Llevo un par de años saliendo con Anette. Es una chica bonita, no demasiado alta, con una cara muy linda y un cuerpo muy sexy y atractivo, con unes medidas 83-69-84 que a mí me traen loco. Pero no solo a mí. He hablado tan y tan bien de Anette a mi mejor amigo, Roque, que está obsesionado con ella. Él está casado con Lidia, un pedazo de hembra, pero no quita los ojos de encima de Anette cuando cenamos juntos, cuando salimos las dos parejas o cuando, por ejemplo, vamos a la playa o jugamos a pàdel, con esa faldita tan corta. Anette es muy inocente y tontea con él, pero sin mala intención. Yo no soy nada celoso e incluso, alguna vez, he pensado que no me importaría que Roque pudiera estar con Anette y así le pasara su calentura con ella. Hace unos días le planteé la posibilidad a Anette. Ella me dijo que Roque le gusta y le quiere porque sabe que es mi mejor amigo, pero que nunca haría nada con otro hombre que no fuera yo, que se sentiría infiel y eso no le gustaría. Al insistir en el tema, ella me reconoció que Roque le atrae y que si no fuera porque es mi novia, seguramente se plantearía salir con él. Yo le dije que la quiero y que no me parecería mal que un día se acostara con él ya que es mi mejor amigo, pero ella dijo que sentiría que me engaña.
He preparado una sorpresa para Anette y Roque. Aprovechando que Lidia está un par de días fuera, de viaje de negocios, he invitado a cenar a mi amigo, pero no habrá cena. Bueno, sí, la cena será Anette.
– Anette, esta noche deseo que te vistas muy sexy, ponte uno de esos vestiditos tan cortos y escotados, que te he preparado una sorpresa y verás lo bien que lo pasamos.
– Vamos a salir, Carlos?
– No, no, nos quedamos en casa, pero me hace ilusión que vistas muy sensual.
– Vale, muy bien, cariñito.
– No te pongas sostén debajo.
– Je, je, qué pillín! Y bragas?
– Eso, como tú prefieras.
– Vale, ya veré. Preparas tú la cena?
– Ya encargaré algo, no te preocupes. Tú sólo viste muy sexy.
– Vale, ya tengo ganas que llegue esta noche.
– Y yo, Anette! –nos despedimos con un beso.
Ya por la noche, cuando llego a casa veo que Anette lleva un vestido muy, muy corto y con un gran escote.
– Te gusta así, Carlos? Como me dijiste que no saldremos de casa… De espaldas se me ve todo el culo! – exclama dándose la vuelta.
– Estás perfecta, Anette! Mira como me he puesto sólo de verte! –le digo acompañando su mano a mi paquete.
– Qué pillín, Carlos! Estás completamente empalmado! Te gusto con tanto escote? Se me ven casi todos los pechos!
– Me encantas, Anette! Salgo un momento, a por tabaco, y vuelvo enseguida.
– Sí, sí, por favor. Cenemos enseguida y… bueno… ya sabes, cariñito!
– Creo que mejor cenar más tarde. Antes… lo pasamos un rato bien.
– Vale, sí, sí, me muero de ganas!
– Vuelvo enseguida.
Espero a Roque delante de la casa y veo que llega muy elegante.
– Verás qué sorpresa te vas a llevar! Y Anette! Ella no sabe que vienes.
– Ah, no?
– No, verás. Mira, te dejo la puerta abierta y entra sin hacer ruido ni hacer nada.
– Cuanto misterio, Carlitos!
– Verás que vale la pena, ja, ja, ja!
Entro en casa y digo:
– Ya estoy aquí, Anette! – la abrazo y nos damos un beso apasionado. – Hmm, siento tus pechos, tus pezones clavándose en mi piel!
– Ya sabes, no llevo sujetador, como me dijiste.
– Sí, sí, muy bien. Mira, te vendo los ojos. Ves algo?
– No, no… me da morbo, Carlos.
– De eso se trata, amor. – hago un señal a Roque para que entre al salón. Él abre unos ojos como platos cuando ve a Anette con el minivestidito y los ojos vendados. Subo un poco la faldita de mi novia y descubrimos que no lleva bragas – Amor, así me gusta, sin braguitas.
– Para estar más a punto para ti, cariñito! – responde abrazándome y besándome.
– Mira, ponte en cuclillas y chúpamela un poco. – le hago bajar y le acompaño la cara hasta la bragueta de Roque.
– Sí, me muero de ganas de tener tu polla dura en mi boca! – exclama bajando la cremallera del pantalón de mi mejor amigo y masajeando su pene por encima de los calzoncillos hasta que lo saca y lo empieza a besar y a lamer.
– Te gusta, Anette? – pregunto.
– Sí, hmmm, está muy rico. Hoy tiene un sabor distinto.
– Pero te gusta?
– Sí, mucho! Me encanta! Huy, ya empiezas a humedecer la punta! Que rico tu líquido! Oh, hmmm, hmmm! Que buena y dura está tu polla!– grita con la boca llena del miembro de mi amigo y lanzándole lametazos. Roque tiene una visión privilegiada del escote de mi novia y no puede evitar acariciarle las tetas por encima del vestido y yo le hago un gesto de aprobación y él le baja el escote y agarra los dos pechos y los masajea con gusto – Carlos, hmmm, qué cachondo estás! Hay, cómo me gusta cómo me tocas las tetas, cariñito!
Veo que Roque está en el séptimo cielo y me mira buscando permiso para eyacular en la boca de mi novia. Pero yo le digo que no, que espere, y le aparto de Anette.
– Puedo quitarme la venda, Carlos?
– No, no, todavía no? Es que no te gusta?
– Sí, sí, estoy muy excitada! Córrete en mi boca, cariño, vuélveme a follar la boca!
– Espera, espera. Mira, así, hmmm, estás irresistible!
La volteo y le hago apoyar sus codos en un sillón para que nos muestre su culo ya que en esta posición el vestido le llega sólo hasta la cintura; vemos que su sexo está completamente mojado y le resbala un poco de flujo por los muslos. Indico a Roque que se acerque y la lama. Él no se hace de rogar y primero lame el flujo de los muslos de mi novia y enseguida le coge las nalgas y se las separa al máximo y mete su cabeza entre ellas para chupar, mordisquear y lamer el chocho de mi novia que suspira y gime y más cuando le abre los labios vaginales y le introduce la lengua y la mueve con habilidad. Luego le levanta algo más el culo y le lame el perineo hasta el agujerito trasero y después el coño hasta el clítoris lo que hace gritar de gusto a mi novia que no cesa de rociar con su flujo a mi amigo que acerca la mano de Anette hasta su verga para que la masturbe.
– Oh, Carlos, estás… nunca habías tenido la polla tan dura y gruesa! Hmmm, ya veo que te gusta verme así con la venda! – exclama masturbando fuertemente la tranca de mi amigo.
– Me gusta mucho… mucho! Te voy a follar, amor! –digo yo simulando que es a mí a quién masajea.
– Sí, sí, por favor! – suplica levantando más el culo y acercando el pene de Roque a su sexo. – Métemela, métemela, por favor!
Roque me mira y ve que apruebo que se folle a mi novia y la penetra de golpe sin apenas resistencia al estar tan mojada, le agarra los senos y ella responde al instante con un orgasmo muy húmedo y él se la mete hasta el fondo, la saca y se la vuelve a meter y Anette le premia con más y más orgasmos y gemidos y suspiros y él le besa el cuello y la espalda sin parar de follarla ni de masajearle los pechos.
– Córrete, córrete, Carlos! Dame tu leche, lléname el coño con tu semen, cariño, ay, hmmm! – gime mi novia moviéndose sensualmente para hacer más placentera la penetración.
Guiño un ojo a Roque y le digo que sí con un gesto y él ya no resiste más y eyacula en la vagina de Anette, tanto que le resbala la lefa por los muslos.
– Oh, qué caliente, cariñito, hmmm, oh, qué rica está! – exclama al llevarse un poco del semen de mi amigo a la boca. Se da la vuelta, aún con los ojos cerrados, y se arrodilla para chupar y lamer el pene de Roque. – Quiero saborear esta leche tan rica! Te voy a dejar la polla bien limpita!
Yo estoy a cien y me saco el pene del pantalón y me empiezo a masturbar. Aparto a Roque y meto mi miembro en la boca de mi novia y ella lame y chupa, me agarra los huevos, me chupa uno, yo le masajeo los pechos, ella me agarra el culo y hace para que mi glande llegue a su campanilla y chupa y chupa.
– Carlos, la tienes completamente dura, cariño! Aún estás empalmado!
– Tu chupa, amor, chupa!
– Quiero que me vuelvas a follar, cariño, aprovecha que aún está tiesa!
– Sí, Anette! – la levanto, la abrazo, ella abre su sexo con un mano y acompaña la punta de mi nabo a su vagina y la penetro con gusto.
Roque, el cabrón, se pone tras ella y le abre las nalgas y le mete un dedo en el culo y luego lo huele. Enseguida le mete dos o tres dedos en el ano y a ella parece gustarle porque se sube el vestido para él que también acerca sus dedos al clítoris de mi novia y lo acaricia hasta que su placer es tan intenso que estalla en un orgasmo de gritos, suspiros y gemidos. Yo ya no resisto más y lanzo toda mi leche en el coño de mi novia.
– Carlos, pero, cómo? Te vuelves a correr! Cariño! Ay, hmmm, ah! Toda, dámela toda! – me agarra los testículos y parece que me esté ordeñando loca de gusto.
Al cabo de unos minuts, la acompaño al sillón, la siento y le quito la venda.
– Oh, Carlos! Pero… si aquí está Roque! Oh! – hace por taparse con el vestido, cubriéndose el pecho, pero solo consigue que la faldita le llegue al ombligo. – Qué vergüenza!
– Tranquila, Anette! Nuestro amigo Roque ha estado aquí todo el rato.
– Oh!
– Te ha gustado, verdad? Has hecho el amor con los dos!
– Ahora entiendo! Me tendrías que haber avisado, Carlos! – se queja tapándose el sexo con una mano.
– Habrías dicho que no, cariño! Venga, no te enfades. Has estado encantada, no puedes negarlo.
– Es cierto, ya lo has visto. Bueno, los dos. Roque, no sé qué decir.
– Mujer, no pasa nada. Hemos pasado un buen rato y ya está. La verdad es que me gustas mucho. Y ahora más, habiendo visto tu cuerpo. Eres un 10!
– Gracias, eres muy amable. Bueno, debo reconocer que… tu pene sabe muy bien!
– Ha sido el primero que has chupado.
– Lo sé, lo sé. Conozco bien la polla de Carlos y he notado un sabor distinto. No sé qué decir. Estoy disgustada, avergonzada, pero no puedo decir que no me haya encantado. Me he corrido como una loca.
– Como un cielo, amor. Espero que sepas perdonarme.
– No sé, no sé. Esto no se hace. Estoy enfadada con los dos.
– Perdónanos, amor!
– Bueno, mira, se me ocurre una manera de perdonaros. Ven, Roque, saca del pantalón tu polla deliciosa, venga! – ordena mi novia sacando sus pechos por encima del vestido y metiendo la verga de mi amigo entre sus tetas.
– Oh, Anette! Esto es demasiado! – exclama Roque mientras folla los pechos de mi novia que sorbe su glande.
– Venga, Carlos, ven también tú, que también debes ganarte mi perdón! – me ordena mi novia mientras me guiña un ojo sin dejar de chupar y lamer el miembro de mi amigo a punto de explotar en su boca.