back to top
InicioConfesionesRelato 50: Confesiones de una mujer feliz

Relato 50: Confesiones de una mujer feliz
R

el

|

visitas

y

comentarios

Apoya a los autores/as con likes y comentarios. No cuestan nada.
Tiempo de lectura: 16 minutos

He llegado al ‘Relato 50’, y les dejo el relato en primera persona de una gran amiga, Patricia. Espero que lo disfruten.

Todo empezó una mañana que salimos de compras a uno de los shoppings más importantes de Buenos Aires con Sergio, mi esposo, cuando reabrieron después de los cierres por el Covid. Yo quería comprar unas camisas, jeans y algunas remeras. Él necesitaba un par de trajes.

Sergio tiene 35 años, pelo castaño claro, con algunas canas que no se preocupa por disimular. Mide 1.95 m, entrena 3 veces por semana, y tiene una pinta terrible. Para pagar su carrera de arquitecto trabajó como modelo para varias marcas de ropa. Siempre las mujeres le prestan atención a él, y aun estando yo a su lado, le sonríen o le dicen algo.

El compro sus trajes y luego fuimos a un local de ropa unisex, y nos atendió una chica de unos 23 años. De entrada me cayó mal porque fue directamente a atenderlo a Sergio.

“Mi esposa es la que está buscando algo, gracias.” Dijo y la chica con cierto desgano comenzó a atenderme pero seguía mirándolo a él, que se dio cuenta y fue a ver alguna remera para él.

De inmediato otra vendedora se acercó a atenderlo. En ese momento, me comencé a sentir insegura. No por él en sí, ni por sus actitudes, ni algún hecho que me haga dudar. Veía como las chicas se babeaban mirándolo. Cuando yo entraba al probador vi que Sergio le agradeció a la chica y se acercó a mí. Me probé una remera y al salir veo como la chica que lo atendía le ponía un papel en el bolsillo trasero del pantalón. Él no se dio cuenta que estaba fuera del probador, e inmediatamente sacó el papel y lo puso entre una pila de jeans que estaban en una mesa al lado suyo.

Respiré profundo y di gracias del marido que tengo.

“Te queda muy bien, dale comprala.” Me dijo y siguió: “Pato, vi algo que me gustaría que te pruebes.”

Sergio tiene un gusto excelente para la ropa, siempre le pido su opinión, por lo que obviamente accedí y me alcanzó una musculosa blanca que de entrada me pareció inapropiada para mí. Tengo su edad, lindo cuerpo, con buenas tetas y un culo moderado. Para vestir no soy muy osada, al contrario. Pero igual me la probé. Era muy ajustada, y el corte hacía que los laterales de mis pechos se vieran mucho, y encima con un escote profundo.

“Amor, me parece que esto no es para mí. Por mi edad y porque soy una mujer casada.” Dije.

“Pato, me encanta como te queda. Tu edad es la ideal en una mujer, y tu físico, espectacular. Dale llevala.” Dijo.

“Sergio, no, no me voy a animar a usar esto delante de nadie.”

“Pues yo quiero que la uses solo delante mío, quiero disfrutar ver sexy a la hermosa mujer que tengo.” Dijo.

La vendedora nos miraba y comprendió que no tenía chances con Sergio. Pero mi inseguridad continuaba.

“La llevo.” Dije sonriéndole.

“Ya que estamos, por qué no te probas este short.” Dijo la vendedora.

“Eso no es un short, es un nano short. No gracias.” Dije.

“Probatelo, aunque no sea para darme el gusto. Vos te lo probas y te regalo un chocolatín.” Dijo riendo Sergio.

“Cerdo. Damelo que parece que hoy mi marido esta baboso.” Le dije a la chica.

“Sra. le queda espectacular. Tiene un cuerpo muy lindo.” Dijo la chica.

“Hace juego con la musculosa. Lo lleva.” Dijo él.

“Sergio, dejate de joder.”

“Lo lleva. Y si no lo quiere pagar, me cobras a mí.” Dijo mirándome fijamente a los ojos.

Finalmente lo compre, y cuando salimos iba contento con lo que me había hecho comprar. Me acompañó a otros locales, y como siempre las mujeres mirándolo, aunque ninguna le acercó un papelito. Cuando fuimos a la lencería el entro conmigo y miraba mientras yo elegía los conjuntos.

Fuimos a tomar un café y descansar para seguir por otros locales.

“Pato, ¿me contas que te pasa?” Preguntó.

“Nada Sergio, ¿por qué lo decís?”

“Hace quince años que estamos juntos. Esa mirada, esos gestos me dicen que algo pasa.”

“Una tontería mía. Olvidate.” Dije mirando para otro lado.

“No quiero olvidarme.”

“Pasa que siento que me estoy poniendo grande, y me aparecieron las inseguridades. Todas las mujeres se te tiran, se babosean con vos. No son celos porque veo como te actuas, se como sos, no desconfío de vos. Pero tengo inseguridades. Temo que un día te atraiga una, que…”

“¿Y vos no pensas que yo puedo sentir lo mismo? En todo este tiempo te olvidaste de verte al espejo y ver el cuerpazo que tenes, porque lo tuyo me parece que pasa por un tema corporal, estético. No me molesta en absoluto la forma en que vestís, pero me parece que verte tan seria hizo que te olvides que tenes un cuerpo hermoso, que muchas mujeres envidian. ¿Acaso no te das cuenta como te miran los hombres, incluso más jóvenes que nosotros?”

“No es lo mismo Sergio. No creo que me entiendas, sos hombre.”

El me miró y decidió no contestar para no discutir. Fuimos a dos locales y luego a casa. Almorzamos y me contó que los amigos de las motos se juntaban esa tarde.

“Andá tranquilo, me quedo en casa, sabes que no tengo drama.”

“Pato, primero quiero ver como te queda el nano short y la musculosa.” Dijo sonriendo.

“Esperá que me doy una ducha y te muestro.” Dije y en menos de quince minutos baje.

“Que fuerte que estas, por favor. Te pido algo más, ¿te maquillas?” Me dijo mordiéndose el labio inferior.

Le di el gusto, y me maquille de forma acorde a la ropa. Cuando bajé estaba con los dos cascos en la mano.

“Toma, vamos a pasear.” Dijo.

“Ni loca.” Le contesté seria.

“Patricia, no quise discutir en el shopping y no quiero hacerlo ahora. Pero no quiero que vivas insegura, eso nos va a terminar dañando como pareja. Entonces, por favor, subí a la moto.” Dijo muy serio. Nunca me llamaba Patricia, ni cuando hemos tenido algún roce por algo. Temí a que pasaría si no accedía.

“Vamos.” Dije.

Su moto es una tipo carrera y al abrazarlo por la cintura, mi culo quedaba expuesto. Aun con el casco puesto, sentía mis cachetes colorados por la vergüenza. Llegamos al bar donde se juntaban y estacionó junto a las motos de sus amigos.

“Pato, lo que veas o escuches, queda entre nosotros.” Dijo.

“Ok.”

Entramos y cuando nos vieron sus amigos, de los cuales yo conocía a varios y a sus mujeres, todos aplaudieron. Aparte de grupo de Sergio, unos 7, había otro de cuatro en otra mesa. Y unas 20 chicas en distintas mesas y la barra, muchas de las cuales estaban igual de provocativas que yo y otras mucho más.

“Che Sergio, ¿vos con una minita? Primera vez que te veo acompañado. ¿No tenes miedo que te pesque Patricia?” Dijo Juan, uno de los amigos de él que yo conocía y a su mujer.

“No, está tranquila en casa seguro mirando Netflix.” Dijo riendo y todos rieron.

“Presentala, es lo que corresponde.” Dijo otro que yo conocía.

“Muchachos, ella es Pato, una buena compañera de aventuras.”

Al rato algunas de las chicas se fueron acercando a la mesa, y luego de un par de cervezas subimos a las motos para salir a rutear. En todas las motos había chicas.

Anduvimos un par de horas y volvimos al bar. Sergio se sentó primero e hizo que me siente en una de sus piernas. Algunas de las otras chicas, hicieron lo mismo y me guiñaron un ojo cómplice que hizo que me ría por dentro. De pronto sentí que Sergio me acariciaba mi culo, sin que los demás lo noten. Lo miré seria.

“¿Si?” Me preguntó. De pronto me entraron a caer las fichas. Me giré un poco y le di un beso, que respondió y apretó mi cachete. Un rato después una de las chicas me hizo una seña y fuimos al baño.

“Flaca, aparte del físico que tenes, sí que debes coger lindo para levantarte a Sergio, es el único que siempre sale solo. La mayoría de las que estamos en la mesa tratamos de transarlo aunque sea por una tarde y el tipo es de acero. Nada lo mueve. Te felicito.”

“Gracias, en realidad él me levantó a mí en un shopping. Parece que le gustan las veteranas como yo.”

“Dale, veterana las pelotas. Mirate al espejo boluda.” Dijo.

“Guau, que lindo viniendo de una bomba como vos.”

De pronto me tomó de la nuca y me partió la boca de un beso mientras me tocaba una teta.

“Si te va, y conseguís que él quiera, armamos una fiesta las dos con él.” Dijo y volvió a la mesa sin esperar mi respuesta. Cuando reaccioné la seguí a la mesa.

Tomamos otra cerveza, algunos se fueron yendo con alguna compañía, otros con dos. Cuando subimos a la moto note que Sergio no iba para casa. Anduvimos un rato y entramos a un motel. Pidió una habitación y una botella de whisky y hielo.

Entramos a la habitación, me partió la boca de un beso y se tiró en la cama apoyando la espalda contra el respaldo. Yo me senté al lado de él y le dije:

“Entendí todo.” En ese momento, nos trajeron el whisky, el balde de hielo y los vasos. El los buscó y los puso en su mesa de luz, y continuó.

“Contame que entendiste.”

“Primero quiero agradecerte que tenes confianza en mí para llevarme sabiendo que iba a ver a amigos con otras mujeres. Y después entendí que tenes cientos de oportunidades de meterme los cuernos y no lo haces, aunque como esas chicas, se entreguen como vi. Hasta una de las chicas me contó en el baño que sos de acero, que ninguna te pudo levantar. Me trajiste para que viera la realidad, tu realidad. Y hacerme venir con esta ropa fue también para que me dé cuenta que estoy envejeciendo de mente, que tengo que disfrutar el cuerpo que tengo, estar orgullosa. Flor de lección me diste.”

“Me alegro que entendieras, fui duro, pero no encontré otra forma.” Dijo.

“Me lo merecía, quiero preguntarte algo, pero no quiero una respuesta obvia.”

“Pregunta y veremos si hay otra respuesta.”

“En realidad son dos: ¿Por qué nunca saliste con una de esas chicas?”

“Respuesta obvia porque te amo. Flaca yo te tengo a vos, no necesito coger otra mujer para ser feliz. Además que te amo, estas muy fuerte, hoy te diste cuenta.”

“Si. Y… ¿En la cama, también estoy poniéndome vieja?”

La cara de Sergio se transformó por un segundo, y logró cambiarla, pero el gesto lo vi y antes que diga nada le dije:

“Tranquilo que no me enojo, tu cara te vendió por un segundo. Y pensándolo bien no tendría que haberlo preguntado, solo haberme comparado hace 5 años y ahora, e iba a encontrar la respuesta. Soy una boluda. Me sentí insegura por unas pendejas pero no me daba cuenta que estaba yo misma fallando. ¿Me perdonas?”

“Algo de culpa tengo, tampoco te dije nada. Por suerte todo tiene remedio, como siempre charlando.”

“Te amo, sos lo más hermoso que me pasó en la vida.”

“Flaca, tomé la habitación hasta mañana al mediodía, y tenemos toda una botella de whisky.”

Sergio sirvió whisky, chocamos los vasos y el primero lo tomé de una. Me paré y como me dijo la chica me miré al espejo. Poco o nada tenía que envidiarles a ellas. Volví a la cama y le saque la ropa, me senté en sus piernas y tome su pija que ya estaba parándose. Le pedí otro whisky, y lo masturbaba lentamente.

“Te voy a coger como hace mucho que no lo hago. Ah, y franeleándome el culo en el bar ya me hiciste mojar toda, que vos me franelearas y que los hijos de puta de tus amigos me miraban las tetas sabiendo que no iban a poder hacer nada solo babease, me calentó mucho sentirme deseada de esa forma.”

Deje el vaso y le comencé a chupar la pija, la lamía desde la base, me la metía toda entre las tetas y lo masturbaba. Le bese todo el pecho, lo acaricie por completo, sin dejar de masturbarlo lentamente. El gemía y acariciaba la parte de mi cuerpo que alcanzaba.

Me pare en la cama, me saque el short, separé mis piernas y le mostré como me masturbaba metiéndome dos dedos. Estaba totalmente mojada, mis fluidos caían por mis piernas. Mientras chupaba mis dedos fui bajando hasta enterrarme su pija por completo en mi concha. Le pedí me alcance mi vaso y el balde de hielo. Metí la mano en el agua helada y fui mojando la musculosa blanca en la zona de mis tetas. Mis pezones, ya duros, por el frio, me dolían, la musculosa transparentaba todo.

Me sentía como hace años no me sentía, libre totalmente, entregada a ese hombre que tanto amo. Mientras me movía lentamente y tomaba whisky, le dije:

“Viste que fui con la chica al baño, me rompió la boca de un beso y me apretó una teta.” Dije mientras lo miraba a los ojos sin dejar de moverme.

“Epa, ¿y?”

“Nada, no reaccioné. Y me dijo que si te convenzo y yo tengo ganas le gustaría hacer armar una fiestita las dos con vos.”

“¿Y?”

“Salió del baño, sin esperar mi respuesta.”

“¿Encontraste respuesta?”

“Hijo de puta, te brillan los ojos.” Dije y de pronto mi calentura estaba a mil. Me empecé a mover rápido en círculos sobre su pija y gemía como desesperada. Estuve un rato y tuve un hermoso orgasmo. Me salí y puse mi culo a su alcance mientras chupaba su pija.

“Abrímelo como vos sabes, y tan bien haces.” Dije y el mojó un dedo en mi concha y con suavidad fue metiéndomelo en el culo. Cuando se movía bien, lo sacó, y ahora humedeció dos para meterlos lentamente. Yo chupaba su pija y deliraba de placer. Con su otra mano, metió dos dedos en mi concha y se puso a jugar con mi punto G. Me volví loca y me movía para lograr que esos dedos me entren hasta el fondo. Tuve un orgasmo más fuerte que el anterior y cuando me repuse, me pare, y lentamente puse saliva en mi orto mientras bajaba para metérmelo.

“Hace rato que no me lo coges, la extraño.” Dije de forma muy puta sin proponérmelo. Cuando la tuve toda adentro, suspiré de placer. Él trató de acariciar mis pechos pero no lo dejé.

“Quietito, por favor, dejame a mí.” Dije y me empecé a mover subiendo y bajando. Cada vez más excitada, me apretaba las tetas con las dos manos. Me saque la musculosa y le mostraba como pellizcaba mis pezones. Sergio gemía cada vez más fuerte.

“¿Te gusta lo caliente que estoy amor por vos?”

“Me volves loco.”

“¿Me das mi whisky?” Le pedí.

Me lo dio y tome un trago, metí dos dedos en el vaso y los lleve a mi concha.

“Voy a emborracharla de placer aún más de lo que está.” Dije y me metí los dedos. Le di el vaso, y con los dedos en la concha lo galopaba como loca mientras me apretaba las tetas.

“Quiero que me llenes la concha de leche.” Dije y me metí la pija en mi concha. El me tomo con fuerza de la cintura y bombeaba como loco, mientas yo gemía y me apretaba los pechos. Llegamos juntos y los dos con tremendos orgasmos. Me deje caer sobre su pecho y lo bese con todo mi amor y mi excitación. Nos quedamos así un rato, sin hablar.

Fui al baño y al volver nos sentamos en la cama.

“Que mina boluda que fui, por favor, cuanto hace que no te cojo así. Pensar que antes era normal.”

“Basta.” Dijo Sergio. No pude más que darle un beso por frenarme.

“No contestaste mi pregunta sobre si habías encontrado una respuesta.”

“Sergio, en mi vida se me pasó estar con una mujer y menos aún compartirte con una.”

“Esa no es una respuesta a la pregunta.”

“Guacho. Lo raro es que no tengo respuesta, o sea que no digo que no directamente. No te voy a negar que algo de picazón, intriga, dudas siento. ¿Y vos, estarías de acuerdo?”

“Me tienta la idea, las dos son una bombas, y tener dos mujeres así en la cama… Pero es algo que sobre todo vos tenes que pensar muy bien, sobre todo por qué lo queres hacer, de ninguna manera aceptaría hacerlo si me decís que por darme el gusto. Tenes que saber muy bien por qué, y si vas a querer poner algún tipo de límites.”

Eran las siete de la tarde cuando empezamos el “segundo round”. Esta vez fue el quien tomó la iniciativa. Y me hizo mierda, me acabó en el culo haciéndome tener un orgasmo gigante. Nos dormimos un par de horas y yo lo desperté chupándole la pija. La última vez fue un rato antes de irnos mientras nos duchábamos. Fuimos a casa, brindamos con champagne por una tarde-noche-madrugada-mañana genial, bestial, donde perdí totalmente la cuenta de cuantas veces lo hicimos. Nos dormimos y nos despertamos la mañana siguiente para que Sergio vaya a trabajar.

Durante la semana volvimos a ser los de antes, con toqueteos en cualquier momento y lugar de la casa, bromas, hacer el amor en cualquier lado.

Confieso que ese fin de semana me cambió totalmente mi mentalidad en lo sexual, y volví a ser la joven caliente que era.

Durante la semana fui meditando lo del trio. Entre nosotros no lo hablamos. Llegó el sábado y después de almorzar, le pregunté a Sergio:

“¿Hoy no se reúnen con las motos?”

“No, creo que la semana que viene.”

“¿Vamos al bar?” Le pregunté.

“¿Por qué?” Me preguntó él.

“Porque me intriga saber que voy a sentir al estar con otra, me calienta pensar en verte con otra mujer, me calienta que nos miren cogiendo.”

“Vamos.” Dijo y fuimos en el auto por las dudas la encontremos. Antes, me puse una remera sexy, y una minifalda bien corta.

Cuando entramos vimos que estaba en una mesa con otras chicas. Nos sentamos y pedimos una cerveza cada uno. Charlamos un rato, y ellas nos miraban mientras charlábamos. Me levanté y al ir para el baño, pase cerca de su mesa y le guiñe el ojo. Segundos después me siguió al baño. Cuando entro, fui yo la que le partió la boca y le metí directamente la mano sobre su tanga que casi estaba expuesta por la mini que llevaba. Ella reaccionó y me apretó las tetas, que eran más grandes que la de ella. Yo sentí que de inmediato me mojaba y ella igual. Cuando nos soltamos le dije:

“Hola, ¿todavía tenes ganas del trio con Sergio?”

“Claro que sí.”

“Soy Pato.” “Yo Brisa.” Contesto. La tomé de la mano sin pensarlo y así fuimos a la mesa con Sergio que contuvo su cara de sorpresa al vernos de la mano.

“Sergio, ¿Cómo estás?”

“Bien Brisa. Te dijo Pato por lo que veo.”

“Si, y me encanta la idea.”

“El tema es así, yo nunca estuve con una chica, así que me vas a tener que tener paciencia.”

“No hay drama, vas a ver que te enganchas enseguida. ¿Límites queres pones?” Me preguntó.

“Los límites son para romperlos, más en momentos de calentura. No.”

Pagamos y subimos al auto. Camino al motel Sergio le dijo:

“Escuchame, si no llega a funcionar o hay algo que no te va, no hay drama, cortamos y nos vamos. Pero si funciona como queremos, nosotros nos vamos a quedar hasta mañana al mediodía. Vos sentite libre de irte cuando quieras.” Ella dijo que estaba de acuerdo y le gustaba la idea.

Fue entrar a la habitación y comenzar a besarnos, acariciarnos y sacarnos la ropa con Brisa. Sergio no perdió tiempo y también se desnudó. Con Brisa, permanecimos paradas, acariciando todo nuestros cuerpos y chupando nuestras tetas. Sergio recibió el whisky y sirvió los vasos. Tomamos un poco y Brisa dijo:

“No tenes idea cuanto hace que quiero acostarme con vos. Y todas las chicas. Pato es la envidia de todas. No lo podíamos creer cuando llegaste con ella.”

“Por fin vas a poder sacarte las ganas, espero no defraudar tus expectativas.” Dijo Sergio.

“Estoy segura que no, sobre todo con esa hermosa pija que tenes.” Dijo Brisa se puso a chuparla mientras yo lo besaba y acariciaba. Momentos después Brisa me dijo:

“Vení Pato, vamos a darle una doble.” Y las dos nos pusimos a chuparlo, aunque por momentos aprovechamos para besarnos. Sergio se había quedado recostado sobre el espaldar y tomaba su whisky mientras lo chupábamos. Lo mirábamos y él sonreía.

“La verdad, espectacular tener a dos bombas como Uds. chupando tan rico.” Dijo.

Un rato después Brisa me dejó sola chupando, me puso en cuatro y me comenzó a chupar la concha que ya estaba empapada y mi orto. Yo gemía como loca y chupaba, hasta que me hizo tener un orgasmo, mi primer orgasmo bisexual. Yo le devolví la gentileza, con la diferencia que primero metí dos dedos en su concha mientras le chupaba el ano y le saque el primer orgasmo. Ella se quiso mover, pero le pedí seguir. Volví con mi boca a su concha y le metí un dedo en el culo. Fue que entre y ella tuvo un orgasmo. Seguí así hasta que tuvo otro.

“Cogelo.” Le dije a Brisa que de inmediato se sentó en su pija y comenzó a moverse. Yo le chupaba las tetas y la besaba.

“Mirá que pedazo de mina que te estas cogiendo hijo de puta. Lo peor es que me encanta ver como la coges, me calienta mucho.” Dije metiéndome dos dedos en la concha sin dejar de besar los pechos de Brisa que gemía como loca. Acerque un dedo a su ano y ella al sentirlo, separó aún más sus cachetas. Se lo metí mientras le besaba la espalda y apretaba un pezón.

“Guacha, no te creo eso que nunca estuviste con una mujer.” Dijo Brisa. Al rato, Sergio la hizo acostar, puso las piernas en sus hombros y la empezó a coger con fuerza, yo me tire sobre sus pechos y a acariciar su clítoris. Brisa gritaba de placer. Ambos no nos deteníamos, ella gemía y gritaba mientras apretaba las sabanas de la cama. Cuando vi eso, hice que las soltara y lleve sus manos a la espalda de Sergio.

“Basta, no doy más de tantos orgasmos que tengo.” Pidió Brisa y Sergio embistió con todo, se quedó quieto y ella muda, su cuerpo temblaba con todo y sus uñas se clavaban en la espalda de Sergio. Cuando Brisa se relajó, Sergio llevó su pija a la boca de Brisa que comenzó a chupar. Él se masturbó un poco y acabó en su cara y su boca. Brisa tragó todo lo que pudo.

Sergio se paró, me tomo de la cabeza y me metió la pija en la boca. Me puse a chupar y lamer. Su pija no se aflojaba, por lo que aumente la chupada. Mi hombre no me quería dejar insatisfecha en el primer encuentro. Un gesto que debía agradecer. Brisa se recuperó y me besaba los pechos y acariciaba mi concha.

Nos puso en 69 con mis piernas colgando de la cama, yo arriba. Brisa se hacía un festín chupando. Sergio me la metió hasta el fondo de la concha. Yo chupaba el clítoris de Brisa y jugaba con dos dedos en su concha. Estuvimos un rato largo así, hasta que sentí que Sergio escupía mi orto y me metía un dedo, mientras con la otra mano tiraba mi cabeza para atrás.

“Estas muy puta Pato, parece que te gusta el trio.” Dijo él.

“Me vuelve loca. Sigan.” Dije.

El metió su segundo dedo e hizo que Brisa separe mis cachetes. Apoyo su pija y la fue metiendo. Brisa que miraba todo de cerca me dijo:

“Hija de puta, no te podes comer semejante pija por el culo. Eso merece tratamiento especial.”

“Espera y vas a ver lo que hace este tipo.” Dije muy caliente.

Sergio me tomó de la cintura y me empezó a dar con todo, entraba y salía con fuerza, golpeando mis cachetes con su cuerpo. Brisa metió tres dedos en mi concha y chupaba el clítoris o lo mordía suavemente. Me fueron llevando a la locura total. Voltee para mirarlo a Sergio y estaba como loco, me encantaba verlo así. Supe que en cualquier momento se vendría. Y así fue. Me la enterró hasta el fondo y tuve un orgasmo gigante por los dos lados. Sergio la sacó y Brisa la comenzó a chupar, la limpió y luego me limpió el otro.

Él se sentó y nosotras nos quedamos acostadas. Sirvió whisky y nos sentamos a tomar.

“Flaca, sos un infierno en la cama. Con razón está con vos. No conozco muchas minas que se banquen lo que vos.” Dijo Brisa.

“Vos no te quedas atrás nena.”

Sergio nos miraba sonriendo. Casi sin querer, con Brisa comenzamos a tocarnos, luego a besarnos y acariciarnos.

“Subite y dame esa conchita para chupar.” Dijo Brisa mientras se acostaba. Me puse sobre ella y ella me comenzó a chupar, no mucho después empecé a tener orgasmos. Ella seguía y yo me apretaba los pechos sin parar, de pronto metió dos dedos en mi concha y jugando con mi punto G me sacó otro orgasmo. Fui yo la que se acostó y le chupé la concha sacándole varios orgasmos.

Se corrió y me indicó como ponernos para que nuestros sexos se rocen. Nos empezamos a mover mientras nos besábamos. Lo mire a Sergio y estaba fascinado.

“¿Te gusta como nos estamos dando tus dos putas?” Dijo Brisa.

“Espectacular, dos diosas.” Contestó. Estuvimos un rato hasta que las dos acabamos al mismo tiempo besándonos. Caímos rendidas.

Tomamos unos tragos de whisky y Sergio estaba pensativo.

“¿Qué pasa?” Le pregunté.

“No se Uds., pero entre que necesito un descanso y tengo hambre… Brisa, vos queres seguir?”

“Me van a tener que echar, además, si Pato me deja, me gustaría intentar meterme esa pija en el culo.”

“Yo también tengo hambre, de comida y de sexo.” Dije.

“Vistanse y vamos.”

Llevamos la botella de whisky y fuimos para casa. El auto era un completo olor a sexo. Hasta ese aroma nos excitaba.

Brisa miraba extrañada. Llegamos a casa y entramos. Brisa miraba todo y se quedó viendo nuestra foto de casamiento.

“Pato, ¿Vos sos la mujer de Sergio?”

“Si, Brisa, soy la mujer.”

“Esa sí que no la esperaba.”

“Te cuento rápido: el sábado pasado estábamos comprando y todas las minas se le tiraban a Sergio, yo me empecé a sentir insegura. Sentía que cualquiera de esas chicas podía sacármelo. Sin saberlo, Sergio me hizo comprar la musculosa y el micro short que me viste la semana pasada, para usarlo en casa. Seguimos comprando y otras minas tirándosele, una hasta le puso un papel en el bolsillo que debe haber sido el teléfono que el tiró de inmediato. Me puse mal y él se dio cuenta. Hablamos en el shopping, pero él no quiso discutir. Vinimos a casa, me pidió que me ponga la ropa, que me maquille y me conminó a ir al bar, jurándole que no iba a decir nada de lo que escuchase o viese. A varios de la mesa los conozco y a sus esposas. Yo las miraba a Uds., y pensaba, después salimos a rodar y cuando volvimos viste que me sentó en su pierna, bueno era para tocarme el culo. Después con vos en el baño y nos fuimos al motel.

Ahí hablamos de nuevo, me di cuenta que me estaba haciendo vieja mentalmente, que ya no era la misma en la cama, sin una razón para el cambio, y él que no dijo nada. Volví a ser yo y estuvimos cogiendo, literalmente hasta el domingo al mediodía.”

“Pato, menos mal que te diste cuenta. Y yo sin saber nada, diciéndote que nunca había arrancado con nadie, que justo. Sos una gran mina, y tenes al hombre que te mereces.”

“Gracias Brisa. Y lo de hoy fue porque nunca lo habíamos pensado, yo menos estar con otra mujer y mucho menos compartir a Sergio. El beso que me diste me hizo cosquillas y le dije a Sergio de probar. Y aquí estamos.”

“¿Por qué no se dan una ducha, mientras preparo un par de pizzas?” Dijo Sergio.

Fuimos a nuestra habitación y nos duchamos juntas, nos estábamos secando y Brisa me miró seria y me dijo:

“Pato, no sé si una amiga tuya sabrá todo lo que me contaste. Pero siento la necesidad de decirte que tenes una cabeza tremenda para poder recapacitar, aceptar haber entrado en la rutina, eso solo hacen la gente que piensa. Y olvidate de sentirte insegura. En la cama sos la más puta de las putas para tu hombre. Con eso y teniendo su estómago contento, no te lo saca nadie.”

“Gracias Brisa. Y si tenes ganas, podemos ser amigas. Solo te pido que no cuentes nuestros secretos.”

“Encantada de ser tu amiga. Y quédate tranquila, que no pienso hablar.”

Sergio entro a la habitación con las pizzas y yo fui por la bebida. Cenamos y Brisa nos contó que tenía 26 años, recién recibida de abogada, que había empezado a trabajar, que no tenía pareja y otras cosas. Al rato dije:

“Brisa, ¿Queres intentarlo? Te lo presto un rato para vos sola.”

“Con intentarlo no pierdo nada. Pero tengo miedito.” Dijo.

“Vos dejate llevar por él, y cuando te sientas segura, si queres verdaderamente gozar, volvelo loco.”

Se empezaron a besar y acariciar, Briza le chupaba la pija con maestría, mientras lo miraba a los ojos. Cuando la tuvo bien parada, él la puso en cuatro y comenzó a chupar su concha, Brisa gemía como loca. Él se dedicaba al clítoris mientras le sacaba orgasmos al punto G. Sin sacar sus dedos de la concha, comenzó a meter su lengua en el orto de ella que comenzó a abrirse solo.

“Hijo de puta, no podes chupar tan bien.” Dijo Brisa.

Cuando Sergio le llenó el orto de saliva, fue metiendo un dedo despacio. Ella sola se movía lentamente para metérselo por completo. Cuando lo logro, se quedó quieta y lo dejo hacer a Sergio, que rápidamente fue dilatándolo, y metiendo el segundo dedo. Brisa gemía de placer y me miraba sonriendo, y sin emitir sonido me decía que era un hijo de puta. Él se paró apoyo la pija en el ano, escupió una vez más y fue metiéndola de a poco. Ella respiraba profundo y ayudaba empujándose hacia Sergio. En poco tiempo sintió el cuerpo de él contra sus cachetes.

Sergio empezó a entrar y salir y ella a gemir cada vez más fuerte. De pronto se quedó quieta y nos dijo: “Mi primer orgasmo anal. Seguí por favor te pido.” Él aumentaba la velocidad y ella los gemidos.

“Destrozame el culo.”

Sergio se quedó quieto y le dio un chirlo en cada cachete y le dijo: “Putita, vos te lo vas a destrozar, movete!!”

Fue como si hubieran puesto un hierro candente en su espalda. Se movía con todo, apoyo su cabeza en las sabanas y se abría el culo a más no poder. Vi la cara de Sergio y supe lo que venía. La tomo con fuerza de los pelos, ella se arqueó y mientras le daba chirlos en los cachetes bombeaba con todo, el ruido de los cuerpos golpeando impresionaba.

“Mirame Brisa.” Le ordenó. Ella giró la cabeza y al ver su cara le comenzó a temblar el cuerpo, el no dejaba de golpearla suavemente, hasta que la sujetó firmemente y la enterró con todo en el culo. Acabó adentro y ella parecía convulsionar. Él se tiró en la cama. Brisa se recuperó, y lo besó suavemente en la boca.

“Pato, vos perdes a este tipo, y primero te cago a patadas, y después te lo robo.” Dijo riendo.

“Olvidate, nunca lo voy a perder.”

Tomamos un vino y nos acostamos a dormir. Esa noche lo hicimos varias veces, en trio o de a dos. Mientras con Brisa preparábamos el desayuno, él nos metió dedo a las dos juntas en la cocina, tanto en la concha como en el culo. Las dos nos corrimos juntas besándonos e insultándolo.

Brisa se fue, intercambiamos teléfonos y con Sergio nos fuimos a dormir de nuevo.

Debo confesar que luego de tres años de estas experiencias, me siento una mujer mucho más plena. Con Brisa y Sergio nos juntamos cada quince días, aunque desde hace dos años esta de novia. Somos intimas amigas, nos contamos todo.

Con Sergio, somos el matrimonio más feliz del mundo. Aprendimos a hablar a tiempo, y sexualmente somos híper felices.

Compartir relato
Autor

Comparte y síguenos en redes

Populares

Novedades

Comentarios

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Los comentarios que contengan palabras que puedan ofender a otros, serán eliminados automáticamente.
También serán eliminados los comentarios con datos personales: enlaces a páginas o sitios web, correos electrónicos, números de teléfono, WhatsApp, direcciones, etc. Este tipo de datos puede ser utilizado para perjudicar a terceros.