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Tiempo de lectura: 5 minutos

Solo en un relato casi anónimo me animo a relatar lo que alguna vez me sucedió. No me perdonaré nunca ese periodo de mi vida, el cual intento olvidar. Por eso uso este medio, quizás como bálsamo para que el dolor sea menor.

Me presento. Soy Nicolas, tengo 38 años. Soy farmacéutico y vivo en Capital Federal. En el momento que aconteció todo, yo tenía 34 años, y estaba en pareja con Fernando, un muchacho de mi edad, que si bien tenía muchos errores, me quería mucho y pasábamos lindos momentos.

Fernando era hijo único, de padres muy amables, que me aceptaron desde el inicio, sin prejuicios. Óscar y Nélida, en aquel momento de 62 años ambos, eran el clásico matrimonio que uno pensaba sin grietas.

Sin hacer demasiado más preámbulos, Oscar tuvo un problema con papeles de un auto que había comprado en Lobos, por lo cual tenía que ir hasta esa localidad a solucionar todo. Nos pidió a Fernando y a lo que lo acompañáramos, ya que si bien el viaje no era largo, quería compañía en el viaje y que le demos una mano. Ambos aceptamos, pero a Fernando le cambiaron una fecha de un examen final (estaba por terminar la universidad) y tuvo que desistir. Obviamente yo también me bajé del viaje, pero mi novio me pidió que acompañe a su papá, para que lo ayude, y porque le daba inseguridad que haga el viaje solo. Con mucha vergüenza decidí ir. No sabía cómo iba a pasar esa noche con el (el viaje era de viernes a sábado), de que íbamos a hablar, si bien Oscar es muy simpático, un viaje ida y vuelta termina con cualquier intento de charla.

Para mi sorpresa, el viaje fue súper ameno. Llevé para hacer mates, y entre risas y música se hizo súper divertido. Llegamos a Lobos, terminó con los trámites esa misma tarde, si bien oscurecía y ambos agradecíamos haber solicitado Hotel ya que comenzaba a lloviznar.

Cenamos en el hotel, y Oscar pidió vino, el cual tomamos, repetimos y subimos a nuestras habitaciones. Hablé con Fer por teléfono, y cuando estaba viendo tele ya recostado, me golpean la puerta de la pieza:

– Nico, me acompañás a ver el partido?

– Te parece?

– Dale, sino me aburro y lo quiero ver, así tengo alguien con quien comentar

– No se ni quien juega

– Quien va a jugar? Boca!

– mmmm

– Dale, dale que empieza. Al menos el primer tiempo

– Bueno, pero después me vengo que estoy re cansado

– Si, si. Un ratito

Entre, y mientras él se recostaba en la cama, yo me senté en el borde.

Había sacado un porrón de cerveza del frigobar y tomaba de a sorbos.

– Veni Nico, ahí estás incómodo

A mi me daba mucha vergüenza estar acostado en la cama a su lado, pero me recosté en su lado con cierta tensión.

Óscar comentaba todo el partido, y yo entre divertido por ver cómo se enojaba e insultaba, me fui relajando. Terminó el primer tiempo y nos pusimos a hablar de cualquier cosa, empezó el segundo tiempo y me quedé a ver cómo terminaba todo. Lamentablemente para Oscar, Boca empató y se enojó bastante, y mientras me comentaba sus teorías de por qué no habían ganado, me apoyó disimuladamente una mano en la pierna. Yo le resté importancia, pensando que era mera casualidad, hasta que un segundo y tercer toques aparecieron. En ese momento, con mucho nerviosismo, me levanté y me excusé por el cansancio. Levantándome para ir, me pidió que me quede para tomar otra cerveza.

– No Oscar, gracias, me voy a dormir. Es re tarde

– Dale Nico! Una sola y listo

– No no. En serio, a dormir

– No es tarde!

Seguimos un ratito que si y que no y medio a los empujones salí de la habitación y me dirigí a la mía.

Dormí de una manera bastante incómoda, dado lo que había pasado, me despertaba cada 30 minutos con sudoración, y sueños que parecían muy reales sobre escenas sexuales con Óscar.

Finalmente decidí ir a hablar directamente con él, ya que quería poner claridad sobre lo sucedido y que no haya resquemores ni malos entendidos.

Toque la puerta, y para mi sorpresa, Oscar estaba despierto:

– Perdón Oscar, quería aclarar lo qué pasó, yo te quiero mucho y quiero estar en buenos términos, si te ofendí o algo…

En ese momento, seguramente por el alcohol ingerido, Oscar comenzó a avanzar, quedando yo entre la pared y su cuerpo. Se acercó hasta quedar a escasos diez centímetros, y mientras yo lo miraba con los ojos bien abiertos, pude ver cómo estiró sus manos para agarrarme de la cintura y abrir su boca buscando la mía.

Es increíble como juega el morbo en esas situaciones. Jamás hubiera pensado en Oscar como hombre, como amante, y en breve tiempo me encontré excitado, deseado, caliente.

No podía dejarme tan fácil, por lo que hice la escena que debía:

– Estás loco Oscar! Qué haces!

– Hago lo que viniste a buscar bebé

– No! Soy la pareja de Fernando!

– y nunca se va a enterar…

Y terminó la frase con un beso de lengua, la cual recibí hasta el fondo de mi boca. Un beso con mucha saliva, deseo, alcohol y calentura.

Mientras me besaba, me tocaba la cola de una manera descontrolada, parecía querer arrancarla

– Sabés la cantidad de veces que te escuché gemir con Fernando no? Me volvía loco escucharte gritar. Gemís como una puta!

Y mientas él hablaba, vi que sacaba un preservativo y un pote de gel lubricante. Me calentó mucho saber que había preparado esa situación.

Me hizo arrodillar, se bajó el jean y apareció su pija ya gomosa.

El verla quedé sorprendido, la genética es realmente asombrosa, muy parecida a la de mi novio, y para mi placer temporal, más gruesa.

Sin pensar lo que hacía, me la metí en la boca, y comencé a chupársela como no creí que pudiera.

– Sii, chúpala bebe!

Yo hacía mi mejor esfuerzo para que me entre lo más posible, lo miraba a los ojos y veía que disfrutaba muchísimo. Pasé de la vergüenza total a disfrutar esa pija prohibida que ahí tenía.

Le agarré el pene y a continuación le comencé a lamer los huevos, algo que me encanta.

Óscar estaba enloquecido, resultó ser mucho más malhablado que su hijo, se agarró la pija ya en ese momento hecha una roca y me comenzó a pegar en la cara con la chota.

– Te la voy a meter toda putita, viniste a mi habitación porque te morias de ganas de recibirla puta…

En ese momento decidí hacer el último intento:

– No Oscar, ya está, podemos todavía detener esto.

– Que detener ni detener! De acá te vas con la cola bien hecha, sabés las pajas que te dediqué!

Y acto seguido me agarró y me colocó boca arriba en la cama, me agarró mis piernas y se las subió a sus hombros:

– No no! Patitas al hombro duele mucho!

– Quiero que me veas la cara bebé, que veas a tu macho

Me untó la cola con gel, se puso el forro, lo llenó también de gel y comenzó a empujar. Entró con cierto trabajo:

– Aggghhh

– Mmmm uffff

– Despacio despaciooo!!!

– Si bebeee siii

Y de a poco fue consiguiendo entrar más en mi. Consiguió cierto ritmo pero el dolor era mucho y decidimos cambiar. Me puso en 4.

Ahí me sentir mejor, también al no tener que ver directamente a mi macho y sentir vergüenza.

Me la acomodó nuevamente y entró con mayor facilidad.

Al minuto el ritmo era muy bueno y a los 2 minutos el bombeo me llevó a las estrellas:

– Ayyyy ahhh ahh ahhhh

– si bebé siii gemí!!

– Auyyu siii

Plaf plaf plaf

– Siiii

– Tomala toda puta siii

– Ay por favor que polvo me estás echando!!

– sabés las veces que te voy que cogerrr!!!

– Si si así así asiii!

– Aaaaaa!!!

Lo sentí caer rendido a mis espaldas y a continuación sentí su pene en retracción. Cuando se sacó el preservativo me sorprendió la cantidad de semen que había largado.

Ni bien salió de adentro mío, me terminó de caer la ficha de lo que acabábamos de hacer. Salí corriendo, todavía con el ano latiendo y el látex en mi cola.

Ya en mi habitación, no pude dormir en toda la noche.

No dormiría por varias noches.

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