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Trío inesperado con amigo
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Tiempo de lectura: 10 minutos

Te llamo al celular durante tarde para avisarte que tendremos visita esta noche en nuestra casa.  Estoy invitando a un compañero de otra ciudad a pasar un rato con nosotros, y me dices que está bien. Sugieres que pase por alguna botana y luego nos encontremos en la casa.

Germán es mi compañero de trabajo ya por varios años, es originario de una ciudad fronteriza al norte del país y visita la ciudad por primera vez ya que, por lo general, me toca visitarlo en sus territorios. Aprovecho y le doy un paseo en auto por el centro, le muestro lo más representativo de la ciudad y se nota interesado por muchos lugares que han sido referencia de conversaciones anteriores y la oportunidad que representa verlos en persona.

Nos dirigimos a una tienda de supermercado para comprar cosas para botanear y terminando nos dirigimos a nuestra casa. Llegas antes que nosotros y vistes aún la ropa que llevaste a oficina: un vestido azul marino sin mangas, de tela ligera con fondo de raso a la rodilla, que ajusta en tu cintura, hace ver tus senos hermosos y resalta tu atractiva cadera. Un collar al frente y zapatos de tacón rematan tu atuendo que te da la imagen muy profesional que siempre luces.

Al llegar, nos recibes con tu tradicional alegría y frescura, así como el trato maravilloso que te distingue como excelente anfitriona. German mide quizás 1.80, en la mitad de los cuarentas. Es un caballero en su trato, buen porte y viste saco azul sin corbata y camisa blanca con pantalón gris. Es de presencia grata y buena conversación. Su acento delata su origen norteño. Podría decir que hace ejercicio ya que denota un buen cuerpo. De rostro jovial y alegre, siempre esboza una sonrisa franca.

Al cruzar la puerta te lo presentó y tu mirada deja ver que te llena el ojo. Lo saludas con un beso en la mejilla y un breve abrazo, levantándote en puntitas para acercarte a él. Yo noto tu mirada alegre con ese brillo especial muy tuyo que te genera la presencia de nuestro invitado. Ponemos todo en la sala y traes algunas otras cosas que preparaste en la cocina. Todos pedimos un poco de agua con hielo para refrescarnos del calor del día. Lo traigo de la cocina para dejarlo al alcance de cada uno en la mesa central.

Nos sentamos los tres en el amplio sillón quedando Germán entre nosotros dos, cerca de la botana y bocadillos y nos cuenta un poco de su vida laboral y los entrañables lugares de su ciudad. Tú le comentas a lo que te dedicas en esa empresa a nivel nacional con tus responsabilidades directivas y se dá una buena comunicación entre los tres. Es notorio cada vez más que te agrada su presencia y no es para menos. También veo que él está muy animado en la conversación que se da, hasta cierto nerviosismo llega a asomar en su charla. La plática se hace muy ligera, hay química entre todos y rápidamente sube la confianza y el tono de la conversación.

Me paro a traer más de beber y aprovecho para acercar un par de copas de vino para probar el que Germán escogió en la tienda departamental y compró para la ocasión. Además traigo un vaso con hielo para servirme refresco. Mientras, tú te aproximas un poco más a él y sigues atendiéndole, como buena anfitriona que eres. Tú haces sentir a todos los que nos visitan que están en su casa. Destapo el vino, te sirvo para que lo pruebes, tomas la copa, y después de la ceremonia de cata, me dices que se siente muy bien y les sirvo en las dos copas. De regreso al sillón, me siento ahora a tu lado, dejándote en medio de los dos. Tú aprovechas, mientras conversamos, para acercarte más y hacer énfasis en algunas cosas de la plática, con tus manos eventualmente, le llegas a tocar su brazo, o me acaricias la pierna. Puedo identificar cierta excitación en tu voz y conversación. No dejas de ser una magnífica anfitriona, y eso ayuda a destensar el ambiente.

En algún momento te paras hacia la cocina para traer más comida y llevar platos que no usamos más. Germán se acerca a mi y con voz seria y comprometida me dice: "con todo respeto, eres muy afortunado, tu esposa es muy agradable, inteligente, además, está muy guapa y luce bien en ese vestido". Yo le agradezco el piropo y le digo que es un privilegio estar a tu lado y le sigo el comentario de lo bien que te ves. A lo lejos me pides ayuda en la cocina y me acerco rápidamente.

Aprovechando que no se ve desde la sala, me aproximo por el pasillo, te abrazo por detrás, te planto un delicado y discreto beso en tu cuello y te digo: te excita el amigo, ¿verdad? Volteas a verme, me das un beso en la boca por respuesta y me dices, es inevitable. Me acerco a tu oído y repito lo que me dijo momentos antes, rematando con un "le gustas, se ve". Tú te sonrojas un poco, guiñas con uno de tus ojos, me das otro beso rápido en la boca, pones en mis manos una charola y regresamos a la sala. Vas por delante, llevando un par de platos en cada mano, lo que hace que tus senos se muevan deliciosos y de seguro le regalas una vista inmejorable a nuestro visitante que te mira absorto.

Al llegar al sillón te hago quedar en medio de los dos de nuevo. Seguimos conversando y me levanto a rellenar las copas de la botella que él compró de camino a la casa y seguimos conversando de todo un poco. No tardan en suceder los brindis por el grato momento que estamos pasando. Tú eres cuidadosa con el vino y vas poco a poco. Él lo apura y le vuelvo a servir. Pones más atención a la conversación con él, sin dejar de observarlo con mayor detenimiento y puedo verte imaginando su cuerpo.

Eventualmente, te incorporas por algo, lo que aprovechas para poner una mano en su hombro y te gusta sentir ese cuerpo musculoso bajo su camisa. Al girarte para pasar frente a él, quedan tus senos a la altura de su cara, te detienes un segundo, lo que le ocasiona sorpresa y admiración por un momento, mientras le es inevitable apreciarlos en plenitud. Todos sonreímos del momento, rompiendo cualquier sensación de incomodidad y te vas a la cocina, moviendo tus caderas a tu paso. El queda un poco confundido, turbado y lo veo con dudas. Yo le digo que la estamos pasando muy bien y que me da gusto tenerlo en casa. Que además es muy bueno que está habiendo buena química y eso lo relaja un poco.

Se ofrece a servir otra ronda. Para ello se pone de pie y vierte más vino en las dos copas y me rellena el vaso con refresco. Tú vienes de regreso y al pasar, ves que está inclinado sirviendo las bebidas y decididamente rosas su cuerpo con tu codo, disculpándote por tu contacto ocasional. Otra vez todos reímos. Volvemos a sentarnos y definitivamente, tu lugar en la noche es en medio de los dos.

La conversación sigue y me paro a poner música para acompañar el momento. Encuentro algo de salsa que pongo a un bajo volumen que nos deje conversar. Al poco tiempo, te saco a bailar y te abrazo firmemente para sentir tu cuerpo, diciendo que las cosas pueden darse y que puede ser una noche interesante. Te comento: Si tú quieres, la mesa esta puesta… Te separas un poco, me miras con esos ojos de deseo y alegría, me regalas un beso por respuesta, asintiendo.

A mitad de la pieza le digo a Germán que es su turno, nos acercamos, lo jalas de la mano y empiezan a bailar. Él es bueno bailando y eso sé que te prende. La pieza ligeramente movida, pasa a ser un poco más lenta y lo abrazas del cuello permitiendo que él te rodee más con sus brazos y le pegas tu cuerpo. Germán voltea a verme un poco confundido y sólo levanto mi vaso para brindar con él a la distancia, señal inequívoca de que todo está bien. Empiezan a bailar más pegados y algo se dicen, que no alcanzo a escuchar. Poco después, el abrazo es más fuerte, pegado, le dejas claro que todo está bien y que lo disfrutas. Abrazas su espalda pegándolo más a tí, apoyando tu cara en su pecho y hombro para no perder contacto visual con sus ojos y percibes su cuerpo bien formado debajo de su camisa.

Mientras bailan despacio, siguen conversando un poco, sus caras se acercan, y él va siendo envuelto en tu esfera de seducción poco a poco. Ambos asienten y mueven la cabeza ligeramente contestando sus comentarios. Dos piezas tranquilas más se suceden que bailan completamente abrazados e intercambiando comentarios.

Ocasionalmente, llegas a coincidir visualmente conmigo, sólo sonrío y te mando un beso. Volteas hacia él, mientras recorre con sus manos tu espalda y llega a tu cadera eventualmente, sintiendo tus ricos glúteos. Al percibir eso, le sujetas de su cuello, te pones en puntitas levantando tu cadera y aprovechas para acercarte más a su boca. Casi no se mueven, se da un momento donde se detiene todo alrededor, el observa tu cara, tus ojos, tus labios cerca de los suyos, casi ofreciéndoselos. Te ve dispuesta, pero él debe dar el paso. Las miradas se cruzan, hay electricidad en el momento y te acerca sus labios, primero posándolos ligeramente y luego yendo un poco más, a lo que respondes con tu boca expresando tu concordancia y deseo al devolver el beso con intensidad.

El abrazo deja de ser baile y se funden poco a poco más. Llevas una mano a su cabeza para déjale sentir tus senos de otra forma, restregándolos un poco en su pecho y abdomen a la vez que lo sujetas. Tu otra mano va a sus hombros y te entregas a las caricias que empieza a prodigarte. Puedo ver como sus manos tocan con mayor intensidad tu cadera, se alternan recorriendo tu cuerpo hacia tu costado para llegar a tu cabeza y sostenerla mientras siguen besándose. Baja una de ellas a tu costado y le das acceso a tus senos, los que aprieta con deseo y lujuria. La música quedó atrás.

Dejo mi vaso, me pongo de pie y me acerco a ustedes por detrás tuyo, pego mi cuerpo a ti, empiezo a acariciarte, junto con Germán y a darte besos en tu cuello y cara, mientras tú no lo sueltas y haces que sigan besándose intensamente. Del lado que él no te escucha, te susurro que te ves hermosa seduciéndolo y que te veo muy excitada. Llevas una mano a mi cara y volteas para darme un beso, con la cara de Germán a centímetros. Eso le deja claro que todo está bien y aprovechamos para ir al sillón donde nos sentamos Germán y yo mientras tú te pones frente los dos, levantas un poco tu vestido y te sientas a horcajadas sobre mi pierna derecha y su pierna izquierda, sujetándote de sus hombros, hasta que te acomodas en esa posición.

Llevas tus manos hacia nuestras entrepiernas para encontrarte con dos erecciones que frotas sobre la ropa. Nadie habla, solo dejamos que pase todo. Te inclinas hacia él para besarle e ir desatando su pantalón, aflojando el cinturón, bajando el cierre y liberas el botón de la presilla, para acceder a su pene ya erecto, que se observa algo mojado. Lo tomas con tu mano, lo recorres y tocas esas gotas que te gusta sentir, embarrándolas en la punta. Se incorpora para bajar su pantalón y ropa interior. Inmediatamente te inclinas hacia él para lamer su pene con tu lengua. Te incorporas, vas hacia mi, me besas y me das a probar de su sabor y me desabrochas el pantalón, repitiendo la misma operación. Te metes toda mi verga en la boca, la chupas rico, la recorres con tu lengua y te levantas para girarte y besar ahora a él intensamente.

Mientras, me incorporo un poco y suelto tu vestido, desabrochó tu brasier, haciendo que tus senos entren en contacto directo con su camisa, que vas retirando del cuerpo de Germán. Inmediatamente los acaricia con sus manos y le llevas su boca hacia tus pezones para que los chupe, succione y lama, cosa que hace con mucha intensidad, generando en ti mucha excitación.

Levantas tu cuerpo y tu vestido cae al piso. Aprovecho para retirar tu ropa interior quedando con tus medias a medio muslo y tus zapatos. Vuelves a tomar su verga con la mano, se la recorres, masturbándolo despacio, completo, sintiéndolo erecto. Volteas a verme mientras yo me acomodo en el sillón de nuevo y mirándonos, te subes en sus piernas a horcajadas. Llevas la punta de ese pene duro a tu clítoris y frotas con ella desde allí, pasas por la entrada de tu vagina y tu culito, regresando a tu monte de venus varias veces. Tu expresión es de mucho deseo y tu humedad lo confirma.

Es muy excitante verte así, a punto de meterte esa verga que ya esta dura para entonces, masturbándote con ella. Lo alejas de tus senos, lo miras a los ojos, y le dices ¿te gusta lo que ves?, él solo asiente y con mirada lasciva se da cuenta que lo tienes en tus manos. Lo frotas un poco más y a continuación acomodas la punta en tu entrada y te vas ensartando en él, dejando caer tu cuerpo poco a poco, para disfrutar de sentirte penetrada por esa verga enhiesta, Tu rostro muestra la satisfacción de tener a este eventual visitante abriendo paso hacia tu interior, llenando cada espacio, rozando tus paredes, frotándose al entrar en ti. Lo recibes todo, tu expresión de deseo es total y disfrutas del momento. Germán suspira y sólo observa con excitación tu maravillosa forma de ser.

Te inclinas hacia él, lo besas y le dices que así te gustan, erectas, largas, duras… que te llenen, y empiezas a cogértelo. Apoyas tus manos en sus hombros y comienzas a subir y bajar, lo que podemos apreciar, viendo cómo sale su tronco mojado de tus jugos hasta casi la punta, para entrar de nuevo hasta quedar completamente dentro de tu cuerpo, con sus testículos junto a tu entrada. Comienzas a pegarte a su abdomen para rozar tu clítoris en él y excitarte más. Lo observas y ves como disfruta de cada movimiento que haces y de la forma que te lo coges. Le impones el ritmo de la cogida, haciendo que te mojes en cada movimiento.

Él lleva sus manos a tus senos para tocarlos intensamente mientras tú te mueves sobre él. Te observó gozar y mi erección es importante. Tomó unas gotas de mis líquidos preseminales y los llevo a tu boca con mis dedos, que lames con tu lengua y los embarras eb tus labios. Te acercas a besarlo y le pides que te coja rico. Y no duda en hacerlo. Empuja subiendo con fuerza y rapidez hacia tu cadera su tiesa verga, haciéndote estremecer en cada movimiento y lo vas mojando en respuesta a su penetración.

Después de unos minutos de intensas cogidas y un orgasmo más tuyo, le dices: "¿ya ves? Te dije que no sería problema", mientras lo vuelves a besar y darle tus senos a chupar. Ya sudas de la excitación y acompañas sus movimientos con tu cadera, con la que te coges su verga intensamente. Las sensaciones que te genera son muchas y excitantes. Te acerco mis dedos nuevamente con más líquido preseminal y los llevas ahora a la boca de él, haciendo que los chupe. Los tomas con tu mano y empiezas a follar su boca con mis dedos, como si se tratara de un pene. El chupa y lame saboreando, para luego acercarte a besarle en la boca y le dices algo más al oído que no alcanzo a escuchar, pero el asiente.

Yo me incorporo a tu lado y acarició tu espalda y cadera para ir sintiendo el ritmo de tu cogida. Te ves hermosa, plena, dominando el momento, disfrutando, exhalando sensualidad y pasión. Sientes mi verga a tu lado y la tomas para masturbarme mientras sigues teniendo orgasmos por la verga que te coges. Lo vas mojando todo. Me acercas a ti y me besas mientras me dices que te está cogiendo rico. Que la quieres sentir más, que la deseas más rato. Yo te digo que esa verga ya es tuya y que te la cojas toda. Germán sólo disfruta y se deja hacer por ti. Se sabe ya cogido, y le gusta. Lo disfruta.

Tú llevas la batuta en esto. Subes el ritmo y la intensidad de la cogida a tu antojo, lo metes profundo y, además de disfrutarlo tú, le haces sentir una gran cogida a su verga. Sigues mojando su cuerpo cada tres o cuatro movimientos de tu cadera frotándote sobre su pelvis, lo que permite que te roces tus partes más sensibles, provocándote una nueva oleada de orgasmos. Lo besas de nuevo, le dices cuánto te gusta cogerte su verga y vas levantando tu cadera, haciendo que salga casi todo, para meterlo de golpe, dejándote caer en él, lo que te excita intensamente y lo mojas de nuevo con otra corrida más de tu parte. Levantas tu cadera, así como tu cuerpo y lo haces ver hacia su pene, para que vea la forma que te lo vas a meter de golpe. Sudas copiosamente y ello te hace ver tan sensual cogiendo deliciosamente esa verga como siempre lo haces.

Te observó dominar todo a tu alrededor. Eres una diosa cogiendo y sigues irradiando energía y sensualidad en cada momento. Me jalas de nuevo hacia ti y nos besamos. Te siento tan excitada. Tan deseosa y queriendo más. Te sigues moviendo mientras nos besamos, sacudiendo el pene de éste amigo con tu vagina que se ha portado tan bien, que te ha despertado esa forma pasional tan tuya de coger, de sentirte deseada y que te provoca orgasmo tras orgasmo, llevando tu cuerpo hacia uno de mayor intensidad.

Tiemblas de excitación. Lo quieres sentir venirse en ti. Te inclinas sobre su cara, lo besas, dejas que te chupe tus senos de nuevo y le dices que se corra en tu interior. Que quieres su semen en ti, que quieres sentir que descargue en tu vagina toda su leche, mientras lo vuelves a besar. Sientes como intensifica sus movimientos, penetrándote y te sujeta de tus caderas. En tu interior, sabes que está por venirse porque su pene se ensancha más, y te roza de una forma muy especial. Te excita sentir eso y se lo expresas mojándolo nuevamente y apretando con tu vagina esa rica verga que te perfora con mayor intensidad, la quieres exprimir.

Es impostergable, se empieza a venir en ti copiosamente y disfrutas cada eyaculación en tu interior, sintiendo otro orgasmo intenso en ti. Detienes un poco tus movimientos, te repones sin sacarlo y vuelves a cogerlo para extraer todo el semen de su cuerpo. Él se retuerce de las sensaciones que le provocas al moverte recién que hubo eyaculado en ti. Lo haces venirse de nuevo, intensamente, viendo como gime ante tu forma de coger y tú vives otro orgasmo mojándole sus testículos que es lo único que queda fuera de ti. Te dejas caer sobre él y se besan mientras sus cuerpos empiezan a recuperarse de toda la oleada de sensaciones.

Mi verga está dura y erecta a tu lado. Apenas la ves y, sin salirte de él, te inclinas para chuparla toda. Entonces te incorporas, dejando fuera el ya flácido miembro de Germán y te subes en mi duro pene, que entró en tu vagina como cuchillo ardiente en mantequilla para continuar con más sensaciones. Me besas y me dices lo rico que sientes tenerme dentro de ti entre gemidos de excitación. Que te sienta llenita de su semen, lo excitada que te pone ahora estar cogiéndome. Germán está a nuestro lado observando todo. Tú le ves tendido y no tardas en tomar su pene nuevamente para empezar a acariciarlo y ponerlo duro otra vez. Quieres más, los dos lo sabemos y Germán es materia dispuesta para continuar…

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