El día ha amanecido triste, gris y lluvioso, exactamente igual que aquel día no hace ni un mes, no sé qué me ha pasado porque por regla general no me suelo comportar así y ni mucho menos sentir lo que siento ahora, no ha pasado ni un mes y no paro de echarte de menos, ni un mes y todavía noto, siento el roce de tu piel sobre la mía, tus caricias, tus besos, es hoy en el baño de la facultad maquillándome un poco, mirándome al espejo y todavía me pregunto qué pasó aquella tarde cuando quedamos para estudiar.
Julián y yo nos conocemos desde niños, tras unos años de olvido nos volvimos a encontrar en la facultad retomando nuestra amistad, aquel día decidimos quedar en tu casa para estudiar esa asignatura que tenías atragantada y tras cuatro horas de estudio intenso un pequeño receso, un descanso para beber unas cervezas y hablar de cotilleos, no sé si te acuerdas, pero así salió el tema del sexo, me acuerdo que criticaba a una amiga no por haberse acostado sino de la forma en que lo hicieron, tú les defendías, yo los criticaba y de alguna manera quisimos defender nuestra postura y ¿qué mejor que jugando como ellos lo hicieron?
No teníamos cartas, pero si el juego de la oca con nuevas reglas, reglas como ellos pusieron, cada vez que cayéramos en una casilla con una oca tendríamos el poder de mandar al otro hacer algo, lo que fuera y así de esa manera y sin que ninguno de los dos lo pensáramos dos veces el dado rodaba por el tablero y primera oca para ti en la que te obligo a maullar como un gato en celo, a la siguiente yo tuve que contar hasta 100 sin respirar, es justo decir que salió de mí, que si no conseguíamos una prueba había que pagar una prenda, a partir de ese momento fue la tónica habitual mandarnos tareas casi imposibles.
Me acuerdo como nos reíamos los dos, el tiempo iba pasando, yo había entrado en tu casa con una falda a cuadros, blusa y una chaqueta de punto, mis zapatos, medias y como era evidente mi ropa interior, tú más o menos igual que yo, pero a esas alturas ya los dos habíamos pagado varias prendas, la falda a cuadros y mi blusa aparte de la ropa interior era lo que me quedaba, tú estabas en peores condiciones que yo, ya que solo te quedaba el pantalón y tu ropa interior, de momento yo ganaba no solo con el juego sino con mi postura porque según sabíamos nuestros amigos habían caído ya hacía rato en manos de sus más bajos instintos.
En ese momento mirando al espejo fue como revivir nuevamente aquella cita y mi mente se trasladó aquel salón…
Al principio me sentía completamente desalentado, ir perdiendo significa darte la razón y suelo ser muy competitivo, no quería dejarte ganar, pero a medida que perdía mis prendas comencé a sentirme nervioso con una combinación entre pena y excitación. Cuando comenzamos acordamos un límite, no quedaríamos completamente desnudos, queríamos demostrar quien tenía razón, queríamos ganar y humillar al otro, pero la siguiente ronda logré ganarte y te quitaste la blusa, al ver tus pechos forrados en un brasier rojo hicieron que comenzara a sentir calor a pesar de no traer playera, me quede embelesado por el tamaño y la redondez que tenían tus pechos y en mi mente corrieron imágenes de mí tomándolos con mis manos, besándolos, mordiéndolos…
Desvíe mi mirada rápidamente y me concentré en el tablero de juego, queriendo evitar que notaras a donde había parado mi mirada y mis pensamientos, podía sentir mi erección alzándose ligeramente, así que me cruce de piernas para intentar bajarla un poco en caso de que perdiera la siguiente ronda y tuviera que perder el pantalón. Una parte de mí quería perder, quería que los límites que hubiéramos puesto no estuvieran y termináramos completamente desnudos de ahí dejar que todo siguiera su curso, tire los dados para continuar con el juego, a ver a donde llegaba.
Miraba a Julián de reojo cuando tiro los dados, no le había perdido ojo en todo momento, estaba nervioso y eso me alegraba porque sabía que yo iba ganando, pero cuando tuve que quitarme la blusa y quedarme en sujetador algo sucedió, le veía mirarme disimuladamente como si no quisiera molestarme, pero su mirada se había clavado en mis pechos, los miraba como si fueran los primeros que había visto y yo sabía que no, por eso me excito tanto, no sabría decir por qué, pero instintivamente fui a taparme con mis manos al notar que mis pezones se empezaban a elevar y bajo ningún concepto quería que pensara que me había excitado, fue entonces cuando pensé que podía perder, que el juego nos llevara a que nos quedásemos en ropa interior y querer seguir jugando a pesar del límite de seguridad que habíamos puesto y al mirar cómo se cruzaba de piernas no hizo más que acrecentar mis dudas sobre mi fortaleza.
Por debajo del pantalón pude ver una erección que me puso realmente caliente, sus pectorales bien definidos, mis pezones en punta intentando salir de mi sujetador y aquel pene que se elevaba como una montaña no hizo más que empezara a notar como mis bragas se humedecían y al ver los dados rodar por el tablero solo pensaba en que perdiera y que se tuviera que quitar el pantalón, pero la suerte esta vez no se había aliado conmigo sino con él, cinco y su ficha en una casilla a salvo, no así la mía que caía en casilla prohibida teniéndome que quitar la falda de cuadros que llevaba y tener que tirar nuevamente.
Al ver cómo te quitas la falda me detengo a mirar sus esbeltas y firmes piernas. Necesito volver a acomodarme en la silla, puedo sentir como el calor de la habitación comienza a aumentar… o quizá solo era yo, por un momento noté la pequeña mancha en tus bragas, pero pensé que lo había imaginado ¿Mi mente estaba jugándome alguna broma?
– Tengo una idea. ¿Qué te parece si la siguiente vez que te toque perder bailas un poco? Digo, así no… así no rebasamos el límite que pusimos – Te digo nervioso intentando hacer que el juego continúe debido a que temía que fueras a pararlo a estas alturas.
– Por cierto, Lara, vaya que has crecido. – Te digo mientras miró tu cuerpo, habíamos ido a la playa y te había visto en bikini, pero extrañamente, verte ahora, así casi desnuda en esta situación, se sentía tan familiar y tan diferente al mismo tiempo, tomo un poco de cerveza para intentar bajar mi calor y espero a que tires los dados nuevamente.
Muevo los dados en mi mano a la vez que miro los enormes ojos de Julián que recorren todo mi cuerpo, había que estar ciega para no ver como estaba disfrutando, estaba delante de él solo con la ropa interior, nerviosa y excitada, le agradecía sus palabras con una sonrisa sabiendo que las decía solo para que no paráramos de jugar, sentía vergüenza de levantarme, sabía que vería como mis bragas se habían humedecido y como mis pezones se habían elevado a cotas increíbles, pero sobre todo sentía vergüenza de haber criticado a mi amiga porque si de algo estaba segura a esas alturas, es de que Julián y yo íbamos a follar aquella tarde.
A pesar de todo al soltar los dados recé para salvarme, pero no fue así, tuve que tomar una decisión difícil, bailar como me había propuesto o quitarme el sujetador, ya estaba muerta en mi apuesta así que lo tenía claro, empecé a bailar muy cerca de él con movimientos lentos, culebreando mi cuerpo desde mi corta melena hasta mi tripa y sobre todo mis nalgas, apretaba mis pechos con las manos, luego agarraba la braga y mis dedos empezaban a deslizarse por debajo de ella separándola tan solo un centímetro de mi piel para luego soltarla de golpe, por las caderas me las bajaba un poco casi enseñándole mi vulva y me la volvía a subir, de espaldas a Julián doble mi cuerpo hacia delante con las piernas un poco abiertas dejándole ver por detrás mi vulva inflamada, más que un baile era toda una declaración de intenciones, quería excitarle, quería verle suplicarme follar, aunque fuera yo la que se lo estaba suplicando con mis movimientos y más cuando le puse mi pie encima de su silla, rozando con mis talones su entrepierna y mi muslo sobre su pecho, dejándole ver bien como mis bragas chorreaban flujo.
– Te gusta lo que ves Julián, porque ahora te toca tirar a ti y yo no te voy a decir que bailes para mí, pero sí que te quites los pantalones para mí y… -Deje un silencio incómodo mientras me sentaba en la silla dándole los dados mientras le miraba mordiéndome el labio.
Miro con atención cada uno de tus movimientos mientras bailas, no podía despegar la mirada de ella, al dejarme ver su vulva entre sus bragas sentí que no podía más, quería lanzarme a ella y arrancarle su ropa interior para comerle el coño como un hambriento, pero quería continuar, la iba a follar como no lo había hecho con nadie, la situación me estaba excitando de tal manera que quería que durara lo más posible y cuando Lara pone su pierna en mi silla alcanzo ese olor a sexo y a deseo.
-Vaya que sí – Le contesto sintiendo el nerviosismo desaparecer por fin, la excitación estaba ganando, la miro regresar a su asiento y tomo los dados.
-Veremos si puedo mejorarlo – Lanzo los dados sin mirar siquiera el resultado, me levanto y me quito el pantalón, mi erección está casi completa y dura debajo de mi ropa interior, la agarro un momento, queriendo demostrarle que estaba así debido a ella, que ella había logrado empalmarme con tan poco.
-Quédate ahí sentada – Le digo caminando hacia ella, me coloco detrás de su silla, tomo su cabello y lo hago a un lado para susurrarle.
-No te muevas. – Mi mano se dirige a su muslo y comienzo a acariciarlo lentamente mientras la otra la toma por la cadera, recorro su cuerpo con lentitud, paso la palma de mi mano por uno de sus pechos, pero no se lo aprieto, estoy jugando con ella, agarro su cuello y lo apretó ligeramente, la mano en sus piernas roza por un momento su vagina, siento su humedad y me toma toda mi fuerza de voluntad para no acariciarlo, meterle los dedos, masturbarla, su olor es embriagante, muerdo ligeramente su hombro y finalmente me detengo y regreso a mi asiento. Mi erección ha llegado al máximo y deseo poder quitarme mi ropa interior, ya que me incomoda un poco, pero quería seguir con este juego.
-Tu turno – Le digo sentándome con las piernas abiertas para que pueda ver mi cuerpo por completo en espera de lo que vaya a hacer.
Realmente estaba disfrutando del juego, al sentir el roce de tus suaves manos recorrer mi cuerpo, rozar mi pecho y mi vulva, tenía mi piel erizada de placer, una corriente me estaba atravesando el cuerpo cuándo sentí tus labios sobre mi hombro, los dos deseábamos lo mismo de eso no había duda, estoy segura de que incluso antes de empezar a jugar y ahora veía como jugabas conmigo y como me excitabas cada vez más, podía ver ahora tu erección por debajo de tu bóxer, podía intuir ese hermoso pene duro y suave que tienes y que iba a ser mío si me lo dabas, quería sentirlo en mis manos, en mi boca, en mi interior, pero todavía tenía que jugar, no quiero ser una chica fácil, sabía que la tarde y la noche era toda nuestra.
Tire los dados sonriendo pensando que hacer ahora, los dados corrían todavía por la mesa cuando me levante y parada junto a ti te miraba con la intención de sentarme a horcajadas encima de ti, tan siquiera mire los dados cuando ya estaba notando tu pene tremendamente duro en mi vulva y parte de mi muslo, tan solo mis bragas y tu bóxer lo separaban de mi piel, me mirabas como ido, ilusionado por lo que íbamos a hacer, pero empiezo a quitarme el sujetador dejando libres mis pechos y mis pezones que estaban duros y puntiagudos, tengo las aureolas hinchadas al igual que mis pezones y no veo el momento de sentir su boca saboreándome y a pesar de eso…
– No, no querido mío, Julián eso hay que ganárselo, al igual que los besos. –Intentabas besarme y cogerme los pechos, pero una vez y otra te quito la cara y cojo tus manos riéndome, la verdad que estaba disfrutando viéndote sufrir porque mientras te prohibía mis pechos y mis labios, mi vulva se restregaba ligeramente contra tu pene empapándolo de mis flujos.
– Te he dicho que no Julián, no me seas malo, toma los dados y no me hagas trampa.
Te miro con una sonrisa mientras te mueves sobre mí.
-De acuerdo, así quieres jugar. -Te tomó de la cintura para que no te caigas y me inclino para tomar los dados y hacerlos girar en la mesa.
-Mira eso, creo que vuelvo a perder – Sin decirte más, te pongo sobre la mesa, abro tus piernas y con deseo recorro tus muslos besándolos lentamente, cuando llego a tus bragas las tomo con los dientes y comienzo a jalarlos, pongo mis manos en mi espalda, como un reto autoimpuesto, queriendo quitártelas solo con la boca. Me cuesta trabajo, tengo que trabajar moviendo mi boca por todo cuerpo para poder sacarlas, al hacerlo te doy besos en los muslos, en tus piernas, en tus pies, disfrutando cada centímetro de tu piel y finalmente, luego de mucha pelea, logro quitártelas y giró mi cabeza para hacerlas girar a modo de victoria.
-¡Lo logre! – Digo entre dientes, me acerco a ti y dejo que mi bóxer y mi erección roce ligeramente tu vulva ahora expuesta, aún mantengo tus bragas en mi boca.
-¿Y ahora? ¿Crees poder resistir la siguiente ronda?
Mis manos acarician tus muslos y te jalo un poco más hacia mí para torturarte con mi pene, aún no es tuyo, quiero que me lo pidas, quiero hacerte perder este pequeño juego nuestro.
Los dados son nuestros prisioneros, realmente hacen lo que nosotros digamos que hagan y lo que quiero que digan es que ya es hora de sentir tu pene penetrar mi vagina, pero ¿cómo hacerlo sin perder?, pensaba que no ibas a poder resistir, ya había cerrado los ojos mientras me tenías allí sentada encima de la mesa, mis labios vaginales rezumaban flujo de mi interior, sabía que estaba más que preparada para cuando quisieras entrar.
-Me has hecho trampa Julián, no eran mis bragas sino tu bóxer el que estaba en juego, no obstante te las has ganado como trofeo y ya has visto lo han dicho los dados ¿verdad? – Tan siquiera había tirado y ya te estoy quitando el bóxer haciendo saltar tu pene como un resorte hacia arriba, sentada encima de la mesa te intento quitar utilizando manos y pies hasta hacerlo caer por completo, al levantarme he intentado que mis labios rocen suavemente con tu glande, metiéndome tan solo la punta en mi boca, tan solo un segundo, casi inapreciable, pero al sentarme nuevamente me giro para coger los dados y dártelos para que los hagas rodar y al sentarme nuevamente sin que ninguno de los dos lo hayamos planeado tu glande se mete dentro de mi vagina, unos centímetros de nada, saliéndose enseguida y entre un pequeño gemido frunciendo mi ceño.
– Aaamm, ten tus dados, tu turno.
Te miro a los ojos, sin decir nada, lanzó los dados, pero no me importa donde caen, coloco mis manos sobre la mesa y comienzo a penetrarte lentamente disfrutando cada centímetro que entra en ti, estás tan húmeda y tan caliente que un gemido se sale de mi garganta al sentir como mi pene entra por completo en ti y lo aprieta con deseo.
-Creo que perdí.
Comienzo con un ritmo lento mirándote a los ojos y disfrutando tus gestos de placer mientras te la meto, poco a poco comienzo a aumentar la velocidad y bajo mi boca a tus pechos y comienzo a succionar tus pezones y lamerlos, tu coño se siente tan delicioso que no puedo evitar gruñir de placer, te empujo en la mesa para que tu espalda quede en la superficie y tomo tus piernas para alzarlas y ponerlas en mi hombro derecho.
Ahora estás ligeramente de lado y continuo bombeando mi herramienta mientras sostengo tus piernas en alto con mi mano derecha y con la mano izquierda te doy un par de nalgadas.
Mmm. – Siento tu polla entrar una y otra vez en mi vagina, llenándome de ella, al principio sentía como tu glande empezaba atravesar mi fortaleza tan mojada que te deslizas sobre ella con total impunidad, me encanta como me estás follando, como tu polla desde que levantaste mis piernas penetra tan dentro de mi coño que no puedo más que gemir, siento tus empujones y como tus testículos me van golpeando, el silencio se ha roto con el ruido de nuestros cuerpos al chocar y ese sonido acuoso al meterme tu polla en mi vagina que no para de empaparte con mi flujo, es tanto el placer que me estás dando que no atino a decirte nada y son tantas cosas las que te quiero decir.
Soy una muñeca en tus manos, mi vagina se ha dilatado como nunca recibiendo esa polla que me está enamorando, entras y sales de mí, siento como rozas cada centímetro de mi vagina, la siento deslizarse con y tanta facilidad que no quiero que me la saques, quiero que me penetres profundamente, que aprietes todo lo que puedas y sentirla tan dentro de mí como sea posible, ya no me acuerdo como empezó esto, no sé si gane o ganaste, solo pienso en que me folles solo pienso en que me lo hagas tan bien que mis gemidos se conviertan en gritos y de momento es metérmela y sentir un gemido involuntario, es sacarla y prepararme para volver a gemir.
Tomo tu cabello y lo sostengo mientras dejo que chupes mi polla, tus labios se deslizan en mi tronco y yo no puedo dejar de gemir del placer que me estás dando.
-Así, Lara, que rico te la comes – Te digo con los ojos cerrados, disfrutando de tu lengua y labios – Ven, quiero saborear de nuevo ese coño. – Me acuesto en el sillón, tú mantienes tus manos en mi verga como si te la fueran a quita, tomó tu cuerpo y lo coloco sobre mí.
Puedo sentir como sigues con tu trabajo y decido esforzarme también, vuelvo a usar mi lengua para penetrarte el coño mientras utilizo mi mano izquierda para estimularte el clítoris, con mi otra mano agarro tu trasero y lo aprieto, te doy un par de nalgadas y luego acercó mi pulgar derecho a tu ano y lo aprieto ligeramente, mi dedo entra un poco en ti, es una posición un tanto incómoda para mí, pero no me importa pues puedo sentir como me agradeces todo lo que te estoy haciendo mientras chupas y lames mi miembro, en ocasiones, alzo mi cadera, intentando follarte la boca, pero debido a la posición no lo hago por mucho tiempo, ya que temo perder el ritmo de lo que hago.
Nuestros gemidos se unen en aquel atardecer, la ventana se ha oscurecido todo lo contrario que mis ojos que brillan de felicidad, hacemos un dueto de gemidos y placer, yo chupando esa enorme polla y tú jugando y tapándome los agujeros que tienes a tu alcance, pero quiero más, quiero que me vuelvas a follar, no aguanto más sin tenerla dentro de mí y te ruego que me folles, es como si te rogara y yo misma me lo concediera porque me levanto y de espaldas a ti me siento de rodillas en el sofá, levanto un poco mi cuerpo y con tu pene en mis manos busco mi raja que enseguida se va abriendo para ti, poco a poco me siento encima de ti, poco a poco tu polla va penetrando en mi interior, un interior que ya conoce.
Empiezo a botar como una loca sobre ti, tu polla se mete y sale alegremente de mi coño provocando los primeros gritos de placer, no puedo verte, pero noto como te gusta, como jadeas y gimes cuando mi cuerpo cae y tu polla me penetra hasta el fondo, muevo mis caderas de lado a lado en forma circular, aprieto mi vagina contra tu pene intentando que me entre hasta la raíz, los gritos de placer empiezan a ser bastante evidentes, de vez en cuando me paro y descanso echada hacia delante con mis manos cogiéndote de las rodillas, luego continuo y me echo hacia atrás con mi espalda apoyada en tu pecho y tus labios besándome el cuello a la vez que rodeas y aprietas con tus manos mis pechos, no me esperaba que levantaras tu pelvis elevándome y me la empezaras a meter con tanta rapidez, pero me ha encantado y mis gritos ya son parte del hilo musical del salón donde por fin siento que alguien me folla en condiciones.
-¿Te gusta cómo te follo? – Te pregunto, pero tú apenas puedes articular, así que solo asientes con la cabeza, te tomo de las piernas y me levanto sin dejar que mi pene salga de ti, me pongo de pie y hago que subas y bajes sobre mí, colocas tu brazo detrás de mi cuello para agarrarte mejor y dejar que tus gemidos suenen altos y claros en mi oído, saco mi lengua y alcanzar tu pezón erecto para poder lamerle, puedo sentir todo tu cuerpo moverse y disfruto como mi verga entra y sale de ti con tanta facilidad.
Te bajo al suelo y luego te doy la vuelta para que estés mirando al sillón. Hago que levantes tu pierna derecha sobre el sillón y mi glande juega con tu entradita.
-Pídelo, Lara. Ruégame que te folle.
Puedo ver en tu cara el deseo y me ruegas que te la vuelva a meter. Lo hago con una fuerte embestida y comienzo a darte con alegría y celeridad, no sé por qué, pero volteo a ver al edificio de al lado, no había cerrado las cortinas y puedo ver del otro lado a dos mujeres y un hombre mirándonos y riendo, al parecer habíamos tenido público. ¿Desde cuándo estaban ahí? No lo sé, pero no quiero detenerme incluso aun con los mirones así que regreso mi atención y a tus gemidos mientras mis pelvis choca Contra tu trasero una y otra vez.
Te siento entra por detrás, llenándome una y otra vez con tu polla, no sé el tiempo que llevas follándome he perdido la noción del tiempo, pero puede que más de quince minutos bombeando tu pene en mi coño, quince minutos gimiendo y gritando, mientras me penetras mis dedos pulsan y acarician mi clítoris, realmente me estás follando como a mí me gusta y a pesar de mis gritos si llego articular alguna palabra, realmente monosílabos dispersos cuando me pides que te diga que me folles.
– Sí… ayyy si, mmmm así mmm Julián… Fóllame si… Fóllame así.
Sentía como poco a poco mi cuerpo me abandonaba como una quemazón en mi vientre se expandía por mi vagina y después por mi cuerpo, sentía tus manos en mis caderas moviéndome adelante y atrás metiéndome tu polla y sacándola haciéndome gritar hasta que un grito sordo, un grito que no podía salir hizo que mi cuerpo se estremecía que mis piernas temblaran así como parte de mi cuerpo, no me podía sujetar apenas, el placer de un tremendo orgasmo me estaba llevando a no podía gritar, ni mantener mis ojos abiertos, sin poder girarme, ni mirarte.
Me detengo para poder ver como tu cuerpo disfruta del orgasmo y luego continúo penetrándote lentamente, yo estoy a punto de correrme, pero aún quería darte un regalito extra, en esa posición, me arrodillo y comienzo a comerte el coño, saboreando todo tu orgasmo, muerdo una de tus nalgas y luego te doy una nalgada antes de lanzarte al sillón boca arriba.
Me coloco frente a tus piernas y meto de una embestida de nuevo mi verga en ti y comienzo a darte duro, me gusta ver como tus pechos rebotan con cada penetración, aprieto uno con mi mano mientras continuo dándote lo que te mereces, me encanta follarte, verte así desnuda, como disfrutas con cada una de mis embestidas, tu expresión hace que casi me corra, pero intento aguantar lo más que puedo para darte todo el placer que mereces.
Finalmente termino corriéndome dentro de ti, siento como el orgasmo me recorre todo el cuerpo y me salgo de ti para examinar tu cuerpo sudoroso.
-Wow, Lara, estuvo… – Hago una ligera pausa y te miro – ¿Entonces quién gano?
-Jajaja ninguno de los dos tonto, ninguno de los dos, me ha encantado que me folles y con eso me quedo, que quizás tú tenías más razón, vale lo admito, pero te has parado a pensar si no fui yo la que te indujo a jugar jajaja.
Estaba sudorosa y respiraba como si hubiera corrido una maratón, tenía mi vagina abierta por donde caía tu semen, me sujetas de las piernas y riendo los dos por fin caímos en la cuenta de que algo nos falla, algo no hemos hecho y te lo recrimino sin saber que es.
– Me has desnudado, me has acariciado, me has comido el coño y yo a ti la polla, me has follado y requetebién follada que estoy que hasta que me has provocado un maravilloso orgasmo y aunque quizás no te hayas dado cuenta he repetido cuando me follabas de rodillas con fuerza y te has corrido tú, pero falta algo tonto… Todavía no me has besado.
En ese momento cuando recordaba tu beso, algo me ha sacado de mi sueño, un golpe fuerte y mi recuerdo se desvanece y vuelvo a encontrarme en el baño de la universidad mirándome al espejo, pero con una salvedad, siento mis bragas tremendamente mojadas.