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Obsesión cornuda, Liz (Parte 1)
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Tiempo de lectura: 19 minutos

Estaba en la preparatoria y tenía mi primer novia, se llamaba Liz y era una chica muy pequeña y delgada, todos sus amigos la llamaban “flaca” cariñosamente, piel aperlada, su rostro me llegaba al pecho, tetas pequeñas que podrías tomar con una mano fácilmente y un culo bastante lindo, pequeño como todo en ella, pero redondo, firme y precioso. Teníamos 18 años hace ya varios meses.

Los “te amo” llegaron rápidamente y para mí suerte ella tenía su casa sola por las tardes, llevábamos un par de meses en que ella me daba las más increíbles, apasionadas y sucias mamadas que puedas imaginarte.

La primera vez que supe de la existencia de César estábamos en casa de ella. Me dio el morboso pensamiento de revisar su celular que había dejado abandonado cuando fue al baño, comencé a leer a mitad de la última conversación con su amiga Samara.

Samara: si está muy sexi el cabron ese (emoji monito babeando)

Liz: si está bien guapo el wey (emoji ojitos enamorados) todo sexi el wey

*Se me aceleró el corazón.

Samara: si pinche César, viejo sabroso jajaja

Liz: a mí solo me habla poquito, como que anda detrás del culote de Mariyan, todos quieren su traserote gordo (emoji riendo)

*Mariyan era una amiga de Liz de la preparatoria, delgada y blanca, aún más pequeña que Liz, tenía un culo enorme absolutamente asombroso.

Escuché el escusado, pensé en esperarla y confrontarla furioso, pero necesitaba saber más. Estaba acostado usando solo mis boxers en su cama, mientras ella regresaba y se recostaba a lado mío completamente vestida, ella nunca me dejaba quitarle ropa y yo me moría por ver ese precioso culito redondo al desnudo, siempre le rogué para quitarle la blusa o la falda, ella siempre se negaba tímidamente, pero me dejaba aliviar mi lujuria dejándome levantar solo unos segundos su falda para ver su precioso y pequeño culito redondo y respingado en esos shorts negros de licra que ella siempre usaba debajo de la falda como precaución.

Yo: ¿Sabes? De pronto me surgió una duda – dije intentando fingir que era algo completamente espontáneo mientras ella se recostaba en mi pecho – digamos que pudieras salir con alguien… ¿Con quién saldrías? – dije intentando sonar natural

Liz: con nadie, porque te amo – respondía rápidamente

Yo: también te amo pequeña, pero ¿Si no fuéramos novios? – dije presionando e intentando con todas mis fuerzas no arruinar el momento causando una pelea

Liz: mmm solo lo haría si no fuéramos novios – ella preparaba el golpe, yo asentía calmado para tranquilizarla – o si me dieras permiso o algo así, obvio no pasaría, pero me entiendes – ella reía nerviosa y parecía que en serio quería calmarme, yo reía y asentía – mmmm hay un chavo… se llama César – se me fue la sangre a los pies, no podía creerlo, ella en serio pensaba en él, deseaba que ella no dijera su nombre

Yo: ajam – dije ansioso

Liz: pues creo que saldría con él, se ve buena onda – odié que ella le restará importancia, diciendo que era buena onda y no jodidamente sexi

Yo: ¿Y él quién es?

Liz: un wey del F, es como 2 años mayor, creo que perdió años por mudanzas o algo así, no le hablo mucho – decía desinteresadamente y al parecer finalizando el tema, yo seguí

Yo: y entonces, si no fuéramos novios… – dije retomando delicadamente el tema, ella me veía con desinterés y asentía, no sé porque haría lo que estaba a punto de hacer, lo juro por Dios – si no fuéramos novios, o si tuvieras mi permiso dijiste jajaja – reí falsamente

Liz: es una loquera lo del permiso nomás jajaja… – segundos en silencio incomodo sin saber que más decir, ella proseguía – de hecho, Helene le dio un permiso así a Isaac una vez, ¿Tú crees? – decía nerviosa y sonriendo fingidamente, viéndome, pero evitando mirarme demasiado a los ojos

Yo: ¿En serio? – dije sorprendido

Liz: ¡Si! Que locura ¿No? Jajaja ni de pedo te daría un permiso así jajaja – decía riendo

Yo: pero tú si aceptarías el permiso jajaja – dije rápidamente, yo sé lo que eso podía causar, obviamente lo sabía, juro que no sé porque lo estaba haciendo, solo sé que estaba erecto y que quería hacerlo

Liz: ¿Si fuera solo para mí?… Si jajaja – carcajeaba falsamente y se me puso la piel de gallina, ella lanzó el anzuelo, lo dejó claro “en broma”, pero con esa simple frase estableció las reglas, era decisión mía…

Yo: jajaja qué chistosita – estaba más nervioso que nunca en mi vida, pensé durante una eternidad de cuatro segundos, mientras ambos parecíamos pensar – jajaja pues mmm… ok va – dije nervioso como el carajo, la boca seca, la verga erecta, el corazón a tope, ella me vio fijamente, creo que intentó despistar su emoción o sorpresa, no lo logró

Liz: ¿Neta? – preguntó débilmente, no podía creer que simplemente estuviera aceptando, me arrepentí de inmediato

Yo: ammm si, o sea solo si quieres obvio jajaja – dije yo dándole una salida, rogaba porque ella se negara, fui débil, ¡Carajo!

Liz: o sea si… si ¿Por qué no? No es la gran cosa – decía nerviosamente intentando restarle importancia

Yo: exacto si, solo es una cita – quise dejar claro que solo una vez

Liz: si, obvio solo una – decía tranquilamente, un pequeño silencio de dos segundos, nunca había estado más erecto en mi vida

Yo: y… ¿Cómo sería? – pregunté débilmente, el preguntarlo hacia todo real y serio, ella también se puso sería en un segundo

Liz: no sé – decía honesta – es neta que casi no hablamos, hablo con él estos días tal vez… no sé… creo que él y Mariyan se harán novios pronto – parecía que de pronto la frustración la invadía, parecía saber que no sería fácil y que tenía el tiempo contado, sonaba definitivamente frustrada

Yo: puedo ayudarte… – dije nerviosamente, tuve una magnífica idea.

En estos años tuve la oportunidad de hablar con César. Pude compartirle información que él desconocía a cambio de lo mismo. En alguna charla amable, él me admitió siendo honesto que no estaba interesado en lo más mínimo en Liz, él no quería salir con ella, le era completamente indiferente. Su objetivo era ese enorme y hermoso trasero de Mariyan (no lo culpo) y me dijo que definitivamente nunca hubiera salido con Liz al cine o algo parecido para no poner en riesgo las cosas con la culona y que si pasó lo que pasó, es solo porque fue demasiado fácil.

Por eso es que fue una excelente idea la que tuve, ella hubiera fracasado, se hubiera acercado a él y simplemente hubiera sido rechazada.

Liz: ¿Ayudarme cómo? – me preguntaba curiosa

Yo: a pedirle la cita – dije con seguridad

Liz: ¡No! – dijo histérica – eso sería súper raro – parecía casi molesta

Yo: no no no, no en persona, por Facebook, como si tú le dijeras, pero yo te ayudo – le dije con seguridad, ella lo pensó durante 2 segundos

Liz: pero yo escribo – decía nerviosa.

Ella buscaba en su pantalla y me puse a ver, entraba a Facebook y lo buscaba, “César Vira”, daba clic sobre él.

“Solicitud de amistad pendiente”

“1 amigo en común, Mariyan Avilantez”

Me dio un escalofrío, ella le había enviado solicitud de amistad y él la había ignorado, ella no dijo nada sobre eso, tal vez por vergüenza e intentó moverse rápidamente por la aplicación para que no me diera cuenta, dio clic para enviar un mensaje, se abrió una conversación completamente vacía, ella me veía esperando ayuda.

Yo: pues primero salúdalo – dije con seguridad ante su cara suplicante de ayuda

Liz: si… – decía nerviosa y enviaba un simple “hola” – ¿Y si no me contesta? – decía con inseguridad y vergüenza, ella sabía que no era del agrado de él

Yo: dale tiempo – dije tranquilo.

Los minutos pasaban, nos besábamos y luego ella me masturbaba un poco, ya habían pasado varios minutos y el idiota no contestaba.

Liz: no va contestar el wey – dejaba caer el celular sobre la cama, parecía honestamente frustrada, tal vez incluso molesta.

¡Maldita sea! Si ella perdía el interés todo se iría al cuerno, no podía dejar que ella se rindiera. Tuve otra buena idea.

Yo: espera – dije fingiendo miedo y levanté la mirada

Liz: ¡¿Oíste algo?! – me dijo histérica, que sus padres llegarán era un miedo constante en ella

Yo: creo que si… – dije en voz baja, ella se lo tragó y me volteo a ver aterrada – ¡Ve a ver! – le dije aun fingiendo

Liz: si – dijo rápidamente y salió del cuarto.

Tomé su celular apenas salió del cuarto, necesitaba llamar su atención. Simplemente presioné el botón de llamada de voz.

“Llamando”

Veía nerviosamente el aparato e intentaba escuchar que no regresara mi chica.

“Llamando”

¡Maldita sea! ¿Dónde deja su celular este idiota? ¿Estaba ignorando la llamada deliberadamente? Escuché a mi novia subiendo las escaleras…

“Llamada en curso”

Dejé que la llamada avanzara 2 o 3 segundos y colgué, eliminé la notificación de llamada en la conversación y arrojé el celular sobre la cama, me puse a mi celular intentando fingir y ella entraba al cuarto.

Liz: pues nada – decía tranquila

Yo: menos mal

Liz: oye… – decía con cara de confusión avanzando hacia su celular, yo intenté hacerme el idiota lo mejor posible – mira – me decía emocionada mostrándome su celular, un “hola” de César

Yo: ¿Ves? Jaja – dije emocionado también y orgulloso de que hubiera funcionado

Liz: ¿Qué le digo? – decía sin ocultar su emoción mientras se sentaba en su cama – como está y todo eso, ¿no? – decía sin dejarme contestar, parecía ansiosa y le escribía, yo me sentaba a lado de ella para ver

César: ¿Bien y tú? – contestaba en texto a la pregunta de ella sobre cómo estaba él, ella no podía ocultar su sonrisa tonta y nerviosa

Liz: todo relax, si te acuerdas quién soy ¿Verdad? – escribía ella, su inseguridad respecto a preguntarle si él la recordaba, sabiendo lo que sé ahora… me da morbo de pensar en lo desesperaba que ella estaba por él y lo indiferente que era él sobre ella

César: si, Elizabeth, la amiga de Mariyan – nadie la llamaba Elizabeth, él no recordaba su nombre, pero lo vio en la conversación

Liz: jajaja dime Liz o flaca, no hago ni madres ¿Tu? – le enviaba el mensaje a súper velocidad, me miraba a mi – ¿Cómo le digo? Neta ni nos hablamos – me decía nerviosa, exigiendo ayuda

César: nomás haciéndome wey también jajaja – él contestaba y yo le di una idea a ella, se lo dijo enseguida

Liz: ¿Qué harás el viernes? Es que tengo unos boletos de cortesía para el cine, para que no se desperdicien – ella escribió y veía el mensaje durante un eterno segundo antes de por fin enviarlo

César: suena divertido – llegaba ese mensaje y veíamos como él escribía otro, ella reía nerviosa y apretaba mi mano, otro mensaje llegaba – pero tienes novio, ¿No? Jajaja no quisiera causarte problemas, no creo que sea buena idea – él decía en texto y ella me veía de inmediato buscando más ayuda.

Ella tenía la relación marcada conmigo en Facebook y una foto de nosotros, así lo supo él, obviamente no le importaba, solo quería negarse, en serio no parecía interesado en ella.

Liz: es súper lindo – decía viendo su celular – ¿Qué le digo? – me decía ansiosa, sonriendo nerviosa, me ponía furioso y celoso que ella no se rindiera, la mayoría de las chicas entenderían que él no estaba interesado, tal vez incluso ella lo entendió, pero en serio quería esa cita.

Me armé de valor, aposté todo, lo siguiente que diría podría ofenderla o molestarla, todo era nuevo, no sabía cómo reaccionaría, decidí atreverme.

Yo: dile que no te causaría problemas… – sabía perfectamente lo que quería decir, pero nunca había elegido con más cuidado mis palabras – dile que no te causaría problemas si vienen aquí… a tu casa a ver algo.

Dije de manera lenta y débilmente, jodidamente nervioso, tal vez nunca había tenido una erección tan firme, terminé mi frase y ella definitivamente se puso nerviosa, no decía nada e hizo una buena pokerface, pero lo noté en su respiración agitada.

Liz: ok… si, suena bien… – decía débilmente evitando mi mirada viendo hacia su celular y comenzando a escribir.

“¡¿Ok?!” Cuando yo me enteré que ella tenía casa sola por las tardes fue jodidamente difícil convencerla de que me llevara, me tomó varios meses, muchas citas, demasiados ruegos y el primer “te amo” (juro que fue honesto). Y él sería invitado a su templo del placer por nada, ni siquiera le tomó una cita, ni siquiera tuvo que charlar algunas veces con ella, ni siquiera tuvo que pedirlo. Me sentía patético mientras ella le ofrecía eso a él por nada, me sentí celoso, furioso, cachondo, nervioso.

Superado.

Liz: ¿Así?… – me preguntaba tímidamente, evidentemente nerviosa mientras me mostraba su celular con el mensaje escrito sin enviar.

“Jajaja si podrían vernos, pero podríamos venir a mi casa a ver algo”

Yo: a-agrégale que estarían solos, así no se sentirá incómodo – dije con la voz casi cortada por los nervios y ella escribía.

“Jajaja si podrían vernos, podríamos venir a mi casa a ver algo, mi casa siempre está sola por las tardes así que no hay problema jajaja (emoji guiñando el ojo)”

Me dio un escalofrío cuando vi el emoji guiñando el ojo, era tan obvio, tan cínico, tan descarado, tan sexual y morboso, ella obviamente lo sabía, era obvio el mensaje que eso enviaría, y por supuesto que él también lo sabría, ella sostenía el aparato nerviosamente frente a mi cara y yo presioné el botón de enviar.

Liz: ¡¿Lo enviaste?!

Decía histérica viendo de inmediato la pantalla de su celular, pero no hubo ni un solo reproche, ella solo se sorprendió, no se enfadó y veía sin parpadear la pantalla. Me uní a ella para también mirar, él escribía por una eternidad de tal vez 10 segundos…

César: ok, suena bien – ella me vio sin ocultar su emoción.

Acordaron verse en un jardín cerca de la prepa y él huyó de inmediato de la conversación diciendo algo sobre una estúpida tarea, no estaba interesado en hablar con ella más de lo necesario. Sentí tanto morbo de pensar que ellos pasaron de no hablarse a arreglar una “cita” a solas en casa de ella en solo 4 minutos.

No hablamos más sobre el tema, era miércoles y durante el jueves vi varias veces como Mariyan charlaba con él en la escuela, me molestaba lo jodidamente guapo que era, más alto que yo, delgado, muy blanco, con el pelo negro como el carbón y definitivamente guapo de cara. Parece que él y Mariyan se hacían más y más cercanos, pasaban mucho tiempo juntos, andando juntos por ahí todo el tiempo, seguro serían pareja pronto, el timing fue perfecto.

El jueves por la tarde fuimos a su casa como siempre. Ahí estábamos acostados dulcemente uno a lado del otro, todo estaba echado, él definitivamente iría guiado por la curiosidad, y yo ya no podía impedirlo, el tiempo para eso había pasado, pude nunca iniciar el tema, pude no empujar cuando ella mencionó ese permiso, pude decirle que mejor no hiciéramos nada mientras ella lo buscaba en Facebook, pude mostrarme vulnerable y ella comprendería, pude simplemente no darle esa terrible idea de llevarlo ahí cuando él me menciono diciendo que no quería causarle problemas, y sé que pude decirle el mismo miércoles por la noche que me había arrepentido, tuve mil salidas y las cerré todas. Ahora era demasiado tarde y yo lo sabía, tratar de impedirlo ahora solo causaría una pelea. Era un evento implacable que sucedería en menos de 24 horas. Nunca me sentí más impotente en toda mi vida.

Pero quería sacar algo de todo esto, tenía una idea y se la expliqué, ella se negó primero, diciendo que era demasiado riesgoso, pero insistí lo suficiente y ella aceptó algo nerviosa.

Al otro día en la escuela ella me dijo que le recordó la cita y él confirmo, y me admitió por primera vez que estaba emocionada, me sentí más celoso que nunca en mi vida, viendo a mi linda novia emocionada por alguien más, fue devastador y confusamente erótico. Saliendo corrí a mi casa y llegué listo para el espectáculo.

Le marqué rápidamente, ella no contestaba, varias llamadas y habían pasado casi 40 minutos de la hora de salida y yo la maldecía internamente por no querer cumplir su parte, ella contestó hasta la sexta llamada.

Silencié mi micrófono y escuché ruidos varios, supuse que ella guardaba el celular en su mochila y parecía que iba a cumplir su parte. Unos segundos en silencio y la escuché.

Liz: ¡hola! – decía animada, casi podía ver su sonrisa emocionada

César: hola, perdón fui a acompañar a Mariyan a su casa – decía sin vergüenza

Liz: jajaja no te preocupes, tengo apenas 5 minutos aquí – no podía creer que no le reclamará nada sobre llegar 40 jodidos minutos tarde, ella era muy puntual seguro estuvo ahí minuto 1

César: jajaja ¿Y dónde vives? – preguntaba de inmediato – no nos vayan a ver jajaja – seguro ella pensó que lo dijo por consideración con ella, él obviamente lo dijo por Mariyan

Liz: en la de San Fermín – decía rápidamente y comencé a escuchar ruidos varios, estaban en movimiento.

Iban caminando en silencio, pude sentir la tensión, cuando escuché ese sonido de la chirriante puerta de madera de la casa de ella abriéndose, la verga se me puso como piedra.

Liz: pasa – dijo amablemente, no recibía respuesta y escuché la chirriante puerta de madera de su casa cerrarse, yo ya conocía bien ese sonido.

Pensé durante todo el día en una idea que me parecía bastante morbosa y divertida, ellos básicamente nunca habían hablado, esta iba ser la primera vez que hablarían y estarían juntos, decidí que era divertido y muy morboso cronometrar todo en cuanto llegarán a la casa de ella, tenía el manos libres puesto con el volumen a tope y puse a andar cronómetro del celular.

0 minutos.

La puerta de madera se cerraba y podía notar como el ruido externo se aislaba, todo se escuchaba claro y nítido.

Liz: ¿Quieres algo de tomar? – decía nerviosa

César: nah no te preocupes – respondía rápidamente – ¿Y tú cuarto? – preguntaba firmemente de inmediato, él no fue a perder el tiempo en charlas estúpidas

Liz: arriba… – dijo débilmente, casi sumisa

César: a ver – decía juguetonamente y ella reía un poco.

3 segundos después escuché como sus zapatos taconeaban ruidosamente, mil veces fui subiendo detrás de ella, sé perfectamente que las escaleras tenían otro tipo de piso bastante más ruidoso, así supe que iban subiendo, escuché claramente que la puerta de su cuarto se cerraba.

2 minutos.

2 minutos le tomó a él llegar a su cuarto, 2 minutos suyos contra tal vez 6 o hasta 7 meses míos, él no tuvo que rogar ni hacer méritos, ni siquiera tuvo que pedirlo.

César: ¿Y qué vamos a ver? – preguntaba y ambos reían un poco

Liz: ammm pues podr

Ella fue interrumpida a media frase, silencio total, intenté subir más el volumen y ya estaba al máximo, la llamada seguía, por charlas posteriores con César, ahora sé que apenas ella se sentó en la cama a lado de él y diría algo, él simplemente la besó.

Escuché algunos sonidos húmedos, se me aceleraba el corazón, se me ponía dura la verga, se me secaba la boca, no podía dejar de pensar que esto jamás hubiese ocurrido de no ser por mí, no sabía si era un pobre idiota o un completo genio por haber manipulado así la situación. Los húmedos sonidos de sus besos se escuchaban más nítidos y firmes, ellos se besaban más apasionadamente. 2 minutos y algunos segundos y él ya la estaba besándola y seguramente tocándola morbosamente, yo no me atreví a robarle un beso hasta casi un mes después de conocerla, el día que le pedí ser mi novia, y apenas me atreví a posar tímidamente mi mano sobre su lindo trasero varias semanas después. Algunas risitas nerviosas de ella me ponían durísima la verga.

5 minutos.

Liz: oye… – decía tímidamente

César: ¿te gusta? – decía con orgullo

Liz: te ves bien… – decía débilmente

César: hago poquito ejercicio – decía orgulloso, él se había quitado la camisa y al parecer tenía algo lindo que mostrar debajo, me sentí patético con mi cuerpo escuálido y desabrido

Liz: hey no jaja – expresaba tímidamente

César: camisa por camisa – decía el riendo un poco

Liz: jajaja – solo reía, no sabía que pensar, ¡Maldita sea! ¡Maldita sea!

César: lindo brassier – decía cachondo, ella reía débilmente, parecía avergonzada o al menos nerviosa.

¡Maldita sea! ¡No es justo! ¡Yo jamás pude quitarle NI UNA SOLA PRENDA! ¡Maldita perra! ¡Un año y medio! ¡Un jodido año y medio!

Liz: ¡No! El brassier no jajaja – decía tímida, pero firmemente.

Me sentí, aunque fuera un poco aliviado de que ella no le mostrara sus lindas tetas por primera vez a él, en vez de a mí.

8 minutos.

Me masturbaba como histérico entre los húmedos sonidos de sus besos, zapatos siendo lanzados pesadamente al suelo, luego un obvio sonido metálico tintineante de la hebilla de su cinturón golpeando el suelo, unos segundos de expectativa.

Liz: wow – decía honestamente sorprendida pero en voz baja, era tan obvio lo que él le había mostrado, la sorpresa de ella me hirió el ego

César: ¿te gusta? – decía orgulloso de nuevo

Liz: mucho…

Yo jamás la había la escuchado hablar así, con lujuria total, nada de risas tímidas, ni nerviosas o juguetonas, un tono completamente sexual que jamás había escuchado en ella, un tono casi desesperado, se me hizo la piel de gallina. Él me contó años después que estaba parado frente a ella completamente desnudo mostrándole la verga erecta y mi linda novia veía su enorme pedazo de carne prácticamente sin parpadear.

César: está más grande que la de tu wey – él afirmó orgulloso, la sorpresa de ella la delató

Liz: jajaja – ella solo rio sin negarlo, pero con eso respondió – se ve padre depilada.

Finalizaba con ese mismo tono de voz que me ponía la piel de gallina, casi parecía que esa voz no venía de ella, me imaginaba a mi linda novia sentada, acariciándole suavemente la verga erecta mientras él estaba de pie frente a ella.

César: quítate la falda – decía con autoridad, casi groseramente

Liz: ¡No! Jajaja – decía firmemente, evidentemente nerviosa, se me aceleró el corazón

César: quítatela o me visto – decía cómicamente y ambos reían largo y tendido

Silencio total, risitas nerviosas de ella.

César: ¡Tramposa! Jajaja – ambos reían

Liz: dijiste que me quitara la falda, no que me quedara en calzones jajaja – no podía creer que ella se quitara la falda para él, me jalé la verga con fuerza

César: quítate esos shorts – le decía desesperado, no por favor, no por favor no lo hagas

Liz: ¿Qué prefieres?… – varios segundos en silencio, muchos húmedos y ruidosos besos – me quito los shorts… o te la chupo.

Me dio un salto la verga, ella jamás se había ofrecido a darme una mamada, no se negaba, pero siempre venía de mí, estaba tan desesperada que lo pidió ella misma…

11 minutos y 27 segundos.

La pregunta de ella había sido hecha y hubo unos segundos de silencio total, revisé la llamada, todo en orden, de inmediato un gemido profundo de él me hizo palpitar la verga involuntariamente.

César: no mames… – decía débilmente y gemía profundamente de nuevo – que rico… – decía entre sus gemidos, parecía genuinamente sorprendido.

11 minutos y 27 segundos, exactamente tan solo 11 minutos con 27 segundos y mi novia ya estaba metiéndose la sucia verga de César en su linda y pequeña boca.

César: tus manitas aquí – decía cómicamente

Liz: tienes las nalgas súper duras ja

La risa de ella se interrumpía por una arcada tan escandalosa que supe sin duda que mientras ella tenía sus manos sobre las nalgas de él y reía, César le metió la verga en la boca sin avisarle, él puso las manos de mi pequeña novia sobre su trasero para follarle salvajemente la cara. No más charlas.

Las arcadas de mi novia eran tan escandalosas que me ponían cachondo, me enfurecían y me preocupaban al mismo tiempo. Ella en serio hacia unas arcadas escandalosas, ¿Él podía lastimarla? Él obviamente empujaba con ambas manos sobre la cabeza de ella con fuerza, yo jamás me hubiera atrevido, por miedo a que se molestará y por respeto, ella parecía esforzarse más que nunca, ¡¿Por qué carajos ella nunca me dio una mamada así?! ¿Era por el tamaño? ¿Estaba más excitada porque él la tenía más grande que yo? ¿O él la ponía más cachonda sólo por ser él?

Él gemía profunda y sinceramente mientras mi novia parecía que vomitaría en ocasiones y luego tomaba descansos para respirar desesperadamente.

César: ¡ay Elizabeth! – decía histérico entre sus gemidos, era tan extraño escuchar a alguien llamarla así

Liz: me encanta tu ver-Aaarrgh!

Intentaba hablar desesperada y cachonda antes de que fuera interrumpida por la verga de él cortándole el habla violentamente de nuevo.

César: ¡Lámeme las bolas! – le exigía firmemente, ella lo hacía de inmediato y fue obvio por los tímidos gemidos de él enseguida.

Podía ver todo en mi mente como si estuviera ahí, podía verlo empujando la cabeza de mi linda novia con ambas manos y todas sus fuerzas hacia su verga, podía verla sosteniéndose firmemente del culo de él con ambas manos, una mano en cada una de sus nalgas, por los exageradas arcadas podía verla apretando los ojos y su cara distorsionándose por el asco que le causaba la verga de César golpeándole la campanilla a toda velocidad, mientras él la veía fijamente y gemía.

Arcadas escandalosas de ella, gemidos desproporcionados de él, respiraciones histéricas de mi novia, algunas risas de él… y todo lo que podía pensar era que yo “la entrené” tuve que rogarle meses para que me diera una mamada, tuve que ver su cara de asco la primera vez que apenas y puse mi verga en su linda boca, soporté sus dientes lastimándome las primeras veces, tuve que rogar para que volviera a intentarlo 3 semanas después por segunda vez, pasaron meses antes de que ella fuera buena. Y ahí estaba él, minuto uno disfrutando una mamada de primer nivel de una chica de la que apenas sabía su nombre.

32 minutos y 27 segundos.

Él respiraba profundamente, luego gemía a todo pulmón, escuché a Liz dar una arcada aún mas fuerte, como un gimoteo histérico, y juro por dios que escuché un nítido “glú, glú” gutural y pesado de ella, casi pude ver su garganta moverse, seguido de un gemido aliviado de César. Si eres hombre puedes reconocer perfectamente ese gemido final de alivio, placer total, gutural, viril y profundo, exactamente ese hacia él.

Pude imaginarlo perfectamente sosteniendo la cabeza de mi novia firmemente con ambas manos, mientras ella apretaba los ojos, haciendo caras de asco y él eyaculaba sin haberle avisado dentro de su boca y ella tragaba con dificultad.

¡El hijo de puta eyaculó en su boca sin avisarle! ¡Ella nunca tragaba conmigo! Una vez que lo hice sin avisar, ella se enfureció y retiró histéricamente, ¡Maldita perra!

Bajaban la velocidad de sus ruidos orales y la respiración de él se calmaba, mientras ella aún hacia algunos ruidos de asco.

César: ¿Saben ricos? Jajaja – reía y recuperaba la respiración

Liz: ¡Eyaculas un chingo! ¡Aaarrgh! – parecía genuinamente asqueada y la pude imaginar rascando su lengua – no mames… Saben de la chingada – decía lentamente, él se echó a carcajear, ella reía tímidamente solo un poco

César: es el precio por chupar mi deliciosa verga – decía cómicamente

Liz: lo valió jajaja – decía cómicamente y la verga me dio un salto

César: la chupas súper cabron – decía honestamente

Liz: me duele la garganta – decía y ambos reían.

Silencio, besos, caricias.

César: oye la neta tienes súper lindas nalgas eh, con el uniforme no se te notan la verdad – parecía honesto y sorprendido

Liz: ¿Tú crees? Jajaja

César: tu culo debe saber rico…

Liz: ¡JAJAJAJA!

César: ¡En serio! Jajaja me encantaría lamerte entre las nalgas – decía lujurioso, no lo culpo, yo deseaba tanto exactamente eso mismo, jamás se lo dije, soy un cobarde

Liz: ¡¿Qué?! – dijo genuinamente impresionada – ¡Cállate! ¡Wacala no mames! Jajajaja – decía histérica, parecía realmente avergonzada, él no reía

César: me encantaría cogerte en cuatro patas… – decía cachondo

Liz: ¿En serio…? – ella cambiaba el tono por completo, la tomó por sorpresa, afloraba de nuevo esa patética inseguridad, tan evidente, tan lastimera, una voz tan cachonda, nerviosa, insegura y desesperada

Cesar: empínate – le exigió con lujuria

Liz: no… – dijo débilmente

César: empínate ahí en el escritorio – una pausa de 2 eternos segundos ¿Qué carajos sucedía? – sin pedos te cogía así mero, tu culito se ve delicioso empinado – decía lujuriosamente

Liz: ¿Neta…? – decía con ese tono cachondo que le regresaba a la voz y con esa patética inseguridad de nuevo, escuché un azote tan fuerte que no pudo ser otra cosa que una fuerte nalgada – ¡ay! – expresaba ella con dolor, pero no hubo ningún reclamo.

¡Maldita perra! ¡¿A él lo dejaba ver su precioso culo en sus lindos shorts, se empinaba para él y no se quejaba de esa nalgada tan fuerte?! ¡¿Que carajos Liz?!

Cerré los ojos, me esforcé en imaginarla empinada con las manos sobre su escritorio, con sus preciosas y pequeñas nalgas redondas apuntando hacia él, avergonzada y nerviosa, pero complaciéndolo, quedándose en la posición exigida levantando su respingado y precioso culito para que él viera, me esforcé recordando cuando había visto sus hermosas nalguitas en esos shorts de licra cuando ella me dejaba levantar su falda apenas unos segundos y luego se retiraba, pero ahí estaba enseñándole su precioso culito empinada a él sin problemas, y eyaculé con fuerza.

Me sentí patético.

La verga me palpitaba y escurría mi pequeña corrida, la claridad post orgasmo me aplastaba mientras limpiaba con un pañuelo culposamente mi semen.

“¡Eyaculas un chingo!”

La voz sorprendida de mi novia retumbaba en mi mente cuando hace algunos minutos le decía eso a él después de tragar su semen, mientras veía mi mísera corrida como apenas y escurría de mi verga, ¿A ella le gustaría eso? ¿Le gustó que él eyaculara tanto? ¿Disfrutó morbosamente complacerlo así? ¿Disfrutó en secreto tragarse su semen? Ella jamás me lo admitiría ¡Maldita sea!

¿Ella vería eso como un signo de superioridad? La cantidad de semen le importa a las mujeres? ¡Jamás lo había pensado! ¿A ella le gustó sentir su verga palpitante en la boca mientras él eyaculaba y gemía?

Él tuvo su orgasmo dentro de la delicada, húmeda, cálida y deliciosa boca de mi novia, eso seguro se sintió asombroso, ¿Verdad? Nada parecido a tener que limitarme y avisarle cuando estaba por eyacular y salir con prisas de su boca casi aguantando mi orgasmo, preocupado por no molestarla y no manchar nada, él solo se dejó llevar y disfrutó teniendo su orgasmo y eyaculando dentro de su boca sin siquiera avisarle, eso obviamente fue mil veces mejor, ¡No es justo!

¿Por qué lo hizo? ¡¿Por qué se atrevió?! ¡Él ni siquiera la conoce! ¡Obviamente debió avisarle! ¿Qué le da el derecho de simplemente eyacular sin avisar en la boca de MI NOVIA? ¡Todos saben que deben avisar!

¿Quién carajos se cree? Grandísimo pendejo, ¿Él disfrutó viendo las caras de asco de ella mientras eyaculaba en su boca? ¿Le puso cachondo ver como ella se tragaba con dificultad y asco su asquerosa, caliente y espesa corrida?

Lo dicho, me sentí patético.

Ellos se dedicaban a charlar estupideces, él le decía Elizabeth otra vez y ella le recordaba tímida y patéticamente de nuevo que le dijera Liz o flaca, no Elizabeth, él ni siquiera había tenido la amabilidad de recordar esa pendejada después de que le había exigido que lamiera sus sucias bolas.

Hablaban de la escuela y él tenía el descaro de hablar sobre Mariyan, de que habían ido al cine, a comer pizza y a pasear al parque, y como le pediría que fuera su novia con rosas y chocolates, aunque aún no decidía cuando. Lo odié, lo admiré, lo envidié, hablando sin vergüenza de cómo cortejaba a otra, mientras mi novia aún tenía el amargo y penetrante sabor de su asqueroso semen espeso en la boca. Él estaba ahí con la verga flácida y ensalivada contándole descaradamente sobre otra mujer a mi novia, después de haberla forzado a tragarse sus amargos y calientes mecos.

44 minutos.

Él se callaba dos minutos con su cantaleta sobre Mariyan y ella le platicaba algo sobre el negocio de sus padres, pero su voz se diluía poco a poco hasta quedarse callada.

César: neta tienes muy lindo trasero… – decía débilmente con la respiración agitada, me enfureció que básicamente la callara para besarla y seguramente tocarla.

Silencio, gemidos suaves de él y húmedos besos, ella gemía suavemente como cuando yo le besaba el cuello, él gemía un poco más.

César: no… Mejor chúpamela – decía lo más firmemente que podía negándose a una puñeta de ella, con su voz cachonda quebrándose y de inmediato gemía profundamente – no mames… en serio lo haces increíble.

Él decía entre sus gemidos y pude escuchar una arcada escandalosa de ella, él la empujaba con fuerza sobre su verga empezando de nuevo. Me sentí furioso pensando que ella nunca me había chupado 2 veces en una sola tarde, algunas veces lo pedí y ella se negaba tímidamente y yo fui débil para no insistir. Normalmente mi combo incluía una chupada o una puñeta, luego más besos y caricias, al final de la tarde me iba a casa con las bolas azules a terminar el trabajo yo mismo.

Estaba furioso y celoso, él gemía mas y mi novia hacía esas escandalosas y húmedas arcadas en su verga, pero como buen cornudo, mi verga me traicionó y se comenzaba a poner erecta de nuevo, y claro que comencé a masturbarme otra vez.

Un profundo gemido de él seguido de una escandalosa arcada de mi novia.

César: no puedo creer que seas tan puta… – decía entre sus gemidos, ¡¿Qué carajos le pasa?! ¡¿Cómo se atreve?! – tienes novio… – ella lanzaba una histérica arcada y él gemía profundamente – … Sabes que andaré con Mariyan… – él gemía de nuevo – ni siquiera nos hablamos y aun así me la chupas así de cabron… – él decía lujuriosa y lentamente, cuidando de no quedarse sin habla por el placer oral, gemía profundamente y ella parecía que iba vomitar – ¡Si! ¡Aaah! ¡No mames! – decía desesperado – nunca te imaginas conocer a una puta así… – decía y ella parecía subir la velocidad, ¡¿Ella lo disfrutaba?! – nunca crees que una vieja pueda ser así de zor-¡Ay cabron! – él disfrutaba y gemía por varios minutos, en ocasiones parecía que ella moriría ahogada – siempre lo fantaseas, pero jamás te imaginas que realmente la vieja se va poner a comerte la verga tan en chinga – él gemía profundamente y mi novia seguía lanzando esas arcadas que ahora eran mi obsesión.

¿Él disfrutaba humillarla así? ¿O creía que la estaba halagando de algún retorcido modo? ¿Ella lo veía de ese modo? ¿Lo disfrutaba? Así no era mi Liz.

Liz: me encanta tu vergota gorda – decía desesperada y agitada, me jalé la verga tan fuerte que casi me lastimé

César: di que eres una puta – decía débilmente entre sus gemidos, y las arcadas y respiraciones histéricas de ella – Di que eres una puta – exigía firmemente

Liz: … s-soy una puta – decía débilmente, la verga me dio un salto en la mano y casi pude ver la linda cara de mi novia avergonzada y su mirada esquiva. No más charlas.

Ruidos grotescos de ella siendo asfixiada por la verga de él, luego respiraba como histérica en momentos para luego volver a ser casi ahogada con ese pedazo de carne, él gemía profundamente, exhalaba con fuerza, los ruidos sexuales eran remplazados por palabras solo de vez en cuando por él diciendo que le encantaba, que ella daba unas mamadas asombrosas, que le lamiera las bolas, que era una puta…

César: ¡No mames! ¡Neta que puta eres!

1 hora, 2 minutos, 15 segundos.

Él gemía histérico mientras podía escuchar los escandalosos sonidos húmedos de la boca de ella en la verga de él.

César: te los voy echar en la cara no te muevas – decía histérico y pude imaginarlo apuntándole con la verga dura a la cara.

No, no se atrevería, ¡¿Por qué?! Quise hacerlo tantas veces… simplemente apuntar a su cara y decir que fue un accidente… Soy un pendejo y un cobarde.

Él gemía de una manera que me pareció casi exagerada mientras no escuché ningún ruido más de ella, sus gemidos se ralentizaban poco a poco.

César: ¡No mames! Neta que buenas mamadas das… putita jaja – decía aun recuperando la respiración

Liz: ¡Pásame una toalla! Jajaja no veo ni madres, no mames neta es un chingo no sé cómo me los tragué jajaja– decía riendo nerviosamente

César: te ves linda con mis mecos en la cara así quédate mejor jajaja

Liz: ¡Dame la puta toalla! Jajaja – él le pasó la toalla – tendré que lavar yo misma esta toalla, si mi madre sospechara… – no terminaba la frase – necesito lavarme la cara pero ya – decía riendo un poco y escuché el agua del lavabo correr

César: este culito lindo… – decía morbosamente, ella reía tímidamente

Liz: ¿Qué hac- ¡hey! ¡Ouch! ¡¿Qué pedo?! – decía alterada, no parecía molesta, pero si exaltada

César: jajaja solo fue una mordidita jajaja necesitaba tu lindo trasero en mi cara… – decía riendo.

Él se puso de rodillas detrás de ella y restregó esas preciosas nalgas contra su cara 2 largos segundos, luego le dio una mordida en una nalga, lo envidié por completo, quise tantas veces hundir mi cara en esas lindas nalgas cuando espiaba debajo de su falda… Siempre fui tan cobarde, él merecía eso por simplemente tomarlo, yo no.

Liz: ¡Pinche loquito! Jajaja – reía mientras parecían volver al cuarto – ¿Ya te vas? – parecía casi decepcionada

César: necesito entregar una pendeja maqueta para mañana – decía tranquilamente y lo escuché deambular por el cuarto

Liz: vale – decía seriamente – ahí está tu cinturón jajaja – le indicaba riendo.

¿Sobre la maqueta? Él me lo confirmó años después, esa maqueta no existía, había obtenido lo que quería de ella, por esa tarde al menos, solo quería irse.

Ellos se vestían en silencio y al final ella se ofreció a acompañarlo a la puerta, salieron de mi rango de escucha, pasaron algunos minutos y la escuché entrar al cuarto y tomar su celular.

Liz: ¿Sigues ahí? – me preguntaba tímidamente.

¡Carajo carajo! ¿Qué se supone que le diría? ¿Qué me encantó? ¿Qué me sentí una mierda? ¿Qué tenía esos dos sentimientos yendo y viniendo? ¿Qué me diría ella sobre eso? ¿Qué me diría sobre él y su enorme verga?

Colgué la llamada.

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