Jessenia se había ido a preparar la misma habitación en donde estuve cogiéndome hacía unos minutos a Rosy y vi que entraba con otra sabana y les cambiaba el cobertor a las almohadas. Le tomó unos cuantos minutos y me hizo pasar al mismo cuarto y me dio una advertencia: -Si tocan la puerta es la chica que le dije que venía y debo de atenderla. – Ella estaba en unos pantalones bien cortos que le hacían ver más alargadas las piernas y se fue al mismo buró y sacó un profiláctico y luego fue al grano de su negocio. Me pidió los $120.00 dólares, los cuales los saqué de mi bolsillo, pues los tenía ya listos.
Esta chica fue más al grano, pues no en balde a este servicio le llaman “visita rápida” en su traducción del inglés. Ella me pidió que me acomodara que, en otras palabras, me pedía que me desnudara y así lo hice con calma. Me limpió de nuevo con una toalla humectante toda la zona de mi sexo, me puso el profiláctico y se dio a la faena de hacerme un sexo oral. Ya mi verga se había recuperado de la cogida anterior y del solo ver esas hermosas piernas, bonita pechuga y generoso trasero, mi amiguito estaba listo para un round más. Dos o tres minutos de esta felación estaba cuando sonó el timbre. Ella salió a abrir la puerta. Escuché una breve plática indescifrable y volvió a entrar por la puerta. Ya en esta ocasión ella se quitó el pantalón corto y en seguida se removió su diminuta tanga, que por la oscuridad de aquel cuarto no logré distinguir el color. Resumió con seguir manándome la verga por unos dos minutos más y me dijo: ¿Cómo quiere que me ponga? – Y yo le contesté: ¡De perrito!
De por sí ya me había dado una gran corrida con la chica llamada Rosy minutos antes e, usando un profiláctico eso me iba a tomar un buen tiempo para volver poder acabar. Se puso a la orilla de la cama con el culo coqueteando con mis emociones y, le puse mi glande cubierta con este plástico en la entrada de una conchita de buena proporción. Estaba húmeda y esta chica le había agregado lubricante y comencé la penetración y fue cuando ella me dijo: ¡Ve con cuidado! Lo que usted tiene no es lo de un miembro normal.
Escuché que dio un gemido a mi penetración, pero mi verga se deslizó alegremente en su cueva y de una manera lenta se la saqué y volví a meter. Su vulva vibraba… y esto es lo que me gusta de este tipo de cuerpos delgados que, son tan estrechas de su vagina que tal parece que uno se las está cogiendo por el trasero… esa panocha si que apretaba. Pensé que me había equivocado o era producto de mi imaginación, pero Jessenia se masturbaba chaqueteando su clítoris con sus propios dedos. En esta ocasión, era Jessenia quien me lo pedía: ¡Masajéame el culo con tus dedos!
Ni lento ni perezoso atendí a su petición y con mi pulgar comencé a masajearlo y comencé con unas embestidas que hicieron crujir la cama que iba al compás de mi pelvis chocando en sus nalgas. Ella comenzó a decirme: -así… así… así… no pares, dame así. -Pensé que se trataba de excitarme y de esa manera hacerme acabar y yo le respondía con embates prolongado que taladraban su reducida conchita. A mi edad y usando un profiláctico es para destrozar una panocha por largos minutos sin yo poder tocar el cielo, especialmente que ya antes, minutos antes esta chica Rosy me había hecho correr mágicamente. Créanme que sus gemidos pasaron a ser escandalo… sus jadeos se elevaron y creo que esta chica que decía llamarse Jessenia seguía masturbándose cuando yo aceleraba la cogida. De pronto me decía con una voz que parecía que lloraba: -Siga así… no pare, siga así… me va hacer acabar. Mientras todo eso pasaba, mi pulgar se había introducido al primer falange en su apretado culo y con esa combinación de mi verga entrando y saliendo de su conchita, de mi dedo pulgar invadiendo su colita y ella masturbando su conchita, a los diez minutos explotó con tremendo orgasmo. Sabía que no era actuación, sus nalgas temblaban, no lograba recuperar la respiración por varios minutos y eso mi hizo entregarle mi segunda corrida que quedó bloqueada por una barrera de plástico. Ella me quitó el condón y mientras me limpiaba la verga me dijo: ¡Usted que sí la menea bien! Ningún cliente me había hecho acabar antes. – Eso inició la siguiente conversación mientras ella me limpiaba y se limpiaba:
– ¿Y cuánto tiempo llevas en esto? -le pregunté.
– ¡Tres o cuatro meses!
– ¿Y nadie te había hecho acabar?
– No… regularmente todos acaban en 5 minutos… hay algunos que pagan una hora ($300.00) y en dos o tres minutos acaban. No saben que hacer con el resto del tiempo y acaban yéndose en veinte o treinta minutos.
Quizá era la verdad, pues por demás está decir que, si un chico sin mucha experiencia o inclusive un hombre mayor mira esas ricas nalgas y esa carita bonita de esta chica, cualquiera se dispara al azahar… no los culpo me decía yo, pues es cuestión de control mental, de tener agallas y saber que, aunque sea una puta de paga, la meta es hacer acabar y dar placer a una mujer y de seguro estas te complacerán de la manera que uno quiere. Esa es mi filosofía… si yo me voy a coger a una chica, especialmente una chica sin mucha experiencia, quiero que ella sucumba a varios orgasmos antes de llegar al mío. Uno de hombre se puede venir cuando uno quiera, o en minutos… la mujer necesita de más estimulación y eso es lo que uno debería aprender y les aseguro que hubiera menos infidelidad. Eso ha sido la queja de muchas de las mujeres casadas que me han invitado a follar con ellas: La rutina y la poca consideración que sus parejas tienen con ellas en la cama. Una mujer bien estimulada te lo da todo… no te negará nada y esa ha sido mi experiencia. Volví con mi oferta que si me quería entregar el culo por unos dólares más. Ella me dijo:
– No en esta ocasión.
– Pero… ¿si en otra?
– ¡Tal vez! Si en mi cuca sentí lo apretado de su tremenda verga, mi trasero no aguantaría los quince minutos que me acaba de dar… lo que significa que ahora se tardaría más en irse.
Se lo había figurado muy bien… una tercera faena y luego de la otra, era para taladrar ese culo por varios extensos minutos. Me asistió a limpiarme y en todo aquello volvió a cambiar la sábana y los cobertores. Salimos a la sala y encontramos a la chica llamada Jocelyn en una llamada telefónica, quien la interrumpió diciéndole a Jessenia:
– ¡Has comenzado bien el día! Mira que bombón te acabas de chupar… maduritos, así como a mí me gustan.
– ¡Él sigue disponible! -le dijo.
– Bueno… si me dan tiempo. -les dije sonriendo.
– Parece que Jessenia le ha exprimido muchas de sus fuerzas. -Dijo Jocelyn.
– ¡Y eso que se aventó una hora con Rosy!
– Ah… usted es el mencionaba Sofía hoy por la mañana… espero se vaya muy complacido y regrese pronto.
– De hecho, el busca tu especialidad. -agregó Jessenia.
– ¿Y eso? Estas niñas no saben de lo que se pierden… algún día lo entenderán. ¡Bueno cuando usted guste ya sabe dónde encontrarme!
– ¿Y cuánto cobras tú por ese servicio?
– Bueno… por media hora incluyendo lo que usted busca o por decirlo así, los tres postres son $250.00.
– ¡Mala suerte! -dije yo. – Solo me quedan $180.00. Otro día será.
– Bueno, por ser un buen cliente de la casa, se lo dejo por $180.00.
Le había mentido, llevaba más en mis bolsillos. Simplemente que todavía guardaba la esperanza de que Rosy me llamara para decirme que sí quería que le diera por el culo y habíamos quedado en $300.00. Esta chica de nombre Jocelyn se miraba mayor que las otras dos, pero no pasaba de los treinta años. Era de un cuerpo más lleno, de muslos más gruesos y un trasero que doblaba a los de las otras chicas. Su rostro era bonito al igual que su cuerpo y si no me decidí por ella a las primeras fue porque me gustan las chicas más delgadas y de cuerpos petit. Me invitó a tomar algo, mientras me recuperaba de la segunda corrida y mientras tanto hacíamos plática con las dos chicas de renta y comencé a fantasear con el tremendo culo de Jocelyn. Llevaba pantalones vaqueros bien ajustados a su cuerpo, una blusa o camiseta blanca que me dejaban ver su ombligo sensual y con sus zapatos de tacón alcanzaba la altura de Jessenia, a quien le calculé un metro y sesenta y cinco. Ya estábamos a eso de las once de la mañana y me sentía ya listo. Los teléfonos de ellas o el que tenía Jessenia comenzaban a sonar e imaginé que eran sus potenciales clientes. Para no encontrarme con nadie en ese lugar, le dije a Jocelyn que estaba listo y ella minutos antes fue a preparar la habitación. No era la misma habitación, esta era más pequeña, sin baño privado, pero igual de oscura. Tenía similares velas aromáticas y también, tenía similar música… un ritmo de bachata y entré.
Continúa…