Al cerrarse la puerta del departamento y liberarnos de las incómodas mascarillas pudimos besarnos apasionadamente, después de mucho tiempo y mientras nuestra excitación iba en aumento, mi amor me liberaba de la ropa con urgencia comenzando a recorrer mis tetas con suavidad, deslizando su mano a mi concha húmeda y masajeándola con suavidad.
Me calentaba más y más, sin dejar de acariciarnos llegamos a la cama donde mi amante terminó de desnudarme y cuando mis calzones tocaban el suelo él con su lengua comenzaba a tocar mi concha ávida de su atención. Yo me retorcía de placer mientras él seguía lamiendo y chupando con habilidad, pero no quería acabar aun así es que le pedí por favor que me metiera el pico con urgencia, necesitaba sentirlo dentro de mí.
Él obediente se ubicó encima de mi cuerpo tembloroso y metió su pico duro con fuerza en mi choro empapado, a cada embestida me sentía más y más caliente, yo movía mis caderas al unísono con las embestidas de mi amor hasta que no pude retener más la explosión de placer de mi orgasmo explosivo y jugoso, con un grito ahogado y el aviso de estar chorreando el pico que me inundaba la concha me retorcí en un espasmo de placer eléctrico, pero mi amante aún no había acabado.
Ahora era su turno así es que me ordenó como solía hacerlo que le chupara el pico como yo sabía hacerlo. Se recostó de espaldas a mi lado y con mi lengua habilidosa comencé a recorrer esa masa de carne tiesa que tenía en mis manos, luego lo introduje en mi boca chupando con lentitud al principio, pero con rapidez al minuto siguiente hasta que sentí que había crecido aún más en mi boca y que casi tocaba mi garganta con su cabeza palpitante…
En ese momento mi amor me pidió que parara para ocuparse de mi trasero y me tomó con fuerza y me puso boca abajo en la cama, yo ya sabía lo que mi amor quería y tomé posición dejando mi rostro, mis brazos y mi pecho pegado a la cama y mi culo bien levantado para que pudiera penetrarme con comodidad y lo hizo.
Sentí su pico entrar con fuerza, pero suavemente en mi choro empapado, se sentía como una pieza envuelta en seda a cada embestida y cada gemido de mi amor me hacía disfrutar más, cada palmada que recibía mi culo sonaba a música en mis oídos y me hacía sentir caliente y feliz, hasta que mi amante dejó de retardar su orgasmo y en un gemido largo e intenso acabó dentro de mi concha sensible de tanto roce llenándola con su exquisita leche…
Y después de este momento maravilloso nos tendimos uno junto al otro mirando nuestros rostros listos para hablar.