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Mi madre me coge en las vacaciones (5)
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A la tarde vi que Clau hablaba con Lía.  Mientras cenábamos los tres había sonrisas cómplices entre Su y Claudia. Cuando terminamos, Su se retiró sola diciendo: “Chicos, los dejo, ah, voy a tener visitas… Chauuu.” Y se fue riendo.

Estábamos con Claudia tomando el segundo trago fuera de la cabaña después de cenar, cuando apareció Lia con la hermana, con un bolso grande colgado del hombro.

“Hola, Sr. Tim. Esta pendeja se ha estado portando mal. Necesitaría que me diga si el castigo que le voy a dar es suficiente, por favor”

“Pasemos.” Dije.

Entramos y sin decir agua va, le dio vuelta la cara a la hermana de una cachetada. La chica cayó al suelo pesadamente. Lia se sacó la ropa y del bolso, sacó una fusta de caballos. Le sacó la ropa, estando aún en el suelo, y le comenzó a dar con la fusta en distintas partes del cuerpo.

“Pendeja, contale al Sr. Tim por qué te castigo.” Dijo Lia.

“Por masturbarme con una botella.”

“Le parece Sr. Tim, con una botella. Ahora va a aprender.”

Me senté y Claudia en mi pierna. Lia hizo parar a la hermana y le tocaba la concha, el culo, las tetas.

“La pendeja está mojada, como le dije, le gusta que la maltraten.”

Lia tomó un consolador y se lo metió en la concha, aún parada, mientras le daba con la fusta en la espalda.

“Agarra el consolador y date como te gusta.” La chica empezó a enterrarlo y sacarlo, gemía sin parar mientras la hermana la castigaba con la fusta. Clau respiraba pesado. Por sobre la ropa, le pellizque un pezón y gimió. Frotaba sus manos en las piernas.

“Te gusta putita meterte cosas, bueno, ahora te vas a meter uno más grande.” Y Lia le dio un consolador más grande, que le costó meterlo, pero cuando lo hizo empezó a gemir y a tener orgasmos. Yo mientras tanto sobaba las tetas de Claudia, que gemía cada vez más.

“Sacate la ropa.” Le dije a Claudia. Ella lo hizo al instante y se volvió a sentar en mi pierna. Al hacerlo, mojó mi pierna.

Lia la miró, le dio un beso en la boca, y apretó uno de sus pechos.

Cuando la pendeja llegó a un nuevo orgasmo, Lia sacó un bate de béisbol y se lo dio.

“A ver si ahora te satisface tu deseo de placer.” Le dijo.

La chica lo apoyo en el suelo y fue enterrándoselo en la concha. Lia la azotaba con ganas.

“Mire que puta, como se entierra ese bate, y como goza”. Dijo Lia. Realmente gozaba la pendeja. Los orgasmos no paraban.

“¿Me presta la Srta.?” Me preguntó

Asentí con la cabeza y la tomó de la mano a Clau, le puso el consolador más grande y le dijo: “Enterralo en el culo.” Claudia, al ver que estaba con el bate en la concha, dudó. Fue suficiente para que Lia le pegue con la fusta en el culo. Claudia no gritó y solo mordió los labios. Con sus propios jugos mojó el consolador y se lo fue metiendo. La chica deliraba de placer.

Lia sacó dos broches del bolso y se los prendió en los pezones. El bate estaba unos 6 centímetros adentro de la chica y el consolador casi totalmente en el culo. Clau lo hacía entrar y salir rápido, mientras se tocaba su concha, totalmente excitada por lo que hacía.

“Parece que a la Srta. le gusta lo que hace, vamos a darle el gusto.” Y Lia le puso el arnés y trabó el consolador. Sacó el bate de la concha de la chica, la puso en cuatro en el borde de la cama.

“Ahora, date el gusto, rómpele el culo” le dijo a Claudia.

Ella totalmente excitada la sodomizaba sin piedad, la chica gozaba sin parar. De tanto darle, en un momento dado, Claudia tuvo un orgasmo y le temblaron las piernas. Lia la hizo salir, y apoyo el bate en el orto ya abierto. Lia le dio un golpe y se lo empezó a enterrar. Claudia miraba loca de placer, sin sacarse el arnés ni el consolador, se siguió masturbando, y tocándose el culo. Me miraba y mordía sus labios.

El bate de a poco entraba en el orto, la chica gritaba y pedía por favor que lo saque, que no lo iba a hacer más. Lia seguía metiéndolo, Clau se puso atrás de Lia y abriéndole los cachetes, le apoyó el consolador en su culo. Lia la miró y sonrió. Tomó el consolador y lo guio hasta que entro.

“Así, pendeja, ¿así te gusta masturbarte?” y de un empujón lo introdujo casi 5 centímetros. La chica cayó sobre la cama y Lia seguía penetrándola sin piedad. La imagen era terrible. Lia se empujaba contra Claudia enterrándose el consolador cada vez más. Cuando llegó al orgasmo, sacó el bate del orto de la hermana, y lo tiró al suelo.

“Ahora, ándate, lávate y a dormir.” Le dijo. La chica con evidentes problemas para caminar y con sangre entre las piernas, se fue de la cabaña. Claudia seguía penetrándola a Lia.

Me saqué la ropa y con mi pija ya al palo, se la di a chupar a Lia, que se prendió enseguida. Sin sacarla de Lia, hice que se acostaran las dos boca arriba, Lia sobre Clau. Yo le abrí las piernas a Lia y la tomé por la concha. Gritaba de placer, Clau retorcía sus pezones y mordisqueaba sus orejas.

Cuando Lia llegó a un orgasmo, me salí de ella, y la hice poner en cuatro, con Claudia dándole por la concha. Yo enculé a Claudia que gemía de placer.

“Así, rómpeme el culo mientras la cojo a Lia. Sos mi hombre, amo como me coges.”

Me retiré, le saqué el arnés y me senté. A ella la puse dándome la espalda y se la metí por la concha. Lia abrió más sus piernas, y comenzó a chupar su concha y apretar sus pechos.

Cuando acabé, los tres caímos en la cama. Intrigados, fuimos a ver a Susana. Le estaban dando con todo, y por todos lados. Entramos y fui directamente a ofrecerle chupar mi pija, cosa que hizo con ganas. Lia y Clau, se entrelazaron y gozaron entre ellas.

Cuando terminó la semana y nos retirábamos, Lia se acercó a saludarnos. Nos repitió la invitación y nos dio varios regalos.

En el avión, Susana comentó:

“Lia me contó, que estos servicios son solo para nosotros, que ella quedó enganchada con vos Tim, y ahí empezó todo, que le encanta como la coges, y me pidió que volvamos pronto.”

“Guau, no soy la única loca por como la coges.”

Desde ese día Claudia era una sumisa consumada. Hasta compró un collar, un par de consoladores, esposas y otros juguetes.

Varias veces al ir a su casa la encontré con chicas, incluso me ofreció participar si la chica quería. Siempre con la chica, ella era la domina.

Una tarde, cuando fui, la encontré a mi madre. Cuando Claudia me abrió, se rio y me señaló el dormitorio, Susana estaba con el culo levantado y un consolador en cada lado. Clau se sentó frente a ella para que le siguiera chupando la concha. Con una fusta le golpeó la espalda y le dijo:

“Seguí chupando, suegrita, que tengo más orgasmos para darte. Y ahora que vino mi macho, prepárate para que nos rompa la concha y el culo.”

Por lo menos una vez por mes nos encontrábamos los tres. Meses más tarde, para el verano, Susana invitó a Lia a visitarla en su quinta de veraneo. Lia vino súper feliz por la invitación, pero eso será material de otro relato.

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