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El casamiento
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Luego de mi separación de Fernando, y del fin (definitivo?) de mi historia con Oscar, estuve solo durante un tiempo. Me sirvió mucho para parar la pelota, repensar mi vida, y estar en paz.

Pasaba mis semanas dedicado a full a mi trabajo, con muchos proyectos, e intentando no mezclarme con nadie con quien no estuviera totalmente enganchado.

En medio de ese estado, me llegó la invitación al casamiento de un amigo de mi infancia. Fede se casaba con una chica súper macanuda en Tandil, y si bien no conocía a nadie más que a los novios, decidí ir y despejarme.

El casamiento se desarrollaría un sábado por la noche, así que hice los preparativos y saqué boleto de colectivo ya que manejar tanto en soledad me tenía intranquilo.

Llegué por la mañana, me alojé en un hotel que previamente había reservado, dormí la siesta y me pedí un remise hasta el salón.

A mi amigo le había ido muy bien, económicamente no tenía problemas, así que alquiló un lugar hermoso, decorado con mucho gusto, y no ahorró en tragos, comida y espectáculos.

La ceremonia previa estuvo muy buena, y si bien no hablaba más que alguna palabra aislada con alguno que otro, de a poco fui entrando más en confianza y pasando un lindo momento. Los novios hicieron su entrada, a pura música y el baile comenzó.

Fede estaba súper contento de verme, me presentó un montón de gente y comencé a hacer buenas migas con algunos.

Me tocó sentarme en la mesa con tres parejas y otros dos muchachos, todos resultaron ser muy agradables, y entre comida y baile el casorio fue todo un éxito.

En una de las tandas de baile, me encontré cambiando alguna que otra mirada con un muchacho, más joven que yo (de aproximadamente 25 años), que no era demasiado agraciado (sobre todo por su físico, tenía un principio de obesidad) pero que tenía una forma de bailar muy graciosa. Toda la gente lo envalentonaba, y él, a sabiendas de su gracia, no se hacía rogar y seguía con sus movimientos algo aparatosos. Cuando terminó esa tanda de baile, me fijé donde se iba a sentar y comprobé que no tenía pareja presente. Si bien estábamos algo lejos entre nuestras mesas, me di cuenta que estiraba el cuello para localizarme.

Luego del vals, una nueva tanda de baile, y ahí, ya los dos algo más entonados, nos encontramos cerca bailando. Para mi placer pude ver que cuando me di vuelta de repente, lo encontré mirándome la cola en dos ocasiones sin mucho disimulo. Decidí jugar con él, y mirándolo fijo, dirigí mis ojos a su entrepierna para saber más sobre sus posibles gustos. Así continuamos durante ese lapso, y luego todos a ver los videos clásicos de fotos, en el cual me emocioné mucho al ver que Fede ponía varías fotos donde nos encontramos en la infancia en diversas situaciones.

Luego la mesa de dulces, y antes del carnaval carioca fui al baño a orinar, ya que tanta cerveza estaba haciendo mi vejiga poco tolerante. Mientras me encontraba en los mingitorios, vi que entraba Hernán (así se llamaba).

Se colocó en el mingitorio de al lado, y tras una sonrisa mía, decidió iniciar la charla:

– Hola, por qué te reís?

– Hola, no no, por nada

– Soy Hernán

– Yo Nicolás

– Sos conocido de Fede o de Lucrecia?

– De Fede, amigo de la infancia. Vos?

– Primo segundo de Lu

– Ahh. Mira vos

Terminamos de orinar, y mientras yo me iba a lavarme las manos, vi como Hernán se alejaba del mingitorio con el pene en la mano, haciendo que le costaba meterlo en el pantalón, y dando una muestra clara que lo quería enseñar. Yo sin ser tan obvio, miré de reojo, y si bien mi visión no fue muy buena, me pareció ver un pene de tamaño normal, pero sin ningún pelo.

– De donde sos Nico?- Preguntó mientras por fin ponía su pene en el pantalón

– De Capital. Vos?

– De acá, de Tandil

– Ah mira. Linda ciudad

– Si, aunque más lindo son otras cosas

– Como?

– Viniste solo?

– Si, solo

– Tenés pareja? Alguna chica… o chico?

– Jaja. Soltero

– Ahhh, pero…

– Volvamos que empieza el carnaval carioca

– no no para…

– Que?

Se acercó a mi, quedando muy cerca, y mirándome a los ojos (es mucho más bajo que yo, mide 164 cm), me pregunta:

– Perdón pero… sos gay?

– Si Hernán, igual que vos- Y dándome media vuelta volví a la pista, donde la música ya empezaba nuevamente.

El carnaval carioca como siempre fue muy divertido, agregado el alcohol que todos teníamos encima. Yo ya había hecho varios conocidos por lo cual hablaba mucho con todos, me reía a carcajadas, mientras en varias oportunidades relojeaba a Hernán, que me miraba serio, y me seguía con la mirada para todos lados.

Apareció el clásico "trencito", y entre risas me prendí. Seguía la interminable fila que se arma, entre una chica adelante y una señora atrás. En ese momento aparece Hernán, y diciendo "permiso" se interpone entre la señora y yo, quedando él atrás mío. Ni lerdo ni perezoso me agarró bastante más abajo que la cintura, y si bien el trencito te iba desintegrando, el continuaba tocándome la cola al parecer sin importarle si la gente miraba u opinaba. A mi esa situación me encendió mucho, ya que ser visto así por la gente daba morbo, sumado al deseo y desparpajo de Hernán y mi poca actividad sexual el último tiempo.

Terminaba la fiesta, quedábamos ya pocos (siempre me gusta irme entre los últimos) y luego de despedirme de los novios encaré la salida, con el objetivo de buscar o un remise o alguien que me alcance al hotel.

Cuando parecía haber perdido el rastro de Hernán, apareció en la vereda.

– Nico! Querés que te alcance?

– No, dejá, me tomo un remise

– Pero no vas a encontrar. Todos se toman y ya no hay, yo te llevo

– Eeeh, bueno

Nos subimos a su auto, un Peugeot 205, y nos dirigimos al hotel.

– Estuvo lindo, no? – Dije, para decir algo

– Lindo sos vos Nico…

– Gracias!

– Este es el momento donde decís "vos también sos lindo Hernan!" Jaja

– jajajaja

– Te parezco feo?

– No! Por?

– Mirá Nico, yo sé que no soy lindo, estoy excedido de peso y soy bajito, y de cara tampoco soy muy lindo pero si pudiera estar con vos sería tocar el cielo con las manos, sos alto, lindo, tenés una cola hermosa…

En ese momento, con una mezcla de ternura, otra de calentura, y alguna otra de alcohol, me saqué el cinturón de seguridad y me deslicé por el asiento mientras metía mi mano en su entrepierna y le sacaba la pija. Comencé a chuparle el pene en medio de su manejo.

– Ahhh, no lo puedo creer!!

Enseguida logré que se pare su pene, y continué succionando.

Estacionó el auto mientras me agarraba de la nuca:

– Ayyy ahhh siii, chúpala toda bebe, toda!!

– Te mereces esto papi…

– Ahhh acabo

Continué chupándosela y recibí una descarga de semen en mi boca. Continué hasta que no quedaba más, abrí la puerta del auto y escupí el semen.

– Te gustó nene?

– Me volviste loco – dijo, entre jadeos

– Bueno, ahora si déjame que mañana me vuelvo a Capital.

– No me dejas entrar con vos al Hotel?

– Para qué?

– Quiero disfrutarte más… y que me disfrutes

– No nene, no tenemos forros y yo sin preservativo no cojo.

– Vamos a la farmacia

– Estás loco? Acá te conocen todos! Saben que sos gay?

– No me importa si saben o no, que miren la cola que me voy a garchar!

Me reí y fuimos hasta una farmacia que encontramos a una cuadra. Se bajó, compró y volvió al auto, sin que el farmacéutico le dé mucha bola.

Manejó al hotel, nos bajamos y ahí si el empleado del hotel tomó buena nota tanto de Hernán como mía, teniendo para comentar luego sobre la pareja gay que había entrado a la madrugada.

Entramos en la habitación y de inmediato Hernán me empezó a besar. Con mucha felicidad comprobé luego de manosear que estaba con la pija muy parada nuevamente (benditos 25 años).

Ahí la pude observar bien, tamaño normal, curvada hacia la derecha, un glande muy grande y completamente depilada. Dos lindos testículos bien firmes, también depilados.

Me puse de rodillas y volví a mamarlo:

– No lo puedo creer Nico, no lo puedo creer!!! Ahh

– Disfrutalo nene- le decía mientras le pasaba la lengua y lo miraba a los ojos.

Lo succioné durante breves 5 minutos, y luego, decidió ir a fondo:

– Te la quiero poner Nico… quiero esa cola…

– Toda tuya nene…

Me llevó a la cama, me puso en 4 patas, se colocó atrás mío y comenzó a chuparme la cola. Me puso vaselina (que había comprado en la farmacia) mientras me metía un dedo, haciendo movimientos de adentro y afuera, luego un segundo dedo, ante el cual emití un gemido profundo.

– Aaayyy

– Ufff, cómo gemis Nico!!!

Continuó metiéndome los dos dedos, hasta que su metesaca era ya insuficiente.

Se colocó atrás mío, apoyó la punta de su poronga en mi cola y empujó.

– ahh nene sii

– siiii, recibila bebe siii

De a poco fue logrando profundidad y llegó al tope sin muchos problemas.

– Ay siii!!!

Nos quedamos 1 minuto quietos y luego comenzó a bombearme, al principio lento y luego con más intensidad.

– más más más dame más neneee

– toma puta! Tomas

– siii siii siiii cogeme!

– como te coge este gordo! Tomaaa

– Ayyy ahhh

Cogimos unos 10 minutos, y me cambio de posición, me puso de costado por unos 5 minutos más.

A la tercera posición yo estaba ya extremadamente caliente.

– Cuando pensas acabar nene!!

– Todavía no! Te quiero culear bien culeado!

– Me la estás rompiendo!

Ponete boca arriba.

Me puso como misionero y de nuevo más bombeo.

Yo ya empezaba a sentir mucho dolor pero Hernan quería seguir cogiendo.

– Ah. Basta Hernan!! Me estás matando

– Te vas a ir con la cola rota bebe

Me volvió a poner en 4 y y continuó con su castigo a mi cola.

– Aaayyy ahhhh

– Si Nico siii

Aceleró mucho el bombeo hasta un ritmo frenético, mientras yo me masturbaba.

– Aaaa

Acabó con un grito descomunal, y al sentir ese grito yo también aceleré mi masturbación y acabé 20 segundos después.

Caímos rendidos los dos, entre el cansancio por la fiesta, el mareo del alcohol y el agotamiento del sexo.

Me desperté a la mañana siguiente, me duché, fui a desayunar mientras Hernán continuaba durmiendo. Cuando volví, a modo de despedida le regalé otra mamada, y luego de escucharlo decir que iba a ir a Capital la semana siguiente nos despedimos.

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