi amigo mientras jadeaba del cansancio y jugaba con los pelos de mi pecho. No sé respondí, creo que fue el alcohol de nuevo o la estúpida carta y agregué: Te diste tremendo banquete. Yo sabía que tu caías como la otra vez, el alcohol es el mejor amigo del hombre… cuando quieres llevar a otro hombre a la cama y rio con cara de satisfacción.

-Te volviste a salir con la tuya ahora puedes decir que le partiste el culo o a tu mejor amigo.

-Lo voy a publicar en el Miami Herald.

Dijo esto burlonamente mientras yo me le subía encima e intentaba estrangularlo en tono de broma.

-No me tientes, que todavía me quedan fuerzas para echar una luchita.

-Que va, si estoy muerto, y me duele mucho.

-Eso siempre pasa la primera vez, vamos, levántate que lo bueno viene ahora, y no te asustes si ves sangre.

No podía casi ni caminar, el encuentro había sido tan fuerte que me temblaban las piernas y me dolía todo el cuerpo.

– ¡Acabaste conmigo!

-Eso es para que veas como me siento yo después que tú me coges el culo.

Tu esta entrenada princesa, le dije en tono de burla y recibí un almohadazo por mi atrevimiento. Ahora la princesa eres tú; La princesa del culo o roto ja,ja,ja. Si me vas “a matar como un perro” (Referencia a mi historia IV Amigos Calientes) no me importa, ¡me voy con la satisfacción de que fui yo quien te partió el culo! y siguió riendo; Nos fuimos a la ducha, ya eran pasadas las 5 de la mañana. Con tremendo trabajo me lavé, como pude, porque el ardor y el dolor eran bien molestos. Traté de sentarme en la cama y tampoco pude, ya los primeros rayos de sol aparecían en el horizonte, por fin me acosté a su lado.

-Creo que hoy no vamos a trabajar.

-Estoy de acuerdo me duele la cabeza, el culo, las piernas, la espalda…

¡Hay ya no te quejes mas que no fue para tanto! interrumpió él. Yo me encargo de llamar a Eduardo con una mentira piadosa respondió.

-¿Que se te ocurre?

Si nos ven en este estado, sobre todo a ti…, ah ya entiendo, lo interrumpí, le decimos que fuimos a una discoteca.

-Y cuando te vean caminando así, vas a decir que tienes hemorroides repentinas no seas bobo chico, el jefe es más listo que eso. Tenemos que decir que se nos rompió el carro mira perdona que te pregunte, pero ¿cuánto tenías ahorrado para tu asunto?

-Cuatro mil quinientos y algo.

Con eso te puedes comprar un buen carrito el fin de semana, digo si no tienes más planes con ese dinero, además el carro te hace falta. Así vamos el lunes descansados y en carro nuevo; Nadie va a sospechar. A mí no me molesta que andemos juntos en el mismo carro, al contrario, tú sabes que me gusta andar contigo; Pero tu piénsalo porque creo que ya es hora.

Bueno…, en realidad no esta mala la idea, le comenté. Me levanté a orinar y advertí que el reloj del pasillo daba las 6:15, retorné y le dije. ¿Bueno, vas a llamar al boss o qué? Es muy temprano para llamar por teléfono; Quisiera saber algo: ¿Javier, tú me quieres? Y entonces puso cara de gatico triste. Suspiré profundamente y le dije: ¿a qué viene eso ahora? además, después de lo que acabo de hacer contigo, creo que te he demostrado bastante. Un hombre no le entrega la virginidad a otro hombre así por deporte.

Eso no cuenta, estabas borracho y despechado, me dijo. ¿Lo volverías a hacer?

Aun así, creo que cualquier otro hombre lo hubiera pensado bien antes de dejarse partir el culo, ¿no crees? Mira, si quieres hablar de eso, mejor espera a levantarnos porque me duele la cabeza. Se levantó, y de inmediato y regresó con dos pastillas, un vaso de agua y un Alka- Seltzer. Se paró enfrente de mi con las piernas abiertas y esa pose masculina que lo caracterizaba. Toma, me dijo después de todo, no es tu culpa. Me imagino como te debes haber sentido con lo de la carta. Hablemos luego, repetí, y me quedé rendido mientras él trasteaba en la cocina.

Me desperté sediento y aun medio mareado. Me dolía aun la cabeza y sentía un poco de frio. A mi lado, yacía entre brazos de Morfeo, el ángel carnal al que había entregado mi virginidad la noche anterior. Estaba completamente desnudo y brindaba a la luz su imberbe espalda terminada en unos magníficos y bien moldeados glúteos. Su pose erótica, me toco el sentido que todos los hombres tenemos y donde guardamos nuestras fantasías, vivencias y emociones sexuales. Sentí un cosquilleo delicioso por todo el cuerpo y como dicen por ahí hasta mariposas en el estómago y tremendos deseos de tocarlo, besarlo, acariciarlo. Mis pensamientos recorrieron una vez más, todo lo que pude recordar, de aquella noche de placer; Que yo nunca esperé que fuera haber sido una de las mejores noches de mi vida. Cada momento que compartía con él, daba un paso más hacia lo que nunca me había causado repulsión, pero tampoco atracción. Entonces me di cuenta que ya no había vuelta atrás y lo mejor es que no me arrepiento de nada.

Sigue mis historias aquí.

Gracias por leerme.

Siempre tuyo ThWarlock.

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