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Nalgadas y un orgasmo
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Cerró la puerta y me dijo que subiera a esperarlo, un escalofrío recorrió mi espalda y mi vagina comenzó a mojarse. Obedecí me puse el vestido que se levanta sobre mis pompis, las medias con ligueros y me quedé sin bragas. Me paré frente al espejo, no pude evitar sonreír, al ver mi trasero estaba aún rosita de la noche anterior. Abrió la puerta, se sentó en la cama, me acerqué lentamente y me jalo con fuerza para besarme, metió su lengua en mi boca, jugueteando con la mía, agarró mis nalgas fuerte y luego suave, me daba pequeñas palmaditas, perdí tanto en esa sensación que me sobresalto cuando ágilmente me acomodo sobre sus rodillas. Mi corazón estaba agitado, sabía lo que seguía, metió su dedo dentro de mi, me gusta tanto cuando hace eso. Recalcó el porque estaba tan mojada y unto un poco de mi humedad en mis nalgas.

—Serán 10. Dijo con voz firme. No pude evitar quejarme ¿10? Nunca me han nalgueado tanto, no creo aguanta. Se dio cuenta de mi sobresalto y me preguntó si quería que usará la paleta que serían 5 con la paleta. No definitivamente no, con los 2 de ayer mis pompis seguían rositas que me espero de 5. Le dije que no, pero también le pregunté por qué 10.

—Has incurrido 5 veces en esta falta durante la semana y sigues sin entender. Dijo con voz firme y enojado.

Diablos no me di cuenta, además solo fue una lata de refresco, no voy a quedar en coma por eso. Como si leyera mis pensamientos dijo —Si conservas el hábito luego no podrás parar y todas las veces que has terminado en el hospital por tener el azúcar alta se te olvidarán, serán 10 nalgadas o 5 con la paleta, decide.

—Las nalgadas. Respondí.

Comenzamos.

—Las nalgadas son por no cuidar mi salud, es indispensable que este bien porque si no no podré pasar mucho tiempo a tu lado, como los dos lo queremos.

—Eso es mi niña.

Sentí la primera nalgada, suele ser suave la primera pero esta vez comenzó fuerte y rápido, ahh au ay se escuchaba por toda la habitación. Apenas van 4 y ya me empezaba a picar. Siguió con el ritmo que llevaba, hasta que terminó. No pude evitarlo y las lágrimas ya corrían por mis mejillas, me puso una almohada bajo mis caderas con mis pompis, a su disposición, pensé que me seguiría dando nalgadas, abrió mis pompis y metió su miembro duro en mi, adentro afuera adentro afuera, no me había dado cuenta de que ya estaba muy muy mojada, sentí sus testículos rodando con mi sexo se sentía ahhh ahhh, siguió con ese ritmo. —Dame más, dame mas. Le suplicaba y él no me hacía esperar, estaba por venirme, cuando me cambio de posición ahora de frente para poder besarme, su penetración me sobresalto nuevamente, jalo mi cabello para que pudiera besarme, el beso apasionado que me dio, saladito por el sabor de su sudor y el mío junto con su penetración sin parar hicieron que llegará aún más lejos al placer que no sabía que podía sentir, me deje llevar y termine por mojar toda la cama, en ese momento él se separó de mi y nos acostamos en el sillón de a lado a acariciarnos.

—La última vez que terminamos en el hospital, porque estabas inconsciente, me dijeron que era posible que no despertaras, que a veces son fatales los comas diabéticos. No quiero perderte.

Lo escuché mientras me abrazaba y lo mire. Estaba llorando y ahí supe lo mucho que me amaba.

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