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Una sesión de fotos
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Tiempo de lectura: 4 minutos

El hombre se encontraba sobre el papel tapiz verde aun posando, su rostro se veía angelical, pero la manera en que me miraba despertaba en mi cierta curiosidad y deseo.

– No tenía idea de que mi fotógrafa sería una mujer tan atractiva de haberlo sabido habría venido mejor presentado – Interrumpió el hombre.

Solo sonreí de manera agradable, no quería que el hombre notara el efecto que tenía en mi.

Sus ojos azules me miraron fijamente haciéndome estremecer, sus manos peinaron con cuidado su cabello castaño casi rubio.

– Me preguntaba… ¿Qué edad tienes? No quisiera coquetear con una menor… no me gustaría acabar en prisión – Dijo riendo.

Su sonrisa era realmente encantadora y su carnosos labios solo hacían que me preguntara lo que podía hacer con ellos…

– Tengo 19 años – murmuré algo nerviosa, pues sus miradas descendían desde mi escote y se detenían en mis caderas – Y tú?

El hombre levantó una ceja.

– 28, te asusta estar sola con un hombre mayor? – preguntó aún sobre el tapiz verde.

Trate de mantener la calma, no podía decir la verdad.

– No, hago esto todo el tiempo… Estoy acostumbrada – Mentí.

Nunca había estado sola con un hombre mayor y menos así de guapo, ya que la mayoría de mis clientes eran mujeres embarazadas en busca de una sesión de fotos.

Tomé la primera foto.

– Son 4 no lo olvides – Dijo levantándose del papel tapiz.

Aproveché el momento para observarlo con claridad. El hombre era delgado y bastante alto, vestía una camiseta blanca la cual era bastante apretada pues hacía que se notasen sus pectorales y abdomen marcados. Yo tampoco me quedaba atrás, tenía un buen par de tetas y un trasero que lucir, especialmente cuando usaba mis shorts y blusa con escote, la misma que traigo en este momento.

– Me dejas ver la foto? – preguntó acercándose.

Sus ojos se posaron en mis grandes tetas. Ese azul casi gris de sus ojos me estaba tentando demasiado.

Tenía que contenerme, tenía un novio y una virginidad que mantener, pero por otro lado la tentación estaba volviéndome loca, la sola idea de tener el cuerpo de aquel hombre frotándose sobre el mío hacía que mi vagina palpitara, además no lo conocía si sucede algo más solo sería de una sola vez…

Sin darme cuenta el hombre comenzó a quitarse la camiseta, su pecho marcado y el gran bulto en su entrepierna se marcaron aún más.

– Te incómoda? – Preguntó el hombre.

– No, solo es una sesión de fotos… no me incómoda – Respondí – Tomá asiento, voy a tomar la otra foto.

El obedeció, su cuerpo se dejó caer sobre la silla en cuestión.

– Eres virgen? – Preguntó en tono tranquilo.

Sentí como mi cara se ponía roja, estaba avergonzada y algo nerviosa, aún no sabía que consecuencias me traería responder esa pregunta.

Decidí ser honesta.

– Soy virgen.

Noté como el hombre se mordía el labio, eso me excitaba aún más aunque solo la idea de ser penetrada por primera vez bastaba para hacerme correr.

– Puedes venir un momento? Pero deja tu cámara, no la voy a necesitar.

Sabía que si iba pasaría algo, está mal… Tengo un novio que me ama, un novio que tiene miedo de cogerme y por otro lado está este extraño el cual podría darme un momento de placer y pasión. No me importa, necesito una cogida de este sujeto ahora mismo.

Dejé mi cámara sobre el piso y me acerqué al sujeto.

– Puedo tocarte? – preguntó el sujeto.

– Hazlo – respondí.

Sus manos comenzaron a tocar mis pechos, pequeños masajes en mis pezones hicieron que estos se pongan erectos.

– Quítate la blusa – Ordenó el hombre en tono dominante.

Me separé de él y seguidamente me quité la blusa quedándome solo en el pequeño brasier que estaba a punto de abrirse pues no podía contener la magnitud de mis tetas.

– Siéntate sobre mis piernas…

Obedecí, su verga estaba erecta, podía sentirlo a través de sus jeans negros. Sus manos masajearon con delicadeza mi espalda.

– No necesitaremos esto – dijo mientras me quitaba el brasier.

Me voltee para que el pudiera ver mis grandes tetas.

– Dios… que buena estás, podría cogerte un día entero.

El hombre acarició mis nalgas y seguidamente bajó mis shorts. Sus manos apretaban con fuerza mis nalgas.

– Tengo tantas ganas de ver como te mueves… De escucharte gemir y escucharte pedir por más – dijo.

El hombre me tomó el cabello con fuerza y seguidamente metió su lengua en mi boca, podía saborear su aliento a menta, su lengua se topaba con la mía y la manera en la que mordía mis labios…

Me bajé de él y me arrodille, quería probar su verga y probablemente tragarme toda su leche.

– Eres una gatita curiosa… -Dijo dándome un último beso antes de bajarse los pantalones.

Baje con cuidado sus boxers, su verga era más grande de lo que había imaginado, las venas eran prominentes y la punta era rosa.

– No sé cómo debería hacer esto… – interrumpí algo nerviosa, soy virgen pero también quiero verlo pedir por más.

Metí la verga en mi boca, comencé a lamer lento, primero la punta y luego sus testículos, una y otra vez.

Observé su cara de placer, sus ojos azules se habían tornado blancos, para ser mi primera mamada iba bastante bien.

– Oh… nena, ve más rápido – soltó un gemido.

Metí su pene en medio de mis tetas, sujete mis pechos y comencé a moverme de arriba hacia abajo, primero lento y luego rápido.

Volví a llevarme su pene a mi boca, comencé a meterlo a mi boca con rapidez el limite era mi garganta, mi lengua lamia la verga, estaba succionando el pene como una niña a su chupete. El pobre hombre se estremecía de placer sus gemidos eran música para mis oídos.

-Ahhhh… Me voy a correr – dijo antes de llenar mi boca con su leche.

Me tragué todo el semen.

– Buena niña.

El hombre volvió a meter su lengua en mi boca.

– Déjame enseñarte lo que es una buena cogida, te juro que haré que grites mi nombre y terminarás pidiendo más – Dijo tomando mi cabello con fuerza.

El hombre bajó mi ropa interior cuidadosamente, sus manos bajaban con lentitud sobre mis piernas, sabía que se estaba tomando tiempo para mirar.

Volvió a sentarse sobre la silla.

– Súbete y muéstrame que eres buena en algo más que las fotos – Dijo con ese tono coqueto que me encanta.

Me subí sobre él, él tomó con sus manos su miembro y lo introdujo en mi vagina, el primer tacto fue doloroso y luego se volvió satisfactorio.

Atrapó con sus brazos mi espalda baja, comenzó a penetrarme con delicadeza, sentía toda su verga entrado y saliendo de mi, su pene rosando con mi clítoris rápidamente, mis piernas rodeando su cintura y el mirándome fijamente, el sudor y placer bañaban su rostro, así se siente tener sexo por primera vez?

Sus manos dejaron mi espalda baja para acariciar mis nalgas que aún saltaban sobre él, ahora se movía aún más rápido, su verga rosaba con más rapidez mi vagina, pero necesitaba más.

– Ve más rápido, por favor solo hazlo – Dije aún agitada por los movimientos.

El levantó una ceja y se mordió el labio.

– Di mi nombre y lo hago – dijo desafiante – Kent, mi nombre es Kent

– Kent, por favor ve más rápido

El obedeció y sus movimientos fueron aún más rápidos, un orgasmo y luego otro hasta que finalmente me llenó de su leche.

– Esto… fue maravilloso- dijo volviendo a mirarme, volvió a acariciar mis tetas, uno que otro beso.

El hombre se vistió.

– Nos vemos – Dijo besando mi mano.

Subió a su auto y desapareció entre la multitud, lo volveré a ver? No lo sé…

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