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Mi primera vez chupando pija
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Hola. Mi nombre es Maxi y esta es la primera vez que escribo aquí. De entrada quiero pedirles disculpas porque mi relato va a ser muy breve.

Esto ocurrió hace ya algunos años cuando yo había cumplido los 18 años. No sé si en otros países es igual, pero en Argentina es una costumbre que al finalizar la educación secundaria se realice un viaje de egresados. Usualmente el destino más elegido es la ciudad de Bariloche, en la Patagonia argentina, una ciudad rodeada por uno de los paisajes naturales más hermosos que se puedan conocer.

Por supuesto, para la gran mayoría de los que hemos hecho ese viaje de egresados el paisaje es lo de menos. Para muchos supone el primer viaje sin la presencia de sus padres, y la perspectiva de pasar diez días rodeado de compañeros y amigos, tomando todo el alcohol que se pueda tomar y con la posibilidad de tener sexo, tal vez también por primera vez, es más que tentadora. En mi caso yo había tenido ya un par de noviecitas en esos años de adolescencia así que ya no era virgen, pero lo que más me atraía de ese viaje era la posibilidad de coger (follar) con chicas a las que apenas hubiese conocido.

Debo aclarar que hasta ese momento jamás me había sentido atraído por otro chico o por algún hombre. No es que esa posibilidad me generase rechazo ni nada por el estilo. Simplemente no se me pasaba por la cabeza. Así que ese viaje representaba para mí la posibilidad de una fiesta constante, en la que cada noche una chica distinta terminaba conmigo en la cama.

Bueno, nada de eso ocurrió.

La realidad es que pasé todo el viaje en un estado de borrachera constante. Exagero, pero no mucho. Usualmente arrancábamos a beber alcohol a eso de las 8 o 9 de la noche, y no nos deteníamos hasta eso de las 5 o 6 de la mañana, cuando de alguna manera milagrosa aparecíamos en nuestro cuarto de hotel, donde dormíamos un par de horas para luego ser despertados por los coordinadores y ser arrastrados a los buses para llevarnos a los viajes de excursión. Esa era nuestra rutina. Cada noche íbamos a una discoteca o boliche bailable distinto, pero la verdad es que yo no distinguía uno del otro. Para mí cada noche era siempre la misma. Sin embargo hubo una noche que si fue distinta y que cambió mi vida para siempre.

Esa noche yo ya estaba bastante borracho cuando fui al baño de esa discoteca. Había varios chicos adentro y yo me recosté contra la pared cerca de los lavamanos. Entonces un chico que recién había salido de uno de los cubículos donde están los inodoros (retretes) se acercó un poco tambaleante (no estaba en mejores condiciones que yo) y empezó a murmurar algo cerca mío. Cuando me giré para verlo simplemente me preguntó “¿me la chupás?”

No sé cuánto tiempo tardé en responder ni sé porque lo único que dije fue “bueno”. Esperamos a que saliera otro chico de uno de los cubículos y nos metimos ahí. El enseguida se bajó los pantalones y el bóxer mientras yo me arrodillaba en el piso. Su pija todavía estaba flácida y sin mediar ninguna palabra simplemente me la metí en la boca. Al principio sentí un poco de sabor a pis, pero enseguida todo se transformó en una experiencia formidable.

A medida que su pija se iba poniendo bien dura yo experimentaba un placer indescriptible. Estoy seguro de que no lo hice muy bien, pero a juzgar por sus gemidos, mi mamada era bastante efectiva. Cada tanto sacaba su verga de mi boca y la recorría con mi lengua y otro tanto hacía con sus huevos. No sé si todo habrá durado más de unos 10 minutos.

Cuando me pareció que estaba por acabar saqué su pija de mi boca y me levanté y él acabó en el inodoro. Se subió los pantalones y salimos del cubículo. Los otros chicos que estaban ahí en el baño nos empezaron a gritar “putos”, “trolos”, “maricones”, pero a mi no me importó. Había tenido una de las mejores experiencias de mi vida. A él, de quien nunca conocí su nombre, lo perdí enseguida de vista enseguida. Una lástima porque me hubiese gustado volver a mamársela esa misma noche.

En fin, esto es todo. Hasta el día de hoy me pregunto qué fue lo que me impulsó a aceptar la propuesta. Pero no es una queja. Aún hoy que estoy en pareja con una mujer maravillosa no encuentro placer superior a chupar una buena verga caliente y palpitante. Un placer solo comparable al de ser penetrado analmente. Pero eso queda para otros relatos.

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