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Cuernos en el trabajo (Parte 01)
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Hola, nuevamente estoy con ustedes para platicarles lo que me sucedió hace unas cuantas semanas; poco después de que entramos al semáforo epidemiológico verde en la CDMX.

Recién había cambiado la CDMX de semáforo de amarillo a verde y mi novio me invitó al cine, uno que se encuentra ubicado en una plaza comercial muy cerca de donde vivo. Compró las entradas, algo de comer y nos metimos a la sala a disfrutar de la película. Al salir, poco después de las 8 de la noche, nos dirigimos ya al estacionamiento y en una de esas entradas hay sanitarios, me pidió un momento para ir al baño, mientras tanto me quedé fuera de los sanitarios, viendo los locales que están en ese espacio. Me llamó la atención un cartel en uno de esos locales. Invitaban a formar parte del equipo de trabajo de esa empresa, negocio pequeño que, por lo que pude ver, se dedica a la venta de accesorios para teléfonos celulares. En ese cartel venía un teléfono, un correo electrónico y los requisitos para poder solicitar el puesto vacante. Tomé una foto del cartel mientras veía todo lo que había en el local; poco después salió mi novio del baño y sin decirle nada, me llevó a casa.

Como por el momento no tengo trabajo, decidí mandar un mensaje al correo que venía en el cartel.

Pasaron dos días después del envío de mi correo cuando recibí respuesta de confirmación enviándome un mensaje, que si me interesaba el trabajo tenía que presentarme en el local en donde había visto la vacante con ciertos requisitos: tener documentación básica, solicitud de trabajo requisitada, tener una buena presentación. Mi cita era para el siguiente día a las 11 am.

Al siguiente día me presenté 5 minutos antes de la hora pactada. Traté de vestir de manera formal: un pantalón sastre, blusa manga larga, saco claro, zapatilla con tacón bajo y bien maquillada.

Al entrar al local me pude percatar de que realmente era pequeño el espacio. Probablemente unos 12 o 15 metros cuadrados con 4 stands donde había accesorios para teléfonos celulares, tablets, etc. La chica que me atendió me recibió la documentación, la revisó rápidamente y me dijo, espera un segundo, por favor. Abrió una pequeña puerta al fondo por la que ingresó y unos dos minutos después me dijo, pasa y espera a que venga don Armando.

La chica se veía probablemente de mi edad, quizás menos de unos 25 años. Vestía con una playera rosa que llevaba estampado el logotipo de la tienda así como un short de mezclilla, también estampado con el mismo logotipo, calcetas blancas, tenis blancos y muy bien maquillada, cabello largo pero peinado con una cola de caballo. Se veía muy juvenil y fresca, la verdad es que se veía bien.

El lugar a donde había entrado era la oficina de don Armando, el dueño de la tienda. Un lugar muy cómodo; había un escritorio con dos sillas para invitados, una computadora, impresora, una pantalla plana y un sillón de dos plazas, una pequeña mesa de centro. Una puerta al fondo que me imagino, era el baño.

Un momento después salió por esa puerta él, don Armando. Un tipo de muy buena presencia, más o menos de unos 40 años de edad, de barba tupida y con un perfume delicioso, seguramente era italiano.

Revisó mis documentos, me hizo una serie de preguntas y después me explicó cuál era el trabajo, en realidad era un puesto de vendedora en tienda, así como la chica que me atendió. Me explico algunas cosas y dentro de ellas, dice que tiene otros locales en plazas diferentes con la misma mercancía. Es un negocio de reciente creación y que por lo tanto, como sus locales eran muy pequeños, no necesitaba a tanta gente para atenderlos. La situación de la contratación es porque, acababa de abrir una nueva sucursal y la chica que estaba atendiendo este local sería la encargada de atender el nuevo por la experiencia ya adquirida.

La paga era poca, salario mínimo, trabajando 6 días a la semana, pero lo interesante es que, si llegaba a tener una determinada cantidad de ventas al día, me tocaría un porcentaje por ello. También me comentó que era obligatorio el uso del uniforme otorgado por la empresa, y que si yo quería hacer uso de algún accesorio, eso sería de forma independiente y personal. El uniforme consta de short de mezclilla en tres tonalidades, blusas con el estampado de la tienda también en diferentes tonalidades. Las calcetas y los tenis tendrían que ser pagados por cuenta propia.

Sin pensarlo mucho, acepté. Llegué a casa y le informé a mi mamá lo sucedido. Por supuesto que ella estaba muy contenta, pues ya habría un ingreso más en casa; especialmente por la situación que se está viviendo en estos momentos. Por la tarde también avisé a mi novio acerca de lo sucedido. Él no estaba contento con mi decisión, pero le comenté que; así como él, yo también tenía derecho a trabajar. Después de una buena plática entendió mi posición y no le quedó de otra más que aceptar la situación.

Al siguiente día me presenté como me habían indicado. Pasé tres días estudiando todo lo que había en la tienda, conocer la mercancía era la parte fundamental del trabajo. La operación de la caja, llevar la cuenta de los productos de mayor costo, etc.

Anahí es la chica que estaba en ese momento trabajando en la tienda. Ella también me dio muchos tips de lo que tenía que hacer, de la forma en como me tenía que comportar tanto con los clientes como con don Armando.

Una semana después comencé mi trabajo en forma. Don Armando llegaba temprano a la tienda para abrir y hacer el inventario de toda la mercancía y al mismo tiempo llegaba a cerrar. Me llevaba mi comida para no cerrar y no pagar afuera, finalmente había un horno de microondas en la tienda, así calentaba mi comida y siempre tenía tiempo suficiente para hacer mis alimentos.

Tenía que llegar a la tienda y ahí cambiarme de ropa, ahí me ponía mi uniforme.

La primera semana no me ponía ningún tipo de accesorio para acompañar el uniforme, pero me dí cuenta que, muchos de los visitantes al negocio eran hombres; es decir, de cada 10 clientes, 7 eran hombres. En lo personal, me encantan las pantimedias y creí que como accesorio, sería fundamental para así, atraer a más clientes, eso incrementa las ventas y por supuesto, la ganancia que me corresponde.

Cada día, antes de comenzar el inventario, ya tenía que estar cambiada. Además de estar preparada 30 minutos antes de la apertura de la tienda. Mi novio no podía llevarme por la mañana, pero todos los días, al salir del trabajo él ya me estaba esperando en el estacionamiento. Le pedí de favor que no fuera a la tienda y que, si en un momento él llegara a ir, que no me causara problemas con el dueño, lo que pasa es que es muy celoso.

El primer día que decidí vestirme con pantimedias, escogí un color natural; las pantimedias brillaban con la luz del local y se veían padrísimas mis piernas. Don Armando, al verme vestida de esa manera se me quedó viendo a las piernas y me dijo, que bien te ves. Le dije, si hay problema por vestirme así, no hay ningún inconveniente. Dice, no; todo lo contrario, creo que te ves fantástica, puedes quedarte así.

Mientras hacíamos el inventario, don Armando se pegaba mucho a mi y claro, lo primero que interpreté es que, por lo menos quería rozarme las piernas, jejeje. Así son los hombres, pensé.

Me dejé llevar un poco por su presencia, por su olor y dije, porque no. Entonces busqué la oportunidad de que, cuando estuviera cerca de mí, acercara mis rodillas para saber cuál sería su reacción y creo que no tardó en entenderlo. Ni tardo ni perezoso, fue acercando su mano a mis piernas y, entre comentario y comentario comenzó a tocarme las rodillas al principio y después, obviamente los muslos; y aunque trataba de ser discreto, creo que la emoción de estar cerca de él le ganaba y terminaba agarrándome.

No pudo disimular, pero al irse, llevaba una gran erección.

Ese día transcurrió normal. Hubo algunas ventas y en dos o tres ocasiones tuve que comunicarme con Anahí para que me ayudara a resolver mis dudas, pero después de todo, me fue bien.

El local se cierra a las 6 de la tarde y don Armando llega de manera recurrente a las 5; una hora antes para ir haciendo el inventario de cierre. Justo ese día llegó dos horas antes.

Llegó a la tienda, saludó y en seguida se metió a su oficina, pero pocos minutos después salió (cosa que nunca hace, pues siempre se mantiene dentro de la oficina).

Comenzó a hacerme la plática y a bromear sobre muchas cosas, pero al mismo tiempo, no dejaba de verla las nalgas y las piernas y también a halagarme, pues según él, me veía fantástica.

Llegó la hora de cerrar el local; nos metimos a la oficina para comenzar a hacer el inventario y mi corte. Terminando le dije, con permiso, me voy a cambiar. En ese momento me dice, te molesta si te digo algo; le dije, no, para nada, que pasa…

Sin pensar se acercó a mí y me dijo, me gustan tus piernas, ¿las puedo tocar?

Me puse nerviosa y creo que algo roja, le dije sí. Puso sus manos en mis piernas y me comenzó a masajear, yo me sentía deseada y creo que hasta mojada. Me sujetó de la cintura, puso sus labios en los míos y me besó como desesperado, creo que me quería comer.

Te deseo, esas fueron sus palabras.

Ahí mismo me bajé el short junto con las pantimedias y mi ropa interior, me colocó sobre una de las sillas, me puso en posición de perrito, me sujetó de mi cadera y de un solo empujón me la metió toda, no manches, la tiene bien gruesa, sentía toda mi concha llena.

Así, en esa posición tardó como 5 minutos y se vino bien cabrón en mi, me llenó toda y claro, también terminé en su verga.

Después me metí al baño y me limpie. Al quitarme las pantimedias ví que se habían roto y bueno, pensé, le voy a pedir a mi novio que me compre otras, pues a él también le encanta verme en pantimedias.

En ese momento que estaba bien mi ropa me dijo, que paso? entonces comenté, lo que pasa es que se me rompieron las pantis. Abrió su cartera y me dio 100 pesos; no te preocupes, cómprate otras para mañana y si gustas, pueden ser blancas, me imagino que las vas a lucir bastante bien.

Salí algo nerviosa del local y al ver a mi novio, lo saludé como de costumbre. Creo que me veía algo desorientada, pues iba yo recordando la cogida que me acababa de poner don Armando.

Traté de tranquilizarme, pero la verdad es que me sentía algo incómoda. Le acababa de poner los cuernos y eso me angustiaba un poco, le pedí que no me sentía bien, que me llevara a casa. Al bajarme del coche le di un beso en la boca y le dije, después te comento lo que sucedió. Obviamente tenía que preparar un buen plan, porque, por lo que acababa de pasar, pensé que no sería la única vez en que tendría sexo con mi jefe y la verdad es que me había gustado, me coge mejor que mi novio.

Después pasaron muchas cosas más, pero esas ya te las iré comentando en otros relatos siguientes.

Si te interesa saber más de mi, ve a mi perfil y ahí podrás conocerme mejor.

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