Ese era su día de descanso, el único que le pertenecía desde el alba hasta el anochecer, así que decidió disfrutarlo en su muy peculiar manera, desayuno sin prisas, disfruto de su café y su cigarro en absoluta calma en aquella bonita terraza que tenía.
Era ella una mujer de rutinas e incluso tenía una para ese día. Saco a su perro a pasear, hizo el aseo de casa, lavo ropa, lavo loza, volvió a fumar, puso su música preferida a todo volumen.
Caída la tarde, se dispuso a comer, ver una película y disfrutar del ocio hasta llegada la noche. Decidió que para culminar el día no habría nada como un buen baño y un té antes de dormir.
Se quitó la ropa y la dejo doblada, saco de su cajón su ropa interior y un pijama, entro en la regadera, pensaba en que té tomaría, cuando el contacto del agua hizo un efecto en su piel que no esperaba y cambio aquel rutinario día, noto como los pezones se le endurecían y con sus manos enjabonadas comenzó a recorrerse, noto que en su entrepierna la humedad era también de ella y no solo el agua, detuvo sus manos y debió decidir si parar y seguir según lo planeado o dejarse llevar y masturbarse, optó por lo segundo.
Dejo el agua corriendo y sus manos comenzaron, se frotó, se masajes su clítoris, se probó y así en una combinación de movimientos que solo ella conocía llegó al final gimió sola y se di el tiempo de disfrutar aquel orgasmo, cerró la ducha y salió.
En su recamara y con acciones de autómata dejo de un lado lo que ya había planeado ponerse en cambio tomo su tanga preferida, la de encaje negro que dejaba para ocasiones en que manos ajenas la quitarían, optó por un camisón negro que era algo transparente y se observó en el espejo, ella misma se antojaba se veía perfecta aunque fuera para si misma.
Se dio cuenta que la panza le rugía y a pesar de ser tarde optó por salir a comprar algo rápido, monto su bicicleta y se dirigió a la miscelánea más cercana, entre los baches de la calle y el asiento hacían una especie de efecto vibrador que volvió a calentarle las entrañas y volvió a mojarla cada cuadra más, intento calmarse al llegar, eligió sus compras y ya en el mostrador noto que aquel hombre la miraba, clavaba su mirada en aquel par de senos que se veían aún mejor con la luz incandescente del local, ella en un acto autocomplaciente se irguió y se dejó ver mejor, él aunque intento disimular tras el mostrador era evidente que algo le sucedía conforme más la miraba.
Se avergonzó y solo atino a darle su cambio y decir "voy a cerrar". Ella sonrió y se dio la vuelta, sintió su mirada en sus nalgas y sus piernas salió y el aliviado fue a bajar la cortina, al salir se dio cuenta que la bicicleta seguía amarrada, y ella al resguardo de un árbol le esperaba, estaba ahí parada con la entrepierna mojada, él la vio y sin atinar a decir nada la tomo por la cintura y comenzó a besarla, ella dejo aquella lengua entrar, dejo que las manos de aquel dependiente la tocaran, las sintió en la espalda, sintió como le jalaba el cabello para que su boca le besara el cuello.
Al acercarse a su oído le dijo bajito…
-es lo que esperabas verdad? Que un completo extraño te besara y te tocará? si eres buena hasta te termino cogiendo aquí mismo lindura.
De ella solo salían gemiditos que solo el alcanzaba a escuchar.
Ella comenzó a desabrochar su pantalón, lo tocaba, sentía a tacto lo grande que era y sin pudor alguno le pidió que se la metiera…
-todita, hasta el fondo.
El la tomo de las nalgas y la subió ensartándola con el animal que tenía ya bien erecto y listo para hacerla suya, con movimientos tan sincronizados, que cualquiera hubiera envidiado, la fue llevando al clímax hasta venirse y llenarla con todo su semen sin dejar que nada saliese de ahí, ella por su parte al sentir esa descarga llegó al orgasmo una vez más.
Sin más palabras se separaron y con un beso de agradecimiento monto en su bicicleta y volvió a casa, al llegar se aseo un poco y se acostó a dormir, decidió que aquel había sido, por mucho uno de sus mejores días de descanso, y espero con ansias el siguiente miércoles.