Cuando llegué ya era demasiado tarde, a pesar de darme cuenta nada más enviárselo no conseguí hablar con ella en todo el día y para cuando entré en su casa ya era tarde, demasiado tarde, mi amiga Gabriela me miraba con rabia, con los ojos llenos de odio encharcados en lágrimas de sangre, una cosa era haberle demostrado que su novio la engañaba con cualquiera que se le pusiese a tiro y otra muy diferente lo que después pasó, era mi amiga, la quería, pero la había hecho mucho daño, quizás demasiado y realmente todo fue un tremendo error por mi parte, pero pasó algo que no debería haber pasado.
Llevábamos ya varias semanas comentándoselo todas, la intentábamos ayudar, que abriera los ojos para ver que su novio Toño la estaba engañando y no con una ni con dos, sino con cualquiera que se dejase llevar por sus mentiras, la idea de ponerle una trampa se me ocurrió cuando vimos que Gabriela no nos creía y estaba tan ciega de no verlo que había que demostrárselo, por eso quise instalar unas cámaras ocultas en mi casa, realmente no era difícil para mí, ya que estaba terminando Teleco (ingeniería de telecomunicación) y así lo hice, cogí unas cámaras prestadas de la universidad, un grabador y la trampa empezaba a tomar forma, una cámara en la entrada, otra en el salón con una buena visión del sofá y la última enfocando mi cama, el cebo: yo misma, con plena confianza de llegar hasta el fondo ¿y por qué yo? era sencillo, era la única que se atrevía y que además vivía sola en un pequeño estudio en el centro de Madrid.
Llevábamos juntas desde primero de carrera, no había duda de que éramos muy buenas amigas, había estado infinidad de veces en su casa, había comido con su familia y ella con la mía cuando íbamos a Valencia y antes de comenzar con mi farsa la pedí perdón por algo que quizás más tarde la iba a doler, pero que sabía que se le pasaría. Ella me miraba extrañada y se reía de lo tonta que era a veces, no sabía nada de la trampa que había preparado a Toño, no sabía que para que viniese a casa le había pedido que me ayudara con un examen, ja! como si yo necesitara de la ayuda de aquel patán, pero fue eso precisamente lo que le atrajo enseguida a mi casa. Luego más tarde después de haber desmontado su falsa relación de amor con mi amiga, simplemente enviaría a Gabriela lo grabado al día siguiente, sabía que se enfadaría, pero también que le abriría los ojos y me perdonaría, pero yo no contaba con que aquel día yo estuviera tan excitada y caliente.
Miércoles, tres de la tarde y el timbre de la puerta sonó con fuerza, antes de abrir a Toño puse todos los sistemas a grabar y al abrir la puerta, allí estaba él con una sonrisa en su cara y una caja de bombones con la intención de regalármela. Toño era un chico bastante guapo, algo pequeño, pero con mucho carisma, brazos fuertes, músculos bastante desarrollados por el gimnasio al que acudía regularmente.
Lo primero que hizo fue darme un beso en la comisura de los labios y eso gracias a que le aparté la cara, me dio los bombones y pasó como si estuviera en su casa sentándose en el sofá, no había traído libro alguno, la verdad que desde un principio sus intenciones eran otras y me acosaba continuamente acariciando con sus manos mi cuerpo como si fuera un pulpo, le tuve que parar en seco, realmente ya tenía grabado lo que iba buscando para enseñárselo a Gabriela, así que haciendo que me enfadaba con él lo eché de mi casa a la primera oportunidad que tuve cuando una vez más se sobrepasaba conmigo.
Según cerré la puerta, volvía a llamar, una y otra vez llamaba a mi puerta hasta que se cansó, se cansó relativamente porque a los diez minutos volvió para pedirme perdón y para que le dejara pasar, cansada de él, cansada de esta historia me di una ducha para despejarme y luego hablar con Gabriela, cuando una vez más el timbre de la puerta sonó, tan siquiera me había vestido y bastante enfadada fui abrir la puerta llevando solo las bragas recién puestas y una camiseta grande de mi hermano que utilizaba de vestido para estar por casa.
Nada más abrir me quedé paralizada cuando me daba un beso en los labios a la vez que unos brazos me rodeaban suavemente el cuerpo, no sé qué me pasó por la cabeza porque de repente mi lengua jugueteaba con la suya, dejaba que me besara y me acariciara, mis manos rodeaban su cara cogiéndosela suavemente mientras nos besábamos, la suavidad pasó a un segundo plano y cerrando la puerta me cogió de los glúteos apretándolos y acercándome más a él, sintiendo sobre mi vulva la enorme erección que tenía en su pene, unas vueltas y dimos con la pared apretándome contra ella, podía sentir su corazón, podía sentir su respiración nerviosa y acelerada, notaba su excitación cuando metía su mano por debajo de mis bragas acariciándome el clítoris y penetrando con sus dedos mi vagina.
Los besos no cesaban entre los dos, mi cuerpo apretado al suyo sintiendo los empujones de su cadera contra la mía, sus dedos no paraban de hacer que mi boca se abriera inconscientemente haciéndome jadear. No estaba bien, aquello era un gran error y sin embargo los dos continuábamos comiéndonos a besos, le abría la camisa rompiéndole un par de botones para besar su cuerpo, un cuerpo tan bien formado que era irresistible, mientras él me miraba con esos ojos verdes que realmente me volvían loca a la vez que apretaba mis pechos con sus manos por encima de mi camiseta, ninguno de los dos dijo nada, ni él ni yo pusimos puertas de por medio para que eso no ocurriera, todo lo contrario la pasión fluía por mi pequeña casa desde que pasó por la puerta y ahora me llevaba en brazos con sus manos sobre mis nalgas y mis piernas abrazando con fuerza su cintura, los besos apasionados y jadeos incontrolados rompían el silencio, me llevaba a mi habitación.
Al borde de la cama me soltó tumbándose boca arriba y sentándome a horcajadas sobre él, sus manos seguían en mis pechos y mis labios en los suyos, desabrochando el cinturón sin desvestirle apenas saqué su pene del pantalón y como si me quemara en mis manos lo empecé a pasar por mi vagina apartando la tela de la braga, el corazón se me salía del pecho y mi respiración jadeante me anunciaba el placer que iba a sentir cuando su glande empezara a deslizarse dentro de mi vagina, fundiendo nuestros sexos, rozando la piel suave de su pene con la carne húmeda y mojada de mi vagina.
Movimientos suaves de arriba abajo, haciendo que su pene penetrara en mí, sentándome sobre él, llenándome por completo, mis caderas se movían hacia delante y hacia atrás, sin apenas sacar su pene de mi interior, los dos empezamos a jadear a gemir mirándonos a los ojos, sus manos en mi cintura y yo agachándome para besarle, para sentir nuevamente sus labios en los míos, mojando nuestras lenguas con los fluidos de nuestra pasión, su pene entraba y salía de mi vagina y yo me estiraba entera, echando la cabeza hacia atrás soltando mi melena que caía por mi espalda, luego el placer me hacía echarme hacia delante cubriendo mi cara con el pelo y nuevamente hacia atrás a la vez que mi pelvis bailaba sobre su pene notándolo tan dentro de mí como le era posible.
Poco a poco me iba despojando de la ropa que llevaba, quitándome la camiseta con las dos manos y enseguida noté en mis pechos las suaves manos que los apretaban, recorriendo mis areolas con la yema de sus dedos, la sensación de sentirle acariciar mis pezones y su pene penetrándome estaba haciéndome volar, los gemidos apagados por pequeños gritos de placer, el sexo se podía sentir por toda la habitación, nos envolvía en él, la excitación y la lujuria se apoderaba cada vez más de nosotros y entonces él con un giro rápido me dio la vuelta sin sacar su pene de mi vagina.
Me tenía a su merced, estaba encima de mí haciéndome gritar de placer, bombeaba su pene como si le fuera la vida en ello, rápido muy rápido y con fuerza, los gritos de ambos se perdían por una ventana medio abierta que recogía los sonidos de la gran ciudad y que ahora se unían a los nuestros, pensaba que no iba a poder aguantar más, me estaba empezando a poner enferma de querer aguantar más y más, quería acabar con él, quería que los dos juntos experimentáramos sendos orgasmos y entonces se paró y me la sacó, mirándome y besándome los labios casi como pidiendo perdón por haberla sacado.
Sus labios empezaron a recorrer mi cuello y sus manos dibujaban el cuerpo de mujer con todas sus curvas, a pesar de lo que en un principio pensaba cuando dejó de penetrarme aquello no había acabado, era solo el principio, sus labios pasaban sobre mis pechos metiéndose los pezones en la boca, sintiendo el húmedo frío cuando dejaba de succionar mis pezones que ya estaban demasiado excitados y se notaba porque sus puntas apuntaban al techo casi clavándose en él, sus manos iban por delante de su boca y al alcanzar mis bragas me las fueron quitando muy despacio metiendo su cabeza entre mis piernas, lamiendo mi clítoris y bebiendo del flujo que salía por la abertura de mi vagina metiéndome la lengua en ella y moviéndola de lado a lado, era como si me quisiera follar con ella, su humedad y la mía se unían en un encuentro de pasión y lujuria.
Mis manos sobre su cabeza apretándosela hacia mi vulva, hundiéndole la cara entre mis labios cuando su lengua los recorría de lado a lado y de punta a punta, despacio se iba quitando toda la ropa, su chaqueta, su corbata y camisa, sus pantalones junto con el bóxer cayeron al suelo junto con mis bragas empapadas en flujo vaginal y poniéndose de rodillas me cogió las piernas sujetándomelas con sus manos hacia arriba, las dos piernas juntas apoyadas sobre uno de sus hombros y entonces su glande una vez más se hacía responsable de mis jadeos y gemidos, metiéndome su pene despacio muy despacio hasta que sus testículos toparon con mi vagina, la tenía tremendamente hinchada y grande llenándome entera.
Notaba sus empujones, oía sus gemidos bailar junto con los míos, el sonido de su pene entrando dentro de mí, dentro de mi vagina totalmente encharcada de flujo, me sentía feliz de estar allí con él y por otro lado pensaba en mi amiga Gabriela, sabía que la estaba traicionando, sabía que ella no aprobaría aquello por muy amigas que fuéramos y sin embargo yo no podía parar, era algo que no estaba en mi mano, la atracción había sido tan fuerte, una atracción casi animal desde un principio, desde que me presentó a su padre y como un animal el padre de Gabriela en esos momentos me follaba una y otra vez, sacando de mí los gritos más altos y dulces que nunca experimenté hasta que le conocí, con cada penetración un muestrario de placeres en mi cabeza, eligiendo cada vez uno de ellos hasta llegar a un orgasmo final en el que era incapaz de chillar, era incapaz de hacer nada más que sentir mi cuerpo temblar, notar como me ardía todo para luego caer en una relajación tan íntima que solo quería estar sola, sola para volver a revivir como su pene me volvía a llenar entera y sentir los jugos deliciosos saliendo de mi cuerpo junto con su esperma.
Siempre que el padre de Gabriela y yo nos veíamos a pesar de doblarme la edad terminábamos empapados en sudor, él me buscaba y yo a él, pero aquel día fue diferente, aquel día todo empezó tan rápido que no me acordé de quitar la grabación y tan siquiera me acordé de borrar aquellas escenas cuando se la envié a Gabriela con lo de su novio, aquel día corrí tan deprisa como pude a su casa, pero cuando llegue Gabriela estaba delante de su ordenador viendo como su padre se follaba a una de sus mejores amigas y por lo que pude ver llegué al final cuando su padre en la cama de rodillas me la metía por detrás, parecía una película porno con unos actores que se miraban cómplices de lo que hacían, se sonreían y jadeaban al unísono, como aquel hombre ya entrado en la cincuentena movía sus caderas hacia delante y hacia atrás metiendo un tremendo pene en la vagina de una niña de no más de 24 años y como ella le miraba con la cara descompuesta del placer, con las manos apretando las sábanas hasta que el hombre explotaba en un grito y con movimientos rápidos y luego muy lentos metiendo con fuerza su pene dentro de la muchacha, se desplomaba en su espalda con sus manos apretando los pechos de esta, luego sacaba el pene y se veía como su esperma salía de la vagina de aquella inocente jovencita.
-Gabriela, déjame que te explique.
-Explicar, que tienes que explicar si todo está muy claro, no crees.
-Gabriela por favor.
-No por favor tú, por favor sal de mi casa.
Al salir de su casa llorando me crucé con su padre que me miraba extrañado, en ese momento supe que todo se había terminado entre él y yo, entre mi amiga y yo.