—Me voy al agua. ¿Vienes?
—Ve tú. Yo voy en un minuto.
Mi mujer se levanta y se dirige hacia el mar. Hace mucho calor, quizá demasiado para estar a mediados de Junio. Justo lo que andábamos buscando. Calor. Playa. Los dos solos por primera vez en más de 10 años. Los niños se han quedado con los abuelos y tenemos dos largas semanas solos ella y yo. Levantarnos a la hora que nos dé la gana, comer lo que queramos, echar siestas, salir a cenar, tomar unas copas, follar todo lo que no hemos follado en todo el año. Ese es el plan. Vacaciones al fin y al cabo.
Me quedo mirando sus nalgas. Sus cachetes se bambolean de un lado a otro. Mi mujer tiene un tremendo culo, firme y prieto. 38 años y 2 partos después su culo sigue bien firme, sus tetas bien puestas, su cara de niña buena ha dado paso a un rostro maduro e inteligente. Su pelo negro acentúa sus facciones duras y latinas. A cualquier tío de esta playa le encantaría follársela, sin duda. Una Milf en toda regla.
Lo mismo que yo está pensando un tipo sentado en unas de esas sillas portátiles de playa. Su mujer al lado lee alguna novela de moda entre las cuarentonas. Ella está a lo suyo y no se da cuenta como su marido le pega un buen repaso a mi mujer cuando pasa a su lado. Yo si me doy cuenta como le mira el culo. Seguro que esta noche se pajea pensando en el culo de mi mujer, o se folla a la suya mientras piensa en la mía.
Guardo el momento en mi cabeza para sacarlo esta noche cuando follemos. Con un poco de suerte llegaremos al hotel algo achispados si nos tomamos alguna copa. Le diré como la miraban los tíos en la playa, le preguntaré si se ha dado cuenta de como le miraba el tipo de la silla el culo. Quizá acabemos follando fantaseando que el tipo se la folla aquí mismo en la playa detrás de una roca. Según la pille. A veces me sigue el juego. A veces no. Quizá me diga que no le apetece y que esta noche quiere follar conmigo y con nadie más. En plan romántico. Disimularé mi bajón y lo haremos lento. Ya me masturbaré al día siguiente pensando que se folla a cualquier tío. Buscando un vídeo en una página de una morena que se le parezca lo más posible e imaginando que es ella. Pero quien sabe, a lo mejor tengo suerte y me sigue el juego. Y echamos uno de esos polvos que tan cachondo me ponen. De esos que ya sólo echamos dos o tres veces al año.
Pero para eso estamos aquí. Para levantarnos a la hora que nos dé la gana, comer lo que queramos, echar siestas, salir a cenar, tomar unas copas, follar todo lo que no hemos follado en todo el año. ¿No?
En la noche vamos a cenar a un restaurante con buenas reseñas en Google. Tiene 4.7 estrellas así que nos da confianza. Además tienen una terraza con vistas al mar. Qué más se puede pedir. Después de todo el día al sol, entrando y saliendo del agua estamos hambrientos. Recién duchaditos. Guapos. Oliendo bien. Yo voy con unos shorts y una simple camiseta blanca lisa. Mi mujer se pone uno de esos vestiditos cortos de verano con tirantes en V, enseñando un poquito las tetas, lleva el pelo recogido, tienen un look juvenil, veraniego y fresquito.
Comemos bien, bebemos vino, hablamos de los niños, del trabajo, de hacer estas escapadas solos más a menudo, de la mesa que ella quiere comprar para el jardín, de que quizá deberíamos construir una piscina en casa el año que viene… Las conversaciones de todos los días. Pero allí mirando al mar, comiendo pescado fresco, bebiendo un buen vino, sin el estrés del trabajo o los horarios de cada día. La empiezo a notar un poco achispada, yo mismo empiezo a estarlo. No pedimos postre y decidimos que nos apetece tomarnos una copa. ¿Por qué no?
Salimos del restaurante y vamos andando por el paseo marítimo. Vemos varios chiringuitos al fondo. Música a tope, mucha gente joven e incluso colas para entrar. Ella odia este tipo de aglomeraciones y para ser sinceros, desde hace años, yo también. Supongo que estamos mayores para ciertas cosas.
—Tomemos la copa en la terraza de la habitación.
—Me parece bien.
Realmente me parece bien. Ella ya va un poco tocada. Una copa más acabará de encenderla. Estando los dos solos podría salir alguna conversación subida de tono. Podré sacar el tema de como le miraba el culo el tipo de la silla de playa esta mañana, estando algo bebida ella podría seguirme el juego. Me volvería a preguntar porque me pone cachondo la idea de que folle con otros, como siempre no sabría que contestarle, con suerte acabaríamos fantaseando que ella se folla a un desconocido. Un buen y morboso polvo.
Hace años que me conformo con eso. Sé que no va a pasar de verdad. Ella entra en el juego de la fantasía pero no lo va a hacer. En parte me frustra y en parte me alivia. Por mucho que me atraiga la idea tampoco estoy del todo seguro de si quiero que pase en la vida real. La verdad es que hasta me sorprende que me siga el rollo fantaseando. Supongo que lo hace por hartura. ¿Cuánto llevo intentando meterle la idea en la cabeza? ¿15 años? Al menos conseguí meter la fantasía en nuestra cama, le he mandado videos porno, relatos, le he pedido que chatee con otros. A todo decía que no al principio, pero poco a poco ha ido haciendo sus concesiones. No es más que un juego al fin y al cabo.
Seguimos andando hacia el hotel, que está algo más metido en el pueblo, en una zona más tranquila. Andamos por calles estrechas, girando por aquí y por allá, ya nos sabemos el camino. En un momento dado sugiero girar por otro sitio. “Creo que por aquí puede ser más directo”. Probamos suerte. Ya casi no nos cruzamos con gente. Aquí no hay bares, ni restaurantes, o los pocos que hay ya están cerrados. Pero el destino hace que nos topemos con una pequeña terraza en una calle escondida. Un cartel de madera pintado a mano anuncia el nombre del sitio: El Salitre.
Una pareja joven toma una copa. No hay nadie más. Es mi mujer la que sugiere. “¿Y si nos tomamos aquí la copa?“.
Si, porque no. No va a cambiar mucho mis planes la verdad.
Nos sentamos y esperamos unos minutos. Aparece un tipo que no tiene pinta de camarero y nos avisa que solo podemos tomar una. Que en 20 minutos cierran. Nos parece perfecto. La pareja de al lado paga y nos quedamos solos en la terraza. Ella pide un gin tonic, yo un whiskey con cola, seguimos charlando, ella está de buen humor, yo también, incluso empiezo a notar que ella está algo excitada, nos besamos esporádicamente y ella juguetea con su lengua húmeda dentro de mi boca, buena señal.
Las copas se acaban y al poco aparece el camarero.
—Tengo que ir cerrando pareja.
—¿Te importa si voy al baño antes? – Pregunta mi mujer.
—Si claro, no hay problema, está dentro.
Mi mujer se levanta y va hacia el baño. El camarero va detrás para enseñarle donde está. Me fijo en él. No lo había hecho hasta ahora. Va mirándole el culo descaradamente. Quizá pueda usarle a él para nuestras fantasías en un ratito. Le abre la puerta a mi mujer caballerosamente, ella le sonríe y le mira con cierta timidez mientras se recoge el pelo por detrás de la oreja. Mmmm, ¿está flirteando? Cuando ella entra le vuelve a mirar el culo sin disimulo, de arriba abajo. Gira la cabeza y me mira a mi directamente. Me sonríe. Que cabrón.
Ahora si me fijo en él. Es mayor, unos 45, tiene un punto entre hippy y marinero curtido en el mar, brazos fibrosos, piel extremadamente morena por el sol, barba tupida y algo desaliñada. El rostro algo rugoso y una nariz prominente. Lleva unos vaqueros desaliñados y una camiseta blanca que resalta su bronceado. Las mangas son extremadamente cortas y se ven las venas de sus bíceps cuando mueve los brazos. Sin duda es un tipo muy muy atractivo. Tremendamente masculino. Me sorprende no haberme dado cuenta antes.
Mi mujer empieza a tardar demasiado. Por un segundo me imagino que el camarero se ha metido con ella en el baño y se la está follando a lo bestia. Solo de imaginarlo se me pone tiesa. También me entra cierta mala leche recordando su media sonrisa indisimulada mirándome a la cara. Esos sentimientos encontrados que siempre afloran con esta fantasía que me persigue.
Entro en el bar. Evidentemente no se está follando a mi mujer, está lavando los vasos detrás de la barra, en el fregadero. Justo ella sale del baño.
—Mira, si queréis os podéis tomar otra aquí adentro. Mientras yo voy recogiendo la terraza y ordenando un poco todo esto. Yo invito.
La verdad es que me parece una propuesta algo rara pero mi mujer contesta sin pensarlo.
—¿Seguro? A mi me gustaría si. Si para ti no es un problema.
—Para nada. Sentaros y os sirvo lo mismo.
Es un local pequeño. Tiene un punto hippy en la decoración, como él supongo. Dos o tres mesas con sus sillas con unos pequeños vasos ornamentados en el centro perfectamente colocados, parecen para tomar el té. Al fondo hay una pequeña zona de cojines con un gran sofá de estilo árabe. Se ven cachimbas por todos lados así que imagino que la gente viene a fumar lo que sea. Huele agradable. Una mezcla de inciensos, tabacos y quizá, un toque de marihuana. La iluminación es tenue, íntima, pero suficiente, muy agradable y relajante. Tengo que reconocer que el sitio me sorprende para bien, esperaba el típico bareto de pueblo.
Nosotros seguimos a lo nuestro. Charlando y tomando nuestras copas. Sorprendo a mi mujer un par de veces mirando al tipo de reojo. Definitivamente le resulta más que atractivo. A mi reacción inicial de celos y cabreo le sigue un cosquilleo en mi polla. Me están entrando ganas de irnos ya para follar como conejos.
A los 20 minutos o así el camarero nos pone otra ronda. No me lo esperaba. Pero ok. Está vez trae tres copas y se sienta con nosotros, justo a mi izquierda así que yo me quedo entre él y mi mujer.
—Venga os invito a otra. Pero está vez me uno a vosotros. También tengo derecho a relajarme un poco jajaja.
—Claro. – Contesta mi mujer.
Parece que esto se alarga. Me entra un punto de cabreo. Si mi mujer sigue tomando no vamos a follar, caerá rendida en la cama. Que cagada. Pero que voy a decir. Me resigno y asiento con la cabeza.
—Bueno presentémonos antes que nada ¿no? Mi nombre es Norbert.
—Yo soy Verónica, encantada. – Responde mi mujer y le ofrece la mano.
—Un placer – Le agarra la mano y se la besa gentilmente. Los dos ríen. A mi la situación me está empezando a poner nervioso. Siento que hemos caído en la tela de araña de este tipo. Pero bueno. Chorradas mías. Será el alcohol.
—Yo soy Javier – Nos estrechamos las manos. La mía lánguida y sin fuerza. Él aprieta. Lo justo para mostrar firmeza. Sus manos son el doble que las mías. Fuertes y venosas. Me mira a los ojos directamente y yo los aparto algo intimidado. En unos segundos me arrepiento de haberlo hecho, es como si le hubiera dejado marcar territorio. Soy un capullo.
Con todo la conversación fluye amigable y tranquilamente. El alcohol ayuda. La verdad es que conectamos rápido, parecemos viejos amigos que hace tiempo que no se ven. Hablamos de nuestros trabajos de los problemas del mundo, de la costa, la comida, lo relajante que es este sitio. Él nos cuenta un poco su vida. Hijo de madre alemana y padre español. Se divorciaron cuando él era pequeño y paso temporadas entre España y Alemania. Ha vivido en tres países diferentes. Paso unos años en Buenos Aires, en Múnich y en Madrid. Ha montado dos negocios y está dos veces divorciado. Ahora mismo está en una especie de año sabático. Se vino a la costa a pensar y replantearse la vida. Tiene un pequeño velero en el puerto en el que sale cada mañana a pescar algo. Sus empresas siguen dándole dinero así que no tiene problemas. Que erróneas son las primeras impresiones. Pensaba que era un hippy. Bueno supongo que es un hippy con dinero.
En ese momento nos invita a la zona de sofás. Mi mujer empieza a ir bastante borracha y está a punto de caerse. Pero Norbert la agarra por la cintura evitándolo. Puedo ver como sus brazos se tensan al agarrarla. Vero le agarra el brazo a la altura del bíceps y puedo percibir como le palpa los músculos. Le sonríe y le da las gracias mientras ríen. Todo eso pasa en tres segundos. Para mi dura como 3 horas.
Nos sentamos en los sofás. Yo al lado de mi mujer y Norbert frente a nosotros. Agarra una cachimba y la prepara.
—¿Queréis fumar un poco? —Pregunta.
—Si genial – Responde Vero extremadamente rápido.
—Si os parece le pongo un puntito de marihuana, tengo una muy buena que es afrodisiaca. – Dice el hijo de puta sonriendo a mi mujer.
—Para que luego lo paséis bien – Añade guiñándome un ojo a mi.
Todos reímos la gracia. Aunque yo casi doy por descartado follar esta noche. Si mi mujer fuma de esa cachimba va a caer inconsciente. Aunque bueno lo mismo Norbert no está jodiendo y es de verdad afrodisiaca. Veremos. De momento todos fumamos y bebemos.
La noche avanza y seguimos charlando, bebiendo y fumando. Norbert pone algo de música y mi mujer y yo nos levantamos a bailar. Nos estamos divirtiendo la verdad. Norbert es un tipo simpático. Le pide un baile a Vero y ella se lo concede. Sólo nos divertimos claro. Yo me siento a mirarlos bailar. Él le pasa la mano por la cintura. Ella por el cuello. La verdad es que me pone cachondo la escena, no lo niego. Veo a mi mujer muy suelta con él. Puedo percibir que el tipo la atrae. Normal. Es guapo, atlético, maduro, atractivo, tienen dinero, despreocupado y algo canalla. Seguro no tiene problemas para acostarse con millones de mujeres. Mientras miro como la mano de Norbert empieza a bajar un poco más de la cuenta, allí donde la cintura se empieza a transformar en culo, me viene a la cabeza una frase que me ha dicho Vero unas cuantas veces. Mira, si surge la situación apropiada con el tipo apropiado podría hacerlo. Esto me lo ha dicho en frío más de una vez. No en una de esas conversaciones con el calentón. ¿Y si está es la situación y tipo apropiados? Me quito la idea de la cabeza. Creo que la marihuana me está empezando a hacer pensar gilipolleces.
Me levanto y me voy al baño. Les dejo bailando. Sólo es un baile inocente con un tío simpático, nada más. Aun así hecho un vistazo escondido desde el pasillo. A ver si pasa algo no estando yo delante. Pero no, no pasa nada especial. Pero justo cuando me canso y me doy la vuelta veo que la mano de él baja a su culo. Ella no se la quita. Se queda ahí un rato. No veo bien desde la distancia. Pero estoy casi seguro que la aprieta las nalgas con las dos manos y ella le dice algo a la oreja. Joder. Decido entrar en escena y justo se vuelven a sentar uno frente al otro. ¿Me habré imaginado lo de las manos? Estoy más colocado de lo que pensaba.
Me siento con ellos y le pregunto a Norbert por el bar mientras pasamos de nuevo la cachimba. Mi mujer le da un buen tiento y tose un par de veces. Él me responde que el bar casi lo montó por no aburrirse, más allá de salir a pescar por las mañanas no tenía mucho que hacer. Además el bar es una manera excelente de conocer gente interesante. Como vosotros, añade.
—Seguro que has conocido a muchas mujeres atractivas en este bar. – Suelta Vero.
La pregunta me pilla con la guardia baja la verdad. Me quedo un poco de piedra. Vero empieza a estar bastante colocada. Se le está yendo de las manos.
—Jajaja. La verdad es que si. He conocido a varias mujeres hermosas en este bar. No te voy a engañar.
—Y seguro que te has follado a unas cuantas en este mismo sofá.
Que cojones. Ahora si que creo que tenemos que irnos al hotel. En cuanto acabemos esta copa cerramos el chiringo. Pero sólo lo pienso. La verdad es que estoy callado sin decir nada. La conversación ahora es entre ellos. Yo estoy fuera.
—¿Quieres la verdad o me invento alguna historia? Jajaja
—La verdad, evidentemente. – Le sonríe y se vuelve a pasar el pelo por detrás de la oreja. Joder ¿qué hace?
—Mira Vero. La verdad es que me he follado a unas cuantas en ese mismo sofá donde tú estás sentada. Mujeres de todas las edades, de los sitios más variopintos. Más de una mujer casada con ganas de probar algo nuevo. Mujeres casadas con pinta de no haber roto un plato en su vida. Esas son las mejores en la cama. ¿Verdad Javier?
Yo ahora estoy en shock. No proceso muy bien que está pasando. Quizá es la marihuana que me hace ver todo distorsionado. Esto es solo una conversación amistosa entre amigos algo colocados. La típica charla algo subida de tono y nada más. Enseguida nos iremos al hotel y mañana echaremos un polvo imaginando que este tipo se folla a mi mujer aquí mismo.
—Si esas son las peores jajaja.
No sé ni porque me río. Soy el único que lo hace. Sueno bastante patético en realidad. Fuera de lugar. En verdad nadie me mira. Ellos siguen en su conversación.
—Te voy a contar algo que no te vas a creer. Pero te juro que es completamente cierto. – Sigue Norbert. – Una pareja gringa vino aquí una noche y acabamos así como estamos ahora nosotros. Pero el marido estaba tan borracho y colocado que se quedó profundamente dormido. Su mujer y yo estuvimos follando toda la noche por todo el local, con el marido aquí al lado, roncando como un bebé. Incluso nos sentamos a echar un polvo al lado suyo. El tipo botaba en el sofá con nuestros movimientos y no había manera de que despertará. Es lo más morboso que he hecho en mi vida.
—Nooo, jajaja, no te creo, eso es mentira.
—Te lo juro. Es cierto.
—Te voy a contar yo otro secretillo.
¿Qué cojones le va a contar ahora? Debería parar aquí esto y largarnos de una vez al hotel. Vero no tiene historias ni la mitad de locas de lo que acaba de contar este tipo. Estoy muy nervioso ahora mismo. Pero reconozco que la historia que acaba de contar Norbert me la ha puesto medio tiesa. Joder y seguro hoy ya no follamos.
—Mi maridito aquí donde lo ves tan serio y tan educado tiene la fantasía de ver como me follan bien follada delante de él.
Estoy en shock. ¿Qué coño le acaba de decir a este tipo que acabamos de conocer? ¿De verdad le acaba de soltar lo que he oído? No me lo puedo creer. Me quedo mudo, avergonzado, petrificado. Vero se acerca a mi y comienza a darme besitos tiernos en la cara. Por un segundo me agarra la polla por encima del pantalón. Me doy cuenta de que esta tiesa como una roca.
—¿Verdad cariño?
Hay un silencio incómodo. Norbert nos mira sin decir nada, pero medio sonríe con cierta malicia. Yo no digo nada, estoy mudo. Mi mujer no tiene más que añadir.
—Tengo que ir al baño.
Vero rompe el silencio y se dirige al baño. Nos quedamos Norbert y yo sin decir nada. Yo miro para otro lado. Me da vergüenza mirarle a la cara después de lo que acaba de soltar la borracha de mi mujer. Pero él me hace una pregunta.
—Voy a preguntarte algo Javier. Y quiero que me contestes sólo con un Si o un No. Nada más. Sin razonamientos ni explicaciones. ¿Está bien?
—Si, está bien. – Respondo dócilmente.
—¿Quieres que me folle a tu mujer ahora mismo?
Llevo viendo las señales toda la noche y no he sido capaz de asimilarlas. Por primera vez en 15 años se me presenta la posibilidad de cumplir mi más oscura fantasía. Y mi mujer, el alcohol en sus venas y la marihuana en su cabeza, parecen más que dispuestas a hacerlo. Se me revuelve el estómago. Debería decirle a este tipo que acabamos de conocer que si está loco. Parar todo esto y volvernos al hotel. Seguir en nuestro mundo de fantasías y nada más.
Debería decir NO.
A la vez me vienen a la cabeza las miles de pajas que me he hecho pensando en este momento, las miles de veces que le he dicho a Vero que lo haga, que se folle a quien quiera y luego me cuente los detalles. Las millones de veces que me ha seguido el rollo imaginando que otro se la folla delante de mi.
Debería decir NO.
Hago un repaso mental de todas las veces que lo hemos hablado, desde su rechazo en los primeros momentos a ir entrando poco a poco en la fantasía. Como según pasaban los años ella me seguía el juego. Me doy cuenta que últimamente ha confesado varias veces que ha estado tentada de hacerlo realidad más de una vez. Me doy cuenta que nunca pensé que fuera verdad lo que decía. Sólo un pasito más en nuestros juegos. Quizá si que estuvo flirteando con su profesor de Yoga. Quizá si que estuvo pensando en follárselo como hacen varias de sus alumnas casadas.
Debería decir NO.
Joder soy un capullo. Yo pensando que era un juego. Y aquí estamos ahora. ¿No es lo que llevo años deseando? Metiéndole la idea en la cabeza a mi mujer hasta que también ella, ahora me doy cuenta, en un momento de iluminación provocado por la marihuana, lo ha acabado deseando.
Debería decir NO.
Pero y si sale mal. Y si todo esto es un tremendo error. Estoy mareado. Demasiado borracho. No quiero contestar, quiero irme. Pero de mi boca sale una sola palabra como Norbert me ha pedido. Una palabra que yo no puedo controlar, sale de mis cuerdas vocales sin que pueda pararla.
—SI.
Mi mujer sale del baño poco después. Se coloca un poco el vestido. Me doy cuenta de lo buena que está y de la pinta de zorra que tiene ahora mismo. Con la carita en un estado de felicidad y relax que no le había visto nunca. La piel morena por el sol y brillante por el sudor provocado por el calor del local. Las tetas asomando por el escote del vestido veraniego que lleva puesto y acentúa las redondeces de su tremendo culo. Claro que Norbert se la quiere follar.
—¿Por qué no pones otras tres copas Javier? Llevo toda la noche preparándolas yo, me merezco una recompensa jajaja.
Le hago caso. Preguntándome ahora que. Por un momento estoy seguro que si el intenta algo con mi mujer él le va a rechazar. Claro, estoy completamente seguro. No sé porque me pongo nervioso. Me meto detrás de la barra y empiezo a servir hielo en los vasos. Agarro el whiskey para Norbert y para mi y la ginebra para mi mujer. Ella se levanta y se sienta al otro lado de la barra, frente a mi en uno de esos taburetes altos.
—No me la cargues mucho que ya voy muy ciega.
Norbert se levanta y se acerca a Vero por detrás. De repente le pasa los brazos por la cintura y empieza a besarle el cuello lentamente. Me tiemblan las manos mientras sirvo las copas. Ahora es cuando ella debería apartarle. Pero no lo hace. Ella le acepta. Entorna los ojos sin dejar de mirarme. Norbert empieza a subir las manos por su cuerpo, le agarra las tetas sin pudor y empieza a masajearlas. Cada teta en una mano. Las sube arriba y abajo con sus manazas, ella gira la cabeza buscando su boca, se morrean en plan guarro, sacando las lenguas y metiéndosela en la boca hasta el fondo. Un beso húmedo y caluroso. Sus cuerpos sudan. Mi mujer se contonea como una gata. Él le da la vuelta a la silla y ahora les veo de medio lado. Siguen su húmedo beso y ahora él le empieza a levantar el vestido. Le agarra los dos cachetes del culo, mete sus manazas por debajo de las bragas y le masajea con fuerza las nalgas. Ella respira entrecortada, suelta pequeños jadeos.
—Mi marido no está inconsciente. Va a tener que ver como me follas. – Le dice Vero mientras me mira a mi a la cara.
—No te preocupes, vamos a darle un buen espectáculo.
Con un movimiento rápido le saca su vestido por encima de la cabeza. Le desabrocha el sujetador y lo tira a un lado. Se aparta para contemplarla unos segundos. Ahí delante suya. En todo su esplendor. Sólo con las bragas puestas y sus sandalias de tacón. Prácticamente desnuda frente a este tipo que acabamos de conocer. Con cara de puro vicio mientras se muerde el labio inferior. Bruscamente se abalanza sobre ella. Le da la vuelta a la silla y pone a mi mujer frente a mi. Con una mano le agarra por el cuello suavemente. La otra empieza a meterla por debajo de sus bragas. Le empieza a masajear el coño frente a mi. Empieza a meterle los dedos.
—Joder estás completamente empapada zorrita. Te mueres de ganas de que te folle bien follada.
¿Acabe de llamarla zorrita? En la vida le he dicho cosas así en la cama. Creo que tampoco la he puesto tan cachonda como está ahora mismo. Yo sigo paralizado mirando la escena. Las copas ya están servidas. Obviamente nadie se las va a beber ya. Pero yo sigo ahí, detrás de la barra. Sin hacer ni decir nada. Mientras Norbert mete los dedos en el coño empapado de mi mujer, hablándole como si fuera un vulgar putilla.
Ahora le mete los dedos en la boca, ella los chupa lujuriosamente como si fuera una polla. Le está follando el coño con los dedos de su mano izquierda y la boca con los de la mano derecha. La levanta de la silla y la apoya en la barra frente a mi. Le baja las bragas y se saca la polla. Enhiesta, dura como el acero. Una polla no mucho más larga que la mía, pero como tres veces más gorda. Llena de venas. Por supuesto tiene un pedazo de rabo. No me sorprende. Sin avisar y sin pensarlo se la clava en el coño a mi mujer. No necesita hacer ningún esfuerzo. Entra sola. Como un cuchillo en mantequilla derretida.
Siempre me imagine que en una situación así antes habría una paja, una mamada, él le comería el coño… pero en apenas 5 minutos ya se la ha metido hasta el fondo. Ni siquiera empieza despacio y suave. Le da bien duro desde el principio. Oigo el chapoteo de su polla entrando en su coño húmedo, sus pelotas golpeando violentamente contra su culo en cada embestida, los gritos de mi mujer pidiendo polla desesperada. El olor a sexo, sudor y flujos invade toda la estancia y se mete en mi nariz, reconozco los olores de mi mujer mezclados con los de este macho. Tengo la cara de Vero apenas a 15 cm de la mía. Veo su cara retorcida de placer, siento sus aliento caliente y lujurioso golpeándome la cara mientras él la folla con todo.
Me doy cuenta que me estoy magreando la polla por encima del pantalón, ya no me importa un carajo. No he estado tan cachondo en toda mi vida.
—¿Te gusta mi polla putita? ¿Te gusta cómo te la meto? Díselo a tu marido que lo sepa. Vamos díselo!
—Me encanta tu polla, no pares de follarme joder, me llena entera, dame duro Ahh Ahh, joder no pares…
—No me lo digas a mi díselo a tu marido. Dile lo zorra que realmente eres.
—Ahhh si soy una puta. Mira como me folla cariño, mira como me la mete, Aahhh joder me encanta su polla. Me voy a correr, joder no pares ahora, me corrooo, me corro, Ahhh…
Grita como una posesa, se tapa la boca con la mano para intentar amortiguar sus gritos como si alguien pudiera oírla, viendo como grita la verdad deben estar oyéndola en toda la calle. Se corre largo, está corriéndose casi dos minutos y él no para de bombearla duro, veo como le tiemblan las piernas, como se le contrae la cara. Está a punto de llorar de placer. Este tipo sabe como manejar su polla, como follarse a una mujer.
Ella cae rendida encima de la barra, jadeante, temblorosa, casi no se tiene en pie. Él le saca la polla de un tirón, no se ha corrido así que esto no se ha acabado. La agarra de la mano y se la lleva a los sofás de antes, donde fumábamos la cachimba, donde alardeaba de haberse follado a todas esas mujeres y donde ahora está llevando a la mía. De la mano, sumisa y entregada detrás de él. Yo por fin salgo de mi parálisis y voy detrás de ellos. Me siento en frente para poder verlo todo, no molesto, intento no ponerme por medio.
La sienta en el sofá y él se queda de pie, con su gorda polla erecta frente a la cara de Vero.
—Abre la boquita putilla. Saca la lengua.
Ella obedece y el empieza a darle pollazos en la lengua. Yo sólo había visto algo así en videos porno, ni se me ocurriría habérselo hecho a mi mujer. Pero alli está ella. Recibiendo pollazo tras pollazo. Ahora se la restriega por la cara, es tan gorda que casi le cubre el rostro completamente. Ella la huele lujuriosa. La agarra y empieza a pajearle despacio. Le da lengüetazos alrededor del capullo. El levanta el tronco de su polla y ella le empieza a comer las pelotas, se las chupa y las devora, se las mete enteras en la boca sin para de pajearle mientras.
—¿Notas mis pelotas llenas de leche? Es toda para ti, vas a sacarme hasta la última gota.
Me doy cuenta que ella empieza a tocarse el coño mientras chupa. Conmigo nunca se toca mientras lo hace. No puedo evitar comparar cada detalle. Y siempre salgo mal parado en la comparación. Vero vuelve a chuparle el capullo. Se lo mete en la boca, mientras le masajea las bolas. Cada vez se mete más polla en la boca, no sé ni como le cabe algo tan jodidamente gordo. Empieza a mover la cabeza rítmicamente. Adelante y atrás. Menuda mamada le está pegando.
—Joder tu mujercita si que sabe como dar una buena mamada, voy a llenarle esa boquita de leche. ¿Te deja correrse en su boca?
—No, en las tetas o las nalgas a veces. – Respondo sumiso.
—Pues yo le voy a llenar esa carita y esa boquita. Ya verás como le gusta.
Justo le agarra la cabeza por detrás y empieza a moverse rítmicamente. Ya no es una mamada, le está follando la boca, cada vez más rápido, cada vez mas duro.
—Traga polla putita, que tu marido vea lo bien que lo haces.
Le da duro y duro y duro. Mi mujer mientras se pajea a toda velocidad, se magrea el coño húmedo y abierto mientras le folla la boca. De repente él le saca la polla de la boca y empieza a pajearse a toda velocidad frente a su cara.
—Abre la boquita.
Ella obedece todo lo que le dice, saca la lengua para recibir todo lo que le eche. Está bien abierta de piernas masajeándose el coño a toda velocidad, un poco inclinada hacia atrás y con las tetas enhiestas, los pezones completamente empitonados. La polla de Norbert a 5 cm de su cara.
El primer lefazo va directo a su lengua, un buen chorro de semen que se le escurre por la boca. A ese le siguen muchísimos más, como si Norbert no se hubiera corrido en meses. Le llena el pelo, la cara, las tetas… ella recibe cada gota con gusto, se relame y se mete los dedos en la boca, juega con su leche mientras se sigue masturbando sin parar. Esta noche la he visto hacer todo tipo de guarradas, pero esta es una de las que más fuerte se quedará grabada en mi cabeza. Ella sentada con las piernas abiertas, metiéndose los dedos en el coño desesperada, con toda la cara y el cuerpo chorreando semen y sudor de otro tipo. Gritando de placer mientras se corre de nuevo, largo otra vez, eterno.
Se acerca a mi gateando como una perra. Se relame. Se limpia un poco el semen de su cara. Pero le sigue cayendo por todas partes, un chorretón se escurre por sus tetas y gotea en mi pantalón.
—¿No te has hecho una paja mirando cariño? ¿Es que no estás cachondo de verme así? Como siempre has deseado.
Me agarra la polla a través del pantalón. Me muero de ganas de pajearme. Si. De correrme como un loco viendo la escena. Pero sé que me voy a sentir como una mierda cuando lo haga, así que prácticamente no me he tocado durante todo este tiempo. Aguantando estoicamente. Aunque seguro se me volvería a poner tiesa viendo así a Vero. Al menos ya se acabó y nos iremos al hotel.
Pero entonces Norbert le agarra las nalgas desde atrás. No me lo puedo creer, le mete la polla en el coño de nuevo. Se acaba de correr y se la está clavando otra vez. Hijo de puta. Ella gime automáticamente cuando siente su polla dentro. Tiene su mano en mis rodillas y su cara a dos centímetros de mi mientras él la embiste una y otra vez. De repente le cambia la cara, cierre las ojos y se queda con la boca abierta. Norbert le está metiendo un dedo en el culo.
—¿Te folla el culo tu marido?
—Nooo, —jadea.
—¿Con este culazo que tienes nunca te lo ha follado? Hay que joderse.
No me puedo creer que se la va a meter por el culo. No le va a dejar, imposible.
—¿Quieres que yo te la meta por el culo zorrita?
—Si. Si joder. Rómpeme el culo.
Ya no me queda capacidad de sorpresa a estas alturas. Cuando creía que esto había acabado resulta que todavía queda que le taladren el culo a mi mujer. Mi polla está a punto de explotar, creo que podría correrme sin tocarme.
—Ahhh despacio joder. Duele.
—Tranquila, ya verás como entra toda entera en tu culito.
Veo como introduce el capullo de su polla en el culo de Vera, va despacio, poco a poco, metiendo cada vez un poquito más, la cara de mi mujer es de aguantar el dolor, se muerde los labios. Otro poquito. Y otro. Le escupe en el culo para lubricarlo. Otro poco más.
—Ves ya está enterita dentro. Hasta las pelotas. Tienes el culo lleno de polla. Ya te lo dije.
Ahora empieza el mete saca. Primero despacio. Cada vez más rápido según se le va dilatando. Vera ya no tiene cara de dolor, le están rompiendo el culo y le encanta. Su cara es de jodida viciosa. Mirándome a la cara apenas a dos centímetros de mi. Con semen en su pelo, en sus mejillas, aun chorreando por su tetas. Me besa. Sucio. Con lengua. Húmedo. Noto cada embestida que Norbert le da en el culo en su aliento. Cada vez que las pelotas golpean sus nalgas ella expulsa el aire caliente en mi boca. Me trago sus jadeos. Cada vez le da más fuerte, más rápido, cada vez ella grita más de placer.
—Voy a llenarte el culo de leche.
—Si, lléname entera, me estoy corriendo otra vez joder. No pares, rómpeme el culo, rómpeme el culo, rómpeme el culo, llénamelo de leche, si joder, si joder…
Ella se corre largo otra vez, el explota, le llena el culo de su leche caliente. Yo no aguanto más. Aunque no me toco mi polla revienta, me corro a borbotones en la ropa interior. Justo a la vez que Norbert le llena el culo de leche a mi mujer, justo a la vez que ella se corre por no se cuanta vez esta noche.
Después de eso cada uno se recompone como puede. Mi mujer intenta limpiarse algo en el baño y se vuelve a poner el vestido. Yo me siento asqueado con la corrida dentro de la ropa interior, pegajoso. Pero menos humillado de lo que pensaba que me sentiría. En realidad ha sido increíble. A Norbert parece que todo se la suda y fuma tranquilamente de su cachimba. En pelotas, con la polla aun chorreando con los jugos de mi mujer. Como si hiciera esto todos los días. Ella se acerca y le da un morreo de despedida. Largo. Por un momento pienso que van a volver a follar. Pero ya nadie puede más.
Por fin salimos de allí y nos vamos al hotel, menos mal que está al lado, no sé qué pinta podemos llevar. Pasamos lo más rápido posible por recepción. Llegamos a la habitación. Vero está exhausta y no piensa ni en ducharse. Se quita la ropa y se tira en pelotas en la cama, está dormida en 5 minutos. Me siento a su lado. Se ha limpiado de pena y tiene el cuerpo lleno de semen de Norbert. De su culo sale un chorro de leche. Me empalmo otra vez. Me hago una larga paja mirando a mi esposa dormida y bien follada.
Al día siguiente apenas hablamos del tema. Pero en la noche volvemos a beber vino. Acabamos de nuevo en El Salitre. Norbert se folla a mi mujer de nuevo de todas las maneras posibles. Y así la siguiente noche. Y todas las noches que nos quedan de vacaciones. Incluso un día Vero se va con él en el barco. Yo no voy. Pasan el día juntos. Luego me cuenta todos los detalles mientras me hace una paja en la habitación. Han estado todo el día follando. Hasta se han cruzado con un barco de pescadores y él la ha seguido follando en cubierta mientras los miraban y jaleaban.
Las vacaciones se acaban. Volvemos a la vida real. Durante semanas follamos como locos recordando cada detalle. Los días pasan. Llega el frío. Yo creo que he abierto la caja de Pandora y le sugiero encontrar a alguien que se la folle aquí en la ciudad. Me manda a la mierda. Dice que cosas así sólo pasaran en momentos muy especiales, como en las vacaciones, en otro mundo diferente al nuestro. No aquí. Volvemos a lo de siempre. Algún que otro polvo cuando se puede y fantasear un poco con este o el otro.
A veces la miro hablando con los vecinos, preparando la comida porque vienen los abuelos, regando las rosas de su jardín o saliendo de su oficina con algunos compañeros cuando voy a recogerla y me viene a la cabeza su imagen con las piernas abiertas masturbándose como loca llena de semen por todas partes. Y pienso. No tenéis ni idea de lo puta que puede ser. Se me pone tiesa y tengo que cambiar de pensamiento. Me volveré a hacer una paja pensando en eso en la noche.
Ya paso la Navidad y el verano parece más cerca. No se porque no lo había hecho hasta ahora pero busco El Salitre en Google. Me sorprenden muchísimo las 5 estrellas. Leo las reseñas. Casi todas de mujeres. Algunas tienen fotos en sus perfiles, todas son atractivas de una manera o de otra. Me pregunto si se ha follado a todas. “No dejes de visitar este lugar, Norbert es un encanto, te hace sentir plena, las mejores vacaciones de mi vida…” todas hablan maravillas. Si, seguro que se ha follado a todas y cada una.
Sigo mirando y leo una última reseña.
“Este bar es una joya. Aquí se cumplirán todos tus deseos. Gracias Norbert. Sin duda volveremos a vernos el verano que viene. No puedo esperar”
Es de Vero, mi mujer.