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Mi amo R y yo (Parte 1)
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-No te confundas reina, él es tu novio, podrías tener hasta marido y aun así yo sería tu amo.

A Emmanuel lo conocí hace tiempo, es un hombre guapo, alto, moreno, con unos brazos que dan ganas de dormir ahí por siempre y muy bien dotado.

Cuando nos conocimos ambos buscábamos cosas distintas y la vida nos separó, pero por azares del destino la comunicación volvió y sin planearlo nos encontramos en una relación virtual dónde descubrimos que nuestros gustos y fantasías eran similares.

Al parecer nos había faltado tiempo.

Yo lo pensaba todos los días y el me imaginaba encima todas las noches.

Anteayer decidimos vernos, él pasó por mí y al subir al subir al auto me pidió que me cambiara y me entrego una bolsa de papel.

-Quiero que todos vean lo que me voy a cenar.

Con él siempre quisimos asumir el rol de amo/sumisa y a través de la pantalla sabíamos que decirnos, pero no imaginé que al momento de la verdad estaría tan nerviosa.

En el interior venía lencería a juego de satín verde oscuro y encaje negro, una tanga, ligero, y un brasier, medias negras, un vestido con escote suelto más corto de lo que yo usaría también de satín y unos zapatos negros de ante tipo stilettos que apresar de ser altos aun así apenas llegaba a sus hombros.

Sabía que pasaríamos la noche juntos, quizá tomar algo, cenar, algo de música, pero al llegar a un lugar no lo reconocí, supuse que era algún hotel o quizá un Airbnb más lujoso y me emocioné, lo vi bajar una especie de maleta pequeña de la cajuela y se acercó a abrirme la puerta y ayudarme a bajar, siempre ha sido un caballero, me dijo que no trajera nada de mis cosas y asentí.

Bajé y lo tomé de la mano y me aferré a ella esperando no soltarla nunca.

-Te ves hermosa mamacita -solo atiné a reírme y sonrojarme.

Al entrar a aquella casa un hombre alto todo de negro y muy serio tomó su saco lo guardo y nos pidió seguirlo, mi cabeza imaginaba la noche más tierna y romántica.

¡Pobre ilusa!

Entramos en un salón con una iluminación azul y rojo dónde apenas se distinguían sombras me aferre aún más a su mano y pregunté dónde estábamos.

-Shhh! Las perritas no hablan hasta que su amo lo diga.

Quedé ida sin saber que decir pero su tono y sus palabras hicieron cosquillas en mis oídos y mi estómago. Cuando mis ojos se acostumbraron a la oscuridad note que estábamos en una casa donde al parecer los invitados daban tienda suelta a sus más oscuras fantasías y satisfacían sus deseos más profundos.

Antes de adentrarnos más pregunto si quería seguir.

-si.

Que si estaba dispuesta a hacer y dejarme hacer.

-si.

Pidió una mesa y unos tragos muy ligeros, no quería que el alcohol arruinara la noche. Comenzó a sacar cosas de aquella maleta mientras yo estaba absorta en lo que me rodeaba, todo lo que veía y oía era un subido de adrenalina que parecía terminar en mi sexo que se mojaba cada vez más. Me beso el hombro y salí del limbo en el que está a mientras veía a dos mujeres besarse y un hombre les magreaba las nalgas.

-Aceptaste ser y hacer así que ahora como buena perrita usarás esto, quítate la tanga y ponte a gatas.

Sin saber qué hacer y como si mi cuerpo estuviera a control remoto obedecí. Lubricó y me metió un butt plug que daba la impresión de que bajo el vestido me colgaba una especie de cola peluda, la sensación casi me deja sin aire nunca había permitido a nadie hacer nada ahí.

-Shhh shhh tranquila mamacita flojita y cooperando.

Usé mi respiración para relajarme y en algún punto encontré aquella sensación bastante agradable, me di la vuelta y me puso un collar de piel negro con una argolla al centro y en ella agarró una delgada cadena plateada y yo me sentí la mujer más sexy y deseada, era de él.

-Bien nena, como te dije las perritas no hablan si no se les pide, si eres buena te premiare, sino habrá un castigo. Entendido?

-si.

-Sí que perrita -tomó el plug y lo metió más, sentí un dolor fuerte, pero satisfactorio.

-Si amo.

-Bien vamos a pasear

Tomó la cadena y comenzamos a caminar. Ahí entendí que él estaba a punto de hacer realidad mis/nuestras fantasías, lo miré con ternura y un dejo de lujuria y cuando cruzamos la mirada me sonrió.

Recorrimos aquella casa y cerca de una barra un hombre algo mayor se acercó a él y sin vergüenza alguna le preguntó:

-Muerde? Puedo tocarla?

Como si fuese yo un animal. Emmanuel volteo a verme y yo por instinto empecé a mover las caderas haciendo que la colita se moviera, miro al hombre y le dio permiso de tocarme.

-Adelante por favor.

El hombre puso sus dos manos en mi pecho y comenzó a pellizcar mis pezones despacito, me gustó y un leve gemido salió de mi, bajo por mi cintura y cuando quiso levantar el vestido mire a Emmanuel con cara de susto y en sus ojos solo estaban encendidos de placer de ver cómo un extraño me tocaba.

Alguna vez me dijo: "muchos pueden deleitarse contigo, pero solo mi verga te entra".

Y comprendí.

El hombre tocó mis nalgas y las apachurro, me soltó le dio a mi amo las gracias y se fue. Me había quedado pasmada y solo reaccione cuando tiro levemente de la cadena. Me beso suavecito en los labios y seguimos caminando.

En una habitación una mujer delgada vestida toda de látex negro y rojo le daba en los huevos y las piernas con una paleta forrada en cuero a un pobre ingrato que con cada golpe se le veía más dura la verga y me quedé helada.

Salimos a un pequeño jardín donde había una especie de pileta con agua tibia, cristalina y perfumada con los jazmines que la rodeaban él me preguntó que si me apetecía entrar y le dije que si asumiendo que entraríamos juntos, me quite los zapatos y vi en el otro extremo a una pareja de muy buen ver y bastante alegre besarse y hablaban amenamente pero pararon su conversación al ver cómo Emmanuel con tanta delicadeza comenzaba a desnudarme acomodando todo en la maleta que llevaba, me soltó la cadena y me quitó el vestido, al instante mis pezones se endurecieron, estaba expuesta en brassier y una cola falsa ensartada en el culo, la pareja se acercaba poco a poco y sin discreción, mi amo comenzó a darme pequeños mordiscos en los pezones sobre el brassier y yo me sentía arder mi sexo estaba húmedo, me desabrochó y me beso en la boca mientras terminaba de desnudarme.

Estaba ansiosa por estar en contacto con él. Cuando voltee la pareja ya no estaba y mi sorpresa fue al ver que estaban en los escalones de entrada a la pileta como si estuvieran esperando por mí, Emmanuel me llevo de la mano me pidió entrar y fue entonces cuando recordé el plug, y en un intento por quitarmelo para evitar mojarlo recibí una fuerte y dolorosa nalgada.

-Perrita mala.

Lo saco con más fuerza de la necesaria y aullé de dolor, pero también de placer. La pareja se tomó de la mano y sonrió. Me hizo entrar con ellos y tomo asiento, una vez más le pidieron permiso y asintió sin mirarme.

Ella me tomo de la mano y la seguí hacia adentro la veía y su espalda y sus nalgas eran una visión de perfección absoluta. Al entrar al agua sentí escalofríos y retrocedí mi amo clavó su mirada en mi como padre que te regaña a la distancia y seguí avanzando.

El hombre estaba sentado en la orilla con las piernas abiertas y el pene como un mástil, hermoso. Emmanuel me veía y lanzaba besos al aire y sonreía y eso me calentaba aún más, la mujer comenzó a besarme y respondí besándola, metía mi lengua y la disfrutaba, detrás de mi el hombre entraba a la pila y quedaba detrás de mi sentía sus manos, una en mi pecho y otra en mi cadera, su boca en mi cuello y uno que otro beso a su mujer, yo volaba, era el juguete de aquellos dos, había sido entregada por mi amo, gemí y gemía más cuando los dedos de ella entraron en mi vagina y los de el por detrás, se besaban, me besaban y yo miraba a Emmanuel disfrutar aquella escena, lo vi sacarse la verga, esa que yo tanto adoraba, como si fuese mi dios personal del placer y del amor, lo vi acariciarse, el agua estaba hirviendo. O acaso era yo? Gemíamos más y uno que otro curioso se acercaba a ver para solo sonreír o tocarse, en medio de aquel éxtasis un hombre se acercó a mi dueño y lo vi preguntarle algo pero terminé por ignóralo. Llegue al primer orgasmo de la noche. Emmanuel se acercó a mi aún con su miembro erecto y de fuera, imposible guardar algo así, y mi cola falsa en la mano. Los extraños le agradecieron y comenzaron a comer hasta terminar el uno en el otro, me metió mi buttplug, esta vez no me dolió.

-Has sido obediente putita, quieres tu premio?

-Si lo quiero,

El 23 de junio me escribió: "si eres obediente como premio te dejo que me des unas chupaditas"

Así que me hinque la tomé entre mis manos y comencé a mamar, el grito de placer y lo hice hasta sentir que había terminado en mi boca, trague todo y comencé a limpiarlo con la lengua para después guardarlo, había dos mujeres que habían observado con lujuria y envidia así que me levanté más triunfante que nunca.

-Eres mi perrita consentida.

Me dijo mientras me ponía mi correa.

-Tengo sed -dije en voz baja y mirada al suelo

-Yo igual vamos la mereces.

Al llegar a la barra se sentó en un banco y cuando yo iba a hacer lo mismo sentí un jalón de la cadena

-Los animales no se sientan en la mesa o sí?

-no amo.

-Siéntate aquí -dijo señalando a un lado de él y me senté sobre mis talones.

-Agua para ella y una cerveza para mi.

Me acercaron un plato metálico de esos que incluso mis perros tienen, tenía agua y hielo y una rodaja de limón.

-Tómale.

Me incline a beber y sentí una nalgada que lo único que hizo fue empezar a humedecerme, termino su cerveza y me ordeno levantarme, al estar de pie junto a él le dije:

-Amo?

-Si niña dime

-Que te dijo el hombre que se te acerco hace rato?

-Que si eras mía -sonreí

-Y que contestaste?

-Que si -respondió sin mirarme

Fue como si una corriente eléctrica hubiera pasado por todo mi cuerpo, me mordí el labio y sonreí aún más.

Al andar tras de él lo miraba de espaldas, sus hombros anchos en su camisa blanca, su pantalón negro y zapatos de vestir, se veía tan elegante, casi como aquel día después de la graduación de mi hermana, me cogió en la propia cama de mi mamá antes de que todos llegaran, estaba tan absorta en ese cabello negro que me encantaba tocar mientras me lo hacía en algún motel de la ciudad, que no me di cuenta cuando entramos a lo que sería el final de nuestro recorrido.

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