A Mara la conocí cuando llegó al grupo de NA, al principio simpatizamos por esa sensación de afinidad que se siente en la piel, no coincidíamos mucho en ideológicamente, pero nos causaban gracia las mismas cosas, nos caían bien las mismas personas a tal punto que a la salida de cada reunión nos reuníamos los cinco, ella, tres compañeras y yo el único varón, en algún bar o en mi departamento o en el de ella aprovechando que en ese momento ambos vivíamos solos.
Es indudable que además Mara atraía físicamente tanto a hombres como a mujeres: flaca, alta, un culito de esos hechos con compás y unas tetas pequeñas, pero bien paradas tipo perita, siempre vestía de jeans ajustados, botas aún en verano, y remeras o musculosas al cuerpo y sin corpiño, por lo cual sus pezones siempre se marcaban en la tela.
Con el tiempo fuimos convirtiéndonos en amigos casi inseparables, comíamos juntos, dormíamos o en su casa o en la mía, andábamos en bolas uno delante del otro, sin sexo de por medio en esos tiempos, éramos una especie de amigos exhibicionistas y pajeros, que nos regodeábamos viéndonos desnudos y tentando uno al otro.
El único contacto con su familia era a través de una cuñada que vivía en Corrientes y la llamaba todos los viernes, era el único momento que ella se iba a otro cuarto a hablar. Un día le pregunté porque no hablaba delante de mí con la cuñada, me contestó con una sonrisa entre juguetona y sensual que era algo secreto entre ellas, le dije que entre nosotros no había , entonces me dio un piquito y me prometió que si me portaba bien el próximo viernes hablaría a mi lado con el altavoz.
El viernes siguiente estábamos charlando los dos en la cama de ella, Mara solo con una bombacha rosa y yo en calzoncillos, cuando llamó Susana, la cuñada:
S: Qué hace la más puta de mis cuñadas?
M: La única puta, porque tenés una sola, y qué dice la pajera de mi cuñada!
S: Yo preparándome para la paja y vos qué estabas haciendo?
M: Yo aquí sola: le dijo mientras me guiñaba un ojo sonriente: en bolas tirada en la cama esperando tu llamado, va, en bolas no, tengo una tanga chiquita rosada: mientras lo decía se la estiró con la mano haciendo que se le metiera en la concha marcándole sus labios carnosos, que si bien yo los conocía no dejaban de atraerme, más aún con el giro que estaba tomando la conversación.
S: Y contame, se te mete la bombacha en la conchita?
M: Y…? Un poquito…: Le contesta mirándosela y después a mí, que había girado hacia ella apoyando el codo en la almohada y la cabeza en mi mano para poder verla mejor, sobre todo la cara de puta que ponía al relatarle a la cuñada, consciente que indudablemente sabía que eso la excitaba.
S: Pero decime guacha un poquito o mucho, sabés que tu hermano va a querer saber.
M: Quién es el que quiere saber, él o vos?
S: Él y yo, él porque vos sabés cómo lo pone todo lo tuyo cuando le cuento, y yo para poder contarle esta noche, sabés que hace rato es la única forma que me coja es contándole cosas tuyas.
M: Sí, él se va a calentar esta noche, pero vos ahora estás caliente?
S: Si vos sabés que sí, el solo pensar cómo se le va a parar la pija cuando le cuente que se te están marcando los labios a través de la tanga, y que seguro ya la tenés mojada, porque a vos putita también te calienta pensar cómo se le pone la pija a tu hermano.
Mara se estiró más en la cama, aumentó la tensión de la tanga haciendo emerger los labios por los costados de la raja.
M: Y se le pone muy grande?
S: No sabés, y cuando le cuento cómo te coges a un tipo se le pone inmensa, y no solo eso sino que no hay forma de bajársela, acaba dos o tres veces al hilo. Te cogiste a alguien estos días?
En ese momento Mara abrió los ojos y giró hacia mí, su actitud era diferente a la que había tenido siempre conmigo, dejó de tironear de la tanga y con la mano empezó a acariciarme los labios primero y después a bajar por el pecho hacia mi pija donde tenía fijo sus ojos, en realidad lo que se veía de mi pija a través de la abertura del calzoncillo, donde aparecía la parte media del tronco, una parte importante ya que a medida que había transcurrido la charla, se me fue endureciendo y latiendo con cierto ritmo, haciendo que la parte del calzoncillo donde ella había clavado la vista subiera y bajara. Yo también estaba mirándola de una manera diferente, obsesionado por adivinar si estaba en realidad caliente o era otra de las actuaciones acostumbradas de Mara, miré su entrepierna y pude ver el lamparón de flujo enmarcando los labios. La idea de calentar a la cuñada para que ésta después calentara a su hermano, y a la vez calentarse ella con el relato me resultaba terriblemente morbosa.
M: Sí a un nuevo amigo, Pablo: Le contesta Mara mientras me pasa la uña a lo largo de la pija.
S: Dale contame, cómo fue?
M: Se dio de casualidad, había venido a casa a ver una película, estábamos acostados en mi cama, hacía mucho calor, yo estaba en short y remera y él en calzoncillos, de golpe me doy cuenta que se había quedado dormido, nunca había pasado nada entre nosotros, pero por primera vez me detuve a mirarlo, tenía la bragueta del calzoncillo entreabierta y se le veía la mitad del tronco de la pija semiparada, me hizo acordar a las veces que se la vi a mi hermano Gustavo cuando se queda a dormir en casa y me calenté.
S: Y mi marido duerme en tu cama en calzoncillos y vos te calentás guacha mirándole la pija?
M: Y sí, a acaso a vos no te gusta que me caliente con mi hermano?
S: Me encanta, no sabés lo mojada que estoy mientras contás, dale seguí.
Mara me entreabrió un poco la bragueta y con dos dedos empezó a pajearme suavemente.
M: No tenés idea la atracción que ejercía sobre mí ese pedazo de garcha que estaba viendo, me arrodillé a su lado y sin sacarla se la empecé a pajear apenas agarrándosela entre el pulgar y el índice, muy suavemente para poder sentir la tibieza de la carne y como se iba engrosando y palpitando cada vez más, el roce con la piel que se corría al compás de mis dedos, hizo que no pudiera resistir las ganas de tocarme, me senté sobre mi talón para que se me metiera entre los pliegues de la concha, y con la otra mano me empecé a acariciar el clítoris sobre la bombacha para poder sentir la humedad de mi flujo. Te lo imaginás?
S: Y no sabés cómo, tengo metido dos dedos, y me estoy conteniendo de no meterme otro más porque no quiero terminar: Y en que pensabas mientras le tocabas la pija? En la de mi marido?
M: Y qué te parece, sabés las veces que estuve tentada de hacérselo a Gustavo?
En ese momento Mara al escuchar el nombre de su hermano comenzó a apretarme la pija con toda la mano sobre el calzoncillo, yo estiré mi mano para acariciarle la concha pero ella me negó con la cabeza, la obedecí.
S: Y como se lo harías? como se la hiciste a tu amigo?
M: Sí, igual que a Pablo, pero él quería también pajearme a mí, no lo dejé, quería ser yo la que administrara el placer, que sean mis manos las que manejaran sus deseos y los míos, quería que mis dedos fueran sintiendo el aumento del calor en su tronco, que palparan su dureza, sus palpitaciones reventando sobre la tela, y quería disfrutar la textura de mi clítoris lubricado por el flujo que extraían los dedos de mi raja, y lo esparcían a lo largo de mis labios.
Mara se iba y nos iba calentando cada vez más a Susana y a mí, creo que la sucesión de imágenes era en los tres las mismas, alternaban entre la visión de mi pija y de su concha corrida ya la tanga a un costado, ambos imaginando a Susana seguramente tirada boca abajo en la cama, cogiéndose una almohada, mientras imagina a su cuñada pajeando a Gustavo, como lo estábamos haciendo Mara y yo.
En ese momento se sacó la bombacha y me montó al nivel de la pija, y siguió contándole a Susana:
M: Ya no me bastaba con acariciársela, necesitaba sentirla, me saqué la tanga y me lo monté, ahora sí le metí dos dedos por la bragueta y haciendo palanca le hice saltar la pija, me enloqueció verla tan dura, tan deseando mi concha que estaba ahí a unos centímetros chorreando
S: Contame, te la metiste de golpe?
M: No, quería enloquecerlo y enloquecerme de deseo, con una mano me separé los labios de la concha y con la otra me comencé a refregar la cabeza de la pija a lo largo de la raja, dejando que se meta un poco la puntita, cada vez que pasaba esto Pablo levantaba la pelvis intentando meterla, pero yo me elevaba.
S: Qué hija de puta que sos!
Mara jadeaba mientras hablaba porque eso que le estaba contando ya había pasado hacía unos minutos, ahora no había aguantado más y se la había ensartado hasta los huevos y me miraba con una cara lujuriosa que me calentaba casi igual que la tibieza de sus concha. Ahora sí me dejaba moverme metiéndosela y sacándosela desesperadamente, yo oía a Susana que le rogaba que siguiera porque estaba por terminar, pero Mara estaba desenfrenada moviendo la pelvis de adelante hacia atrás para sentirla bien adentro, su concha resbalaba contra mi pubis por la cantidad de flujo que estaba chorreando.
M: En un momento no aguanté más y me la ensarte hasta los huevos, y comencé a llamarlo Gustavo: Gustavo sentís mi culo en tus huevos? Decime que sí que siempre me la quisiste meter así. Decime como te coges a Susana pensando que soy yo!
S: Guacha sabés que se lo voy a contar esta noche, por eso lo hacés, y para calentarme a mí, pero lo que no sabés que yo soy la que estoy más caliente con vos, que tu hermano cada vez me hace más el bocho para que te coja! Que me dice que la próxima vez me va a llevar a mí para que te caliente primero, que te convenza de bañarme con vos y te lave la concha y esas tetas preciosas que tenés. Me vas a dejar? Si me dejás voy a ser yo quien te ayude a meter la pija de mi marido.
Mara ahora saltaba prácticamente sobre mi pija, estaba descontrolada, la cazadora había sido cazada, ahora era ella la que deseaba más que nunca a Gustavo y sobre todo a Susana, se dio cuenta que de tanto calentar a Susana para seducir al hermano había terminado deseando ella a los dos.
M: Si!!! Te dejo que me hagas lo que quieras! Y yo también te deseo! Y cuando vengas les voy a hacer desear a los dos, los voy a recibir con una camisa entreabierta para dejar que me vean bien las tetas, y una calza bien metida en la concha y se me noten los labios gruesos que tengo, vos sabés que los tengo muy gruesos, no?
S: Cómo no lo voy a saber si cada vez que venís a Corrientes te encargas de meterte las mallas bien en la S: Cómo raja para que te la veamos! Y contame te acabó adentro ese Pablo?
M: Claro, no sabés como me la llenó de leche bien calentita!: Mara comenzó a moverse en forma circular mientras me tapaba la boca para que yo no gritara al acabar: Chorros bien fuertes como los que vamos a hacerle saltar a Gustavo entre las dos!
S: Sí, así como yo estoy acabando ahora, a chorros, así te voy a acabar en la boca a vos, guacha quisiera que vos seas ahora esta almohada que me estoy montando, si vieras como la mojé te volverías loca.
Mara casi se desvaneció a mi lado, mientras se esparcía mi leche por toda la concha, me guiñó un ojo y le dijo:
M: Y acordate Susy, esta noche cuando empecés a cogerte a Gustavo, llamame y dejá el teléfono prendido para escucharlos.
Yo, ya me estaba preparando para la próxima función.