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La boda de mi cuñado
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Tiempo de lectura: 15 minutos

Esta es otra de mis experiencias, espero que sea de su gusto, como siempre espero sus tan bienvenidos comentarios y sugerencias.

Mi cuñado y concuña con más de 9 años de convivencia y retrasar boda una y otra vez por las ínfulas de la damisela de un enlace de ensueño o de revista, había decido al fin realizarla, en menos de 15 días, no sin antes el prometido solicitar el apoyo económico y material de su hermano, mi Mor adorado, para poder complacer las aspiraciones de su futura.

De lo cual no estaba yo muy contenta, dado que la susodicha (por platicas de mi cuñado, la familia de ella), aunque no deferían mucho de orígenes socioeconómicos a los nuestros, su pretensión y desvergüenza, solo era superado por su holgazanería y comodidad, como diría mi tía; pijos resucitados.

Por un lado, pidieron la intervención de mi amado, para que les facilitáramos la Quinta Campestre propiedad de mis padres para la realización de su acontecimiento:

Yo: Mor, pero tú sabes que esa propiedad no es nuestra -tratando de no comprometer, por obvias razones-

Mi marido: Si bebecita, pero ¿qué quieres que haga?, es mi hermanos -apenado- además han decido hacer un evento pequeño solo la familia cercana, dicen que hace se usa ahora.

Yo: ¿Hay Mor, tú le crees? Si son capaces de invitar hasta el compadre del vecino de pupitre escolar. -aun no muy convencida-

Mi marido: Hable con ellos, me aseguraron que no seriamos nuestros respectivos padres y hermanos y sus familias.

Yo: Bueno, hablare con mis padres, pero hay de ti si salen con sus cosas-resignada-

Mi marido: Pero, hay algo más – sonrisa nerviosa.

Yo: ¿Qué? -esperando otra impertinencia.

Mi marido: Si podemos pagar el banquete, que el novio de una de las hermanas de mi cuñada es maestro gourmet, y es de encargar

Yo: Bueno, supongo que no será nada privativo, dado la cantidad de invitados y el hecho que el proveedor es familiar de la “duquesa”- usando el apodo despectivo tenía para mi concuña.

Mi marido: Pues más o menos bebecita, mi hermano me dijo que el tipo el de alta gama, y que pues solo nos van a pedir para los ingredientes.

Yo: Ok- molesta, pero sabiendo que no tenía caso discutir porque a la larga terminaría como siempre cediendo ante su insistencia- pero me vas a tener que compensar esto Mor.

Mi marido: Gracias bebecita- dándome un tierno beso en la mejilla.

Esta desavenencia me la cobre en los siguientes días, con una pequeña huelga de piernas cruzadas, que mi marido la tomo con calma, y a la luz de los sucesos me jugo más en contra a mí.

Para el acontecimiento mi querido esposo, como siempre se tomó la libertad de cubrir el pequeño detalle de mi outfit, para esta ocasión me consiguió un vestido strapless color azul metálico, con soporte al frente, por lo cual no requeriría de un bra, el largo del talle era corto causando que tuviera mucho cuidado al sentarme, para no mostrar algo más allá de mis piernas, para variar su malevolencia no termino ahí, venía acompañado de guantes largos y tanga de hilo (bastante pequeña pero adecuada para evitar que las costuras se marcaran en el vestido), del mismo material y color, era algo sugestivo para mi gusto pero como siempre sabía que no tenía caso discutir con mi Odiosito, porque terminaría cediendo ante su insistencia.

Para el gran día habíamos decidido llevar a las bendiciones a casa de mis padres y de ahí partir a la Quinta campestre, para llevar a cabo nuestra labor de anfitriones, para entonces mi cuerpo pedía a gritos atención, así que dentro de mis planes particulares era una vez terminada la recepción y que contrayentes e invitados se retirarán, aprovechar; mi outfit nuevo, la Quinta campestre y mis intensas ganas, para pasar una apasionada noche de reconciliación.

Pero faltaba de cereza del pastel, ese día mientras terminaba de arreglar mi peinado y maquillaje, frente al espejo, sentí el manoseo de mi marido, ya saben ningún hombre desperdicia la más mínima oportunidad de darle una nalgada a su amada eso es como darle un me encanta de forma artesana, pero era tanta su ansiedad que sus manos pasaron de mi trasero, a mi cadera subieron por mi cintura hasta mis senos, para después descender a mi vientre, mientras presionaba su entre piernas en mi nalgas, y su boca besaba uno de mis hombros desnudos, provocando que mi piel se erizara y fuegos artificiales en mi entrepierna.

Mi marido: Bebecita, luces espectacular, siente como me tienes- hablándome al oído y presionando aún más su cadera contra mi trasero haciéndome su virilidad entre mis nalgas- ya perdóname y déjame tener un poco de ti- besando mi nuca.

Estaba a punto de girarme para dejarme fundirme en apasionado beso con él, cuando desde la sala sonó su celular, dejándome con medio suspiro en la boca y el manantial entre mis piernas, pensando para mis adentros –Ay Odiosito mero me convencías, pero al rato me desquito y bien rico, ya verás- terminando de arreglarme y uniéndome con mi marido y las bendiciones en la sala.

Mi marido: Bebecita, me hablo mi hermano- nervioso.

Yo: ¿Que paso? –inquisitiva.

Mi marido: Si puedo ir por los parientes de mi cuñada porque no tiene vehículo que pueda llegar a la Quinta, por la terracería- más nerviosos-

Yo: ¿Y entonces que vamos a hacer, ahora? –molesta.

Mi marido: Me llevo la SUV, para ir por estas gentes, y tú te llevas el sedán, dejas las bendiciones con tus papis, y nos vemos en la Quinta. –esperando nervioso.

Yo: ¿Cómo dices? ¿Prefieres irte de chofer de “esas personas” que acompañarnos a mí y a tus bendiciones? –muy molesta, pero entonces vi la mirada de mis retoños y tuve que entrar en calma, respirando profundamente- Ok Mor –acercándome melosamente- pero ve pensando cómo me vas a compensar todas estas incomodidades-mientras con una de mis manos acariciaba su pecho acercando su boca a la mía para darle un tierno beso y con la otra acariciaba descritamente poco más debajo de la hebilla y de su cinturón.

Acción que fue interrumpida por las sonrisas y aplausos de mis querubines. Partiendo cada quien a sus destinos; teniendo un viaje fácil a casa mis progenitores, que como buenos progenitores no dejaban de dar las últimas instrucciones sobre el cuidado y uso de la finca; que todo que pudieran ocupar de cocina estaba en las alacenas a lado de la parrilla exterior, que recordará que la instalación eléctrica estaba en mantenimiento que dentro de la cabaña no funcionaba y que las luces de las palapas y patio se tenían que encender del interruptor de una de las recamaras de la cabaña, y un largo etc. etc.

En el camino a la Quinta, siendo media tarde aún se sentía los estragos de un día caluroso de verano, cuando llegue estaba estacionado obstruyendo el portón un camión con dos tipos, lo que me obligo a estacionarme detrás, descender y acercarme, por un lado.

Yo: Buenas tardes- con curiosidad.

Tipo 1: Buenas, “MUY BUENAS”- mirándome de arriba abajo con desfachatez y doble sentido –

Yo: ¿Esperan a alguien? – cruzando los brazos frente a mi pecho y hablando con seriedad-

Tipo 1: Nomás que nos abran la Finca – bajando del vehículo con sonrisa sínica y mirada lasciva, se notaba por su facha a kilómetros lo vulgarcito de persona que era – mi cuñada se casa hoy y traemos el banquete, preciosa.

Yo: -pensando: así que este el disque “máster chef”, valla que en que poca agua se ahogan algunas personas- Ha ok –con una sonrisa burlona producto de mis pensamiento-

Chef: ¿Y tú hermosa, eres la variedad o das show? – dando un paso hacia atrás viéndome con descaro-

Yo: No-molesta-soy la dueña de la Quinta, la cuñada del novio

Chef: Wow, pues que cuñada- insolentemente-

Yo: Bueno ahorita les abro – cortante dándole la espalda dirigiéndome al portón-

Chef: ¿Aquí?… Ha dices el portón, ya me había emocionado- mientras me seguía y sentía como su miraba me recorría con obscenidad –

Abriendo candados y cerrojos, él se acercó a deslizar el portón y abrirlo por completo.

Yo: Métanlo hasta el fondo, por detrás de la cabaña– indicando el camión mientras caminaba hacia mi vehículo-

Chef: Con mucho gusto se lo voy a meter todo por detrás y hasta el fondo –en voz baja pensando quizás que no lo escucharía –

Mientras encendía a mi coche, pensaba, este vulgarcito va como guante en la familia de la ““duquesa””, Dios los cría y estos se juntan.

Yo: Deja el portón abierto-mientras detenía levemente en el umbral el coche-

Vulgarcito: Así es como quiero dejártelo, bien abierto… el portón – son una sonrisa sínica, corriendo, cruzando frente a mi coche, impidiendo que pudiera continuar hacia dentro y tratando de abriendo la puerta de mi coche por el lado del pasajero y subiéndose con descaro-

Con una sonrisa incomoda y en silencio conduje estacionándome al frente de cabaña, había decidido que lo seria esperar dentro de mi coche a que llegara alguien más para tratar lo menos posible con e vulgarcito, sintiendo como su mirada se concentraba en la bastilla de mi falta y pierna en forma libidinosa, el muy sinvergüenza no descendía del coche solo se quedó ahí sentado mirando mis piernas jugando con una cadena que traía al cuello.

Emitiendo un suspiro decidí mejor descender de mi vehículo, pero entonces apenas puse la mano en la manivela de la puerta.

Vulgarcito: Espérate mamacita, espera- gritando con apuro-

Bajando de coche, corriendo, cruzando el coche por la parte de atrás y parándose del lado de chofer, causándome una inmovilidad por la sorpresa de sus acciones y Abriendo la puerta de mi lado haciendo una caravana inclinando la cabeza, yo en forma automática descendí confundida, cuando vi a donde dirigía su mirada y como mordía sus labios con lujuria, el muy cabrón, hizo todo para disfrutar de la vista que le ofrecía el deslizamiento del dobladillo de mi falta mientras bajaba.

Apenas iba a reclamarle cuando vi con alivio que el vehículo de mi marido entraba por el umbral del terreno y detrás de él otros más, acercándome para recibir a mi marido.

Yo: Mor, ¿por qué tardaste tanto? – con impaciencia que le costaba llegar unos minutos antes y evitarme el bochorno con el vulgarcito este-

Mi marido: Bebecita, es que pase por la mama y la hermana de mi cuñis al salón de belleza- con tono de niño regañado-

Volviendo mi mirada hacia sus acompañantes, vi a los padres y la hermana de la “duquesa”, la mama y la hermana eran todas unas “reynis” y “marquesa”, emperifolladas en exceso para la fiesta, joyería de fantasía, peinados altos, vestidos ceñidos y largos, maquillaje cargado, nada adecuado para una celebración de un día caluroso en el campo, además que los 3 kilitos de más que se cargaban le deslucían el corte de sus atuendos.

Yo: Buenas tardes, que guapas- esperando que en mi sonrisa no se notara la gracia que me causaba verlas-

Marquesa: Hola- con ese desgano que usamos las mujeres para ocultar nuestra envidia- ¿ya llego mi “Darling”? – buscando por encima de mi cabeza-

Yo: Tú eres la novia del “Máster Chef”- sonriendo irónicamente-

Reynis: Sí, mi yerno estudio alta cocina, y es muy bueno, pronto tendré su negocio de banquetes- con aires de grandeza-

Yo: ¡¡¡Muchas felicidades!!! -sarcásticamente- debe de estar por detrás ahí está la parrilla externa.

Y el trio de zopilotes se retiró en dirección a buscar al vulgarcito máster chef, dejándonos a mi marido y a mí intercambiando miradas sonriendo y suspirando de consuelo por su desbandada.

Yo: Mor, Valla con la familia política de tu hermano-burlándome-

Mi marido: Bebecita, No empieces-visiblemente molesto- que yo los tuve que aguantar todo el camino hasta aquí.

Yo: Mmm -reservándome lo que YO tuve que aguantar-en el pecado llevas la penitencia.

Y nos dedicamos a nuestra labor de anfitriones recibiendo a los invitados (mis suegros, mis cuñadas y sus esposos, el resto de la parvada de la “duquesa”), al juez de paz y demás proveedores.

La ceremonia civil se realizó, se amenizo con buena música, se dieron los brindis, y demás protocolos previos al banquete y el baile.

Durante ese tiempo el ayudante del Vulgarcito me sorprendió gratamente, estuvo realizando bien su labor de mesero al pendiente de estar hidratando con bebida de muy buena calidad (muy necesario por el calor del día) y aperitivos (que a por los comentarios de todos eran dulces y refrescante, pero, en mi caso no sé porque estaban demasiado salados) a toda la concurrencia.

Previo a que sirviera el banquete ya me encontraba un poco ya un poco más relajada por efecto de la bebida constante, lo cual, me hacía sentirme más traviesa y cariñosa con mi maridito amado, estos días de huelga de piernas cruzadas habían hecho mella en mi fogosidad.

Compartíamos mesa con la familia de mi esposito, de forma traviesa no perdía oportunidad de jugar con su entrepierna con la complicidad de los manteles, mientras platicaba con mis suegros, lo cual ponía en aprietos al señor, cuando fuimos interrumpidos.

Mesero: Buenas noches, disculpe ya tenemos lista la comida, pero para acelerar el proceso les pedimos de la manera más amable que lo hagamos tipo bufete y pase cada quien por su platillo- de forma muy cortes y amable-

Todos nos miramos unos a otros y soltamos una ligera carcajada, cada uno de los caballeros se levantaron y caminaron hacia la parrilla, no pude dejar de observar como mi maridito caminaba gracioso por efecto de mis juegos bajo los manteles-sufre odiosito, sufre-

Tiempo que nos dio a las damas, para hacer lo más disfrutamos hablar de otras, en este caso de la “duquesa” y compañía, en algún momento mi divise a la “marquesa” colgada del cuello del vulgarcito, ambos sentados al otro lado de la pista del baile, cosa que noto una mis cuñadas:

Cuñada 1: Ya se reconciliaron los tortolos, Que apuros les hiciste pasar Eleny -burlándose-

Yo: Ahora yo que hice-confundida-

Cuñada 2: Es que, cuando estaban recibiendo a la gente, no dejaba de verte el señorito, se le caí la baba, y la señorita, se dio cuenta, y como que le quiso reclamar- riendo a carcajadas-

Cuñada 1: Y él la ignoro, -interrumpiendo- y desde entonces ella le andado rogando a él- soltando una estrepitosa risa-hubieras visto que show con ellos.

Yo: Pues pobre gente, que le vamos a hacer- riéndome-

En eso llegaron los caballeros con nuestros respectivos alimentos, solo que mi marido iba seguido del servicial mesero de la noche, con mi platillo, transmitiéndole una mirada de interrogación a mi maridito.

Mi marido: El insistió en preparar el platillo, que siendo para la patrona del lugar, él lo atendía directamente-sonriendo resignadamente-yo creo quiere buena propina.

La comida no era nada de otro mundo, pero estaba en exceso salada, para poder consumirla tuve que tomar al menos tres copas, que el mesero dirigentemente cuido, no le faltaran.

Mi marido: No crees que estas tomando mucho bebecita

Yo: Apenas así la comida está muy salada y el vino esta delicioso, y finalmente aquí vamos a pasar la noche- sobando la parte interna de su muslo y besando su cuello-

Efectivamente ya para ese momento sentía el habitual efecto anestésico y efervescente del alcohol recorrer mi piel, la alegría artificial que dan los tragos salía a través de mi risa e iniciaba un húmedo bullicio en mi vagina y mi cuerpo me pedía más para seguir disfrutando de esas placenteras sensaciones.

Yo: Mesero sirve más- alzando mi copa alegremente-

El mesero servilmente atendió mi pedido.

Yo: El vino es muy bueno, ¿Dónde lo consiguieron? -animosa-

Mesero: Pues vera Patrona, nosotros “traimos” unos, pero la “Darling” de mi jefe (la “marquesita”), encontró este en unas alacenas allá atrás y nos dijo que mejor sirviéramos de este y guardamos el otro para otra ocasión, ¿está muy bueno verdad? -inocentemente-

Mi marido: Tranquila bebecita, ya lo hecho, hecho esta- tratando de calmarme al ver claramente como iba creciendo mi ira-

Sintiendo el calor de mi rostro, apretando mis labios, rechinando mis dientes, solo le apunte con mi dedo a su rostro para silenciar sus palabras, y termine mi bebida de un solo trago, para después extenderla hacia el mesero y la volviera a llenar.

Mi marido: Te puedes retirar, gracias-indicándole al mesero con amabilidad y abrazándome, acariciando mis brazos con su manos-ya bebecita, calma-hablándome dulcemente al oído-

Yo: Ya sé cómo me voy a cobrar el mal rato “marquesita”-entre dientes, mientras veía a la pareja del año- ven Mor, quiero bailar- con dulzura y levantándome para tomar su mano y guiarlo a la pista de baile-

En ese momento la música era de ritmos latinos: salsa, merengue, bachatas, etc. idóneos para mi desquite, empezamos a bailar buscando posicionarnos frente a la “pareja del año” hice gala de mis movimientos de piernas y cadera más sensuales y eróticos, con un triple propósito, el disfrute y estimulación de mi marido, provocarle un buen disgusto a la “Marquesita”, porque obviamente el “vulgarcito” no resistiría echar un vistazo a mi performance , y obviamente mi disfrute culposo ante toda esa situación.

El sentir mi cuerpo contra él de mi marido mientras nos deslizábamos al ritmo de la música. Sus manos y pecho rozando mi senos a través de la delgada tela que cubría mi pecho y me excitaba y causaba un renovado cosquilleo en mi entrepierna, mis senos siempre han sido muy sensibles y mi esposo sabe que es la manera más rápida de calentarme, deteniéndonos únicamente para otra ronda de tragos, y viendo de reojo como nuestro sensual danza afectaba la convivencia de la “pareja del año”, me producía un placer enfermizo que se expresaba en mis pezones y me di cuenta que estaban erectos y sobresaliendo de la tela, duros como piedras.

Cuando bailamos nuevamente él me rodeaba y su mano llegaba hasta mi cola acariciándola conforme nos mecíamos juntos. Por el efecto del alcohol mi piel esta hipersensible, cuánto me agradaba sentir el roce de sus manos sobre la delgada tela que cubría mi cuerpo, entre vuelta y vuelta podía sentir su creciente erección. Empecé a imaginarme mientras nos contoneábamos, tenerlo dentro de mí y empecé a tallarme contra él hasta que para mi desencanto terminó la melodía. Esto sirvió para que reaccionara y me diera cuenta de que estaba yendo muy lejos frente a nuestros familiares. Definitivamente estaba bastante ebria, al tratar de ver de reojo a “la pareja del año” ya no estaban ni en la mesa ni la vista inmediata, por lo cual, decide que era suficiente y debería de llevar mas tranquila la fiesta, indicándole a mi marido que me ayudara a llegar a nuestra mesa.

Mesero: Disculpen Patrones ya está anocheciendo y no sabemos dónde se encienden las luces de “ajuera”- acercándose con su ya conocida amabilidad-

Entre tantos sobresaltos, había olvidado encender las luces exteriores.

Yo: En un momento voy-arrastrando las palabras por mi estado etílico-tu sigue atendiendo a los invitados.

Mi marido: Bebecita, si quieres yo voy-condescendiente-

Yo: No Mor, no vas a encontrar el circuito, igual y voy me recuesto un rato y estaré al cien para ti-dándole un beso mordelón en su labio inferior-

Esperando darle suficientes motivos para seguirme y unirse a mí en el interior de la cabaña, me contonee seductoramente hacia la cabaña ingresando en la oscuridad de esta.

Una vez adentro, me ilumine con mi celular para no tropezar con los muebles, subí al segundo piso hasta la recamara, encontrando el interruptor junto a la cabecera de la cama, escuchando los aplausos y victores, me acerque a la ventana para contemplar en la oscuridad de la cabaña con enajenación, el baile de en el exterior, aunque ya me estaba sintiendo mejor aún estaba muy inestable. Mientras sentí unas manos acariciar suavemente los flancos de mis caderas, me daba gusto que por una vez en la vida mi odiosito entendió una de mis indirectas.

Tomé sus manos y las guie hacia mi estómago mientras empujaba mis caderas para sentir su rica erección entre mis nalgas, inclinando mi cabeza para sentir sus besos recorrer desde mi hombro hasta mi cuello. Se sentía taaan bien, que no quería que terminará. Estaba taaan caliente.

Estaba a punto de darme la vuelta para besarlo, cuando él puso mis manos sobre la base de la ventana haciendo que mi trasero se presionará aún más contra su cadera, con sus manos empezó a acariciar muy suavemente mis senos a través de la ligera tela de mi vestido. ¡Mi talón de Aquiles! Lo sentí tan bien, que las rodillas me temblaron.

Se sentía tan bien que lo dejé que continuara. Él jaló la parte superior de mi vestido un poquito quedando a la vista mis pezones empezó entonces a girarlos con la yema de sus dedos mientras yo dejaba escapar un quejido de placer.

Cuando él me bajó el zipper y sacando mis pechos empezó a manosearlos, estrujarlos y pellizcarlos me sobresalté, mi mente giraba rápidamente mis piernas no me sostenían, después de todo han sido muchos días de continencia. Por alguna razón era tremendamente emocionante ser tan lasciva frente a la ventana con los invitados de la boda allá abajo y nosotros disfrutando de la nuestra pasión en el amparo de la oscuridad.

Pude sentir sus manos acariciando el sedoso interior de mis muslos, sus manos empujaron el borde de mi vestido hacia arriba y pude sentirlo masajeando suavemente mi vagina por encima de la suave tela de mi pequeña tanga. Gemía y sus manos separaron mis piernas y con rudeza ahuecó la húmeda de mi vulva a través de mi tanga. Sentía empapada por completo mi tanga. Se sentía tan delicioso. Entonces hizo a un lado el pequeño triangulo que cubría mis labios vaginales y colocó su mano usando sus dedos magistralmente en mi vulva y empezó a introducirlo al principio suavemente y conforme me humedecía más y más aumentaba la velocidad, haciéndome retorcerme de placer y soltando gemido tras gemido de gozo.

Cuando sentí la suave dureza de su verga en el canal de mis nalgas buscando mis agitados labios vaginales. Temblaba de anticipación conforme él empezaba a pasarlo una y otra vez por mi raja de amor sin introducirlo, trate de enderezarme, pero puso una de sus manos en mi nuca manteniendo mis manos apoyadas en la base de la ventana, arqueaba mi espalda y movía mi cadera buscando sentirlo dentro de mí.

Yo: Mor, ya métemelo, por favor-suplicante, mientras el azotaba mis nalgas con su dura verga- por favor quiero sentirte bien adentro de mí.

Entonces mis suplicas fueron atendidas empezó penetrarme lenta uniformemente, abriendo mi canal vaginal no sé si era el alcohol o la emoción del momento, pero se sentía más justo que de costumbre, más firme, más potente, más de lo que nunca lo había estado, mi cuerpo respondió, mis caderas empezaron a levantarse empujando contra él mientras un orgasmo gigante tomaba posesión de mí. No podía evitarlo, no podía ni hablar, sólo gemía muy alto y empujaba contra él mientras me cogía para hacerme venir.

Él me tomaba de la cintura, metía y sacaba su pistón hundiéndolo cada vez más profundo con cada empujón hasta que finalmente toda su herramienta estuvo completamente dentro de mí. Su pelvis pegada a mis nalgas. Podía sentir su duro palo empujar aún más profundo. Eso fue todo. Exploté en mi primer verdadero orgasmo. Pensé que me desmayaría mientras oleada tras oleada de placer recorrían mi cuerpo.

Cuando finalmente recuperé el sentido comprendí que mi vulva se había ajustado plenamente a su duro y brioso tronco estaba entrando y saliendo violentamente de mi húmeda grieta. Mi cuerpo finalmente tenía lo que había estado esperando toda la noche. Yo gemía mientras él se adentraba en mí, relamiéndome con el placer puro que su verga me estaba dando. Era fantástico tener adentro, ya sentía forjarse en mi estómago un segundo orgasmo rápidamente. ¡Me iba a venir nuevamente! El empuje de marido se hizo más repetitivo y me di cuenta de que él estaba a punto de venirse también. Estaba un poco decepcionada porque habitualmente él la sacaría y terminaría, y quizás antes de que me viniera yo otra vez y ya estaba yo tan cerca.

En eso lo sentí. Empujó su cuerpo entero y sentí como la punta de su glande se apretaba contra mi cérvix. Él gruñó con fuerza y lanzó el primer chorro de semen profundamente dentro de mí. ¡Dios mío! Se estaba viniendo en mis entrañas. Me llenó de éxtasis, empujando mi cuerpo así atrás, Una de sus manos sujetaba mi cabello y la otra azotaba una de mis nalgas, mientras empujaba dentro de mí con toda la fuerza e intensidad de su orgasmo, se sentía formidable, podía sentir su caliente líquido literalmente disparando dentro de mí. Salía con tal fuerza y cantidad suficientes que podía sentir verdaderamente cada chorro penetrar mi útero.

Mis caderas no dejaban de empujar duro en contra de él sin que mi voluntad lo hiciera. El más intenso orgasmo que haya tenido me invadió mientras él continuaba bombeando dentro de mí y todo lo que yo hice fue sujetarme fuertemente de la base de la ventana, mi conciencia entera estaba enfocada en este placer entre mis piernas y grité de placer. Oleada tras oleada de éxtasis recorrían mi cuerpo mientras movía mis caderas y sentía mis senos balanceándose rítmicamente. Era maravilloso. Podía sentir su semen desbordando de mí y escurriendo, mientras él continuaba eyaculando. No podía creer que tuviera tanto. Pero pensaba habían sido días largos de continencia. Mientras las oleadas se desvanecían poco a poco, podía sentir su tibia descarga expandiéndose en mis entrañas sólo me quedé ahí empinada unos minutos en un estado de semiinconsciencia con la sensación de lo que ocurría dentro de mí.

Mientras pensaba que delicioso fue eso todo esto, me di cuenta de que aún continuaba pistoneando suavemente su estaca dentro de mí, mientras me sujetaba. Era en realidad una sensación muy agradable y aunque ya no estaba totalmente hinchado, me di cuenta de que mi cuerpo volvía a responder nuevamente. Él me besaba y mordía mi espalda y volvió a amasar mis senos pellizcando mis pezones. Para mi sorpresa pude sentir cómo su miembro se endurecía nuevamente. Mi esposo jamás se recuperaba tan rápido, definitivamente la abstinencia tenía sus beneficios. Todavía estaba muy excitada con lo que había hecho. Se sentía tan agradable. Me estaba dando exactamente lo que necesitaba y no quería detenerlo. Mi cadera empezó nuevamente a salir al encuentro de cada uno de sus empujes. Él soltó mis senos y tomo mi cadera y empezamos a coger de una forma salvaje, hasta violenta. Continuamos cogiendo largo rato hasta que logré bloquear todo pensamiento que no se refiriera a este maravilloso palote que entraba y salía de mi chorreante vulva. Su estaca estaba nuevamente llenándome completamente y abriendo mi vagina, coger se siente tan bien. Mientras cogíamos tuve varios pequeños orgasmos que parecían correr al mismo tiempo.

No pasó mucho rato y se tensó y nuevamente empecé a sentirlo arrojar una carga de esperma dentro de mí mientras yo empujaba mi vulva contra él para enfrentar cada uno de sus empujones. Podía yo sentir cada chorro, lo que me desencadenó otro profundo orgasmo mientras su descarga penetraba mi útero. Cuando lo sentí, grité y me aferré a la base de la ventana, sentía que el mundo entero estaba girando, así de maravilloso. Hasta mis pezones ardían. Dios, se sentía un asombroso placer.

Cuando él por fin se quitó de mí sacando su vara de mi hinchada y enrojecida vulva. Salió en silencio de la habitación, dejándome sola en la oscuridad de la habitación disfrutando de mis últimos espasmos de placer, despacio me incorporé miré hacia abajo con los pocos destellos de luz que provenían del exterior de la cabaña pude ver cuán totalmente cogida me veía. Mi precioso vestido azul estaba amontonado alrededor de mi cintura, no tenía mi tanga. Sentía mi concha enrojecida e inflamada y mi vulva y muslos estaban empapado de nuestros respectivos fluidos. Mis pechos también se sentían enrojecidos. Pero lo que más me asombraba era el río de semen que escurría de mi abierta grieta desde mis muslos hasta mis tobillos.

Encontré a tientas mi celular para poder iluminar mi camino, hacia el baño de la cabaña, me tambaleé al caminar mientras me escurría semen por el interior de los muslos. Nunca había visto algo como esto Sabía que no podía volver a la fiesta en estas fachas me lave tanto como se pudiera. Alice lo mejor que puede mi vestido y, pero no encontré mi tanga. Me salí preguntándome si alguna vez podría repetir esta maravillosa experiencia.

Podía sentir su descarga dentro de mí en el camino de regreso a la fiesta. Me sentía tan perversa.

Al reincorporarme a la reunión pude notar que ya había poca gente, básicamente mi marido y la parvada de la “duquesa”.

Mi marido: Bebecita hermosa, ya te ves más repuesta veo que te sentó bien tu sesión de descanso- sonriente y afectuoso, abrazándome por la cintura-

Yo: Si Mor, fue maravillosa la sesión -sonriendo pícaramente y recargándome en su hombro- ¿Los novios? ¿Ya partieron a su luna de miel?

Mi marido: Si bebecita -nervioso- veras nuestro chef

Podía notar un silencio incomodo por parte del trio familiar de la duquesa, lanzándole a mi marido una mirada de interrogación al respecto.

Mi marido: Bebecita-nervioso- veras el Chef tuvo algunas diferencias con su novia, dejando a los señores, la muchachita y hasta el ayudante, ¿no te molestaría que los llevemos de regreso?, yo sé que tenías planes de…

Yo: -poniendo mi mano sobre su boca- No Mor, por mi está bien después de mi sesión todo está bien-sonriendo pícaramente-

Él se llevó al meserito y yo a parvada, pensé que sería un viaje tedioso, la “realeza” no dejaba de parlotear todo el camino, pero gracias a la sesión que me aplico mi marido fue más que suficiente para mantenerme feliz todo el trayecto hasta regresar a casa.

Cuando llegué a casa me metí al baño y me puse un camisón me coloqué unas pantaletas limpias y apenas iba a meterme a la cama. Cuando llego mi marido con una vianda sellada en mano.

Yo: ¿Y eso Mor? -curiosa-

MI marido: Se lo mando el meserito a la “Patrona”- sonriendo- como vio que no comiste postre, lo dejaste bien impresionado- riendo a carcajadas-

Yo: Mor déjalo tan servicial y bien educado-condescendiente-

Mi marido: Bueno voy a bañarme y a después a dormir

Un poco decepcionada que no tratara de repetir nuestra sesión de la cabaña me dispuse a acomodar la vianda en la nevera, pero me gano la curiosidad, quite los sellos de la vianda y para mi sorpresa además del postre ahí estaba mi humedecida y pequeña tanga junto una nota:

“Patrona discúlpeme por lo que hice en la cabaña, pero me fue muy difícil controlarme por lo bien que se veía bailando ese apretado vestido azul y pos nunca me pude imaginar que me dejaría cogérmela”.

Horrorizada, de alguna manera sabía que probablemente no sería la última vez sabría del meserito, pero eso ya es otra historia.

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