Me llamo Javier, tengo 22 años, estudio arquitectura y trabajo para una cooperativa, soy alto, cuerpo atlético, mido 1,82, soy de piel morena, casi casi canela, labios gruesos y rosados, brackets, ojos miel y cabello levemente castaño.
Esta historia comienza con un día normal, labores activas para empezar el día y metas trazadas para la semana, todo en orden y listo para salir de mi casa hacia la universidad. Durante el trayecto en medio del ajetreo recibo varios mensajes de mi mejor amiga “Sol” cuadrando una clase programada para una materia, respondo con audios muy breves dando a explicar que voy saliendo de casa y que en la universidad concordamos lo requerido.
Finalmente todo se concreta como debe ser, veo las clases correspondientes y finalizo mi día académico, desplazándome hasta la empresa en la que trabajo, llegando un poco temprano por lo que decido ir al restaurante vecino para comer algo en el break. Mientras estoy sentado en la mesa, comiéndome una bandeja (plato de comida), observo cómo empiezan a llegar algunos compañeros, jefes y directivos de la empresa; cuya hora de entrada es igual a la mía en esa jornada. De repente llega uno de mis jefes “Alexander” a quien de lejos puedo ver se baja del carro con otro caballero, bien vestido y de muy buen aspecto, llamando mi atención por no asociarlo a alguien conocido hasta ese momento. Ambos hombres ingresan a la empresa dialogando, mientras yo termino de comer rápidamente para acceder al plantel, ya que contaba con 12 minutos y aún tenía que entrar al baño, lavarme los dientes y fijar un poco mi cabello para laborar.
Ya en mi puesto de trabajo saludo a mi compañero y colega “Edwin” quien me recibe con un chicle de menta, cómo todos los días… me pregunta si ya sabía que Alexander se iba retirar de la empresa, a lo que respondo sorprendido, no sabía; Edwin me dice que el jefe nuevo ya está por los pasillos de la empresa conociendo y qué Alex en un rato lo va anunciar a los demás empleados. Inmediatamente algo dentro de mi asoció a aquel hombre que vi junto a Alexander cuando bajaron del carro, supuse que ese caballero tan elegante sería nuestro nuevo jefe. Los minutos transcurrieron y finalmente Alex nos reunió en la sala de juntas para empleados, confirmando mi latente sospecha…
-Les presento al señor Miguel Ángel Sáenz, él será el nuevo jefe que se quedará en mi reemplazo, ya que como muchos sabrán me retiro de la empresa, por favor denle una grata bienvenida y de ahora en adelante cualquier tema relacionado a su trabajo deberán resolverlo con él.*
Evidentemente para todos fue una sorpresa, ya que Alexander llevaba muchos años dentro de la empresa y su renuncia claramente convocaba a un nuevo sujeto, el cual nadie hasta el momento conocía. El señor Sáenz, para entrar en contexto, era un hombre alto, fornido, barbado, de mirada fría y sería, tono de piel claro y ojos verdes. Un hombre cuya voz igualaba la seriedad y sensatez; lo cual causó buena aceptación al momento de su discurso.
Cuando llegó mi momento de estrecharle la mano en forma de saludo, el dicho caballero me miró fijamente a lo que me dijo: -Te pareces mucho a alguien que conozco* a lo que yo le respondí -¿De dónde jefe?* mientras fijamente se quedó viéndome y levantando los hombros me dio a entender que lo ignoraba.
No sé porque después del nombramiento del nuevo jefe, me quedé como elevado, pensativo… Edwin me hablaba y estaba como en otra galaxia, sin sentido alguno. Finalmente el día culminó y me fui a mi casa, dando cierre a ese día laboral.
A la mañana siguiente, Sol me había dejado un mensaje diciéndome que llevara uno de los planos que tenía para un trabajo, le respondí y seguí derecho a mis actividades rutinarias. En la tarde, ya en la oficina, me encontraba firmando unos documentos cuando de repente salió el jefe y me lanzó una mirada como de amigos, lo cual me agradó y correspondí con un gesto sonriente, minutos después pasó con un café en la mano; a partir de ese momento, empecé a sentir algo extraño en mi interior, no sé exactamente cómo describirlo, solo sé que sentía algo así como un acelere en el pecho cada vez que recordaba, pensaba o veía a mi jefe. Una noche extrañamente llegué a mi casa pensando en él, pero no podía descifrar con exactitud el motivo por el cual lo pensaba tanto, no lograba descifrar la razón exacta por lo que el señor Sáenz no salía de mi pensamiento.
Resulta que un mes después, para una conferencia, se dictaminó un cóctel en la empresa, especialmente para empleados y contactos directos de la cooperativa, por lo que se convocó a todo el personal a asistir a un especié de “brindis” por las metas propuestas en el mes y otros temas, por lo que ese viernes todos estábamos ansiosos preparando nuestros mejores trajes para lucirlos en la celebración. Cuando llegué al salón, mis ojos se fueron buscando a Edwin, que no veía por ningún lado, tomé una copa de champaña, visualizando el panorama, cuando de repente apareció mi amigo de la nada y me saludo, me preguntó si llevaba rato ahí y le dije que no, si acaso unos 15 minutos… evidentemente el señor Sáenz no había llegado, a lo que fue muy obvia mi pregunta a Edwin, quien me dijo que le había parecido verlo en la entrada hablando por teléfono. Rápidamente me dirigí hacia la entrada, mientras me acercaba me sentía un tanto nervioso, fue raro porque no sabía el porqué de mi comportamiento, era como si el jefe me intimidara, fue algo inexplicable. Cuando llegué al lugar donde estaba el señor Sáenz noté algo de alteración, parecía que estuviese discutiendo con alguien, cuando me vio terminó su llamada y en medio de su seriedad me saludó, le pregunté si todo estaba bien y me dijo que si, que no tenía importancia. Me preguntó qué cómo estaba la fiesta, le dije que muy bien, pero que faltaba él, cosa que después quise corregir, pero no tuve forma. Mi jefe me miró y en medio de una sonrisa me dijo: -¿Cómo así? ¿Qué intentaste decir con eso? Jajaja* a lo cual me quedé pasmado y un poco frío, no supe responder y simplemente le dije que su labor de jefe era excelente y que merecía estar en la reunión junto a todos sus empleados; y aunque no quedó muy convencido con la respuesta, me dijo -entremos pues*
Durante la noche, el champán y el vino corrían por las mesas de los invitados, mientras yo solo no quería perder de vista a mi jefe, quería casi que estar a su lado, pero no lo hacía por no dar muestras de interés tan obvias.
(Quiero explicar algo, en este momento de la historia el señor Sáenz ya me parecía interesante y atractivo, por mucho tiempo atrás me había considerado bisexual, así que sabía perfectamente qué era lo que venía después.)
Entre trago y trago, la noche fue pasando, mi jefe ya se veía algo tomado, así que decidí acercarme. Una vez en la mesa, el señor Sáenz comenzó a preguntarme algunas cosas sobre mi carrera y mi familia mientras me invitaba a brindar con él, claramente fue un momento en el cual me sentí muy bien, ya que estaba sentado junto al hombre que me gustaba y además estábamos teniendo una charla amena. Finalmente nos reímos, bebimos un poco y llegó la hora de finalización del evento, ya para ese momento mi jefe estaba algo fuera de sí, lo ayudé a levantar mientras él me abrazaba y se prendía de mi blazer. Llegamos hasta su carro, le propuse llevarlo hasta su casa, pero él me pidió que mejor fuéramos a otro lugar que no fuese su casa, le pregunté el motivo, pero no me dijo nada, le pregunté si era casado o tenía compromisos y se negó a responderme; simplemente me dijo que fuéramos a otro lugar. Terminamos en mi casa, el carro de él lo dejamos en el parqueadero de la empresa bajo seguro. Cabe mencionar que yo vivía solo, así que teníamos espacio para hablar, escuchar música y lo que fuese…
Así que tan pronto entramos lo senté en la sala, le dije que se pusiera cómodo mientras yo me quitaba el saco y los zapatos, me preguntó si tenía algún vino o bebida para pasar el rato, por fortuna tenía en mi cava una botella de vodka nueva, él me dijo que ese trago era fuerte pero que no pasaba nada, que la destapara… puse hielo en dos vasos y serví inmediatamente, la media noche nos cobijaba y en medio del frío prendí dos velas en la mesa de la sala; no voy a negar que para este momento yo ya estaba muy alterado con la presencia de mi jefe, le observaba fijamente y en mi interior gritaban unas enormes ganas de besar esos labios que se veían tan suaves, él solo me observaba con detenimiento, hasta que en un momento me preguntó porqué lo había traído a mi casa, le dije que en realidad no sabía dónde más llevarlo, no iba dejarlo tirado en otro ambiente a su merced, que mi casa era un lugar seguro.
La noche transcurrió alegre y entre copa y copa, terminamos algo borrachos, hasta que en un momento mi jefe se quedó viéndome fijamente y me volvió a decir que le parecía conocerme de algún lugar, yo le dije que de pronto en su vida pasada me había conocido; por un momento nos quedamos viendo tan fijamente que me acerqué por la copa de su trago y se lo puse en las manos, sujetando también con las mías presionando hacia el vaso, mi jefe levantó la cabeza como intentando decirme algo, pero no se decidía, a lo que opté por romper el hielo preguntándole si estaba cómodo, me dijo que si, que de hecho estaba muy bien, lo cual me dio confianza para acercarme un poco más y hacer de mis brazos una especie de refugio, tal cual lo dije, me acerqué un poco mientras él seguía mirándome sin parpadear. (¿Pueden ustedes imaginar todo lo que estaba sintiendo en ese instante? En realidad mi corazón y mi cuerpo estaban sumamente tensos, de repente empecé a sentir como mi pene se levantaba con fuerza mientras intentaba mover mis piernas para suavizar la ropa y que no fuera muy evidente)
El señor Sáenz ya en ese momento se quitó su saco también y aflojó su corbata, quedando al descubierto el inicio de su pecho, notaba algo de pelos en su interior lo cual terminó por volverme loco; yo estaba cada vez más erecto y sentía cómo mi bóxer estaba mojado, ya resbaladizo, el deseo me estaba matando por dentro, me encontraba a solo centímetros de besar a mi jefe, pero para ser franco no me atrevía, me daba mucho miedo de su reacción, pero también pensaba que lo que estaba pasando era normal y que si mi jefe ya se había empezado a salir de ropa, era porque estaba esperando que a lo mejor yo diera el siguiente paso… y si! Si señores! Me acerqué un poco más y empecé a sentir el aliento de alcohol con chicle de mi jefe, cerré mis ojos y simplemente me dediqué a percibir lo que estaba ya sucediendo, poco a poco pude sentir la suavidad de sus labios, mientras se movían tan despacio, pude sentir su respiración acelerada y fría, yo por mi parte estaba más frío que él y a su vez sentía una calentura en el pene que me estaba volando los sentidos, mi corazón estaba a punto de estallar, de pronto empecé a sentir la humedad de su boca, dándome paso a lo que deseaba y era tocar su lengua con la mía, esa lengua que emanaba un penetrante sabor a menta – sandía, esa lengua húmeda, que frotaba suavemente mis encías y tocaba mis brackets… confieso que ese momento se estaba convirtiendo en placer, así lo describo, mero PLACER! el calor y la humedad de esos besos me tenía tan caliente como no pueden imaginar, sentía como salían gotas de mi pre cum, pero de una forma exagerada; parecía que estuviese eyaculando sin parar, y eso que aún no había pasado nada más que un beso… Al instante me acosté en el sofá, él se recostó sobre mi torso y seguíamos besándonos, besándonos sin parar, como si fuésemos un par de enamorados que no se ven en meses! Así mismo estábamos, el frío de nuestro cuerpo se disipó de la nada y en cuestión de segundos yo me quité la camisa, Sáenz se quitó la suya, quedando a pecho descubierto, noté sus pectorales llenos de vello en crecimiento, y lo más delicioso de esa zona, sus tetillas rosadas… Dios!
Estaba en el paraíso, no sabía qué quería hacer primero, mi jefe estaba sentado encima de mi pene, que estaba más duro que un mástil, se movía de una manera tan brutal que lo único que hice fue desabrochar su correa y pantalón, dejándolo en bóxer, analizando cómo se transparentaba en medio de esa tela blanca su pene mediano, mojado quedando hasta la mitad de su tronco, permitiéndome ver la forma y tamaño, pero lo mejor fue cuando él me tomó de la cintura y me empujó hacia el sofá, acostándome por completo; me quitó la correa y acto seguido me quitó el pantalón, dejando al descubierto mi pene inundado en líquido preseminal, me bajó el bóxer y pude notar en su cara gran morbo… me dijo: -estás bañado, estás caliente* mi cara simplemente fue la respuesta, en esas me abalancé sobre él y lo acosté, le bajé el bóxer y quedó al descubierto su pene, forrado en pre cum y pegajoso por el mismo líquido, tenía las bolas rosadas y afeitadas, eso me hizo imaginar que su ano sería igual… comencé a besar su cuello y lamer sus tetillas, el olor de su loción se mezcló en mi lengua lo cual me dejó un sabor rico, excitante, un olor que más abajo se combinó con su olor masculino, el cual me excitó muchísimo más, percibía un olor suave a sudor, hacia sus testículos y en su pene como tal, un delicioso olor a loción con semen… Santo Dios!
Me encontraba deleitando las mieles del placer señores! Rápidamente le volteé, poniéndolo en cuatro sobre el sofá, dejando frente a mi lo más hermoso que haya podido ver en mi vida… esas nalgas, grandes, blancas, redondas y suaves… mientras unos vellos monos cubrían su ano rosado, ¿entienden lo que digo? Su ano era rosado, se veía tan limpio, tan aseado, que automáticamente me pegué a dar lengüetazos, no me resistí a hacerlo, cuando mi lengua tocó ese hoyito, pude sentir como se contrajo, mientras el se erizaba y gemía suave… lamí con fuerza todo lo que pude encaminando mi pequeño músculo hacia el fondo, Sáenz a esta parte estaba muy excitado, por en medio de sus piernas podía ver cómo caían gotas de pre cum sobre el sofá, así que me metí por debajo de su cuerpo y terminamos haciendo un 69… queridos amigos, no me lo van a creer, pero el solo roce de los labios de mi jefe en mi pene, me hacían sentir que no iba durar nada, sentía como me subía el semen, por lo que le pedí que lo hiciera suave para no eyacular tan rápido, y eso que no soy precoz, simplemente el momento fue tan deseado que probablemente si me hacia el oral duro y me embestía con su boca el pene, eyacularía en cuestión de nada…
Pero bueno, me acarició de a poco el falo hasta que quiso llegar a la penetración, debo confesar que el momento fue tan deseado y placentero, que se nos pasó por alto buscar un preservativo y utilizarlo, simplemente la lubricación de mi pene bastó para hacer que poco a poco entrara en su ano… Sáenz no mostró cara de dolor, más bien noté satisfacción, segundos después ya se encontraba cabalgando mi tronco duro… debo admitir con algo de vergüenza, que en ese primer momento no duré nada… eyaculé a los 2 o 3 minutos, creo! El movimiento de él fue tan perfecto y excitante, que no tuve cómo frenar el semen que quería ser expulsado de mi pene… 5 o 6 contracciones fueron las que sentí cuando eyaculaba los chorros… no sé qué pasó pero el hombre al ver mi cara de placer y satisfacción, de la nada eyaculó sobre mi torso, cuello y cara, expulsó tremendos chorros que aún lo recuerdo como si hubiese sido ayer, el semen estaba espeso y hasta con grumos, parecía que en semanas no había tenido eyaculación.
(Caballeros, no me juzguen por mi aparente “corrida rápida” fue solo más que deseo y ansias de placer, fue un momento que no supe cómo tomar, pero que evidentemente gocé como no imaginan.)
Después del orgasmo, Miguel quedó cansado, con dolor de piernas y yo igual, un poco exhausto por la calentura jaja, me propuso un baño, accedí y estando en la ducha con el agua tibia, nos besamos pegados a la pared, el vapor del agua nos sofocó un poco así que salimos, nos secamos y nos acostamos en mi cama, me puse en plan romántico, le pregunté si quería tomar algo, me dijo que agua, y nos quedamos acostados, dándole entrada al sueño…
A la mañana siguiente, sucedió algo que no esperaba…
Continuará…
No dejes de seguir mi relato para el siguiente capítulo. Gracias por leerme, un abrazo para todos.