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Me desvirgó mi hermano
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Tiempo de lectura: 7 minutos

A mi hermanastro Fernando, lo conozco desde hace 11 años. Yo tenía 8 años cuando nuestros padres se casaron. Fernando ya tenía 14 años. Desde el primer día se comportó de primera, en el colegio, en el club. Cuando tenía problemas con alguna materia, él estaba para ayudarme. Cuando tuve mi primer período, el primero que lo supo fue él, me compro mis primeras toallitas.

Nunca me voy a olvidar, cuando tenía 15 años, una tarde a la salida a la salida del colegio me encontró en una plaza, y un chico de otro año abrazándome. Él ya tenía 21 años, entrenaba todos los días, medía 1,90, jugaba al básquet y estudiaba en la Facu. Lo tomó por los hombros, lo levantó, y lo puso cara con cara. Yo a los gritos, pidiéndole que lo suelte, que no me hacía nada. Le advirtió que si me tocaba un pelo, le rompía la cara. Se corrió la voz y ningún chico quería salir por miedo a él.

Cuando se ponía a salir con una chica, le hacía la vida imposible. Si la traía a casa, me burlaba a sus espaldas, y luego le decía cantidad de defectos. Hace dos años se fue a vivir solo. Pero todos los días me llamaba, me controlaba. Yo pasaba una o dos veces por semana. Le había contado que estaba saliendo con un chico, que me gustaba mucho.

Hoy tengo 19 años, él 25. El otro día en el club, escuché a dos chicas hablando de él. Una la conocía, había sido novia durante un año. Solo tenía palabras de elogio. Se arrepentía de haber cortado por una chiquilinada suya, haciéndole una escena de celos. Al día siguiente, tomé valor y lo llamé.

“Hora Fefo.”

“Pende, ¿cómo estás? ¿Pasa algo?”

“Nooo, solo quería saber como estas.”

“Pendeja, soy Fefo, tu hermano.”

“¿Puedo ir a cenar con vos, o vas a estar con el Tero?”

“Iba a venir, pero no te preocupes, hablo con ella y cenamos solos. Te espero temprano.”

A las 7 de la tarde estaba entrando a su departamento. Él ya tenía el mate listo en la cocina. Era una costumbre que cuando teníamos que hablar algo importante, sobre todo para mí, tomábamos mate.

“Dale, sentate que ya tengo el mate listo. Te escucho.” Dijo.

“No sé por dónde empezar. Vos sabes que soy virgen. Y lo soy porque nunca me sentí lo suficientemente segura para dar ese paso. Vos me enseñaste que hay que hacer las cosas cuando uno realmente está seguro. Bueno, vos viste que hace 6 meses estoy saliendo con Guillermo. La verdad es que estamos muy bien, creo que lo amo, nunca había sentido lo que siento por él, por otro chico. Él es súper respetuoso, vos lo conoces, nunca pasamos de unas caricias en mis tetas, o una mano en la cola bailando. Ni siquiera… nada, vos me entendés.”

“Totalmente. Y ahora tenés ganas de acostarte con Guillermo.”

“No tan así. Pero si te reconozco que cada vez me excito más con los besos y las caricias. Sé que en algún momento va a llegar la situación.”

“Me parece lógico, y nadie tiene más autoridad sobre su cuerpo que vos misma. Solo acordate todo lo que hablaste con tu ginecóloga, sus recomendaciones sobre como cuidarte.”

“Sos un dulce. Pero vine a hablar con vos por otra cosa, en parte algo que me dijo la ginecóloga. Necesito tu ayuda.”

“Decime.”

“El otro día en el club escuché como Nina, tu ex, charlaba con otra chica. Le contaba lo genial que sos, lo arrepentida que esta de haber actuado como chiquilina, y que siempre fuiste muy tierno, muy dulce con ella. Que fue con vos que perdió la virginidad, contaba como la cuidaste, lo suave que fuiste, que contra lo que todas las amigas le habían dicho, ella casi no tuvo dolor e incluso que esa primera vez gozó.”

“¿Entonces?” me preguntó dejando el mate en la mesa y poniéndose serio.

“Entonces quiero que seas vos quien me desflore, me haga perder la virginidad.”

“Silvia, me parece que no estás bien. Te estas olvidando que soy tu hermano mayor.”

“No me olvido que no somos hermanos, vos tenés tus padres y yo tengo los míos.”

“Si, pero desde que nos dijeron que íbamos a vivir juntos, te consideré mi hermana, es lo que me importa.”

“Fefo no quiero que te enojes, ni que pienses que no te considero mi hermano. Al contrario, en mi vida siempre fuiste más importante que mi verdadero padre. Vos estuviste siempre, pero siempre. Por eso te pido esto. Porque sé que me vas a cuidar, Guillermo no tiene experiencia, podemos pasar un mal momento, incluso lastimarme como me dijo la ginecóloga. Y no quiero eso.” Dije.

“Silvia, no te veo como mujer, te veo como mi hermanita. Hasta dudo que pueda hacerlo, desde lo físico.”

“Vos siempre cuando hablábamos de sexo me decías que hay que diferenciar entre sexo por placer y sexo haciendo el amor. Y eso me quedó muy claro. Desde mi punto de vista, lo que te pido es solamente que rompas una barrera física, para mí voy a ser virgen hasta que me entregue al hombre que ame, que puede ser Guillermo u otro. Mamá me contó que cuando se acostó por primera vez con tu viejo, sintió hasta los mismos dolores que la primera vez. Ella se sentía virgen ante él.”

“No sé que decirte, es la realidad. Como te dije, no te veo como mujer. Y entiendo tus argumentos, y los respeto. Te pido que me dejes pensar un poco. No mucho, solo 10 o 15 años.”

“Fefo!!!”

“En serio, dame unos días.”

Cenamos, charlamos de su novia, el Tero como yo le digo, de lo poco que le falta para recibirse, hasta de cuál fue la novia con la que mejor se llevaba en la cama.

Cuando me iba, me abracé a él. Yo mido un metro setenta, y apenas le llego a la barbilla. Apoye mi cabeza en su pecho, como desde chica lo hacía, y él me abrazó fuerte.”

El sábado siguiente, vino a cenar a casa de los viejos. Charlábamos como si nada hubiéramos hablado. En la cena me preguntó si iba a ir a bailar esa noche. Me sorprendió su pregunta:

“No sé, le tengo que preguntar a las chicas.” Dije.

“Fijate, si querés, cuando me voy te llevo.” Dijo mirándome a los ojos.

Después de cenar, mientras tomaba un café con los viejos, me fui a mi cuarto. Al rato bajé y le dije:

“Si Fefo, vamos a bailar, ¿me llevas?”

“Dale, pero un día te va a enganchar Guillermo.”

“Ma, si llama Guille, ¿le decís que estos descompuesta?”

“Silvia…”

Salimos de casa y subimos a su auto.

“Pende, ¿seguís pensando lo mismo?”

“Si Fefo.”

Fuimos a su departamento, nos sentamos en el living.

“¿Nerviosa?”

“Me tiembla todo, para que te voy a negar.”

Fefo se paró, sirvió un par de vasos de whisky y me acercó uno.

“Nunca tomé whisky Fefo.”

“Entonces toma despacio.”

“¿Te masturbas?”

“Fefo!!! Dije y él no dijo nada. “Si.”

“¿Conoces tu cuerpo? Clítoris, punto G”

“Si, claro.”

“¿Alguna vez chupaste una pija?”

“Fefo!!! ¿Cómo me vas a preguntar eso?” dije y él me miró sonriendo. “No Fefo, nunca, solo vi videos porno”

“Pero tuviste una en la mano, masturbaste a un chico.”

“No tampoco.”

Yo sentía que me subían los calores.

“¿Alguna vez te metieron mano en la vagina, un dedito en el culo?”

“Fefo, por favor. Guillermo una vez que yo estaba con una mini, me acarició por encima de la tanga.”

“¿Y?”

“Me gustó, me moje y yo le acaricie la pija sobre el pantalón”

“Y te quedaste con las ganas”

“SI, digo un poco.” Fefo me miró levantando las cejas. “Si, y mucho.”

“Uf, tengo unos calores con este whisky.” Dije.

Fernando se sentó a mi lado y me pasó el brazo por mis hombros y me atrajo hacia su pecho.

Mi corazón latía a 1.000. Fefo empezó acariciando mi espalda suavemente. Por momentos se me ponía la piel de gallina. Lo miré a los ojos, y empecé a acariciar su pecho cubierto de vellos. Aprovechando lo largo de sus brazos, apoyo su mano en un pecho y lo aplastaba suavemente. Ahora lo apretaba suavemente, comenzaba a sentir como mi excitación subía. Él tomó mi mano y la apoyo en su pija. Sentí un escalofrío al notar su tamaño, claramente era más grande que la de Guillermo. Movía la mano de suavemente, sintiendo como iba aumentando su tamaño.

De pronto me sentó sobre ingle, levantándome la mini. Sin darme cuenta, fui moviéndome lentamente raspando mi tanga contra su pantalón. Él puso mis brazos alrededor se su cuello, desprendió mi camisa y comenzó a besar mis pechos. Yo respiraba acelerado, me desabrocho el corpiño, y me lo sacó junto con mi camisa. Como una tonta traté de taparme, el con mucho cuidado hizo que vuelva a pasar mis brazos por su cuello. Mordía mis pezones suavemente y succionaba despacio, mientras sus manos apretaban mi culo.

Fefo trabó mis piernas con sus brazos, y fuimos a su cuarto. Me puso en la cama, me sacó la mini, y con su boca fue bajando por mi estómago dándome pequeños besos. Cuando apoyo su boca en mi clítoris, sentí el primer orgasmo que me sacaba un hombre. Era totalmente distinto a todos los que había tenido masturbándome. Él me quitó la tanga y comenzó a besarme y jugar con su lengua en mi vagina, mi excitación aumentaba cuando yo pensaba que ya no podía aumentar, me separaba los labios e introducía su lengua lo más que podía. Yo trataba de reprimir los gemidos pero él me dijo:

“Disfruta, no reprimas lo que sentís.”

Cuando lo escuche, me liberé, gemía con todo, apretaba su cabeza contra mí. Me levantó las piernas y las puso sobre mis pechos, su lengua fue bajando hasta llegar a mi ano. Sentir su lengua me sobresaltó, le iba a decir que no pero confié en él. Sus dedos jugaban con mi clítoris y suavemente entraban en mi vagina mientras su lengua intentaba entrar en mi ano.

A esta altura yo deliraba de placer. Él se sacó el pantalón y el bóxer. El tamaño de su pija me sorprendió y asustó. Traté de mantenerme calma. El volvió a jugar con mi ano con su boca. Sentía que sus dedos entraban y salían de mi vagina, fue subiendo lentamente, sin sacar los dedos, y cuando llegó a mi clítoris, lo mordía lentamente y jugaba con su lengua mientras lo apretaba. Estaba haciéndome esto, cuando uno de sus dedos comenzó a entrar en mi ano, a la par del que tenía en mi vagina. Otro orgasmo me sobresaltó totalmente, no lo esperaba.

De pronto me di cuenta que estaba totalmente a su merced: su boca en mi clítoris, sus dedos entrando y saliendo de mi vagina y mi ano, y su mano libre apretando fuerte un pecho. El desgraciado se puso frente a mí, saco sus dedos, llevó sus manos a mis pechos y comenzó a apretarlos y besarlos. Sentí que su pija se abría paso entre mis labios vaginales, pero al mirar su rostro, pude ver como pasaba su lengua por sus labios, y mirada estaba clavada en la mía, sus manos atenazaban mis pechos provocando algo de dolor, su pija entraba y salía lentamente de mi concha.

“Otro orgasmo me estremeció, cerré los ojos y pude sentir como sus bombeos aumentaban la velocidad y el ritmo. Abrí los ojos y me miraba con una sonrisa increíble, se acercó a mi oído y me dijo:

“¿Dolió?”. Yo lo miré extrañada, no sabía de qué hablaba. Se sonrió más y de nuevo en mi oído me dijo:

“La tenés adentro.” Y fue en ese momento que me di cuenta que era así. No lo podía creer, no había sentido nada de dolor. Él se movía suavemente, podía sentir como su pija hacía tope en el fondo de mi concha.

De pronto, nuevamente atenazó mi cuerpo con sus brazos y me levantó sin dejar de penetrarme. Con cuidado se fue recostando y yo quedé sentada con su pija dentro de mí. Torpemente comencé a subir y bajar, Fefo guio mi mano a mi clítoris e hizo que me lo acaricie. Ahora era yo la que me excitaba el clítoris, el solamente apretaba mis pechos. Nuevos orgasmos me fueron agotando.

“Fefo, no doy más.” Me hizo acostar nuevamente boca arriba y fue cuando pude ver en su pija rastros de sangre. Él se puso de rodillas a un costado mío y se masturbó hasta acabar. Su leche baño mi pecho, y sin que él diga nada, casi por “instinto”, comencé a chuparla y lamerla toda hasta dejarla bien limpia. Cuando terminé se tiró a mi lado.

“¿Querés otro whisky?” me dijo.

“Dale.”

Cuando volvió le pregunté como podía ser que no hubiera sentido dolor. Él se rio y me mostró sus dedos moviéndolos.

“Cuando te besaba el ano, jugaba con mis dedos, acostumbrándote a sentir algo en tu vagina, y de paso ir aflojando el himen, cuando te metí el dedo en el culo, forcé un poco más. Después solo fue seguir distrayéndote y moverme con suavidad.”

“Sos un maestro, no sentí nada y como dijo Nina, gocé.”

“Pendeja, acá terminó todo. Ahora te vas a bañar, y te pones ropa interior.”

“Es un asco como la moje.”

“En el baño hay una bolsa, es un conjunto que te compré porque me imaginaba que lo ibas a necesitar.”

“Estás en todo.”

Me di una ducha, el también y le mande un mensaje a mi madre diciéndole que había quedado con Fefo que después de bailar, iba a su departamento para no andar a esa hora en la calle, que me esperen para almorzar.

Fefo se acostó, yo a su lado.

“Pendeja, consejo. Tenés mucha sensibilidad en el cuerpo, aprende a gozar, pero siempre hacete respetar. Que tu hombre tenga bien en claro que para él y solo para él, vos poder ser la más puta de las mujeres. Pero solo con el hombre que te valore, te cuide y te respete.”

“Lo tomo porque por algo lo decís. Gracias Fefo. Te adoro hermano.”

“Dormite.”

“Ah, ¿puedo traerte una amiga que quiere debutar, no tiene novio, pero anda muy caliente por tener sexo?”

“Ojo, que eso tiene otro precio. Dormite.”

Un par de semanas después, fui a su departamento.

“Hola Fefo.”

“Pendeja.”

“Gracias hermano, fue todo genial, Guillermo me cuidó tanto como vos. Ahora sí que perdí la virginidad.”

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