Hola soy Cesar, tengo 43 años, soy de un pueblo apartado de una provincia muy pobre del norte de argentina, aquí solo hay dos cosas bien polarizadas. Miseria a granel, y poca riqueza muy concentrada.
Pero claro, no estoy aquí para darles una clase de economía, en una de esas de eso me ocupe en alguna relato paralelo derivado de este a donde de alguna manera les cuente posteriormente sobre, la experiencia con la negra cara de diablo, con el culo más exuberante que este universo (bueno no exageremos) digamos que al menos digamos estas paramos ha podido dar.
Pues bien paso a describirme primero, soy un hombre blanco de 1.80 de estatura, delgado, bien conservado, docente, mis ingresos no son buenos, al trabajar para el estado, todo se hace cuesta arriba, el doble, y claro atendiendo a mis necesidades, preparo alumnos particulares, mañana, tarde, noche.
Generalmente tengo alumnos en su mayoría de secundario, cosas que es un calvario puesto que bueno, la educación ha venido últimamente para atrás, y la cuestión de la prespecialidad y la virtualidad, ha sido todo un tema.
Es así que me dispuse a buscar nuevos horizontes a cubrir, y empecé a dejar folletos en lugares de estudios más avanzados, tratando de abarcar un extracto de gente mayor a donde poder insertarme, y poder moverme con más tranquilidad, cobrar mejor, esto es institutos terciarios, universidades.
Además de buscar nuevos retos, siendo yo un docente con formación, universitario, y estas etapas siendo más específicas, me dispuse a apuntar a lugares con más “target” digámoslo así. Y claro para ello me puse en campaña de distribuir por todos lados folletos a donde específicamente declaraba que enseñaba contabilidad superior, costos, y otras cuestiones que hace al conjunto de cosas que bueno la carrera así lo requiere, no he de mentirles si se hizo cuesta arriba, siempre aparecían bueno mocosos, recién salidos de la secundarias a los que le enseñaba lo básico, cosa que no les mentiré también bueno era un poco frustrante, no obstante nunca perdí las esperanzas de que apareciera ese verdadero reto para mi vida, digamos ese imposible a lo que uno lo hacen sentir realizado.
Pues es así, y claro, sin más preámbulo me adentraré a mi relato, un buen día, estando sentado en la computadora, recibí un mensaje de WhatsApp al teléfono, un número desconocido, que me preguntaba si era yo, quien enseñaba contabilidad o si en su defecto podría tener contacto con la persona que había pegado los carteles.
A lo que claro la respuesta fue un rotundo si, le pregunté de qué universidad era, que materia estaba presentándole dificultad, y claro, como es que podía ayudar, a lo que esperaba que una vez más, fuese uno de aquellos del montón.
Pero ¡NO!.. Sonó el teléfono, era la voz de una mujer, que se presentó como María, y que además me pidió clases particulares, de contabilidad superior.
WOW!… al fin. Después de todo tendría mi desafío. ¡Y que desafío!
Luego de presentarse, diciéndome quien era, cuantos años tenía, (25 años) explicarme que la materia había representado un verdadero dolor de cabeza durante 3 años, en su carrera y de haberse convertido en todo un obstáculo para poder recibirse, me contó que para ser honesta ella no entendía absolutamente nada, si como leen… Nada, cosa que constataría más adelante como real.
A todo esto, solo estableció una condición para sus clases particulares, primero, que fuesen de manera presencial, segundo que fuesen en horarios de tarde noche, y por último, que fuesen en su propio domicilio.
Luego de pasarme a donde vive, acordamos la primera visita un día miércoles, para comenzar en forma conjunta una materia muy pesada de grados avanzados en la universidad.
Es así que llegando el día, me dispuse a ir, pensaba cuanto le cobraría, que le diría, y claro con que me encontraría como desafío para poder llevar adelante ese anhelo de desafío que me había propuesto. Hacía casi 20 años que yo había visto esa materia, y claro la había aprobado, pero digamos que son de esas materias que uno aprueba porque el “sortear el obstáculo” hay que saltarlo sí o sí.
La cosa que después de dar un par de vueltas, llegué a la dirección indicada, digamos que no podía creer que fuera esa dirección, una casa de campo hermosa, bien iluminada. Con grandes portones en la entrada. Arboleda y piscina.
Me bajé del auto, toqué timbre, inmediatamente salió una mujer joven, me preguntó, si yo era César, a lo que le respondí que sí, abrió el portón, me hizo pasar, luego de una charla amena, en el hall de entrada, nos trasladamos a un patio en la parte trasera de la casa, donde había una mesa cubierta de apuntes.
A todo esto, por lo nervioso que estaba, y que además cada vez que recuerdo también me pongo, olvidé de fijarme en la vestimenta de mi alumna y además de bueno describírsela un poco.
Ella traía puesto al momento en donde nos encontramos, el portón de la casa un short cortito, de esos que dejan de ver un poco más si se agachara o se pusiera en alguna posición incómoda. Adema un remera sin mangas suelta, pero que dejaba notar que abajo digámoslo así no había nada, como que traía sus atributos sueltos y bien cómodos, extraña forma de recibir a un profesor, pensé, era una chica hermosa, no solo en su apariencia física, su cara joven y angelical, sino además educada de unos 25 años. Toda una mujercita como dicen las viejas de por aquí, en edad de merecer.
Hablamos, charla y charlas, me ofreció de tomar, su pelo largo al viento, era hermoso, una cabellera rubia, ojos claros, manos delicadas como la de una princesa, a la que solo le dicen que lo único que tiene como objetivo en esa vida, e recibirse, puesto que le dan todo.
Las clases comenzaron, podía hacerlo, aunque me enfrentaba a algunos cambios en la materia, note que la base era la misma, clase a clase se, nos fuimos conociendo mejor, María era un chica muy suave, de buenos modales, y además no les mentiré muy sexy.
La confianza y los resultados era una cuestión digámoslo así, “crucial” para la obtención de los resultados óptimos. Con el tiempo me empezó a contar de su vida, me dijo que llevaba poco tiempo de casada, con un compañero de facultad ya recibido, que trabajaba muy bien, y que su vida digamos que giraba en torno a lo que era los negocios, puesto que viajaba mucho, pueblo capital, capital- extranjero, y ella, aquí frustrada sin poder avanzar en su vida y realizarse.
La cuestión es que bueno pasaron muchas clases, charlas que se extendían sobre la materia, y así sobrevinieron meses parciales aprobados, eso la verdad me hacía sentir realizado, había alcanzado digamos el objetivo. De alguna manera en forma parcial, y pronto en su último examen estaría en condiciones por fin de aprobar esa materia. En teste punto decirles que la confianza y ya era casi total, al punto de haberme dado llave para que entre cuando llegue, pues ni modo, digamos que la relación era de esa forma. Realmente entable buenas migas con ella.
Bueno, un buen día ya cerca del examen, entre una de las tantas veces que llegue a su casa y claro con llave en mano entre, me disponía a tocar la puerta, escuche ruidos en el fondo. Y me asomé, para pispiar un poco la situación, no quería interrumpir nada, y ahí estaba pude verla, en bikini, ¡Un camión infernal! Tirada sobre la reposera, un hombre caminaba alrededor de la piscina teléfono en mano, no dejaba de hablar un minuto.
Volví rápidamente y toqué insistentemente el timbre a ver que podía hacer si me escucharían o no, inmediatamente, me abrió la puerta una mujer mayor, me preguntó quién era, le dije que era Cesar el Profesor, a lo que respondió ¡Ah! Si claro adelante profe, ya llamo a los chicos. Me hizo pasar y tomar asiento.
Por una entrada paralela entraron conversando, la mujer mayor, María y su marido. Acto seguido los saludé, ya habíamos sido presentados entre tantas clases que tuvimos. Ella llevaba puesto solo un pareo de playa que le cubría la parte de debajo de la bikini. Y que sentaban mejor aún sus curvas, era una visión de otro mundo, con su pelo mojado, sus ojos claros, su cuerpo torneado, sus caderas, ¡uf! Ese demonio había surgido desde el mismo infierno para atormentarme. Y mostrarme la miseria en la que el resto de los mortales viven sumidos. Todo fue interrumpido con…
¡Bueno vamos hijo, llévame, se me hace tarde!
¡Quiero llegar pronto a tomar un taxi no quiero andar a oscuras por medio de la ruta tengo dos horas de ida nada más y luego tengo que tomar ese vuelo!
¡Ok ma! respondió él ¿ya tienes todo listo?
¡Si!
¡Ok! ¡Me voy a sacar el auto! el esposo quiso besar a María con un beso de despedida, pero ella le corrió la cara exponiéndole la mejilla, algo pasaría, disimule, por entre el diminuto bikini de María aparecían bien expuestos sus la punta de sus pezones. Lo primero que se cruzó por la cabeza, es una mamadera y una niño que quiere tomar su mamadera… disimule, puesto que la situación fue algo incomoda, mire el celular, y me levante y le dije, bueno empezamos, tienes que dar el último paso.
El marido salió despidiéndose de nosotros por la puerta del costado seguido de su madre, pronto la vieja subió al auto, el hijo cargo las maletas, y se dispusieron a partir, a todo esto estábamos en silencio, María contemplaba la escena como que algo no andaba bien. Algo sucedía y yo no sabía. Cosa que se volvió un tanto incomoda, María se puso de pie, tomo mi mano, y me dijo, ¡César seguime!
Subió las escaleras ¡Dios! (yo por atrás agarrado de su mano) Sus caderas vista desde esa perspectiva era una cosa asombrosa.
Realmente tenía un culo escultural. Increíble, y mientras subía las escaleras de costado notaba que sus pechos hacían de un lado a otro. Me quería morir. ¿A dónde me lleva? ¡Me preguntaba!
Nos desplazamos sigilosamente por un pasillo, entramos a una habitación a oscuras a donde ella encendió un velador, que apenas arrojaba luz al resto del lugar. En el centro había una mesa, allí bajo otra luz que solo caía sobre esa mesa, estaban los apuntes, lápices, hojas desparramadas, ¡estuve estudiando aquí!, me dijo, logro más concentración en este lugar, de ahora en más estudiaremos aquí, que te parece, no supe que decir, apenas pude ver a donde me tenía que sentar, me dijo espérame aquí, ya regreso. Y salió por otro lugar, cuando regreso, volvió con una pequeña caja de alfajores de maicena, me dijo que el haber estado en la pileta le había dado hambre, y que además canalizaba la ansiedad por la cercanía del parcial, con comida, a lo que me reí.
Exclame ¡Deberías de canalizar la ansiedad con actividad física no con comida!
Y respondió ¡Ah! ¡Vamos, Le parece que estoy gorda! Levantándose y mostrando su cintura, podía ver su forma y su pupo… un cuerpo increíble. Disimule toda la situación, con una sonrisa, y desviando el tema.
Y continúe mirando los apuntes, nunca me percate de ningún cambio, lo digo porque sería hasta muy después de avanzada la situación que pude notar que ella seguía conservando la parte superior de la bikini, pero abajo traía a modo de pollera un toallón, eso no lo entendí, digamos que nada de nada había insinuado en todo este tiempo que había estado viéndonos y estudiando.
Comenzamos, se la notaba distraída, no concentrada, y fallando en cosas elementales, más en asientos contables que eran básicos digamos de primer año, no respetaba lo parámetros para registrar y además es como si le hubieran borrado uno de los principios básicos de la contabilidad, que es públicamente conocido, todo lo que entra, es igual a lo que sale.
Pues, en un punto le dije ¡A ver para!, ¡Espera un momento!, ella mordía un alfajor, me miraba fijamente con sus ojos claros que resaltaban en la penumbra, mientras las migas y el coco rallado producto de sus mordiscones, eran depositados directamente entre sus grandes y casi descubiertos pechos bien firmes, yo en ese punto estaba como un camaleón que giraba los ojos para todos lados, y además excitado, creo que ella noto la situación, una mueca se dibujó en su rostro. Y acto seguido se acercó más a mi casi al lado, yo sentado, ella reclinada sobre la mesa, a la par mía, podía ver casi como mi codo rozaban sus tetas que ahora colgaban ahí a poca distancia, mirando fijamente las hojas y la explicación que intentaba darle a todo aquello que no entendía, sentí que algo cayó al piso, de reojo pensé ver, pero tuve miedo que fuese el tallón y que a toda la situación, la mal interpretara…
¡Yo no avanzaría ni un milímetro! ¡Yo era un profesional! ¡Yo me debía a mis conocimientos! ¡Soy un hombre casado! ¡Debo de enfocarme! un sinfín de cosas atravesaban mi cabeza en un instante en donde solo podía ser roto por un ¡ahí se me desprendió el tallón! Ella irguiéndose a la par mía, y la tenue luz que expuso su sexo a la penumbra, yo volví mi cabeza, y pude ver todo… una vulva delicada, preciosa, que ella además exhibía sin ningún problema… cuando tomo el toallón del piso no sé cómo hizo pero al erguirse una de sus tetas había saltado afuera de su sostén, si estaba afuera, a lo que mi mirada estaba digamos, desencajada de la realidad, no apartaba la mirada de ella, ella no apartaba sus partes expuestas, a pocos centímetros mío toda la situación era de por demás una cosa bien extraña de otro mundo. Lo que sucedió luego, es que ella, pasando su pierna por arriba de las mías, y amagando con sentarse cobre mis piernas, se sentó sobre la mesa, ya si con ambos pechos afuera, y claro sus piernas abiertas a mi mostrando todo su sexo.
Ofreciéndolo abiertamente.
Solo me dijo, me parece que tendremos que repasar bien eso de ¡todo lo que entra tiene que ser igual a lo que sale! Esto parecía un sueño…
Yo no sabía bien que hacer, acto seguido, se acostó sobre la mesa, abriendo bien sus piernas, está de más decirles que se proponía, creo que esta demás decirles que hice, me levante de la silla, de un salto, tomándola de sus rodillas, le abrí las piernas y sumergí mi cabeza justo en ese punto que todo hombre desea, primero con besos, luego con la lengua, surque caca parte de sus pliegues, a lo que ella se aferró a mi cabeza, gimiendo como loca, y dando rienda sueltas a toda aquella locura que se presentaba ante nosotros.
Se incorporó, me hizo hacia atrás, desprendiéndome el pantalón y bajándomelo, bajo ella también, y sin dudarlo un segundo y exclamando, ¡vamos profe, que herramienta, creo que con esto entenderé mejor de lo que habla! Se empezó a engullir todo mi miembro que estaba súper duro, me lo chupo tanto como quiso, se aferraba a mis caderas, mientras yo agarraba su nuca, y le exponía todo para que saciara sus deseos sin tapujo alguno.
De repente me miro, y dijo con vos suave, dámelo, ¿Qué, le pregunte?
¡Dame la leche! Comí los alfajores, me dio sed, se rio, y seguía chupando, la detuve diciéndole, si acabo tendremos que esperar para la próxima, yo ya no soy un pibe, y aunque me veas muy excitado, no tengo el mismo aguante que antes.
Cosa que no le importo mucho, puesto que siguió comiéndose todo lo que le daba hasta que deje salir todo, mientras ella seguía chupándolo frenéticamente, mientras semen corrían por la comisura de sus labios y escurrían por sus enormes pechos, y continuaba, y continuaba mamándome la verga como si nunca lo hubiera hecho, como si quisiera saciarse en ese mismo instante, y no se detenía, me lo dejo lustroso y bien limpio.
Se incorporó, y solo escuche de su boca, ¡estás muy rico, cuarentón! como siempre lo imagine, tu miembro es hermoso, espérame aquí, ya regreso. Salió ante mi respiración agitada me senté en la silla, debía recobrar aire, ella volvió luego de unos minutos, tenía un vaso de agua en una mano, y algo en su otro puño cerrado, presentándome el vaso de agua y al mismo tiempo su palma abierta que mostraba una pastilla azul, ¡Es viagra! ¡Es de mi marido, la tiene de hace mucho, pero aquí no la usa así que bueno, la usemos, usemos todo lo que él no utiliza!
No lo dude, tome la pastilla tome un sorbo de agua, quería mas de aquel bombón, quería comérmelo completo, tomo mi mano, y me llevo entre penumbras al sillón, me recostó, y empezó de nuevo a chupármelo, mientras refregaba sus pechos en mis piernas, rápidamente comenzaba a sentir los efectos, o fue la excitación del momento, no sé, no me importo, mientras se pare, la cosa se empezaba a poner dura de nuevo, me incorporo, sentándome en el sillón, se montó sin ningún problema a cabalgar mi dura y tensa chota nuevamente erguida y al palo.
Cabalgaba como loca desaforada, bamboleando su pechos sin ningún problema y en cada estocada soltaba gemidos de placer increíbles, se la enfundaba a toda… la tomé de la cintura apretándola y llevando mi boca a sus pechos, me chupe esos pezones como quise, tocaba su culo, su espalda, recorría su cuerpo con un frenesí que no podía describirles.
Me pidió que le metiera un dedo en el culo, cosa que me éxito más, podía sentir todo su culo, sus nalgas el movimiento de sus caderas en una transición desaforada de sexo frenético, sin vergüenza alguna. Se levantó, prendió un pequeña lámpara de una mesita que tenía cerca, podía ver su cara de lujuria encendida de placer sin restricción alguna, se arrodillo, y empezó de nuevo a chuparme la verga aferrándose con las dos manos, mientras lo movían masturbándome frenéticamente, solo paraba para tragárselo completo, y volver a moverlo con frenesí,
¡Qué buena chota! Exclamo, mientras me miraba a los ojos con sus hermosos ojos claros y mientras tenía mi miembro en la boca me guiño un ojo, y no se detenía un momento, mi excitación iba en aumento.
Volvió a montarse poniendo su manos sobre mis hombros, y diciéndome, ¡Vamos continuemos, que esta verga a cada estocada me hace perder la cabeza!
Empezó de nuevo todo esta vez quería sentirlo más, me dijo que cambiemos de posición, me levanto ella se reclino a cuatro pies, y me dijo, vamos no seas tímido servita a gusto y paladar, a lo que me recline y comencé a chuparle el culo, la concha, me tocaba y quería hacerla sentir como ella tanto anhelaba, le puse la chota entre sus nalgas, a lo que ella respondió con movimientos de caderas, sobándola, mientras yo apretaba mi chota con sus nalgas, me decía ¡hum! ¡Veo que ya escogiste tu parte favorita! Me retire un poco y se lo enfunde de nuevo por su vulva, estaba tan mojada, y en cada estocada que le daba solo me decía, ¡si dame más! ¡Sí! ¡Así!, no dejaba de entrarle y hacerla gemir de placer, la tomaba de sus pelos, me aferraba a sus caderas, la tomaba por la cintura, hasta incluso me atreví a agarrar sus manos y hacer que ella misma se abriera el culo. Ofreciéndomelo, a lo que a esa actitud solo atinó a decirme, ¡nunca lo hice por ahí! Pero estoy más que dispuesta a dártelo si me lo pedís así!
Yo me volví loco, entre a meterlo como loco, lo metía y lo metía, a lo que sentía que ella estaba totalmente perdida del placer, tanto que podía sentir como su vulva se estremecía una y otra vez palpitaba y estallaba mojándome entero mis piernas.
Lentamente fui bajando el ritmo, para tomar aire, estaba excitado y quería acabar de nuevo, pero aun quería más.
Me dijo paremos un poco, quiero más aun, pero paremos que aún tenemos tiempo, me sentó, y se arrodillo de nuevo, y con su lengua comenzó a recorrerlo lentamente.
¡Quiero más leche! exclamo
¡Pero quiero probar eso que tanto te gusto! ¡Se delicado por favor! Me decía mientras pasaba su lengua y lo chupaba una vez más… ¿Estás listo? Y seguía chupándolo sin descanso alguno, bajaba a mis bolas se las metía en la boca… y solo escuche un ¡Vamos hagámoslo!
Esta vez se incorporó y sin dudarlo se reclino a cuatro pies nuevamente en el sillón poniendo su torso sobre el respaldo y llevando ambas manos a sus caderas, y abriéndose el culo dijo ¡Dale!
Yo puse mi choto sobre aquel apretado lugar y comencé a empujar lentamente mientras toda la zona se dilataba ante los gemidos de placer y dolor que le producía el entrar lentamente en aquel apretado lugar, primero entro mi glande hinchado, que placer sentía, luego lentamente empezó a deslizarse por su estirada pero dilatada y ardiente argolla todo mi miembro, con saliva hice un poco más fácil el trabajo y estaba todo adentro.
¡Que Placer, indescriptible!
¡Qué sensación asombrosa!
¡No quería que termine!
Pude tomarla de la cintura, entrarle y entrarle, ante los gemidos, de ella, solo me decía, ¡Sí!, ¡Qué bien se siente! ¡Es…! ¡No pensé que sentirá tanto placer! ¡Sí!
La verdad que no me di ni cuenta cuanto estuvimos, estalle dentro de aquel hermoso culo, dejándole ahí hasta la última gota, y continúe moviéndome…
Lo disfruté tanto, ella no dejaba de mover su trasero cuando sintió que acababa, me decía ¡Que rico que siente! Y seguí moviendo su culo, y repetía de nuevo, ¡Que rico se siente! Mientras que una de sus manos ya había dejado su posición original, y se había trasladado a su vulva, para masturbarse, la frotaba con persistencia, y mojándose toda.
Las clases de contabilidad, digamos que desde ese entonces fueron mucho más relajadas.