Había sido alucinante, ¿en verdad me acababa de follar a mi madre? Me era difícil creerme tal situación, pero no hay otra forma que no sea verdad. Acostado en mi cama escuché la llegada de mi padre y a mi madre recibiéndolo, nada fuera de lo normal. Nos saludamos, cenamos y nos fuimos a dormir. No había nada fuera de lo común, sentía un impulso en mi estómago, aquella emoción que siente uno al lograr lo que el resto daba por imposible. Tal como mi reciente descripción, el resto del día pasó rápidamente. Era sábado, mis dos padres se encontrarían en casa todo el día, y no pretendía aguantarme hasta el lunes mis deseos, me prometí a mí mismo hacerle disfrutar a mi madre el éxtasis que solo yo podía satisfacerle.
Tras despertar con la típica erección matutina, empecé a imaginarme las órdenes que le daría a mi madre, lo que me derivó a dos preguntas: ¿Podría igualmente darle órdenes a mi padre para que no interfiera? Y ¿hasta dónde llegan las capacidades de mis órdenes? Por lo que me propuse responder aquellas dudas hoy mismo. Al igual que a mi madre, pensé en darles órdenes pequeñas a mi padre para que, en caso de no resultar, no me tome por un loco o algo peor.
-Buenos días, papá –Le saludé al verlo en el sofá de la sala de estar. ¿Qué orden podría darle que no sea extraña ni impertinente?
-Hola –Me respondió brevemente. Se encontraba viendo en el televisor cierto festival de música, eso me daba una idea.
-Pásame el control, hay algo raro ahí –Dije, sin tratar de sonar irrespetuoso por si las moscas. Aparte de caliente, cobarde.
-Claro, aquí tienes –Me pasó el control en la mano, sin oposición ni extrañeza, lo que significaba algo muy bueno. Solo una orden más de prueba…
-Levanta tus piernas y brazos como si una aspiradora pasara por debajo –No es la mejor idea, pero funcionó. Mi padre también podría ser ordenado por mí, qué alivio.
Ahora tenía que darle una orden tal que lo mantuviera lejos mientras me yo satisficiera a mis anchas, pues tenerlo cerca me pone nervioso. No se me ocurrió nada más que ordenarle a visitar sus padres y pasar el día con ellos, eso lo mantendría ocupado y tampoco era algo malo que hiciera. No quería perder más tiempo pensando en otra idea, por lo que le ordené prontamente aquello y esperé a que se marchara de la casa. Los segundos me parecieron años y con cada paso que daba mi padre daba me brotaban tres gotas de sudor por la ansias.
A mi madre pareció no importarle mucho que mi padre se fuera de repente sin avisarle con más antelación, a lo mejor estaba muy cansada, o se resignó a guardar silencio para evitar discusiones en días de descanso. No me era de mucha relevancia, de todas formas ella lo pasaría muy bien dentro de poco. A punto de entrar a la habitación de mi madre y darle órdenes calientes todo el día, me acordé de la segunda pregunta que me había surgido. Aprovecharía el día para probar en mi madre las capacidades de mis órdenes, sentí cierta emoción y ansias por saber hasta dónde llevaría esto. Me di un tiempo para pensar qué podría probar en mi madre que ella me obedeciera, quizá apodos, afirmaciones y órdenes un poco tontas. Así que, decidido a testear a mi querida madre, me dirigí a su habitación sin tocar la puerta, encontrándomela viendo en su celular tiktok…
-Hijo, ¿qué te he dicho de entrar sin tocar la puerta? –Era razonable su queja, pero sonaba irritada y no con la voz regañadora que suele emplear conmigo –Toca siempre antes de entrar.
-Mamá, te ordeno quitarte las frazadas de la cama –Me sentí dominante al decirle eso, la erección en mi pijama que todavía traía puesto no se notaba debido a la soltura de este mismo, cosa que no noté al instante, pero prefería que fuera así.
-Imagina que me pilles en un momento indecente, o en algo que no te gustaría ver –Mi madre seguía regañándome, pero ella sí obedecía mi orden, se estaba quitando las frazadas de encima y dejaba al descubierto su cuerpo bien cuidado. Un calzón morado puesto y la blusa celeste que se colocó ayer cuando “salió de la ducha” era todo lo que traía ella. Sin dudas le daré lo que se merece a su bello y caliente cuerpo.
-Mamá, deja de regañarme, quiero que me llames “amo” a partir de ahora –No pude aguantar ordenarle tal cliché, no obstante me prendía mucho más que me llamara así. Por lo visto, ella me obedecería, pero si la orden no interrumpe directamente con lo que está haciendo en el instante, pues seguirá haciéndolo.
-Sí, amo –Me dijo mi madre con una cara algo amargada, a ella le debe estar pareciendo lo mar de normal toda esta situación. Hablando de normal, ¿cómo reaccionará con afirmaciones? No son órdenes, pero quisiera ver si es afectada por ellas también.
-Mamá, a ti te encanta ponerte de rodillas mientras te hablo, lo has hecho toda tu vida –Quería ver qué resultaba, si no funcionaba pues tendría que ordenarle que lo olvidara y empezamos de nuevo, pero si funcionaba, entonces ella no volvería a despegarse de mi polla nunca más.
-Sí lo sé, no entiendo por qué me dices algo tan obvio, amo –Mi madre inmediatamente se puso de rodillas sobre su cama mientras me soltaba aquellas palabras, sus tetas colgaban frente a mi y parecía como si esperara ansiosamente a mi próxima orden, como un perro adiestrado que obedece a su amo.
-Mamá, desnúdate y luego desnúdame prenda por prenda –No pretendía esperar más, estaba claro que ella consciente o inconscientemente quería divertirse, y yo me encargaría de que nunca más se fuera ni saliera sin pensar en lamer mi polla todo el día.
-Sí, amo –Ella empezó a sacarse la blusa y sus tetas se mostraban desnudas frente a mí, el calzón que luego se sacó lo dejo al lado suyo y pude volver a ver su coño, no muy húmedo, pero me encargaría de humedecerlo yo. Me subí a su cama y ella me desvistió antes de que me diera cuenta, quedé pasmado al verla quitarme el bóxer y que mi erecta polla quedara tan cerca suyo.
-Mamá, tu amas que te folle, amas mi pene y te prende que te toque donde sea –Con esto, pude ver a mi madre cambiar su expresión irritada a una lujuriosa, una que deseaba que la usara y la follara tanto como ella pudiera soportar el placer.
Empecé a besar a mi madre apasionadamente y ella me correspondió abrazándome y tirándome hacia atrás, quedando encima de ella. Mientras la besaba, masajeaba sus pechos y escuchaba los gemidos apagados que salían de ella. Sabía que ella lo estaba disfrutando como nunca en la vida, ni mi padre ni ningún otro hombre podría satisfacerla como yo lo hago ahora. Prueba de ella es su mojado coño, bajé a él y empecé a lamerlo, a darle pequeñas chupadas a su clítoris y escuchar los gemidos de mi madre, mis dedos dentro de su coño la calentaban más y más, ella se masajeaba una teta y con la otra mano se masturbaba. Le ordené que me chupara la polla como ninguna otra, y ella se agachó a tragarse cada centímetro de ella, con sus manos acariciaba mis bolas y masturbaba mi pene, su lengua le daba un masaje que me terminaron por hacer eyacular sin previo aviso. Tomé la cabeza de mi madre y abrí su boca llena de semen, su cara lucía satisfecha por su sabor, pero estaba claro que quería más.
Rápidamente agarré su celular y saqué una foto a su rostro satisfecho junto a mi polla, quería guardar esto por un buen tiempo. Mi polla se mantenía dura del éxtasis, era increíble, quería seguir aprovechándolo tanto como durara así. Puse las piernas de mi madre sobre mis hombros y comencé a penetrarla. Inmediatamente los gemidos se volvieron mayores y sus ojos cerrados empezaron a abrirse y tornarse blancos. “Soy tu amo, mamá, soy tu dueño, quiero que lo digas, repítelo” Mi madre, con las fuerzas que le quedaban en la voz, gemía “Eres mi amo, eres mi dueño, eres mi amo, eres mi dueño…” Su caliente y húmedo coño me causaron la más placentera eyaculación que había experimentado. Me corrí enteramente dentro de ella, ella parecía sentirlo y se encogía de piernas mientras se agarraba de las almohadas de atrás con sus manos. Sentí el impulso de besarla antes de sacar mi pene de ella. Cuando saqué mi polla de su vagina, el semen corría como un vaso de leche derramado sobre la mesa, blanco y espeso, recorrían los labios vaginales hasta llegar al culo de mi madre.
Nunca había visto a mi madre tan complacida, le tomé otra foto con su celular en ese estado, aquel orgasmo que mis palabras y polla provocaron sobre ella. Mi madre seguía repitiendo “eres mi amo, eres mi dueño” con la voz tan suave e interrumpida por su respiración que apenas la entendía. Las fotos que tomé las envié a mi celular y las borré del suyo. Mientras tanto, mi madre me incitaba y acariciaba con el pie que tenía delante de mí, lo recorría desde mi mentón hasta mi pene y repetía el recorrido. Yo me encontraba satisfecho y cansado, había convertido a mi madre en una desesperada de sexo, en mi esclava sexual. No podía dejarla así, por lo que le ordené que, al decir “oma ut yos”, ella se olvidaría de todo lo ocurrido y volvería a la normalidad, y cuando dijera “oñeud ut yos”, ella volvería a este estado de lujuria. De este modo, le dije “oma ut yos” y ella empezó a recobrar la consciencia propia, se miraba confundida y luego se dio cuenta del estado en que estaba. Creo que no lo pensé muy bien, mi madre empezó a gritar el qué había pasado y qué estábamos haciendo desnudos así, creo que le ordené demasiada normalidad, así simplemente le volví a ordenar que se diera una ducha y olvidara lo que acababa de pasar cuando se vistiera.
Salí de la habitación a la vez que mi madre entraba a la ducha algo enfadada y gritoneando, en cierta forma me gusta dominar sobre ella así. Me dirigí a mi habitación y me cambié de ropa, apenas eran las 12 del mediodía, tengo toda la tarde para hacer lo que me plazca, así que me recuperaré y luego veré cómo me divierto. Mientras tanto, revisaba las fotos de mi madre en mi celular, seguramente haría algo con ellas, pero no sé qué exactamente. A los 20 minutos me llega un mensaje de una compañera de clase, quería que la ayudara con los integrales triples de la Uni, sin ser consciente de mis palabras, le respondí que primero me mandara las respuestas del anterior trabajo que yo no había hecho, es claro que era típica chiste de negociación, pero me sorprendí al ver a los 2 o 3 minutos las fotos con los desarrollos y respuestas que pedí. Entonces me di cuenta de lo obvio, mis órdenes (y, por ende, afirmaciones) eran igual de efectivas por mensaje. No se me había ocurrido probar algo así, era tan evidente.
Le di otras órdenes como que me mandara una foto de su baño y de su cara, órdenes tontas para comprobar la eficiencia. Tal cual, cada una fue cumplida y pude ver un sinfín de posibilidades más. Le ordené que me mandara una foto en ropa interior, y a los 3 minutos recibí una foto de ella en un juego de lencería rojo, su rostro no denotaba ninguna expresión particular, pero se podían apreciar sus curvas y pequeñas tetas que me provocaron una erección más. Entonces, puedo ordenar a quien sea a distancia, ¿qué aventuras me deparan ahora?