Pablo
El verano anterior a la pandemia decidimos con mi cuñado pasar las vacaciones juntas las dos familias, ellos con sus tres hijos y nosotros dos, mi esposa Mahia y yo Pablo. Habíamos elegido ir a un lugar tranquilo, Miramar, como ellos son seis le ofrecí llevar a su hijo mayor Juan con nosotros ya que nuestro coche íbamos solo nosotros dos.
Además tanto yo como Mahia tenemos una buena relación con Juan, será porque la diferencia de edades es poca respecto a los otros hijos, Juan tiene 19 y mi mujer 38, es media Mahia como dice Juan, y yo tengo 44.
Alquilamos a partir del 15 de enero, que pasamos a buscar a Juan el 14 a la noche para llegar temprano el 15 desayunar e irnos al chalet, sus padres llegarían después del mediodía.
Cuando salimos a la ruta ya se veían unos nubarrones oscuros en el horizonte, al llegar a Dolores la lluvia era torrencial, no se veía ni la ruta, Mahia propuso parar en un hotel en la ciudad total teníamos tiempo, a Juan le encantó la idea, para él era como una aventura.
Los hoteles estaban repletos, conseguimos la única habitación en un hotel de 3 estrellas que era con cama matrimonial, los dos miramos a Juan como preguntándole si tenía algún problema en compartir la cama con nosotros, Juan contestó para nada, hasta parecía divertido.
Desde el coche hasta el hotel nos habíamos empapado, así que en cuanto entramos en el cuarto nos quedamos la tres en ropa interior y fuimos a buscar las toallas para secarnos.
Juan
Al principio lo de compartir la habitación me resultaba divertido, hasta que tuvimos que desvestirnos para poner la ropa a secar, yo no estaba acostumbrado a ver a mi tía en bombacha y corpiño, y menos estando mojados, que le dejaban trasparentar la mata de pelos de la concha y los dos pezones oscuros, grandes y parados.
Me llamó también la atención que se pusieran a jugar delante mío, corriéndose por toda la habitación y cada vez que Pablo la alcanzaba la abrazaba y le manoseaba las nalgas y ella amagaba a pellizcarle la poronga, y aparentemente esto calentaba a mi tío porque su calzoncillo cada vez se dilataba más, haciendo que empezara a alternar mi vista entre la concha peluda de Mahia y la poronga cada vez más crecida de Pablo, ambas cosas me atraían y calentaban, haciendo que mi pija comenzara a pararse, y por las dimensiones que tengo temía que se escapara de la bragueta del bóxer.
El solo pensar que en un rato estaríamos compartiendo la cama, me hizo difícil poder esconderla a la mirada de mi tía, en realidad no sé si quería esconderla.
Mahia
Cuando entramos en la habitación a mí también me resultaba divertido desvestirnos para secarnos, pero cuando Pablo empezó a correrme y a manosearme, noté que Juan nos miraba a ambos con bastante interés, claro al estar mojados estábamos casi desnudos, peor aún las transparencias hacia la situación más erótica, era lógico que el pendejo se calentara y se le empezara a ver una leve erección bajo el calzoncillo mojado, aunque leve para la pija que tiene es un montón, no era la primera vez que la miraba, estando en la pileta varias veces me calenté viéndosela bajo el slip, lo cual me costó alguna posterior paja mientras le contaba a Pablo.
Y ahora este juego que inocentemente había empezado Pablo me tentaba a seguirlo para ver hasta donde se calentaba Juan, por eso empecé yo a jugar a pellizcarle la pija a Pablo, que inmediatamente me hizo una mirada cómplice y una sonrisa mientras trataba de pellizcarme una teta.
Ahora en un rato íbamos a estar en la cama los tres, la bombacha se me estaba secando del agua, pero el flujo me la estaba mojando otra vez, y se notaba porque era gris, aproveché para decirle a Pablo que paráramos un momento que quería descansar, Juan se había sentado en una silla frente a la cama, yo me acosté en la cama con las piernas hacia él, para llamarle más la atención comencé a abrirlas y cerrarlas, la mancha crecía en mi bombacha y en el calzoncillo de Juan se notaba cada vez más esa hermosa pija que se dilataba.
Pablo
Me di cuenta del juego que proponía Mahia, e indudablemente la concha encharcada de ella estaba causando el efecto deseado, el pendejo estaba como hipnotizado, y no sacaba la vista de la entrepierna, a tal punto que no se había dado cuenta que la cabeza ya le salía por la pierna del bóxer, era tan grande que estuve tentado de acercarme y tocarla para mostrársela a mi mujer, la idea de que en unos instantes estaríamos los tres en la cama, y que seguramente Mahia no pararía hasta tragársela, estaba seguro que en este momento se la estaba imaginando apoyada en su culo. Juan estaría pensando en hacérsela resbalar entre los labios de la concha.
Cuando nos acostamos, Mahia quedó entre Juan y yo, mirando hacia mi lado, le dimos las buenas noches y nosotros quedamos abrazados. Al rato Mahia me dice al oído que Juan se la está apoyando.
P: Pero estás segura?
M: Y mirá, estoy sintiendo la pija tibia a lo largo de la raya del culo. Que hago me corro?
P: No dejá, está dormido y es normal que a su edad esté empalado toda la noche.
M: Entonces vos querés que me deje apoyar?
P: Y sí, déjalo, pobre pibe no la debe poner nunca, y a vos te debe gustar, o no?
M: Y sí… Que te parece? Tenés razón, total que mal hace, no?
Yo me quedé dormido, hasta que ella me despertó:
M: Pablo, le está creciendo la pija y me la está empujando contra el culo!
P: Pero te molesta?
M: Molestar no, pero la tiene tan grande que me está calentando mucho!
P: Pero entonces qué más querés guacha, te acordás las veces que imaginamos que teníamos un pendejo en la cama y lo calentábamos entre los dos?
M: Sí por eso me acuerdo cuando me apoyabas el consolador para que me lo imagine, pero esta pija es más grande!
P: Tan grande es?
M: Ay sí! Porque no te fijas y me la acomodas entre las piernas así me la refriego en la concha que la tengo empapada.
P: Querés que se la agarre?
M: Dale si te estás muriendo por hacerlo, o no era parte también de la fantasía, te acordás como te chupabas el consolador? Dale pajeásela un poco y pasámela entre los labios, pero sin meterla! Quiero desearla.
Yo solo estaba esperando que Mahia me lo pidiese, me calentó tanto lo que me había contado del tamaño de la poronga del pendejo que no podía esperar un segundo en averiguarlo, pero antes me saqué el calzoncillo y le llevé a mi mujer la mano a la pija que estaba por reventar, la turra me la agarró con dos dedos y me la empezó a pajear despacito, rozándome apenas.
P: Y esta te gusta?
M: Claro que me gusta, pero cuando me consigas la otra te la pajeo bien.
Corrí las mantas y una de las manos la fui deslizando por las nalgas de Mahia en busca de la pija, esperando toparme con algo duro y tibio, y la encontré debajo del calzoncillo de Juan, seguí deslizándola hasta poder cerrar la mano completamente, el tamaño y el calor que emanaba me enloqueció, no sé si porque era la primera vez que tenía una pija de otro en la mano o por el deseo contenido hacia tanto tiempo.
P: No sabés Mahia qué linda que la tiene!
M: Tené cuidado a ver si se despierta.
P: Si se despierta seguro que va a seguir haciéndose el dormido para que sigamos cogiéndolo entre los dos, dale vos sacate la bombacha!
Y era verdad, cuando me escuchó empezó a moverse tratando de alcanzar la concha de Mahia donde yo lo estaba guiando, pero quería disfrutar más de ese tronco en mis manos.
Juan
Por supuesto que me voy a seguir haciendo el dormido, y más ahora que el puto de Pablo me la está pajeando por encima del calzoncillo, cuando Mahia se lo pidió no pensé que lo fuera a hacer, y ahora me la está sacando por la bragueta y me la agarra con toda la mano, parece que le calienta tanto como a mí, ahora la mete entre los labios de la concha, está tan resbaladiza, tan tibia, cuanto tiempo va a tardar en metérsela? Ojalá que ella no aguante más y se la pida, el hijo de puta le roza apenas con la cabeza, por lo menos si me la chupara, ya no me importa quién lo haga.
Pablo
M: Porque no te girás y me chupas la concha que no doy más y de paso podés vérsela de cerca?
No tuvo que repetírmelo dos veces, la sola idea de tenerla frente a mis ojos cuando se la metiera me calentó muchísimo, solo la imagen de resbalar entre las piernas de Mahia y tener mi boca ahí en frente me tentaba muchísimo. Me di vuelta y le abrí las piernas a mi mujer, la cabeza de la pija se la llevé hasta ponerla en el medio de la raja, Juan empujó con más fuerza y apareció frente a mi boca la cabeza hinchada, le apreté esa hermosa poronga contra la concha, ahora es Mahia la que se mueve como loca, le dejo la punta de la pija apuntando a la entrada de la raja, y le empiezo a pasar la lengua por el clítoris.
Mahia
Ver la cabeza de la pija de juan saliendo empapada de flujo entre mis piernas y la boca de Pablo entreabierta a unos centímetros, la morbosidad de su mirada en la mía, como pidiéndome permiso para chupársela a Juan, me hizo perder el control, y ya no pude con mi calentura, mientras tanto lo empujaba a Juan con el culo, haciendo que la pija emergiera en todo su esplendor, le empujé la cabeza de mi marido y no tuvo más remedio que tragársela, no tener más remedio es una forma de decir, porque a partir de ese momento se la empezó a pajear con todo y a chuparla desesperadamente.
P: Te gusta Juancito como te la chupo, dale no te hagas el dormido, decime si te la chupo bien, querés que te la deje bien dura para cogerte a mi mujer?
J: Si, seguí chupándola me encanta como lo hacés, pero apurate por que la puta de tu mujer me parece que la está reclamando.
M: Claro que reclamo lo mío, lo tengo bien ganado, por todas las veces que te estuve seduciendo y tratando de calentarte, por todas las veces que te desee el bulto ese que me mostrabas bien marcado a propósito en la pileta, no es cierto que me lo mostrabas para hacerme desear?
J: Si, me metía la mano disimuladamente adentro de la malla para ponerme al palo y mostrártelo, y me encantaba tu cara de morbosa cuando me mirabas, no sabés las veces que me he pajeado, pensando en vos que me la chupabas, y desde hoy me parece que también me voy a pajear pensando lo bien que la chupa tu marido.
M: Si, parece que se le ha despertado el putito de adentro, y me encanta, y si te la chupamos entre los dos, así te pajeas el doble?
J: Me encantaría
Pablo
Mahia se puso entre las piernas de Juan y juntos le agarramos la poronga poniendo los labios a cada lado de la cabeza, ver los ojos saltones de mi mujer excitada al verme chupársela, hacía que yo me esforzara más en darle placer con mi lengua y tratar de unir nuestras bocas en un beso alrededor del glande. Metí mi mano entre las piernas de Mahia y era una catarata, ella también usaba la otra mano para pajearme a mí.
M: Juancito que linda que la tenés, nos vas a venir a visitar seguido a casa a partir de ahora?
J: Todas las veces que Uds., quieran, pero por favor déjame metértela Mahia, hace tanto tiempo que te deseo!
M: Si me la querés meter primero vas a tener que cumplirme un deseo.
J: Cuál? El que vos quieras.
M: Quiero que por lo menos se la refriegues en el culo a Pablo. Porque lo veo tan entusiasmado chupándotela que me parece que su culo virgen está pidiendo pija a gritos.
P: Cómo me conocés hija de puta! La verdad que desde que se la vi, que me puse a recordar una vez que siendo pendejo un tipo en el colectivo empezó a apoyarme, al principio me sentí molesto, pero a medida que le crecía y que se le entibiaba al ponerse al palo, me entró a gustar y más cuando me la apoyo toda a lo largo de la raya del culo, inclusive empecé a hacer presión levemente hacia atrás para poder sentirla mejor hasta que lo hice acabar.
M: No sigas turro que me estás enloqueciendo a mí, dale Juan se la apoyás un ratito y después te la abro toda para vos.
Juan se me hizo poner boca abajo y se puso detrás, la sensación de sentir esa barra de carne entre las nalgas me enloqueció, como en el colectivo empecé a empujar, Mahia seguía agarrándosela y la escupia cada tanto tratando de pasarme la punta por el ojete y en ese momento yo me separaba las nalgas para que se metiera un poquito, pero no duró mucho, mi mujer quería lo suyo y lo exigió.
M: Ahora vas a tener que esperar putito, vení Juan, métemela bien adentro así le hacemos desear al culo de mi marido, y mirá también como la tiene Pablo, no te gustaría chupársela a vos Juan?
J: No sé, primero déjame metértela tía
Juan
La tomé de las axilas y la hice levantar a Mahia hasta ponerla a horcadas sobre mí y hasta que la concha quedó arriba de mi pija, las tetas quedaron a la altura de mi boca, pocas veces había visto unas tetas tan perfectas, medianas, paraditas, con forma de perita y ahora con los pezones oscuros bien duritos por la calentura, no pude resistirme y comencé a mordisqueárselas desesperado.
M: Ay sí! Chúpame las tetas, pero metémela por favor!
J: Sí mirá como te la clavo!
De un golpe se la metí, fue una sensación inigualable la de sentir esa concha que tanto había deseado, sentirla chorreando flujo, tan tibia, me calentó tanto que tuve que tuve que hacer un esfuerzo para no terminar, Pablo se había parado detrás de ella y se estaba pajeando, la pija me quedaba a la altura de mi boca, me atraía verla tan dura, con las venas marcadas, los labios se me entreabrían atraídos por esa cabeza brillante y chorreando esas primeras gotas transparentes, no lo pensé dos veces, estiré la mano y la cerré alrededor del tronco, sentir la dureza me calentó más aún, y mientras se la hundía hasta los huevos a Mahia, me metí toda la cabeza en la boca, y comencé a rodearla con mi lengua desesperadamente, estaba chupando una pija y me calentaba tanto como la concha que estaba penetrando.
Mahia al girar la cabeza y ver lo que estaba haciendo, se enloqueció, rodeó con su mano la mía y se llevó la poronga hacia su boca
J: Pero déjame también a mí que ahora me entró a gustar
M: Sí Juancito chupala pero dame un poquito a mí que estoy por acabar.
P: Yo también voy a acabar si me la siguen chupando, mejor te acabo en el culo, querés Mahia?
M: Sí por favor métemela!
Pablo
Me arrodillé detrás de Mahia y bastó con apoyarle la cabeza en el ojete para que el movimiento desesperado de ella se la metiera sola hasta el fondo de golpe, cuando entró comencé a sentir el roce con la poronga de Juan, mi mujer con su movimiento lograba que cuando Juan le entraba a fondo en la concha la mía salía del culo y viceversa, a los tres nos excitaba este roce interno, pero la que más disfrutaba era Mahia que jadeaba pidiéndole al sobrino que se la cogiera siempre, que se la iba a tocar delante de la madre para calentarlo, hasta que dijo que estaba por terminar que quería que le acabemos juntos adentro, los dos comenzamos a apurar los movimientos y llegamos a sentir la acabada del otro en el interior de Mahia, ella estiró todo lo que pudo la espalda para ensartarse las dos pijas hasta el fondo, y mientras abrazaba a Juan le decía:
M: Ay sobrino, no sabés las veces que te vas a quedar a dormir en casa a partir de ahora!
J: Claro que sí tía, y si quieren traigo a mi hermana!