Mi nombre es Mario, soy originario de México y lo que les contare; tal vez sea despreciable, pero a su vez muy excitante. Al menos para mí.
Resulta que tengo una tía de nombre Magdalena de mi misma edad. 27 años.
Ella es (para mi) muy hermosa.
Tetas medianas, de tez blanca, cabello claro, piernas bien moldeadas, trasero grande y una fama de puta, que sabe ocultar muy bien.
La historia comienza en una ocasión en la cual me encontraba dándole duro a una conquista del trabajo en mi recamara.
Mi tía nada discreta nos interrumpió de pronto.
Como ella tenía llaves de la casa, podía entrar a la hora que le diera la gana.
Bueno. Era de esperarse que me acuso con mis papas, haciendo que mi padre (su hermano) me diera una pequeña, pero importante reprimenda.
Reclamándole a Magda, por lo que había provocado; se puso a reír argumentando que lo que había hecho estaba mal. Le dije que andaba de zorra y lo único que contesto fue que nadie me creería.
Así que, me tuve que quedar con mi coraje.
Pasado el tiempo Mi tía le pidió a mi papa un cuarto prestado.
Entre a su recamara para espiar entre su ropa interior y me encontré un tesoro. Un gran tesoro.
La muy puta tenía un diario!!
Mi venganza casi estaba hecha.
Al paso de los días y realmente no recuerdo el porqué. Magda y yo tuvimos otra discusión. Le dije que tendría que hacer lo que yo quisiera; pues sabia de su diario.
Ella. Como siempre se echó a reír.
-Esto te traerá consecuencias.
Así que me fui a mi habitación.
El fin de semana siguiente, mis papas salieron a un pequeño viaje, por lo que aproveche para mandarle un pequeño mensaje anónimo a mi futuro tío.
Él era algo adinerado, por lo que a Magda le convenía seguir con él.
Mi plan resulto. Mi tía peleo con su novio, por aquel mensajito anónimo.
Al llegar a la casa, yo estaba sentado viendo la tele cuando Magda se puso enfrente y dijo.
-Eres un idiota! Porque le mandaste mensaje a Arnulfo?
-Te dije que me las pagarías. A ver? Síguete riendo.
-Que quieres Mario? Dinero?
-Lo lamento, pero te quiero a ti.
-Estas pendejo?
-Tú dirás querida tía.
-Eres un imbécil!!
-Tal vez. Pero harás lo que yo diga.
-Pero soy tu tía, no puedes hacerme esto!
-No lo pienso repetir. Iras a tu cuarto, me esperas acostada, vestida con el short cachetero de mezclilla que tanto me gusta cómo te marca las nalgas. Tu top azul, sin sostén abajo y me harás gozar.
-Mario, eres un idiota!
Como no le respondí, ella fue para su recamara.
Deje pasar media hora.
Excitado por lo que iba a hacerle a Magda, me dirigí a su recamara temblando por los nervios.
Pensando. Por fin disfrutare a mi tía!
Al entrar. Ella estaba como se lo pedí. Así que pronto fui a sobarle los pies, para luego pasear mis manos por aquellas suaves, blancas y deliciosas piernas, que pronto abriría.
-Aun piensas tomar mi cuerpo?
-Cállate! Desde ahora serás mi esclava.
Acaricie su triangulo por encima de su short, subiendo la manos hasta llegar a sus pechos, duritos y firmes.
Magda, no estaba llorando, pero si tenía una mirada de odio hacia mí.
Sin decir nada comencé a desnudarla, besando cada parte de su cuerpo, hasta quitarle una tanga de encaje rojo, poniendo mi boca en su totalmente depilada vagina.
Mi lengua jugueteaba en su clítoris, mis manos subían y bajaban de sus piernas a sus pechos.
Con mis labios jalaba ese rosado botón, una y otra vez.
Me di cuenta que el cuerpo de Magda comenzó a reaccionar.
-Te gusta verdad putita?
No dijo palabra alguna.
Así que ahora subí a disfrutar de esos pezones erectos y rosados, mis labios recorrían su cuello, hasta llegar a meterle la lengua en sus oídos.
Pronto le abrí la boca para que me diera un beso.
Para sorpresa mía fue, que correspondió aquel beso lleno de lujuria.
En esa posición la penetre de golpe, arqueando su cuerpo, para dejarme llegar hasta el fondo.
Ella no quería dar gemidos, pero supe que lo disfrutaba, porque sus manos empezaron a recorrer mi espalda y nalgas.
Le ordene que se pusiera de perrito.
La visión de ese trasero casi con un redondo perfecto, hizo que le lamiera las nalgas, pasando por su culo.
-Te gusta? Pues que esperas para metérmela?
Haciéndole caso, ensalive bien su agujero, para ponerle la verga en la entrada y poco a poco se la metí.
-Hayyy, uuumm, pinche Mario. Eres un pendejo.
Pensé que le había dolido, pero al medio ver su cara de satisfacción, me movía como loco, como si quisiera atravesarla.
-No sabes cuantas ganas te tenía Magdalena. Siempre que podía te espiaba cuando entrabas a bañarte, me masturbaba con tus tangas, me vaciaba al leer tus puterías.
Diciendo esto, quería atravesar a la muy perra.
Porque, la muy puta se había metido hasta con dos vecinos, un compañero mío de trabajo y hasta con mi padrino.
Pero ahora yo la disfrutaría hasta que me cansara de ella.
Ahora le ordene que me limpiara la verga con su boca, dándome una mamadas de película.
Sentía que se los echaba en la cara, pero pude controlarme.
Ahora, descanse un poco para volver a clavarla y aprovechar para planear donde.
Dos minutos de respiro y de estarle metiendo tres dedos en la pepa. Decidí que hiciéramos un 69.
Su boca ya era muy experta; tanto que la senté y termine en su boca, tomándose toda mi leche.
-Eso fue todo maldito puñetero?
Ahora veras.
Tomo mi casi flácido pito, metiéndoselo a la boca, para revivirlo.
Pasaba su lengua de arriba para abajo de mi palo, lamia y chupaba mis huevos.
-Que bien lo haces puta.
Ella solo medio rio.
Cuando conseguí erectar mi miembro, le hice una tipo rusa. Ella encorvaba su cabeza para lamer mi glande.
Luego se la volví a meter por el culo. Magda agradeció empujando sus nalgas para mayor entre.
Así estuvimos un rato.
Mi tía gemía como la zorra que era desde su primer palo.
Se la puse en la vagina, teniendo sus piernas en mis hombros.
En esa posición trataba de devorarle los chamorros y parte de los muslos.
Volviendo a la posición del misionero, le advertí que me vaciaría.
La muy condenada cruzo las piernas en mi cintura para no dejarme salir; además de eso me dio un beso tan o más caliente que el que le di al principio que no aguante más y me vacié en su vagina.
Sudorosos nos quedamos acostados, ella me dio la espalda y yo la abrace por atrás.
Seguí acariciando ese lindo cuerpo y dando pequeños besos en la parte baja de la nuca.
-Desde ahora harás lo que yo te diga, cuando se me antoje.
-Maldito. ¿No me has hecho lo que quisiste?
-Mira. Si no quieres perder a tu mina de oro, harás lo que te pida.
El solo hecho de decírselo, me puso duro otra vez.
Así que se la volví a clavar por el culo. Esta vez no dure mucho y sin más termine en esa posición.
-Que aguante sobrino. La verdad eres un idiota.
-Hay Magdalena. Te prometo que esta no será la última vez.
Me levante, tome mis cosas, le di un beso a mi tía en la boca y me fui para mi recamara con una victoria sexual y excitante para mí.
Y sí. Esta no sería ni la primera, ni la última vez con mi tía Magdalena.
Vladimir escritor.