-¡Hoy es el día! -Gritó Sarah mientras se lanzaba a los brazos de Matt, quien aún tenía la cara hinchada y los ojos entrecerrados. Despertarse siempre fue un suplicio, pero si lo hacía junto a Sarah era todo lo contrario.
Sarah no había podido dejar de pensar en qué pasará cuando llegue a casa, llevaba un día muy estándar en el trabajo, un tanto despistada, normal, su mente estaba intentando adivinar cual era la sorpresa que Matt le había preparado.
Matt le había propuesto un nuevo juego, tenían que aguantar 2 semanas sin tocarse, ni entre ellos ni a ellos mismos. Y para el día final prepararía algo especial.
Hasta ahora solo había recibido 4 pistas:
1. Llevar ropa a la que no tengas mucho aprecio.
2. Estar el sábado 24 a las 21:00 en casa.
3. No llevar pulsera.
4. “No habrá nadie que pueda oírnos…”
Por fin llegó a casa, abrió la puerta y allí le recibió Matt, con una copa de vino espumoso…
-Relájate amor… ya está todo preparado, cuando quieras empezamos.- dijo Matt mientras Sarah daba unos sorbos.
-Amor… llevo dos semanas deseando que llegue este momento, ¡¿qué has preparado?! -Preguntó Sarah impaciente.
-Ponte esto y disfruta… – susurró Matt dándole un antifaz.
Matt le quitó los tacones mientras se ponía el antifaz. Todo oscuro, eso le creaba una sensación extraña, un tanto vulnerable, pero a la vez con el resto de sentidos alerta, sintió la mano de Matt subiendo por su pierna izquierda mientras se erguía, y sin decir nada agarró su mano y un tanto brusco la empezó a guiar por lo q ella pensaba que era el pasillo hacia el dormitorio.
De repente se frenó y notó la respiración cerca de sus labios, lanzó un beso pero no encontró la respuesta que esperaba. Le obligó a levantar sus manos y las ató en algo que seguramente colgara del techo de la habitación.
Aun con los pies en el suelo se sentía suspendida en el aire, en cierto modo. Notó los labios de Matt recorrer su cuerpo hasta llegar a su oreja y dar un leve mordisco. Acto seguido escuchó como todos los botones de su blusa se rompían y caían al suelo, notó el frio del desnudo en su torso, su piel se erizó, no tanto por la temperatura si no por la sorpresa.
Los dedos de Matt dibujaban un camino por su cuerpo, sabía que la estaba abrazando desde la espalda, notaba su respiración en la nuca, y sus manos desabrochando el botón de su pantalón negro, ese que le queda ajustado pero le encanta las piernas que le dibujan. Bajó bruscamente y sintió el frio en su piel de nuevo. Esta “brusquedad” le estaba empezando a gustar…
Los labios de Matt recorrían sus piernas hacia su torso, las manos apretaron sus nalgas desprevenidas, lo cual le hizo dar un leve salto hacia delante, supuso que eso le había acercado más a Matt que debía estar delante de ella aun a media altura, pues notó como comenzó un camino de besos desde su bajo vientre, pasando por su pecho hasta llegar a su boca, sintió sus labios y la mano que agarró fuerte su pelo para hacer de ese beso algo más intenso, beso que terminó con un mordisco al mismo tiempo que le desabrochaba el sostén rojo con encaje, liberando así sus pechos al placer de Matt.
Pronto notó las manos de Matt en su pecho, apretando por un momento y soltando un suspiro como de autocontrol. Sintió como sus brazos se liberan del techo y se desprendía de la blusa y el sujetador. La guio unos pasos mientras acariciaba su cuerpo, lo sintió frente a ella y de pronto un cálido beso, suave, tranquilizante… de la nada un empujón hacia atrás, se le escapó un grito y calló de espaldas en lo que debía ser la cama.
Sin tiempo de reacción su mano izquierda estaba ya atada y la derecha ya estaba en proceso. Se vio desde arriba allí, con los brazos en cruz, solo tapada por unas braguitas rojas. Ya había jugado a atarse cuando estaba estudiando, pero nunca había sentido esa sensación de entrega como la de ahora, ya no es dueña de si misma, cada centímetro de su piel está a la merced de Matt.
Sintio el calor de Matt al colocarse sobre ella, aunque no lo estaba tocando, sabía que estaba ahí. Ese calor fue bajando por el pecho hasta su entrepierna, las piernas le empezaban a temblar, el no saber que va a pasar la estaba volviendo loca. Sintió un roce sobre lo que le quedaba de ropa, estaba muy acalorada, llevaba 2 semanas deseando sentirlo y ya no puede aguantar, impulsivamente trató de llegar con sus manos a Matt, pero eso solo sirvió para recordarse que estaba atada. Quería quitarse todo ya y sentir su amor dentro para poder viajar juntos al nirvana.
-¡Quítamelas ya! -gritó poseída por el deseo.
Como respuesta solo escuchó el rasgar de una tela, y otra vez ese golpe de frio. Las ha arrancado, aun sentía un elástico apretando su muslo derecho, pero sabía que estaba completamente desnuda. De nuevo sintió los labios de Matt, pero esta vez rozaban otros labios, no pudo evitar el gemido y el temblor de todo su cuerpo, esta sensación de sorpresa iba a hacer que explotara ya. De pronto paró.
-No puedes irte sin mi permiso lo sabes ¿no?
Trató de ponerse tensa para evitarlo, peto si seguía un poco más ya no podría parar.
Por suerte paró y sintió como el calor de Matt volvía a subir por su cuerpo, algo rozaba su mejilla y su olfato mandó un escalofrió a todo su cuerpo. Sin dudarlo la buscó con la boca, estaba deseando sentirla, gozarla, saborearla.
Escuchó gemir de puro placer como solo ella lo conseguía en Matt, hasta que se retiró de ella. La había notado tan dura que casi tiene un orgasmo.
Separó sus piernas, había notado la palpitación de él, por primera vez sabía lo que iba a pasar y lo estaba esperando con deseo. Lo sintió entrar, con facilidad, su cuerpo necesitaba eso desde hacía mucho y no puso ningún impedimento. La notaba palpitar, se notaba palpitar, no iba a tardar en llegar e iba a ser colosal.
-Puedes correrte… -dijo Matt entre vaivén y con la voz agitada.
Y Los dos explotaron en un torbellino de emociones incontrolable.