Llegué junto con Octavio a su casa. Nos subimos a la habitación y empezamos a coger, lo hacíamos con pasión. Él se había convertido en mi pareja, en todo sentido incluyendo el sentimental. Me estaba metiendo esa verga que desde la primera vez que la vi me había hecho humedecer como una perra. Su hijo había salido de mi vida y ahora él tomaba su lugar como mi macho.
Me tenía con mis piernas en sus hombros y me la dejaba caer como poseído por la lujuria del sexo. Estábamos sudando, mientras gemíamos viéndonos a los ojos para elevar la excitación del momento. Me pellizcaba los pezones y me exprimía mis tetas sin piedad.
-Te quiero pedir si me cumples algo que quiero- Me preguntó
-Tú dime que hacer, ya sabes que soy tuya, tu puta! – dije ansiosa de que retomara su mete saca
En ese momento él se salió de mis entrañas y su verga gruesa y venuda para acostarse a mi lado. Yo la agarré y se la empecé a estimular manualmente
-Te voy a confesar varias cosas y espero en primera sea nuestro secreto y en segundo no me mal entiendas- dijo con su verga dura por mis caricias
-Después de lo que hemos pasado y lo que me has visto hacer nunca lo haría – contesté
-Tengo otros dos hijos aparte de Armando solamente que él no lo sabe porque son con otra mujer que no es su mamá – me confesó un tanto nervioso
-No te preocupes, Jamás diré nada – dije bajando mi cabeza hacia su verga hasta que el me detuvo
-Lo segundo que te quería pedir es algo que solo te lo puedo pedir a ti – dijo algo nervioso – me gustaría que cojan contigo, quiero que les enseñes a satisfacer a una verdadera ramera
-Qué?! – pregunté muy sorprendida- O sea quieres que todos tus hijos me metan su verga?!
-Ándale, ya te cogiste a uno y después a mi. Aparte a cuántos no te has cogido también?- dijo subiéndose encima de mí para meterme la verga
Se empezó a mover lento mientras me seguía tratando de convencer de semejante perversión.
-Ándale, deja que te cojan, son buenos muchachos – dijo empujando sus huevos hacia mis labios vaginales – yo sé que te va a gustar
-¡Ay no sé! Ah! Ah! – me estaba mojando como una perra – cómo me voy a coger a todos?! Ah!
-Solo son unas vergas y ya -me decía empujando su miembro con más fuerza – te has comido muchas, déjate con ellos
La puta enferma que hay en mi tomo control de la situación – Ah! Ah! No no que hacer!
-Sólo di que si! Es una cogida más para ti – me decía – te he visto disfrutando de 4 hombres tu sola
-Está bien…! – lo dije chillando por la calentura de ser tan putisima
-Ponte en 4 – en cuánto me puse él se puso un condón y llenando de lubricante mi recto y su verga, me la comenzó a meter
-¡Ay! ¡Qué rico me enculas mi vida! Nadie me abre el culo como tú! – le decía aparentando las sábanas mientras su venuda vergota se metía en mi
-Casi no te la meto por acá pero tengo que preparar tu culo para al rato que vengan mis hijos – Octavio
-Abrí los ojos como plato por sus metidas y lo que me había dicho – Quieres que sea hoy?! – pregunté entre mis pujidos haciendo un esfuerzo por voltear a verlo
-Si, al rato van a llegar les dije que yo les avisaba, estaba seguro que ibas a decir que si – contestó mi macho
Ya solo pude dedicarme a gemir y jadear como una perra. Me estaba partiendo el culo y además me había nublado el juicio tanto morbo. Iba a ser reventada por otras vergas de esa misma línea sanguínea. Mi cabeza estaba qué me explotaba. Lo que siguió fueron 15 minutos de culeo, en los que me vine 2 veces antes de que Octavio eyaculara dentro de mí, gritando como un enfermo. Extrajo su verga desechada de mi ano goteante y me dejó jadeante con mi cara en el colchón con su leche escurriendo de mi ano desflorado.
Lo único que pude hacer fue preguntar nombre y edad de sus edades, Héctor y Vicente, 18 y 19 años respectivamente, yo me sentí más sucia porque hacía mucho que no tenía sexo con alguien tan joven. Ya no me detenía que fueran sus hijos, ya había tenido sexo con uno y él me lo estaba pidiendo. En último caso ellos eran hombres buscando una panocha en la meter sus vergas y yo una puta con la vagina mojada y caliente.
Octavio todavía agitado tomó su celular y empezó a escribir, supongo que les estaba escribiendo para ponerse de acuerdo.
Me metí a bañar después de haberme recuperado de la verguiza que me había metido Octavio. Estaba debajo del agua caliente, limpiando todo mi cuerpo de él sudor, la saliva y el semen de los hombres con los que había fornicado durante ese día. Mientras lo hacía no podía dejar de excitarme pensando en lo puta que era y todo lo que me esperaba. Al salir del baño Octavio no estaba en la habitación, me fui a la cama y me quedé profundamente dormida.
Alrededor de las 7 de la noche Octavio me despertó, lo hizo muy cariñoso como siempre. Me dijo que sus hijos llegarían en cualquier momento y me preguntó si estaba lista para recibirlos.
-¿Ya casi llegan? – me dijo Octavio – todavía quieres hacerlo?
-Ya quiero que me llenen de leche – le dije aparentando su verga por encima del pantalón- han de traer los huevos llenos de mecos
-Les dije que eres una escort, no quiero tener problemas con su mamá – me dijo
-Entonces prefieres que se cojan a una puta? ¡Hombres! – le contesté
-Es mejor – se levantó – Dejé la otra habitación lista, en la mesa hay condones y lubricante por si te la quieren meter en el culo. La cama está tendida
-Los espero ahí – dije levantándome a buscar algo de mi ropa interior
Me dirigí a la otra habitación, estaban los condones en la mesa junto con lubricante. Mientras veía esto me puse la tanga y el sostén. Me recosté en la cama y al poco rato escuché voces, seguramente eran ellos. Estaba a punto de coger con hombres 7 años menores que yo, me empecé a sentir mojada por eso. Yo estaba acostumbrada a copular con hombres mucho mayores y no sabía que me esperaba ahora con unos tan jóvenes.
Esperé casi 20 minutos más, me empezó a parecer extraño y estaba pensando en salir a ver que había pasado cuándo la puerta se abrió. Fue en ese momento cuando entraron Héctor y Vicente, ambos venían solo con toallas en la cintura, se habían bañado antes de entrar. Se veían jóvenes, aunque nada tímidos. Vicente tenía un cuerpo delgado pero muy marcado, era un joven bastante atlético, Héctor era más doble, de cuerpo un poco bofo, no tenía definición muscular.
-A ver, enséñenme lo que tienen – dije
Ambos no se cortaron para quitarse las toallas y quedar desnudos frente a la mujer que iban a usar como depósito de semen. Yo me quedé satisfecha con la vista de sus garrotes de carne, Octavio sólo engendra puros sementales de carne magra. Vicente tenía una verga promedio, aunque es obesa en un extremo que sólo las más putas y usadas no consideramos doloroso. Héctor tenía un pene más normal en lo grueso, sin embargo su largo era mucho más que suficiente para perforar hasta mi estómago mientras me remueve todo a su paso. Yo estaba encantada con esas viriles y venosas sorpresas.
Me levanté de la cama y apresurada me puse de rodillas frente a estos jóvenes viriles que ya ostentaban erecciones de piedra. Los mire a los ojos mientras sonreía de manera perversa y masturbaba sus miembros, escupía en mis manos para hacer más agradable el tacto de mis caricias a lo largo de ellos.
-Ya están listos para darme una buena sesión? No tengan compasión de mi eh, yo aguanto todo lo que me hagan – les dije sonriendo para después lamer sus glandes lentamente
Se quedaron sorprendidos con lo hambrienta de verga que me había puesto. Yo estaba muy caliente de verdad a pesar de que Octavio me hubiera dado una ración de pene antes de que ellos llegaran. Se las empecé a chupar con hambre, como podía me las metía hasta la garganta de un solo golpe, alternaba entre una y otra dentro de boca. Era difícil comer entera alguna de las dos, la de Víctor era demasiado gruesa para mi boca y la de Héctor me causaba arcadas antes de entrar por completo. Sin embargo me encantaba ver la cara que ponían esos dos jóvenes, una cara de sentirse incredulidad y lujuria. Así me pasé hincada frente a mis jóvenes machos, estimulando sus vergas y su deseo de cogerme. Llegó el momento en el que ya estábamos bramando y con mi boca escurriendo saliva les pedí que ya me cogiera.
-¡Ya! ¡Ya cojanme! – les dije en tono de súplica – vamos a la cama
Me subí a la cama y me puse en 4 esperando la monta del primero. Sentí que uno de ellos se puso tras de mí, en ese momento se me erizo la piel por la lujuria que me consumía en esos momentos previos a ser ensartada por un hombre, me tomó de la cintura y justo cuándo su pene se abría paso en mi interior volteé para cruzar miradas con Héctor. Él me la dejó ir poco a poco consciente del largo anormal que tiene, disfruto al igual que yo, hacerme sentir cada sentimiento de su garrote. En algún momento mi cara se puso roja porque contuve el pujido causado por la sensación de que esa verga no tenía fin y empezaba a tocar partes que otros hombres no alcanzan.
-Ahhh! ¡No mames! La tienes bien larga! – Salió desde mi garganta un grito contenido que solo aguardaba sentir su pubis en mis nalgas para salir
-Ya sé – me dijo el cabron – si la aguantas?
Me encendió su actitud soberbia de semental consumado – La tendrás larga pero estás chavo, mi amor
-Entonces ahí te va – me dijo eso empezando a cogerme con fuerza, con la intención de darme una lección de sexo duro
-Ah! Ahh! Ah! – Comencé a gritar cómo loca mientras era salvajemente cogida
Era la segunda vez que tenía esa sensación de vértigo que me da cuando la cogida es muy fuerte. Yo estaba gritando mientras de manera inconsciente lleve mi mano a mi vientre y lo apreté porque sentía de manera exagerada la profundidad de sus penetraciones. Era una verga que ya estaba taladrando directamente en mi útero y él cabron lejos de calmarse agarraba con más fuerza mi cadera y penetraba con saña en mí. En eso estaba, tratando de adaptarme a esa profundidad de penetración cuándo Víctor se colocó frente a mí con su verga bien dura. Intenté mamarlo, pero me era muy difícil, solo lo masturbaba con fuerza, lo chupaba y lo lamía como podía.
-¡Cógeme por la boca! – le pedí a Víctor consciente que no le estaba poniendo la atención que se merece
Víctor tomó mi cabeza y mientras yo soltaba gritos sin poder cerrar la boca él comenzó a embestir en mi garganta cómo si fuera un coño húmedo cualquiera. No pensé que muchachos tan jóvenes me pudieran dar esa cogidota, aunque siendo hijos de Octavio era más fácil de entender.
Así estuvimos cerca de 10 minutos, Héctor se salió de mí y cambió lugar con su hermano. Víctor se puso un condón y mientras nos veíamos a los ojos fue penetrándome lentamente, la sensación también fue muy fuerte aunque diferente. Con Héctor lo impresionante era la profundidad que alcanzó y lo que eso me hizo sentir, Víctor me estaba partiendo en dos, su verga era muy gruesa por lo que sentía cómo mi vagina se estiraba muchísimo para poder albergar toda esa carne. Yo estaba tan caliente sintiendo a ese jovencito que me hacía sentir repleta y muy estirada por dentro.
-Argg! Qué pinche vergota tienes – Gruñí mientras él comenzó una follada más lenta que su hermano
Sacaba la mitad de su pito y lo metía de un golpe de cadera muy fuerte, la sacaba poco a poco y repetía el castigo jaja. Mire otra vez al frente mientras gritaba, yo sabía que aquellos no iba a parar hasta escupir toda su leche así que me deje usar. Mientras gritaba cómo loca por la cogida de Víctor, alce la mirada y viendo a su hermano a los ojos espere que este usara mi boca para su placer. Otra vez estuve bien atravesada por los lados durante un buen rato.
Ellos volvieron a cambiar y no me dejaron estar en otra posición por lo que yo estaba empezando a cansarme, presa del esfuerzo de la fornicación y al mismo tiempo mis músculos estaban empezando a relajarse mucho debido a los orgasmos que había estado teniendo. Yo estaba sudando mucho y a ellos los veía muy bien, no sabía que tanto podía aguantar en 4.
-Papitos! ¡Ya quiero leche! Denme todo lo que traen en los testículos! – les grite para encender más el ambiente y provocar su eyaculación
-¡Qué buena puta! ¡Bien que aguantas! – dijo Héctor mientras removía mis entrañas con su larga barra de carne
-Ya hay que darle algo de leche we- le dijo Víctor a su hermano
-Entonces déjame sacar leche – dijo Héctor empezando a cogerme a una velocidad endiablada
Víctor tomó mi cabeza para que entre los dos me hicieran su puta con una intensidad que no podría aguantar mucho tiempo. Ellos empezaron a gritar mientras sus penes muy… muy erectos, luchaban por llegar al fondo de mi. Mi barbilla y los testículos de Víctor estaban escurriendo mucho líquido al igual que mi vagina que era estimulada por la hombría de Héctor.
-Sglups! Sglups! Ahggg! – de mi boca solo salían sonidos incomprensibles debido a la verga de Víctor
-Ahhh! Ya wey! – Héctor extrajo su miembro de mi útero y comenzó a masturbarlo
Los dos se pusieron de pie masturbando sus penes hinchadísimos! No habían hecho nada extremo, pero la cogida había sido brutal. Cómo era de esperarse Héctor se vino primero, echó los primeros chorros en mi boca y los siguientes se estrellaron en mi cara. Un minuto después Víctor hizo lo mismo pero en el orden contrario.
-No me van a sodomizar?… Yo tengo ganas de que me partan el culo con sus potentes vergas- les propuse
-Quiero que dejen mi ano bien abiertote, rojo de tanta embestida. Si quieren lo pueden llenar de su leche y para que se les ponga más parada les propongo que me hagan una doble penetración – les decía con una sonrisa pícara
-Ya lo has hecho? – preguntó Héctor
-Si yo te contará todas las cochinadas que he hecho, te vienes en seco nene
-Cuéntanos una puta – dijo Víctor
-Una vez fui con una amiga a la casa del papá de mi novio y nos terminó dando una cogidota. Nos cogió sin condón y estuvo llenándonos de su leche, de milagro no nos embarazo… – Dije empezando a chupárselas
-Te podemos coger sin condón? – preguntó Héctor
-Quieren? No tienen miedo de que les vaya a pegar algo? Yo he sido bien puta y promiscua durante años
-No importa – dijo Víctor con urgencia
-Si me gustaría sentirlos sin gorrito… pero el pedo es que si me cogen sin condón voy a querer que me llenen de leche- dije mordiendo mi labio por la duda
Recordé que Octavio y su hijo Armando eran los que habían empezado esto para su propio provecho, así que decidí también sacar mi propio pedazo del pastel. Yo me sentía como la reina de las putas pensando que podría ser el depósito de la leche de 4 machos de la misma estirpe, la idea me tentó a tal grado que tuve que aceptar ser esa puta… la puta de una familia.
-Está bien, ya no se pongan condón, sólo les pido que se vengan bien adentro de mi… jaja estoy enferma – me dije eso último a mi misma
-Te vamos a meter al muñeco – dijo Héctor muy seguro de si
-A ver si pueden eh… quiero que me metan tanta leche que me duela el útero – dije provocadora – a su edad seguro me deben dejar bien llena
Jale a Víctor y enseguida me monte en su verga, deje que sintiera mis fluidos directamente en la piel de su verga. Lo monté cómo una amazona llena de vigor y deseo, lo hacía viendo su mirada perdida de placer, estaba extraviado en las sensaciones que yo le ofrecía con mi sexo masturbando su miembro y mi cuerpo danzando desnuda sobre él.
Me recargue sobre él y le pedí a Héctor que me mentira su potente verga por mi ano. Él se colocó y empezó a lubricar mi culo con su saliva, lo hacía bien, dejando en claro que no era la primera hembra que enculaba.
-Ya métela bebé, ayer me cogieron por ahí – no podía decir que hace rato o descubrirían que su papá me había cogido también.
Héctor abrió mi culo y lanzó escupió una vez directamente en mi ano y la otra en su glande. Se apoyó en mi nalga y me la dejó ir hasta no podía meterse más dentro de mí por la posición. Nos empezamos a mover y yo estaba ya gritando como loca, estaba sumamente caliente pensando que ya me había cogido a los 3 hijos de mi novio. Me sentía la mujer más hermosa, degenerada, rica y puta del mundo.
Siguieron usando mi cuerpo para masturbar sus genitales durante unos minutos más, ellos me cogían desesperados, sólo era un objeto para su placer. A mi me encanta ser cogida con fuerza por hombres que me hacen sentir denigrada, sólo un cuerpo caliente para desahogar su leche y su perversión.
-Ahhh! Ahhh! Ay! Ah! Qué rico! La tienen muy parada! Qué puta eres! Me están partiendo! Toma perra! Mmm! – nuestros gritos se escuchaban por toda la habitación y seguramente en la casa también. Ellos estaban al borde de eyacular
-Quiero su leche en mi vagina! No terminen en otro lugar!
-Ahí te va la mía! Toma! – grito Víctor disparando su espesa leche dentro de mí fértil útero, yo al sentir cómo era llenada me hindi en un orgasmo brutal
Unos momentos después sentí que Héctor me jalo muy fuerte y la macana de Víctor salió de mi. Quedé en 4 escurriendo de leche cuando Héctor tomó mi culo y penetro con vigor hasta que su glande casi tocó mi matriz. Se empezó a mover con velocidad
-También vas a llenarme de leche verdad?! – pregunté gimiendo
-Si, te voy a llenar! – respondió
-Dame mucha! Ahhh! Por favor déjame reventada! – grite
Héctor me dio una estocada brutal que me hizo perder la respiración. La dejó bien adentro y un chorro de su leche se impactó directo en mi útero, al igual que lo había hecho su hermano hace un momento, el salió un poco y regresó con otra salvaje embestida. Continuo así de salvaje hasta que dejó de arrojar leche dentro de mí.
Todos nos quedamos recuperando el aliento por unos momentos. Los volteé a ver y jugando les dije que le pidieran a su mamá permiso para no llegar a casa. Ellos contestaron que desde que llegaron le avisaron que no iban a llegar, yo les sonreí complacida… Comencé a succionar sus penes que seguían duros como al inicio.
Esa noche no dormí con Octavio, me quedé con ellos en esa habitación, aunque no dormí tampoco. Nos la pasamos cogiendo hasta muy entrada la madrugada, esos jóvenes tuvieron mucha energía para darme verga durante horas, sus huevos eran verdaderas fábricas de semen. No puedo recordar todos los orgasmos que tuve, ni las veces que ellos se vinieron en mi. Al día siguiente, yo estaba desecha sobre aquellas sábanas, Octavio me encontró con ojeras y el cabello hecho un desastre y había condones tirados por todos lados.
-Te amo – le dije sonriente – estoy muy cansada, tus hijos me cogieron muy duro.
Él me ama lo sé, aunque en la intimidad me ha dejado claro que soy un instrumento para el placer sexual que usará sin ninguna contemplación.
Sabíamos que eso jamás se iba a repetir.