Hola a todos y todas soy Marina, tengo 35 años de edad, estatura media, una mujer considerada del común nada de medidas de reina, aunque soy muy activa en cuestiones sexuales, les voy a relatar el cómo fue que inicié mis infidelidades, en el transcurso de un viaje en taxi, me hice a un extorsionador que se convirtió en mi pervertidor, experto en esas lides, aunque he disfrutado muchas veces, quiero compartirles mi historia, que corresponde a una situación real, carente de fantasías y adornos literarios.
Soy una mujer casada y mi esposo es una persona que se puede considerar buena gente, trabajador, responsable y un poco frío, situación que me llevó a que me enrolara con un excompañero del colegio y saliéramos de vez en cuando a tener encuentros sexuales sin compromiso y disfrutar un rato juntos, es decir cuando alguno de los dos quería, llamaba al otro, aunque yo quería que fuese más seguido; todo transcurría normalmente en nuestros encuentros de una vez por semana, corría el segundo mes de relación furtiva cuando solicitamos el servicio de un taxi, es de anotar que vivíamos relativamente cerca, el taxista de unos 28 años, apuesto y con una musculatura bien marcada, nos llevó a nuestro nido de amor y muy atento nos ofreció el servicio de recogida en el motel que habíamos elegido, aceptamos el servicio para evitar ser vistos por alguien casual conocido, me llevó a mi lugar de residencia, mi amigo se quedó por el camino, pues vivía en un sector cercano, en ese trayecto restante me platicó que yo era muy bonita, que a qué me dedicaba y muchas cosas más rutinarias, yo le respondí con la verdad, ese fue seguramente mi error, hasta que explotó la bomba y me dijo que tenía todo grabado en video y me enseñó algunas imágenes tomadas con una cámara go-pro, ahí me estaba besando y toqueteando con mi amigo con derechos, me dijo que se las entregaría a mi esposo si no accedía a estar con él como su perra sumisa y sin protestar, le supliqué, le lloré y no fue posible que me dejara en paz, ni con amenazas de ir a la policía, accedí a verlo al día siguiente, me recogió a eso de las 2 de la tarde, me llevó a un cuarto de habitación que tenía rentado con una cama, un baño, un televisor, una radio grabadora y una nevera pequeña con algunas cervezas y licor, parecía que nadie lo habitaba aunque tenía lo básico de una vivienda.
No bien entramos a esa habitación me ordenó quitarme la ropa y ducharme, yo quedé estupefacta, sentí que se me abría el piso, accedí a regañadientes, el tipo a quien llamaré José, también se desvistió y se metió a la regadera, me ayudó a enjabonar de la manera más morbosa ya que me trataba de meter el dedo en el culo y por mi rajita, me daba palmadas en mis nalgas y le grité que no lo hiciera ya que me dejaba marcas o morados y si mi esposo me descubría y tendría problemas, accedió y nos tiramos en la cama, de una me ofreció su verga para mamar, cogiéndome del cabello del lado de las orejas y obligándome a tragar casi en su totalidad un trozo de carne de unos 18 centímetros y algo aplanada a los lados, con la cabeza limpia como si fuera una cabeza calva y un tanto doblada hacia la izquierda, yo le gritaba que fuera más delicado y el muy salvaje solo se reía, decía pero si eres una gran puta, ¿de qué te quejas?, me decía que me estaba grabando para tener más pruebas de que yo era una perra, aunque yo no veía cámaras por ninguna parte, cuando sintió satisfecha su perversidad oral, me puso en cuatro y de un solo envión me penetró con violencia, un rito desgarrador se escapó de mi garganta, ayy maldito, sea más delicado, pendejo, le grité, me bombeaba con tana fuerza que yo estaba entrando en un dilema, me estaba gustando demasiado esa vergota o me estaba lastimando, obviamente me estaba gustando y mucho.
Por otro lado recordaba a mi esposo con sus actos cariñosos y pasivos, amoroso y delicados, mi amigo con derechos era un poco más activo, recursivo y habilidoso, pero este salvaje no se comparaba con nadie, estaba dándome una clavada de verga brutal, pero deliciosa, cuando se cansó se acostó boca arriba y me hizo sentar encima de su verga que no dejaba de estar parada, cuánto aguante tiene este maldito, pensaba yo, me hacía girar primero que le mirara la cara, que me sentara de medio lado, que diera la vuelta y le mostrara la espalda, yo accedía encantada y perturbada a la vez, me gozaba a un desconocido que me obligaba a recibir tanta verga y en la forma que ese tipo quería, me sentía como una cajita musical dando vueltas encima de ese tipo, me sentía con la cara enrojecida por los insultos y comentarios morbosos de José, quien no dejaba de decir, que rico culo tienes, me encantan tus nalgas, y eres una puta, eres una perra y con mucho potencial entre muchas morbosidades, obscenidades y groserías, para terminar esa posición es que de manera desvergonzada me metió uno de sus dedos en mi culo, al menos una falange, yo grité y me baje, él se botó encima de mí, comenzó a bombearme al estilo misionero, posición propia y apetecida de mi esposo, pero con la diferencia de la fuerza, besos y apretones de tetas, de repente comenzó a estremecerse y se la agarró con la mano, gateó hasta estar cerca de mi cara, llenándome de semen espeso, caliente, me escurría por la frente, los ojos, mi nariz y cabellera, se reía con una sonrisa de burla y placer que se dibujaba en su cara, me la metió en mi boca chorreando aun leche y se la chupé hasta que se volvió a poner dura, ahí supe que seguiría recibiendo verga de manera indefinida, volvió a metérmela teniendo mis piernas en alto y ayudándome con las manos para no dislocarme, de repente cogió su verga con la mano y comenzó a sacudirla entre mis labor en un vai-ven de arriba abajo, al comienzo pensé, y este qué? Qué pretende, era una experiencia nueva para mí, pero no dije nada, entre otras cosas porque era una sensación nueva para mí, que me hacía sentir bien y estaba allí obligada, con la esperanza de que nunca volviera a pasar, cuan equivocada estaba.
El tipo seguía sacudiendo mis labios y de vez en cuando me la metía un rato y volvía a sacudir con su vaivén frenético, fue cuando empecé a sentir algo extraño en mis entrañas y de repente un chorro de agua, orines o no sé qué salió disparado por mi orificio vaginal y le llegó hasta el pecho de José quien no paraba de reír y probar ese líquido desconocido para mí, lo disfrutaba visual y gustativamente, yo me retorcía, parecía un geiser brotando agua a chorros. Él sí sabía de qué se trataba el asunto de ese chorro, lo disfruté, otra cosa nueva para mí, un nuevo aprendizaje, situación que más tarde me explicaría y que yo enseñaría a algunos tipos con quienes he estado en cama. Ese día me hizo probar de varias posiciones, en cuatro patas, encima de él, girando en cuatro tiempos, de frente, de lado, de espalda, de lado y vuelta al ciclo inicial, cabalgando sobre su verga, en misionero, de medio lado, en fin, en ese sentido era una máquina ese patán, incansable, un experto para esa lides, yo como siempre una buena alumna, recordando lo enseñado por mi tío Federico y añadiendo cositas para disfrutar con mi pareja de turno.
Tardamos metidos en esa cama unas dos horas y media, recibiendo verga brutal, obscenidades verbales, aprendiendo de un tipo desconocido que sabía mover ese culo, que me hizo disfruta como una loca y como nunca, cuando se volvió a venir dentro de mi vagina me abrazó y me dio un fuerte beso encantador, creí que no lo iba a hacer nunca, me sentí protegida, hasta feliz y aunque tenía ganas de salir corriendo sabía que cogidas de ese talante iba a recibir por algún tiempo, al menos hasta que se cansara, nuevamente me equivocaba enormemente.
Nos bañamos más delicadamente y me llevó en su taxi hasta mi casa con la promesa de nuevas, pero más grandes y excitantes momentos o tardes de deporte como decía, como dato curioso nos veíamos una vez por semana, siempre los lunes, con mi amigo trasladé los encuentros para los días jueves, pero un poco más espaciado, entenderán que la calidad es importante para una de mujer; en mi mente ahora estaba este salvaje que me estaba volviendo loca.
Como si todo confabulara a mi favor o no sé, llegó el día que mi esposo por cuestiones de trabajo debería cumplir una comisión y viajar por 48 horas a una ciudad intermedia, un tanto distante de la ciudad en que vivo, por ingenuidad o no sé qué razón le conté a José quien me dijo “uy mamacita rica” te voy a preparar una sorpresa que no olvidarás nunca”; para presionarme me enviaba fotos de mi primer viaje en ese taxi con mi amigo y videos cortos de la cogida primera que tuvimos, los mismos que decía enviar a mi esposo de no acceder a sus caprichos, sabía que me estaba pervirtiendo, volviéndome una perra, puta deliciosa como decía José.
Se fue mi esposo de viaje, José me recogió como de costumbre, llegando a esa habitación de perversión y lujuria, en la cual estaba uno de sus amigos con una chica de unos 20 años, ya se imaginarán mi susto e impresión en ese momento, me sentía abusada y en manos de esos dos tipos prácticamente desconocidos para mí, los cuales resultaron ser unos maestros del culeo, pero eso es otra historia que pronto conocerán.
Mi entrenamiento de prostituta y maestra duró unos tres meses, en manos de ese salvaje maestro, gracias a Dios mi esposo nunca se enteró de estas andanzas mías, hasta la fecha sigue siendo buena gente, santurrón, delicado y cachón que es lo más triste, no sé qué haría ese señor si se entera de mis movimientos y andanzas. Con mi compañero de colegio también se terminó esa relación de derechos, aunque seguimos con charlas calientes, recordando muchas cosas, siendo buenos amigos y confidentes. Hoy en día procuro tener sexo cada día, días en que puedo escapar de casa o me conformo con mi esposo.
Por este medio seguirán conociendo historias reales de mis andanzas y entrenamiento de este taxista, que era un perfecto desconocido, vulgar y patán, el que se convirtió en mi maestro, pervertidor y domador de una alumna que tenía algún conocimiento en esa materia y se graduó con honores, con experiencia de avanzada.
Si quieres comentar hazlo por favor, trataré de leer y contestar lo que pueda, me despido Sandra, la Zángana pues así decía mi violador, tengo recuerdos de mi vida estudiantil con compañeros, profesores, amigos, infidelidades y muchas cosas más.