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Nuestra primera cita con un amigo íntimo
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Carmen es rubia, ojos claros, carita de niña inocente, delgada, un físico realmente atractivo que atrae las miradas cuando vamos al mall de compras. La verdad, es que yo mismo no comprendo porqué se enamoró de mi. A los 45 los hijos están formando su propia vida, así que el llamado nido vacío, ha sido volver a la etapa de noviazgo para hacer el amor sin límites, estaban las noches y privacidad para volver a seducirla.

Hacia un tiempo que le había hablado de mi fantasía sexual oculta, una doble penetración. Fui sincero al decirle que la amaba, notaba cómo la miraban otros hombres, no me molestaba, al contrario, sabía la envidia que provocaba en ellos, me excitaba verla como se sonreía al darnos cuenta de esas miradas. Además de hermosa, tiene ese feeling y seducción que me atrajo como hombre desde el primer día cuando nos presentó un amigo en común. Sabes que eres la mujer que despierta todos mis morbos, me excita tu rol de hembra sumisa, te conozco como nadie, esa sonrisa cómplice cuando te das cuenta que te miran, me hacen pensar. No saben y ni se imaginan lo puta que eres en la cama. Te conté de mi fantasía oculta y te propuse hacer un trío hmh.

Me miraste sorprendida. Antes de que dijeses algo, le pregunté: que harías si te regalo un dildo de látex, un juguete íntimo, un tercero imaginario. Esa hembra sumisa me respondió haciendo el amor, uno de esos secretos que no se imaginan los que la miran, es que ella es una puta multiorgasmica tanto vaginal y anal. Esa noche cuando le rompía el culo me dijo entre gemidos, meteme los dedos en mi vagina. Me calienta cuando me pide que acabe, al descargarme en su culito ella se corrió en un orgasmo vaginal y anal. Al cabo de un año aproximadamente decidimos darle un cuerpo de hombre a nuestro juguete.

Contacté en una página web de citas a un hombre joven que buscaba amistad con una pareja y se ofrecía como tercero, hablamos del tema, nos envió su foto y le pareció varonil, nos invitó a su departamento que estaba a la salida del metro Santa Ana en la línea 2 del metro de Santiago. Estaba esperando esperándonos en el acceso a un lado de la boletería, llame a su celular. Es él, que te parece? Es interesante me dijo. La saludo respetuosamente y le agradeció por aceptar su invitación. Luego de una conversación intrascendente nos invitó a su departamento, ella me tomó la mano y caminamos a un edificio que estaba a la salida de la estación. Son invitados míos le dijo al conserje y subimos al sexto piso, en el ascensor le acaricie las nalgas, llevaba una falda a medio muslo y una blusa blanca con un escote pronunciado.

Era un departamento moderno, la planta baja cocina living y comedor en un solo ambiente, una escala llevaba al baño dormitorio que era una terraza con una barandilla alta que permitía ver toda la ciudad a través de un ventanal que era del tamaño de los ambientes. Unos tragos acompañaron la conversación. Les molesta si fumo "algo" nos dijo. Para nada le respondí y subió a su dormitorio. Como te sientes? Tu decides, nos quedamos o nos vamos. Esos minutos decidían todo. Vamos a la terraza a fumar? Vamos le respondió Carmen y me tomo de la mano.

Apoyados en la baranda del balcón, conversación y risas producto del "cigarrillo" compartido le preguntó si aceptaba una segunda copa. Quedémonos me dijo. Andrés llegó con tres copas de pisco sour, yo estaba apoyado a la baranda besando y acariciando a mi esposa, ella daba la espalda a la mampara y no se dio cuenta que estaba mirándonos. Nos miramos y acariciando sus nalgas levante su vestido, él me hizo un gesto indicándome que era un bombón. Interrumpo? Nos dijo. Con una sonrisa nos ofreció hacer un brindis por nosotros tres, Carmen se apoyó en el balcón entre nosotros dos y apoyada en mi conversamos de nuestras experiencias sexuales mientras la acariciaba y él miraba. Entremos nos dijo, donde está el baño? Le preguntó a Andrés. Subiendo la escala. La vimos subir y contemplamos sus piernas. Se asomó por la baranda y le dijo a Andrés que podría servir una tercera copa. Es muy rica tu esposa, no te ofendas, pero me tiene hirviendo.

Al bajar la escalera me miraba, sabía que me había dado cuenta de dos detalles, se había desprendido de su colaless y de sus sostenes. Estábamos sentados en unos pisos en la barra que dividía la cocina del living, separó mis piernas y se apoyó en mi pecho. Estás cómodo con nuestra visita? Por supuesto le respondió Andrés, uds. son mis invitados. Ella le conversaba mientras le acariciaba sus senos y una mano se perdía debajo de falda. Dile que se acerque me dijo al oído. Desabroche un botón de su blusa y le pedí que me ayudara. Apoyo su cabeza en mi hombro, cerró sus ojos y entreabrió sus labios. Así amor, quiero que disfrutes como hembra, este momento es nuestro. Déjate llevar por tu rol, quiero gozar este sadismo que me provocabas.

Andrés se encargó de desabotonar su blusa, el primer gemido de placer fue al momento de sentir los labios de Andrés en sus pechos, mi mano sintió como se humedecía su vagina. Lo tomo del pelo y le dio un beso mientras yo tomaba una de sus manos y la llevaba a la entrepierna de nuestro amigo, a medida que bajaba las escalas, también noté la erección de su miembro.

Subamos? nos dijo Carmen. El la tomo de la mano y yo los seguí. Ella sabe que me excita verla cuando se masturba en esas noches cuando quedamos solos. Nos sentamos en la cama. Lo hablado por whatsapp estaba definido entre nosotros, sabía bien nuestras condiciones. Ella diría cuando, y en principio serían caricias íntimas, besos y sexo oral. Su rol de tercero era pasivo, que debía esperar mis indicaciones, no buscaba complacer a un desconocido, sino satisfacer la ninfomanía de mi esposa. La recosté en el lecho, comencé a besarla mientras me desvestía.

Andrés se desnudó y pude verlo hincado a un costado de la cama, levantó las piernas de mi putita sumisa y se perdió entre sus muslos. Nuestra lujuria nos llevó al estado emocional que siempre disfrutábamos con nuestro juguete, todas esas noches donde ella gozaba como hembra y yo como macho dominante. Siempre hubo confianza plena entre nosotros para contarnos lo que nos excitaba sexualmente También como hembra su fantasía femenina era provocar, seducir y gozar la calentura de dos hombres. Te amo, gracias por hacer realidad mi fantasía, quiero verte gozar como hembra, porque así yo podré disfrutar mi sadismo. Estoy muy caliente. Andrés se puso de pie cuando nosotros nos recostamos a lo largo de la cama, la coloque de lado y levantando su pierna izquierda busqué su botón anal. Él sabiendo su rol apoyo una rodilla en la almohada.

Estaba atardeciendo, que rico era sentir como sus paredes anales se dilataban. Despacito me dijo, doblando su cuerpo mientras la penetraba. La luz tenue de la tarde reflejaba la silueta de Andrés que apoyado en el respaldo, de pie con una pierna sobre la cama, sostenía a Carmen del pelo. Que rica eres Carmen, así mámame, Descansemos nos dijo ella, se acomodó entre nosotros dos, besos y caricias nos llevaron a tener sexo con un espectador a nuestro lado. Amor, Andrés me dijo si podía penetrarte está muy caliente. Yo también estoy muy excitada, me respondió. Adelante mi amigo, hazla gozar. Somos un matrimonio y no buscamos saciar la calentura de un desconocido, tu rol de tercero será complacerla, controlar tus deseos, no debes preocuparte de mi, se lo que buscamos como pareja.

Me aparte, nos miramos mientras ella formaba una V con sus muslos abiertos, él se hincó y como tantas veces vi que se acomodaba nuestro juguete íntimo, ella tomo su pene y lo guio a su vagina. La bese y se entregaba como hembra a gozar su rol, oía los mismos gemidos de placer cuando se dejó llevar por las penetraciones de ese tercero, así quería gozarte le dije, puse a su lado y poniendo mi pene en su boca la tomé del pelo hasta sentir sus labios pegados a mis testículos y el roce de su garganta en cada penetración. Sexo oral total. Ese placer es solo mío.

No sé cuánto tiempo nos turnamos para hacerla gozar. Sin haberlo acordado desde esa primera vez hubo una forma de gozar, Carmen es multiorgasmica y cuando la sentía acabar le indicaba a Andrés que era su turno. Qué extraña sensación de placer es dejarse llevar por el sadismo como macho dominante, al contemplar a mi esposa gozar como hembra de su ninfomanía. Mientras la veía gozar, oír sus gemidos, escucharla como le ordenaba a ese juguete que se lo metiera más fuerte, Carmen me miraba a los ojos y me masturbaba. Otro cigarrillo de esos que dan risa, pero que a ella la transformaban en una hembra madura, conversar la última copa, donde el tema era ella. Entre esos secretos que solo yo conocía, estaba decirle como me sentía y como había hecho gozar, eran las previas para más sexo.

Ahora él fue al baño, ya sabía que debía estar atento a mis indicaciones, debía darnos unos minutos para estar solos con mi esposa, esos momentos eran determinantes para saber si estaba preparada para cruzar otro límite, Te amo mi amor, te siento más mía, porque sé que este placer es lo que siempre me prometiste, lo que tenías para darme como mujer, era solo para mi. Estas preparada para hacerlo? Si, me respondió. Te amo y gracias por enseñarme a ser una hembra en todo sentido. Mi fantasía sexual era ésta, tener sexo con dos hombres, es tan maravilloso gozar la calentura de otro hombre, porque puedo disfrutar cada penetración como una satisfacción íntima como hembra. Pero el placer que recorre mis entrañas nace en mi mente. Está en todo momento has estado en mi mente, y cuando te miro, sé que estoy haciendo realidad lo que más has soñado.

Llegué en el momento justo, nos dijo Andrés al salir del baño. Recuéstate le ordeno Carmen. Estaba montada sobre mi cabalgando con mi pene perdido en su vagina. Se tendió al lado nuestro y mientras se movía sobre mi se inclinó para masturbarlo y mamarlo.

La aparte de mi. Dos cómplices que dejaban toda norma impuesta por una sociedad pacata de lado, con la madurez de determinar lo que es correcto o no, a una edad en que nosotros somos dueños de nuestros actos, y no le debemos dar explicaciones a nadie.

Carmen cruzó una pierna sobre la pelvis de ese juguete sexual, arqueo su torso apoyando sus manos en los hombros de Andrés, cerrando los ojos sintió su mano entre sus muslos que buscaban su vagina .Que rico fue ese movimiento cuando sintió entre sus labios vaginales ese pene erecto, gemido, caer sobre ese trozo de carne, doblarse entera hasta apoyarse en su hombro y moverse como hembra sedienta de sexo fue una sola acción. En un acto reflejo mientras se desmontó de mi, y dejando que nuestra lujuria me guiara, también me deje llevar por mi sadismo. Me hinque a su espalda y comencé a masturbarme mientras contemplaba como ella se tragaba ese pene hasta solo ver como se movía entre gemidos de placer. Junte las piernas de Andrés que las tenías separada mientras la penetraba en un baile de erotismo y placer cuando ella apoyó sus senos sobre su pecho.

Hincado a su espalda, separe sus nalgas, la piel blanca de su espalda, su cintura ceñida y su botón anal, fue el último raciocinio de lógica que recuerdo. Despacito amor, así.

Más adentro que rico, ella empezó a guiarnos. Se movía en forma lenta, ella, como toda hembra madura que ha sido madre, sabe que el dolor es parte de su esencia como género, y que ya madura, ese dolor se transforma el placer a medida que la dilatación le permite gozar las sensaciones dentro de su cuerpo.

Despacito le fui enterrando mi pene en su culito, sentir sus paredes anales que abrazaban mi miembro, sus gemidos ya no eran de dolor. Así, metelo todo, muévete más rápido. Un gemido ahogado salió de su garganta, acompañado de unos espasmos que no podía controlar. Así más adentro, métanmelo todo. Si en un principio las penetraciones eran alternadas, ella se movía para que en cada movimiento gozará anal y vaginalmente cada pene.

Así, clávenme fuerte. Más rápido, muévanse me gusta, quiero mas Fue el clímax total.

Al mismo tiempo nosotros dos coordinamos las penetraciones. Que placer es gozar juntos un trio HMH. Esa sensación de rozar otro pene cuando pedía más, fue la primera vez que sentí el placer de una doble penetración total, ese músculo que separa las entrañas vaginales y anales, se dilataban en cada penetración y al apretar sus músculos sentí ese roce con otro pene que la hacía gemir de placer, así más quiero más gemía, me están partiendo.

Quiero que acaben juntos nos rogó.

La noche y su luz tenue me permitieron verla cuando reaccioné. De su vagina y ano dilatado, salía el semen de dos hombres. Te amo amor nos dijimos, un beso y descansar para regresar a casa.

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