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El primer cuarteto no se olvida
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Hola de nuevo. Soy María y como recordarán me lie en un amorío con mi maestra de historia y a la vez auxiliar de entrenadora Karen.

Esto fue lo que sucedió luego de nuestra primera vez.

Todo iba bien, mis calificaciones, el fútbol y desde luego mi relación con Karen.

Nos encontrábamos hablando en el pasillo, cuando otro profesor saludo a mi maestra diciendo " Buenos días señora Rodríguez".

Ella contestó el saludo, en lo que yo le hacía burla.

– Señora Rodríguez. Jajaja.

– Nena. No sabes que soy casada?

– Es un chiste?

– No.

Y la verdad es que no tenía mucho de conocer a Karen; pues, no hacía mucho que entró a laborar en la escuela.

Ese día me puse furica. Porque rayos no me dijo que era casada, porque?

No le conteste ni un mensaje en el celular y mucho menos sus llamadas. Hubo un mensaje que al final del día hizo que la buscara.

"Siento lo que pasó. Esto se da cuando tienes una estúpida aventura sin conocer a la persona. No te volveré a molestar, cuídate y gracias por todo"

Espere a Karen a la salida de la escuela, pero ella ya no quería hablar conmigo, hasta que le dije.

– Para mi no fue una estúpida aventura; sólo que me tomo por sorpresa el hecho de saber que eras casada. Pensé que sólo seriamos tú y yo, me equivoqué, ojalá me puedas perdonar.

– No pasa nada nena, yo tuve parte de culpa al no decirte.

-Estamos en paz?

– Claro.

Me invitó a subir al coche para ir a su casa un rato.

Me dijo que era bisexual, cosa que ya sabía y que su esposo le daba permiso hasta cierto punto.

Tuvimos un encuentro de reconciliación, descansamos un rato.

Estábamos en la sala, cuando su marido llegó.

– Te presento a Marco, mi querido esposo.

Levantándose para darle un tierno beso.

Luego nos saludamos, platicamos los tres un momento.

Marco es un hombre que trabaja como instructor en un gimnasio, por lo que efectivamente podrán imaginar el cuerpo que tiene.

Pasaron los días y todo seguía igual, hasta que una tarde llegó el marido de Karen, para invitarla a salir.

Escuche que él le proponía que tuvieran una reunión y yo por curiosidad pregunta qué clase de reunión.

Karen se adelantó a decirme.

– Nada importante nena, sólo una reunión que estamos planeando.

– Oye. Porque no la invitamos, al cabo ya es mayor de edad. No?

– No amor. Cómo crees?

Diciendo esto se fueron, dejándome con la duda; pues Karen y yo íbamos a varios lugares.

Pasaron los días y Karen no me quería decir acerca de su famosa reunión, hasta que logre convencerla.

– Es el cumpleaños de Marco y este año quiere hacer algo diferente.

– Yo te ayudo a festejarle.

– Nena. Marco ya había planeado eso precisamente, que me ayudes a los preparativos.

– Entonces, que esperas para darme los pormenores?

– Mira. Marco quiere un trio con las dos.

-Piénsalo bien. Ok?

Un trio? Vaya que la propuesta me dejó pensando y a la vez excitada, porque no estaría con un muchacho, sino; con alguien maduro y experimentado.

El día y la fecha habían llegado.

Realmente quería sorprender tanto a Marco como a Karen.

Recordé que Karen me dijo una vez lo sexy que me veía cuando usaba mi uniforme de la escuela y pensé que a su marido no le desagradaría la idea.

Al verme llegar, los dos pusieron cara de sorpresa; pues no esperaban a una colegiala como parte del show.

Después de largo rato de bebidas y cachondeo entre la maestra y yo para excitar a Marco.

Ahí estaba yo, sin ropa interior de bajo de la falda escolar, teniendo dos bocas las cuales devoraban mi depilada concha y es que Karen me dijo que así le gustaría más a su esposo.

Pronto Marco colocaría su gran armaño en mi boca, cosa que gustosamente mamaria sin importar que en momentos me ahogara un poco.

Sentía delicioso el que Karen me chupara la papaya, en lo que Marco me daba su verga en la boca y además con sus fuertes manos apretujaba mis pechos.

Sin más ni más el marido de mi amada maestra me metía su regordeta cabeza en mi concha, cosa que me hacía gemir, siendo estos apagados cuando Karen puso su vulva en mi boca.

Me sentía tan bien que no me percaté cuando entro otra mujer y la verdad me di cuenta cuando con su boca atendía mis pechos.

– No te espantes nena. Es parte del festejo.

Ya más tranquila volví a dejar que Marco me penetrara. Karen con su concha en mi boca y la otra invitada de nombre Pamela alzaba mi cadera para darme un beso negro.

Pareciera que la festejada fuera yo por la forma que era atendida.

El matrimonio, junto con aquella invitada cambiaron de posición. Pamela me comía la concha, Marco le perforaba el ano y Karen me besaba.

Pronto se oyó el gemido de Marco anunciando su orgasmo, para dejar a las dos mujeres gozar de mi.

Desnuda en su totalidad, cada una de las dos chicas se prendieron de mis pechos, al igual que sus manos hurgaban mi vagina.

Me sentí desfallecer cuando en la posición de perrita, las dos chicas devoraban mi culo y mi vulva; ya que eso me trajo dos orgasmos seguidos.

Para revivirme Karen pasaba su lengua a lo largo de mi espalda, cosa que hacía que me prendiera de boca.

Ahora yo me besaba con Pamela al momento de mamarle la concha a Karen.

No había sentido placer en rosar mi lengua junto a otra en un clítoris.

Era más que obvio que Karen se retorciera de placer; pues al igual que yo, tuvo sus orgasmos seguidos.

Lo mismo le hacíamos a Pamela, cuando Marco me comenzó a penetrar el ano con su lengua.

Ésa fue la señal para las otras dos mujeres, para ponerme de perrita otra vez.

Ahora tenía tres lenguas recorriendo mi culo y vagina.

Estando en éxtasis Marco paro mi culo y lo empezó a penetrar. Me dolía bastante, pues siendo mi primera vez.

Karen me besaba y tranquilizaba, al momento de que Pamela me seguía mamando la papaya.

Pronto le estaría diciendo a Marco que no parece y dando órdenes a las otras dos mujeres que me chuparan pechos vagina y me dieran sus lenguas a probar.

Marco volvió a dar aviso de otro orgasmo, llenándome la entrañas de su leche.

Pamela se puso abajo para limpiar los residuos de líquidos; pues también, me vino otro orgasmo.

Ya cansada y recostada, veía como Marco aun clavaba a las otras dos chicas.

Él quiso terminar en sus caras, como en las películas porno.

Descansamos, comimos de nueva cuenta y conversamos de todo, excepto de lo antes ocurrido.

Pamela no paraba de chulearme y Karen no paraba de consentirme.

Marco y Karen me llevaron de vuelta a casa, agradeciéndome aquel obsequio que obviamente fue mi culito virgen.

Karen al despedirse de mi. Como de costumbre me beso y me dijo que por eso me amaba.

Bien. Este tipo de nueva vida no me venía mal.

Hasta la próxima.

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