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Mi madre y mi amigo: Fin de semana de campamento (Parte 2)
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Tiempo de lectura: 12 minutos

Al otro día me desperté como las 11:30 de la mañana, Rodrigo no estaba, vi la hora y me dirigí a mi edificio, antes de entrar llamé a mi casa un par de veces para asegurarme que podría escabullirme, no recibí respuesta, lo que me indicó que aún debían estar durmiendo. Seguí el mismo procedimiento del día anterior, pero para mi sorpresa cuando entré la pareja no estaba durmiendo sino que estaban en la ducha follando nuevamente, la puerta del baño estaba semi-abierta. Sin embargo, no me atreví a entrar, ya que el baño de la pieza de mi madre no es muy grande y podía ser observado. A pesar de esto podía escuchar los gemidos a lo lejos, era bastante difícil distinguir lo que decían principalmente por el ruido del agua. Me acerqué un poco a la puerta y lo único que alcancé a escuchar fue:

– Me encantaaa hacerlo en la duchaaa. Señalaba mi madre entre gemidos.

– A mi me gusta hacértelo en cualquier lugar. Respondía Carlos agitado.

– Ah. Logré oír un segundo gemido de Sofía.

Me alejé de la puerta y decidí ocultarme y esperar. Estuvieron alrededor de veinte minutos más en la ducha hasta que cesó el sonido del agua correr y observé como Carlos salía desnudo a buscar unas toallas, mi amigo le pasó una a mi madre y comenzó a secarse sobre la cama. Sofía se quedó en el baño y cerró la puerta. Luego de secarse bien, el muchacho se puso un pantalón corto y una polera y se dirigió al balcón para colgar la toalla, después se recostó en la cama y empezó a ver televisión. Tras aproximadamente media hora, mamá salió del baño completamente vestida con una faldita de mezclilla por sobre la rodilla, unos zapatitos de tacón negro y una pequeña blusa sin mangas también negra. Luego se dirigió a su mueble y comenzó a pintarse.

– Me encantaría quedarme contigo, Carlitos, pero tengo que acompañar a Ricardo. Decía Sofía.

– Sí lo sé Sofy, está bien. No te demores mucho eso si que no aguanto mucho tiempo sin ti… jajaja. Además, hoy llega Jorge y después no te voy a poder ver.

– Algo inventaremos para poder vernos igual. Señaló mamá besándolo.

– Oh, me encantas. Mejor no te acerques que me pongo duro inmediatamente y tu noviecito ya viene en camino. Decía Carlos agarrándola de la cintura.

– Mejor, mi vida, voy a tratar de volver lo antes posible, te lo prometo.

Luego de unos instantes sonó el celular de mi madre, Sofía terminó de arreglarse y besando apasionadamente a mi amigo salió, no sin antes jurarle que volvería lo antes posible.

Yo estaba decepcionado, esperaba pillar a la pareja en sus momentos de intimidad, pero lamentablemente esto no había sucedido. Carlos siguió viendo televisión durante casi una hora, yo estaba aburridísimo, no pasaba nada y ya estaba empezando a pensar que sería un día perdido. Sin embargo, para mi suerte estaba equivocado, después de ese largo y tedioso rato pude ver como mi amigo levantaba el teléfono con un rostro muy similar al del día anterior cuando había hurgueteado los muebles de mamá. Puse atención y escuché sus palabras:

– ¿Aló? ¿Cómo estás?

– Bien, Bien.

– Oye, ¿Estás ocupado?

– Ven para la casa de Jorge. Te tengo una sorpresa enorme.

– No, no te puedo decir por acá. Ven y sabrás.

– Es que tienes que verlo por ti mismo.

– Ya, te espero, trata de no demorarte tanto. Apúrate, nos vemos acá, chao.

Yo suponía que la “sorpresita” estaba relacionada con la situación con mi madre, pero tenía la enorme curiosidad de con quién había hablado Carlos. El rostro de mi amigo reflejaba una mezcla de felicidad y picardía, era exactamente la misma cara del día anterior.

Alrededor de las 3:00 de la tarde sonó el citófono, Carlos se levantó tal y como estaba y le indicó al misterioso personaje que subiera, lo esperó en la sala y logré escuchar como abría la puerta.

– Hola, ¿Qué pasó?

– Entra luego. Respondió mi amigo rápidamente.

– ¿Y tú qué haces acá? ¿Y por qué estás vestido así? La voz era inconfundible, correspondía a Miguel, un amigo en común que teníamos con Carlos.

– Tranquilo, tranquilo te voy a contar todo. Toma asiento. Señalaba Carlos riendo.

– ¿Y Jorge, dónde está?

– Toma asiento, tranquilízate, te voy a explicar todo. ¿Quieres algo de beber?

– No gracias, explícame que sucede. Respondía Miguel sin entender nada.

– La historia que te voy a contar te va a sonar increíble, por eso te pedí que vinieras. Decía Carlos sirviéndose un trago.

– ¿Entonces, qué sucede? ya estoy acá.

– ¿Recuerdas a la madre de Jorge, a Sofía? Preguntó Carlos.

– Si, obvio que la recuerdo.

– ¿Recuerdas los comentarios que solemos hacer sobre ella? Que estaba buena, que tenía un par de tetas fantásticas y un culo exquisito, bla, bla, bla.

– ¿Estás seguro que no está Jorge? Respondía Miguel intranquilo.

– Si, tranquilo, anda de campamento con unos compañeros de la universidad y no va a llegar hasta la noche. Pero, responde ¿Recuerdas todo eso?

– Jajaja… claro que sí. Todos sabemos que la mamá de Jorge esta buenísima y más de alguno le hemos dedicado una paja.

– Bueno, aunque no lo creas… tú amigote acá… se la estoy follando. Declaró Carlos orgulloso.

– ¿Qué? Jajaja… Parece que te hizo mal el alcohol, te estás volviendo loco. Miguel respondía sin dar crédito a las palabras que escuchaba.

– Jajajaja, sabía que no me ibas a creer por eso te pedí que vinieras.

– Pero Carlos, ¿Cómo quieres que te crea eso? Está bien que siempre hayamos fantaseado con la mamá de Jorge, pero de eso a….

– Piénsalo Miguel, usa la lógica, ¿Por qué crees que estoy acá solo? ¿Por qué estoy vestido así?

– No sé, quizás… bueno, emmm, no sé, pero… Miguel no sabía cómo explicar las preguntas de Carlos.

– Mira, esto fue lo que pasó.

Carlos contó a Miguel toda la historia de su relación con mi madre omitiendo el hecho de que yo lo había ayudado en su primer encuentro. Obviamente, Miguel seguía sin creer las palabras de Carlos y a pesar de su notable interés negaba todo con expresiones de incredulidad.

– Pero bueno para eso te llamé para que lo veas con tus propios ojos. Sólo así lo creerás. Vamos que tenemos que actuar rápido, Sofía ya debe estar pronta a volver. Escuché como Carlos se levantaba del sofá.

– ¿Qué? Respondía Miguel sin entender nada aún.

– ¿Qué hora es? Preguntó Carlos.

– Las 4:20. Respondió Miguel.

– Sí… ya lleva tres horas fuera, debe estar por volver. Ven debemos buscar un lugar donde puedas observar todo. Ambos se dirigieron hacía la pieza de mi madre.

– Estás loco Carlos, no entiendo nada.

– Pronto verás un espectáculo único que nunca olvidaras te lo prometo. Decía Carlos con seguridad.

– Estás loco, ya ¿Y dónde me escondo?

– No sé, tiene que ser un lugar donde puedas ver bien y que Sofía no te descubra. Decía el muchacho pensativo.

Ambos comenzaron a discutir sobre el mejor lugar para esconderse, yo estaba preocupado ya que temía que pudieran encontrarme y arruinar todo. Finalmente, Carlos movió unas prendas que había en el closet que se ubicaba justo frente a mi escondite e hizo espacio para que Miguel se ubicara ahí, después de un rato lograron terminar el escondite y esperaron. Conversaron durante unos minutos más hasta que Carlos escuchó los tacos de mamá por el pasillo y le indicó a Miguel que se escondiera rápido. El muchacho obedeció y Carlos salió a recibir a mamá a la sala.

– ¿Cómo estuvo tu almuerzo?

– Aburridísimo. Estaba desesperada por volver.

– ¿Sí? ¿Y por qué? Respondió Carlos con picardía.

– Ohhh, mi amor, si sabes por qué. Logré escuchar que habían comenzado a besarse.

– No podía esperar más por esto. Vamos aprovechemos bien el tiempo.

Besándose entraron en la pieza. No podía observar el rostro de Miguel, pero me imaginaba su boca abierta de incredulidad. Carlos miraba regularmente el closet levantando el pulgar en señal de que todo estaba bien. La pareja siguió besándose y sobándose salvajemente de pie frente a la cama. Mi amigo comenzó a magrearle y besarle las tetas, el cuello y la boca. Ella soltó su cabello y siguió comiéndole la boca. Después de unos minutos, Carlos le desabotonó la blusa desde el cuello y se la quitó, mi madre se sacó el corpiño quedando con sus duras tetas al aire. Mi amigo empezó a chupetearle los melones como desesperado a la vez que le dejaba ir una mano por la falda.

– Me fascina como te mojas tan rápido, Sofy. Decía Carlos introduciéndole los dedos.

– Tú me pones así, mi amooor. Replicaba mamá comenzando a esbozar unos leves gemidos.

– ¿Y tú noviecito? ¿No te pone caliente?

– Ja, sabes que no, sólo tú me pones así, mi vidaaa, ¡sólo tú!

Luego de eso, Carlos se sacó la camiseta y se bajó con gran facilidad los cortos pantaloncillos, Sofía observó la vergota erecta y sin pensarlo dos veces se arrodilló y se la introdujo salvajemente en la boca. Mi amigo se movió un poco para que Miguel pudiera observar mejor el espectáculo que le estaba ofreciendo. Mi madre seguía tragando y tragando con gran velocidad afirmándose de las piernas de Carlos. Yo ya había visto que Sofía era una maestra en la materia del sexo oral, pero aquel día realmente parecía poseída, lo hacía con una velocidad increíble y le decía a mi amigo cosas como:

– Me encanta tu miembro, que bueno esta. Me fascina chuparlo, me lo voy a tragar tooodo.

Carlos no respondía nada, creo que estaba tan sorprendido como yo y gozando como nunca. Lo único que atinaba a hacer era mirar hacia el closet entre mamada y mamada. Sofía seguía con su feroz chupada, jugueteando con sus bolas y continuando con sus calientes palabras.

– Que rica que es, mi vidaaa. Me mata tu enorme miembro, me encanta saborear tu palo, dámelo todo.

– ¿Lo quieres todo zorrita? ¿Lo quieres todo? ¡Entonces trágatelo todooo!

Mi amigo la tomó fuertemente de la nuca y se la clavó hasta el fondo de la garganta, ella trató de zafarse sin conseguirlo, Carlos la agarró de los pelos y comenzó en rápido mete-saca en su boca dificultando la respiración de mi madre y provocándole arcadas. Claramente, se podían escuchar los sonidos de la verga en la garganta de Sofía.

– ¿La querías toda? Ahora la tienes hasta la faringe… jajaja. Eso es, trágatela enterita, oh, que goce, eso sigue chupando, sigue chupando. ¿Te gusta mamarla, verdad? ¿Te gusta comer verga? Señalaba Carlos mirando fijamente como su miembro desaparecía en la boca de mi mamá.

– “Glup, Glup”. Era el único sonido que emitía Sofía.

Carlos cerraba sus ojos y levantaba su cabeza estaba gozando de una manera increíble y apenas pudo notar que mi madre le golpeaba las piernas pidiéndole que la soltara. Mi amigo la miró y le retiró la mano de la nuca, su verga salió toda mojada de la cavidad bucal, se podían observar hilos de saliva a medida que Carlos apartaba su verga de la boca de mamá. Ella respiró profundamente aliviada y tragó una gran cantidad de saliva.

– Casi me ahogo. Señaló Sofía respirando rápidamente.

– Tú me lo pediste. Dijo Carlos.

– Nunca había hecho eso. Volvió a decir mamá aún agitada.

– Hay varias cosas en las que has debutado conmigo, lo de ayer, ahora esto…jajaja. Pero, yo sé que te gusta, Sofy. Tócate el coñito, estoy seguro que estás toda mojada. Mi madre asistió con la cabeza.

– Sigue entonces, que a mi me encanta que me la mames. Mi amigo le volvió a tomar la cabeza dirigiéndola, esta vez, “cariñosamente” hacia su miembro.

Sofía se lo volvió a introducir en la boca y comenzó nuevamente con sus salvajes movimientos, masturbándolo y chupándole la punta, lamiéndoselo por los costados y chupeteándole las bolas, todo con gran rapidez. Siguió así por otros minutos hasta que Carlos explotó:

– Oh, Sofy que bien lo haces, ya no aguanto másss.

Mi amigo tomó de nuevo fuertemente a mi madre de la nuca y se la introdujo hasta el fondo. Ella se sorprendió con las descargas de Carlos e intentó sacarse el miembro de garganta, sin embargo el muchacho la agarró más fuerte y con unas convulsiones le dejó ir todo su líquido en la boquita. Sofía trataba de tragarse el semen con ahínco, apretando sus ojos y agarrándose de las piernas de Carlos, no obstante algunas gotas de leche comenzaron a fluir de sus comisuras recorriendo su pera y cayendo al suelo. Tras esto, mi amigo le sacó la verga y se dejó caer agotado en la cama.

– Te tragaste toda mi lechecita, oh, eres realmente fantástica.

– Sabe bien el semen, ah, nunca lo había probado.

– ¿Te gustó? Señaló Carlos sonriendo.

– Cualquier cosa que sea contigo me encanta. Respondió ella.

– Eres la mejor, Sofy, la mejor. Si yo fuera tu novio te estaría follando todos los días a cada rato.

– Bueno, ahora tienes la oportunidad. Mi madre se retiró al baño para limpiarse y retornó rápido.

– Ahora te toca a ti. Dijo Sofía sacándose la faldita y el calzón.

– Ven acá que te voy a comer el coñito como nunca.

Carlos se abalanzó sobre mi madre y empezó a comerle la conchita salvajemente agarrándose de sus piernas abiertas. Ella apretaba la marquesa de la cama con sus manos contorsionándose, luego se apretujaba las tetas para terminar tirando fuertemente del cabello de Carlos repitiendo su nombre.

– Oh, Carlos, oh Carlitos. ¡Qué rico! Eso, ahí, ahí.

Mi amigo no respondía nada y sólo seguía lamiendo pasándole la lengua de arriba debajo de su entrepierna.

Después de una buena cantidad de minutos practicándole sexo oral, Carlos se levantó indicándole a Sofía que se subiera arriba de él.

– Vamos Sofy, quiero que me cabalgues. Después del entrenamiento de ayer ahora te va entrar todita.

– Si, mi vida como tú quieras. Respondía mi madre levantándose rápidamente.

– Me fascina tenerte arriba, eres una experta montando. Decía Carlos acostándose en la cama.

– Contigo es fácil ser experta. Replicaba mamá ubicándose sobre él y dirigiéndole la verga hacia su coño.

– Vas a ver que fácil entra ahora.

Efectivamente, Sofía se introdujo casi sin problemas el vergón de mi amigo emitiendo un largo gemido y abriendo la boca bien grande, momento que aprovechó Carlos para meterle un dedo en la cavidad bucal.

– Ay mi dios, que bien se siente. Fueron las primeras palabras de mamá.

– Viste, sabía que iba a servir el tratamiento de anoche. Decía Carlos agarrándole fuertemente el culo.

– Siii, vaya que sirvió. Sofía empezaba a cabalgar.

– No eres la primera, es que no es fácil recibir un miembro así… jajaja. Señalaba mi amigo orgulloso del tamaño de su herramienta.

– No, mi amor, nunca había tenido una verga así. Nunca había sentidoooo lo que me haces sentir.

– Mira, te voy a enseñar a disfrutar de un miembro como el mío. Levanta tus piernas. Carlos detuvo sus movimientos y le indicó a mi madre que abriera sus piernas.

– ¿Cómo? ¿Así? Preguntaba Sofía sin comprender bien las intenciones de mi amigo. Carlos le sacó la verga y trató de explicarle.

– No, siéntate en mi verga, eh, como si estuvieras meando en la calle. ¿Me entiendes?

– ¿Así? Preguntaba mi madre abriendo bien sus piernas y apoyando la planta de sus pies sobre la cama.

– Perfecto, ahora comienza a bajar. La verga de mi amigo estaba como un poste esperando a mamá.

Sofía agarró el miembro de Carlos y nuevamente lo dirigió a su abertura, la que poco a poco comenzó a albergarlo provocando un enorme goce en mamá que se reflejaba en su rostro desfigurado. Cuando su verga desapareció completamente en el coñito de mi madre, mi amigo señaló.

– ¿La sientes mejor así?

– Si

– Ahora si que la estás disfrutando enterita.

– Oh, la siento toda adentro.

– Ahora a gozar. Carlos agarró a mi madre por los muslos y comenzó el mete-saca.

– Siempre soñé con gozar así. Respondía mamá afirmándose en la parte superior de sus muslos, subiendo y bajando sobre la verga de Carlos.

– Que desperdicio que una mujer como tú con este cuerpazo no tuviera a nadie que la hiciera gozar como se merece.

– Ahora te tengo a ti, mi vida.

– Sí, ahora estoy yo para satisfacerte.

– Igual me extraña que con este cuerpazo, estas tetas exquisitas y este culote no hayas tenido alguien que te hiciera zumbar, con todos los candidatos que pagarían por follarte. Carlos decía esto mientras le agarraba fuertemente las tetas.

– ¿Candidatos? ¿Qué candidatos? Respondía mamá entre gemidos y haciéndose la tonta.

– Jajaja… te gusta mostrarte y sentirte deseada, eso lo noté desde que te conocí. Tú sabes que todos quieren follarte. Don José, Marco, Cristián y todos los otros, sin contar a todos los amigos de Jorge.

– Son puros jovencitos no se fijarían en una vieja como yo, ay mi dios, métemela toda.

– Jajaja… ya te dije que siempre hemos hablado de ti, del cuerpazo que tienes y sabes que más de alguno te ha dedicado una paja.

– Nunca me había dado cuenta.

– No seas mentirosa. Yo creo que si los muchachos hubiesen sabido que estabas tan necesitada de verga y lo buena que eras para mamar y follar te la clavaban el mismo día que te conocieron ahí mismo delante de tu hijo.

– ¿De verdad lo crees? Ahhh que goce que siento.

– No sólo lo creo, lo sé, porque me lo han dicho. Sofy tú estás más buena que cualquier muchacha de nuestra edad.

– Me encanta que me hagas el amor.

– Oh, tú eres por lejos la mejor mujer que me he follado.

Carlos la agarró de las nalgas y se la comenzó a clavar como loco con gran velocidad haciendo a mi madre saltar sobre él obligándola a afirmarse del respaldo de la cama para no perder el equilibrio. La verga de mi amigo entraba y salía rápidamente del coñito de Sofía, ella sólo gritaba de pasión sobándose las tetas y el pelo. Luego de un rato así, Carlos se la sacó y se ubicó detrás de ella. Mi madre se puso en “cuatro” levantando bien su trasero para una mejor penetración. El muchacho se la dejo ir toda de una vez y comenzó un lento mete-saca agarrando a mamá de la cintura:

– Bueno, siguiendo con el tema. No puedes decir que nadie se fija en ti. Yo creo que eres la mujer más deseada del barrio.

– Gracias, mi amor, pero eso piensas tú.

– No, no sólo yo. Muchos otros, por ejemplo, Miguel, ¿sabes quién es? Carlos dirigía su mirada hacia el closet.

– ¿El amigo de Jorge? Preguntó mi madre entre gemidos.

– Si, el mismo.

– Sí, sigue así ¿Qué pasa con él?

– Él es uno de tus "admiradores". Mi amigo volvía a mirar hacia donde estaba Miguel.

– Nooo lo creo, mi vida, si que goce.

– Jajaja… te lo aseguro. Miguel daría lo que fuera por estar aquí clavándotela hasta el fondo.

– ¿Sí? ¿Y cómoo lo sabes? Preguntaba Sofía con cierto interés.

– Ya te dije que siempre hablamos de ti con los muchachos. ¿Y a ti qué parece Miguel?

– Es un muchacho guapo, eso, métemela hasta el fondo. Carlos empezaba a aumentar la velocidad de sus movimientos.

– ¿Te gustaría follártelo? Preguntó Carlos dirigiendo una sonrisa hacia el closet

– No sé, mi vida, ah sigue así.

– Vamos, yo sé que te gustaría hacerlo con él. Carlos la tomaba de los hombros penetrándola hasta el fondo.

– Oh, me encanta como lo haces. Mi madre agarraba fuertemente las sabanas y con una mano se abría la conchita para recibir mejor el vergón de mi amigo, que había comenzado a fijar su mirada en su culo.

– Vamos Sofy, dime que sí, que te gustaría follarte a Miguel. Carlos reía y miraba intermitentemente al closet, me imagino la cara que debía tener Miguel.

– Sí, mi vida, lo que tú quieras, me matas Carlos. Mi madre apretó sus manos, al parecer había llegado al orgasmo.

– Viste que en el fondo eres una calentona, por eso me fascinas. Mi amigo la tomaba de su larga cabellera levantando su rostro. Mi madre estaba tan mojada que claramente se podía escuchar un leve "chapoteo" en la penetración de Carlos.

– Me encanta hacerlo contigo. Respondía mamá agotada.

– Oh Sofy no aguanto más, tengo que follarme este culote. Mi amigo se la sacó sobajándole el trasero y rápidamente empezó a introducir poco a poco su miembro en el ojete de mi madre.

– Ah, despacio. Decía mi madre levantando su culito.

– No te preocupes, te va a entrar mejor, ya la lubricaste en tu coñito…jajaja.

– Oh, la siento toda. Carlos ya le había metido un poco más de la mitad.

– No está toda, sólo llevo la mitad. Vamos a tener que entrenar este culote también para que puedas recibirla toda. Mi amigo comenzaba un lento mete-saca.

– Ay, que rico como te siento en mi culito.

– ¿Te gusta? Oh, como me apretas. Decía mi amigo aumentando la rapidez.

– Despacito, despacio, despacio por favor. Gritaba mi madre desesperada.

– Lo siento Sofy, ya estoy llegando. Carlos la penetraba con casi la misma velocidad que se la había clavado en su coñito.

– Ah, si. Era lo único que articulaba mi madre.

– Que buen culo que tienes. Señalaba Carlos golpeándole fuertemente las nalgas con su palma abierta.

– Vamos Carlitos, lléname el orto. Chillaba alocadamente Sofía.

– Ohh. Mi amigo levantó su cabeza y su cuerpo se endureció a la vez que dejaba ir su líquido en el trasero de mamá.

– Ah, que rico, me encanta sentirla dentro. Fueron las últimas palabras de Sofía antes que Carlos se desplomara sobre ella.

Cuando mi amigo le sacó la verga pude observar un hilito de semen que denotaba la descarga que le había dado a Sofía, luego se recostó de espaldas respirando agitado. Estuvieron un rato tendidos en la cama, totalmente exhaustos, uno al lado de otro, ya eran casi las 6 de la tarde, hasta que Carlos se acordó que Miguel estaba escondido en el closet y le dijo a mamá:

– Sofy, ¿Por qué no nos duchamos juntos?

– Ay, Carlitos, estoy agotada, nunca había cogido tanto en mi vida. Decía Sofía riendo.

– Pero, es que me encanta hacerlo en la ducha. Mi amigo comenzaba a besarla.

– Estoy muy cansada, además Jorge ya debe estar por llegar.

– Vamos, yo sé que te gusta aprovechemos el rato que nos queda. Quizás después hasta cuándo vamos a tener que aguantarnos. Carlos la acariciaba y le besaba el cuello excitándola de nuevo.

– Ya, está bien, no me puedo resistir contigo.

– Así me gusta Sofía. Mi madre se levantó de la cama y se dirigió al baño.

– Anda tu primero, yo voy enseguida. Señaló Carlos.

– Apúrate que debemos aprovechar el poco tiempo que nos queda. Sofía entró al baño y abrió la llave del agua.

– Voy en un segundo. Carlos se dirigió sigilosamente al closet y sin abrirlo le habló a Miguel.

– Cuando estemos duchándonos sales en silencio que no te escuche, después hablamos. Señaló mi amigo susurrando.

– Te estoy esperando, mi vida. Decía mi madre desde el baño.

– Ya voy. Carlos entró al baño y cerró bien la puerta.

Después de unos minutos, Miguel salió del closet. Su rostro demostraba su incredulidad e impresión, se acercó al baño e intentó escuchar los leves gemidos de Sofía, luego se dio media vuelta y riendo se retiró del departamento con el mayor sigilo posible. Aproximadamente 10 minutos más tarde y cuando la pareja parecía estar en lo mejor aproveché mi oportunidad y también salí del lugar para regresar a la casa de Rodrigo a buscar mis cosas.

A las 9 de la noche volví al departamento, simulé lo mejor que pude diciéndole a mi madre que toda había estado muy bien, que lo había pasado fantástico e inventándole algunas anécdotas que supuestamente habíamos vivido. Sofía se notaba muy feliz y cuando le pregunté como lo había pasado ella, sólo me contesto que había tenido un muy buen fin de semana.

En esos dos días ocurrieron cosas realmente increíbles. Sin embargo, aún faltaba más y lo pasaría unos días después nunca lo podría haber imaginado.

Agradezco sus comentarios y valoraciones que motivan a seguir contando mi historia. Cualquier comentario me pueden contactar al correo [email protected].

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