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El harem (1): Alfonso. Sonambulismo
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Tiempo de lectura: 16 minutos

En la primera parte de “Esclavo de ti mismo”, Marcus, un perverso hipnotista, consiguió someter y transformar en sus esclavos sexuales a ocho guapos y fuertes guardaespaldas, todos anteriormente heterosexuales. Sin embargo, mediante el control mental, cada uno fue vuelto un esclavo homosexual, que ocupa un rol en el harem de Marcus.

Marcus tiene grandes planes para ellos, no obstante, antes de revelar lo que les depara el destino, publicaré una serie de historias cortas acerca del entrenamiento, inducción y transformación de cada uno.

Cada capítulo transcurre paralelo a la historia principal, entre las capturas de los esclavos y relata de forma más detallada cómo Marcus consiguió implantar en cada guardaespaldas su nuevo rol y personalidad homosexual.

Alfonso – Sonambulismo.

I. Privilegio y honor.

Marcus cerró lentamente la puerta del baño detrás de sí. Observó con gran deseo a su esclavo dentro del agua, envuelto por el vapor, completamente desnudo, con sus párpados cerrados y con una respiración pausada y profunda, listo para servir, listo para obedecer.

Para Marcus, Alfonso Era de lo más sensual. De un metro ochenta y cinco de alto, atlético, de musculatura bien tonificada y firme abdomen, piernas torneadas y cuello prolongado. Su piel era blanca y tersa, cabellera clara y castaña, rasgos elegantes y viriles y unos labios delgados y simétricos, además de dos preciosos ojos verdes.

-Kaligari, mi sonámbulo, ven aquí y desnúdame, llévame al agua.-

Ordenó Marcus totalmente excitado.

-Sssi, mi Amo…-

Respondió soñoliento el español, mientras se alzaba del yacusi y el agua espumosa escurría a través de su escultural cuerpo.

Marcus gozó entonces de las expertas manos de Alfonso desabotonar su bata. Disfrutó cada toque, la manera en que aquellos dedos tan varoniles y duros, recorrían su piel desnuda. Escuchó la pasión y el ansia apoderarse lentamente de la respiración del sonámbulo, al tiempo que el lívido y el deseo llenaban su rostro. Resultaba claro que los comandos homosexuales de la noche anterior, habían calado hondo en su subconsciente.

-¿Te gusta desnudarme mi sonámbulo?-

Preguntó Marcus con su boca pegada a la del guardaespaldas.

-Ssi… Mi Amo… Vivo para complacerte… Y para hacer lo que digas…-

Contestó Alfonso, a la vez que sacaba con cuidado la bata y lo tomaba del antebrazo para llevarlo hasta el yacusi.

-Alto, espera. Abrázate a mí, y recórreme con tus manos. Explórame y bésame en la boca. Y mientras lo haces, quiero que repitas que estás sonámbulo y duermas todavía más profundamente. Te quiero cada vez más sonámbulo. Más dormido.-

Instruyó el perverso hipnotista.

Alfonso obedeció y atrajo a Marcus hacia sí. Inhaló profundamente el aroma del cabello de su Amo y lo tomó del rostro suavemente, mientras lo besaba con apetito. -Estoy sonámbulo… Estoy sonámbulo… Estoy… sonámbulo… Estoy… Sonámbulo…-

Repitió con una voz más cadenciosa y gutural, a la vez que deslizaba sus manos a través de la espalda, cintura y glúteos de Marcus.

-Duerme, duerme, duerme más. Cada momento que estés conmigo, cada vez que me obedeces, duermes más profundamente. Cada vez que me tocas, te vuelves más sonámbulo. Más sonámbulo, más dormido.-

Indicó Marcus, al corresponder a los fogosos besos del castaño.

-Sssi, Mi Amo… Duermo más… duermo más… duermo más… Cada minuto que estoy contigo… Cada vez que te obedezco, Duermo más profundamente… Cada vez que te toco, me vuelvo más sonámbulo… sonámbulo… Duermo… Más… Duermo… Más…-

Dijo Alfonso, a la vez que dejaba caer su cuerpo pesado contra el de Marcus y lo estrechaba fuertemente entre sus musculosos brazos.

-Bien, perfecto. Disfrútalo. Dormir, ser mi sonámbulo. Ser mi esclavo sonámbulo. Quiero que lo disfrutes. Estar sonámbulo, ser mi esclavo sonámbulo te complace, te hace feliz, te hace disfrutar.-

Instruyó el perverso Amo al oído del castaño.

-Sssi… Mi Amo… Dormir… Ser tu sonámbulo… Ser tu esclavo sonámbulo… Estar sonámbulo… Ser tu esclavo… Me complace… Me hace feliz… Me hace disfrutar… Sonámbulo… Esclavo… Lo disfruto… Mi Amo… Haré lo que me digas… Vivo para complacerte y nada más…-

Aceptó el castaño, con una erección cada vez más grande que Marcus sintió sobre su vientre.

-Eso es, así. Disfrútalo, excítate. Eres mío, yo soy tu Amo y Señor.-

Dijo Marcus, mientras conducía Alfonso hasta el agua caliente.

-Sssi… Lo disfruto… Tú, eres Mi Amo… Y Señor…. Yo soy un miserable esclavo del Kaligari… Tú eres Marcus… El Amo del Kaligari… Yo vivo para obedecerte… Para complacerte… Soy un objeto para tu placer… Haré lo que digas… Amo…-

Pronunció Alfonso con los labios a penas separados, mientras ambos entraban en el agua.

-¿Qué tienes prohibido hacer mientras estés en mi mansión esclavo?, ¿cómo debes estar siempre delante de mí?-

Inquirió Marcus, mientras le pasaba el jabón y estropajo a Alfonso.

El sonámbulo comenzó a tallar con cuidado el cuerpo de su Amo. -Yo… Tengo prohibido usar ropa mientras esté en esta casa… Al menos que tú lo ordenes… Nunca podré vestirme, al menos que tú lo mandes… Tengo prohibido utilizar ropa… Debo permanecer siempre desnudo… Estar siempre desnudo para ti… Listo para que disfrutes y uses mi cuerpo cuando quieras…-

Repitió aquella poderosa sugestión el castaño, a la vez que enjabonaba el trasero del hipnotista.

-Así es. Estar desnudo delante de mí, estar desnudo delante de tu Amo, es el máximo honor que existe. Es el máximo placer.-

Indicó Marcus, al tiempo que volvía a morder y chupar el cuello del esclavo.

-Sssi… Mi Amo… Estar desnudo delante de ti… Estar desnudo delante de mí Amo… Es el máximo honor que existe… El máximo placer… Estar desnudo delante de ti, Mi Amo… Desnudo delante de ti… Es el máximo honor que existe… El máximo placer… Sssi, mi Amo…-

Respondió el español a la vez que enjabonaba el pecho de Marcus.

-Permanecer sonámbulo y desnudo delante de tu Amo, es un privilegio. Duerme más.-

Señaló Marcus, a la vez que sujetaba y acariciaba el miembro del castaño.

-Sssi… Permanecer sonámbulo y desnudo, delante de mí Amo, Es un privilegio… Sonámbulo y desnudo… Es un privilegio…-

Repitió el castaño, con los labios casi juntos.

-Bien. Sólo podrás vestirte cuando cumplas una misión para mí. –

Dijo Marcus, mientras acariciaba las piernas del castaño por debajo del agua.

-Sssi, Mi Amo… Sólo podré vestirme cuando cumpla una misión para ti… Sssi Mi Amo… Vestirme sólo cuando cumpla una misión para ti…-

Respondió Alfonso, a la vez que enjuagaba con adoración el cabello de Marcus.

-Bien, muy bien. Para ti usar ropa está prohibido fuera de una misión. Usar ropa fuera de una misión, será un castigo. Será un acto de deshonor. Un castigo de tu Amo. Te causará miedo e incomodidad, usar ropa fuera de una misión.-

Instruyó el hipnotista sin dejar de explorar a placer el cuerpo de Alfonso.

-Sssi… Mi Amo… Tengo prohibido usar ropa, fuera de una misión… Usar ropa fuera de una misión será un castigo… Un acto de deshonor… Un castigo de mi Amo… Usar ropa fuera de una misión, me hará sentirme incómodo y me causará miedo… Sssi, mi Amo…-

Contestó el castaño, a la vez que lavaba los pies de Marcus.

-Bien, perfecto. ¿Estar desnudo delante de mí es ¿…-

Preguntó Marcus lujurioso.

-Estar desnudo delante de mí Amo es el máximo honor… El máximo placer… Estar desnudo delante de mí Amo es el máximo honor… El máximo placer… Permanecer sonámbulo y desnudo delante de mí Amo… Es un privilegio…-

Afirmó el otrora heterosexual guardaespaldas, sin resistencia alguna en su voz.

-¿Qué debes hacer cuando tengamos sexo?-

Volvió a cuestionar Marcus, al tiempo que apretaba la verga del indefenso Alfonso.

-¡Tener sexo con mi Amo me complace!… ¡Tú eres el sujeto de toda mi energía sexual! ¡Eres mi mayor atracción!… ¡Tener sexo con mi Amo es el mayor placer de mi vida!, ¡Debo excitarme y complacerte!… ¡Debo brindarte pación, ser salvaje y hacerte disfrutar!… ¡Debo hacerte disfrutar!… ¡Sólo vivo para brindarte placer!… ¡Soy tu miserable esclavo del Kaligari!… ¡Tú esclavo sonámbulo!… ¡Tú esclavo sexual!… ¡Haré lo que digas!-

Declaró Alfonso entre gritos, mientras bramaba y sujetaba a Marcus con gran ansiedad.

El hipnotista quitó el tapón del agua y dejó que el líquido se fuera. -Eso es mi sonámbulo. Así me gusta. En un momento acabaremos con el baño. Pero me gustas tanto, me excitas tanto. ¡Ahora cógeme, cógeme mi esclavo! ¡Sólo yo Marcus, sólo yo tu amo tengo poder sobre ti, ¡sólo yo te puedo ordenar!, ¡cógeme ahora!, ¡cógeme yaa!-

Ordenó el hipnotista en medio de desenfrenados gritos.

El castaño gruñó en aprobación. Alzó a Marcus, lo colocó de un tirón contra la pared del fondo y le penetró con violencia, a la vez que llevaba las manos hacia su verga.

-¡Tener sexo con mi amo me complace!, ¡tener sexo con mi amo me complace!, ¡permanecer sonámbulo y desnudo es un privilegio!, ¡tener sexo con mi amo es el máximo honor!, ¡estar desnudo delante de mi amo es el máximo honor!, ¡tener sexo con mi amo es el máximo placer!, ¡tener sexo con mi amo me complace!, ¡ser tu esclavo me complace!, ¡ser tú esclavo es un privilegio!, ¡ser tu esclavo es un honor!, ¡sólo tú tienes poder sobre mí!, ¡sólo tú mi amo me puedes ordenar!, ¡sonámbulo, desnudo, ser tú esclavo!, ¡tener sexo con mi amo es un placer, el máximo honor!, ¡ser tú esclavo es el máximo honor, ser tú esclavo es el máximo placer!-

Gritó Alfonso totalmente presa del lívido, entre gemidos y con todas las sugestiones revueltas en su subconsciente.

Marcus gritó debido a las profundas estocadas del guardaespaldas, pero todavía más gracias a la impresión de su triunfo. Había conseguido su objetivo, mezclar aquellas órdenes en la mente de Alfonso, mientras se hallaba en el estado más profundo de sonambulismo. Eso causaría que el castaño viera a su esclavitud como un privilegio, como un honor, como un placer. Y que en ese trance de sonambulismo en que el Kaligari lo mantenía, se sintiera como un gozo, como una felicidad perfecta.

El Amo gruñó presa de un primer orgasmo, cuando Alfonso apretó su verga y la agitó con maestría, mientras incrementaba el ritmo de su penetración. -¡Tener sexo con mi amo me da el mayor placer!, ¡ser tu esclavo es el mayor placer!, ¡tener sexo con mi amo es un honor!, ¡estar desnudo y tener sexo con mi amo es el máximo placer!, ¡sólo tu me puedes ordenar!, ¡sólo tu tienes poder sobre mí!-

Gritó Alfonso totalmente poseso por la lujuria, mientras apretaba con mayor desenfreno a su Amo y lo envestía sin piedad.

-¡Mi sonámbulo, Kaligari, duerme más!, ¡máximo orgasmo!, ¡córrete ahora!

Gritó Marcus, al tiempo que introducía de golpe su dedo medio en el ano de Alfonso y golpeteaba con violencia su próstata.

El español gruñó como un animal. Salivó sobre la cabeza de Marcus y puso su cuerpo totalmente rígido, a la vez que llenaba el recto de Marcus con tres potentes descargas de semen y con hábiles maniobras hacía que su Amo se corriera junto con él.

-¡Permanecer sonámbulo, desnudo!, ¡ser tu esclavo me complace, es el máximo placer!, ¡sólo tu tienes poder sobre mí!, ¡mi amo!, ¡mi amo! ¡mi amo!-

Gritó Alfonso en el culmen del más irrefrenable orgasmo, mientras dejaba caer todo su peso contra el delgado cuerpo de Marcus.

El hipnotista sintió como su propio semen manchaba los largos y masculinos dedos del sonámbulo, que en ningún momento aflojó su agarre o movió un músculo después de la explosión orgásmica. La respiración del castaño era pesada, y su cuerpo se percibía duro como una roca.

Marcus jadeó exhausto y quitó las manos del sonámbulo de su miembro, aunque sólo para llevarlas hacia la boca de su esclavo. -Chupa tus dedos, degusta mi semen, es un privilegio chupar mi semen. Te gusta, lo disfrutas.-

Indicó Marcus aquella nueva sugestión, a la vez que se giraba.

-Sssi, Mi Amo… Lo que digas… Degustar tu semen… Chupar tu semen es un privilegio… Degustar tu semen me complace… Chupar tu semen me gusta… Lo disfruto…-

Repitió solícito Alfonso con una gran cara de satisfacción, mientras su lengua voraz sorbía hasta la última gota del semen de su Amo de encima de sus propios dedos.

-Bien, ¿cuál es tu primera tarea diaria esclavo?-

Preguntó Marcus con morbosidad, a sabiendas que el español estaba por completo subyugado.

-Mi primera tarea cada mañana, será bañarte, mientras me baño contigo…-

Respondió el sonámbulo con los párpados cerrados y la cabeza de nuevo caída hacia atrás.

Marcus lo besó en el cuello repetidas veces y chupó aquel humedecido pectoral.- Bien, muy bien. Mi sonámbulo, mi predilecto. Tú eres mi esclavo predilecto. ¿Eso te excita verdad?-

Inquirió el hipnotista, mientras abrazaba al dormido guardaespaldas.

-Sssi, mi Amo… Me excita…- Mucho… Mi Amo…-

Respondió entre gemidos, al sentir la lengua de Marcus saborear sus pectorales y lamer su clavícula.

-Ser mi predilecto, es un honor, es un privilegio. Permanecer desnudo delante de mí, es un privilegio, el máximo honor, el máximo placer. Ser mi predilecto es el máximo honor, el máximo placer.-

Inculcó Marcus aquel nuevo comando en la debilitada mente del castaño.

-Sssi, mi Amo… Ser tu predilecto es un honor, es un privilegio… Permanecer desnudo delante de ti es el máximo honor, el máximo placer… Ser tu predilecto, es el máximo honor, el máximo placer… Mi Amo…Soy un objeto para tu placer, haré todo lo que digas…-

Aceptó Alfonso aquella importante sugestión.

Marcus deseaba convertir a Alfonso en el esclavo capataz de su harem, en el esclavo que instruyera a los demás a cómo comportarse. Que le ayudara a cazar a los otros machos, volverlo tan homosexual que disfrutara someterlos, usar sus cuerpos, inducirlos en el placer gay. Que se olvidara de cualquier sentimiento por ellos, de todo prejuicio heterosexual, de toda moralidad.

-Llena el yacusi de agua otra vez, vamos a acabar de bañarnos, que tengo mucho que enseñarte sobre el placer gay.-

Dijo Marcus, a la vez que pellizcaba los pectorales de su esclavo.

Alfonso gruñó en conformidad, estiró su mano para abrir el agua caliente y que el yacusi empezara a llenarse.

Marcus observó absorto la manera en que el castaño vació de nuevo los frascos de esencias aromáticas y sales, como estos comenzaron a hacer burbujas lentamente. Disfrutó la visión del perfecto trasero de Alfonso, cuando se agachó para coger el jabón y el estropajo. Pero todavía más, cuando sin decir una palabra, empezó nuevamente a enjabonarlo.

-Estar desnudo delante de mí Amo, es el máximo honor… El máximo placer… Lo disfruto… Me hace feliz y me complace… Siempre debo permanecer desnudo para que uses mi cuerpo cuando quieras… Vivo para complacerte y nada más… Soy un objeto de placer… Sonámbulo… Sonámbulo… Sonámbulo… Desnudo… Desnudo… Desnudo… Es un privilegio ser tu esclavo… Eres mi Amo y lo disfruto… Haré lo que digas… Sólo tú me puedes ordenar… Sólo tú tienes poder sobre mí…-

Repitió Alfonso la mezcolanza de aquellas sugestiones, hecho que a Marcus sorprendió gratamente.

Eso significaba que el consciente heterosexual de aquel macho Alfa, de aquel jefe de seguridad, de ese experto en artes marciales, de ese hombre tan fuerte y varonil, de ese guardaespaldas con preciosos ojos verdes, estaba neutralizado. El nuevo subconsciente homosexual que Marcus había creado por medio del Kaligari, tomaba más y más control de la mente de ese guapísimo hombre y muy pronto ya no habría retorno posible.

Resultaba necesario eliminar cualquier rebeldía, cualquier destello heterosexual, pues un solo chispazo, bastaría para arruinarlo todo. En la fase en que hasta ese momento mantenía al castaño, “La Primera Fase del Kaligari”, era más que perfecto. Mas si deseaba que Alfonso se convirtiera en su capataz, cazara hombres para él y además disfrutase en verdad acostarse con ellos, y someterlos al placer gay, era necesario reprogramar por completo su personalidad y conducirlo a la segunda fase.

Cuando Alfonso terminó de bañarlo y enjuagarlo, Marcus le permitió limpiarse también. Quitó el tapón para que el agua se fuera por última vez y mientras el particular sonido de succión llenaba el cuarto de baño, Marcus besó de nueva cuenta el cuello de su recién adquirido esclavo.

-Vamos a secarnos, que hoy hay que aprovechar el día para seguir con tu inducción.-

Dijo Marcus con sorna, mientras se abrazaba al cuerpo desnudo de aquel macho.

El castaño gruñó en aceptación y se estremeció al experimentar los calientes besos de Marcus sobre su yugular.

Los dos hombres salieron del yacusi, mas Alfonso buscó inmediatamente una toalla en el armario de blancos para secar el cuerpo de su Amo. Marcus gozó de cada roce, de cada suave movimiento. Le ordenó a su esclavo que secara su propio cuerpo, mas decidió que el cabello del sonámbulo permaneciera húmedo. El Amo se colocó una bata limpia y tomó a Alfonso del brazo para conducirlo de nuevo a la recámara.

-Mi sonámbulo, voy a darte una misión. ¿entiendes?-

Preguntó Marcus, a la vez que se sentaba en la cama, pero hacía que el castaño continuara de pie.

-Ssi, una misión… Sssi Amo… Haré lo que digas… Ordéname… Vivo para complacerte…-

Admitió el sonámbulo con la cabeza de nueva cuenta caída hacia atrás.

-Bien, busca tu ropa, está tirada por toda la mansión. Allí al otro lado de la habitación, frente al espejo están tu bóxer y tu short. En la escalera se encuentran tu cinturón y el pantalón. La camisa la dejaste en el bar. Los zapatos y calcetines los pusiste sobre la mesa del comedor. Y tú saco y corbata, en la estancia y el recibidor. Búscalos y cuando los encuentres, quiero que te vistas, recuerda, es una misión y yo te permito y te ordeno vestirte, será por poco tiempo.-

Dijo Marcus a espera de observar la reacción de su esclavo sexual.

El castaño tardó un par de segundos en asimilar la orden. -Sssi, mi Amo… Yo tengo prohibido usar ropa, mientras esté en la casa… Excepto cuando tú lo ordenes y para cumplir una misión… Sssi Amo… Me vestiré, Lo haré mi Amo… Haré lo que me pides… ¿Será por poco tiempo verdad mi Amo?, no me gusta usar ropa… Me hace sentir incómodo… Me da miedo… Yo quiero estar siempre desnudo para ti… Es el máximo placer… El máximo honor… Estar desnudo para ti… Quiero estar desnudo para que uses y disfrutes mi cuerpo…-

Dijo el español con un ligero tono de ansiedad.

Marcus lo miró fascinado, las sugestiones eran precisas y perfectas. La condicionante de permanecer desnudo era ya parte de su nueva personalidad, así como el desagrado a la ropa.

-Si, esclavo, será por poco tiempo, muy poco en realidad, enseguida te dejaré quitarte la ropa otra vez. Quitarte la ropa para mí, es un privilegio, es un honor, es un placer.-

Respondió Marcus, a la vez que acariciaba el rostro del sonámbulo.

-Sssi Amo… Quitarme la ropa para ti Amo, es un honor… Un privilegio… Un placer… Quitarme la ropa para ti… Sssi Amo… Complacerte y quitarme la ropa… Todo un privilegio… Mi Amo…-

Aceptó el cada vez más dominado guardaespaldas.

Marcus torció la boca más que satisfecho. -Muy bien, ve a cumplir tu misión. Cuando estés vestido vuelve aquí, a mi alcoba.-

Alfonso acató la orden y se dio la media vuelta. Caminó hacia su bóxer y short, y tras alzarlos del suelo se los puso, aunque no sin una mueca de cierto desagrado.

-Esclavo, cada vez que camines por esta casa, cuando estés así, sonámbulo, quiero que camines con los brazos hacia adelante y los puños apretados. La cabeza caída atrás o clavada sobre el pecho y camines con suavidad, despacio, y muevas un poco tus caderas, enseñes tus glúteos. ¿De acuerdo?-

Dijo Marcus, mientras avanzaba hacia el sonámbulo.

Alfonso asintió con la cabeza y sin hablar, adoptó la posición que Marcus le instruyó. Enseguida salió por el pasillo y el hipnotista conectó la cámara que tenía oculta en un adorno de su cómoda, para monitorearlo. El sonámbulo cumplió al pie de la letra las indicaciones de Marcus, por lo que pudo ver deleitado como este recogió prenda por prenda y se la puso, aunque con un pequeño desagrado. En cuanto estuvo vestido, el español emprendió el retorno a la alcoba de Marcus y una vez delante de su Amo, se quedó quieto, con los brazos hacia adelante, los puños apretados y la cabeza clavada pesadamente sobre el pecho, a espera de nuevas órdenes.

II. Siempre desnudo.

Marcus contempló al español vestido con aquel traje azul marino, lucir tan sexi, tan apetecible. Lo observó detenidamente, sin mover un músculo, listo para cualquier cosa que él le ordenara. Esa expresión ausente, los párpados cerrados, los brazos rígidos. Se excitó tanto, que volvió a experimentar una notable erección. Su mente se llenó de una serie de pensamientos, de cómo entrenar a ese hombre, como transformarlo en todo un semental homosexual.

-Bien mi predilecto, mi sonámbulo. A partir de hoy, sólo me referiré a ti como mi predilecto o mi sonámbulo. Esto es lo que quiero que hagas. Camina por la habitación en la posición que te enseñé. Muy sensual, luce tu cuerpo. Hazlo tres veces, enseguida que termines, podrás sacarte el saco y la corbata. Quiero que me las entregues y digas, “me desnudo para ti, es un honor desnudarme para ti, te entrego mi ropa, te entrego mi voluntad, estoy sonámbulo y sólo tú me puedes ordenar”. Quiero que cada prenda te la quites de forma sensual y cuando lo hagas, me des un beso apasionado en los labios. Bien ahora, comienza.-

Ordenó el hipnotista con lujuria.

El castaño acató el mandato sin resistirse. Caminó tres veces por la habitación, con pasos lentos y un ligero contoneo de sus caderas, en una clara exhibición para su Amo. Después se desanudó la corbata lentamente, mientras gemía con excitación al sentir la tela entre sus dedos. Luego con algo de torpeza y movimientos lánguidos, se retiró el saco. Lo deslizó poco a poco, al bajarlo despacio a través de sus hombros, mas de pronto, lo sacó de un tirón. -Me desnudo para mi Amo… Es el máximo honor desnudarme para mi Amo… Disfruto desnudarme para ti, Amo… Es el máximo placer y lo disfruto… Te entrego mi ropa… Te entrego mi voluntad… Estoy sonámbulo… Cada vez más sonámbulo… Sonámbulo… Y sólo tú me puedes ordenar… Sólo tú tienes poder sobre mí Amo…-

Repitió Alfonso presa del deseo, mientras le besaba con fogosidad.

Marcus lo miró asombrado, pues el español repitió sin que le ordenara las demás sugestiones. -Bien, así me encanta. Que obedezcas, que me complazcas. Ahora, vuelve a caminar, tres veces. Cuando termines, podrás quitarte los zapatos, las calcetines y cinturón. Ahora quiero que me digas: “Disfruto desnudarme para ti mi Amo, porque tú eres mi dueño, yo disfruto desnudarme y ser tu esclavo homosexual, sólo vivo para ser tu objeto de placer y nada más”. Después me darás las ropas y un nuevo beso.-

Indicó el publicista.

Alfonso caminó por la alcoba las tres veces que su Amo ordenó y cuando terminó, se inclinó para quitarse los zapatos y calcetines. Marcus disfrutó del impresionante y duro trasero de Alfonso, del modo en el que los pantalones le marcaban y de la forma tan sexual en que el castaño se sacó el cinturón, lenta y torpemente.

-Disfruto desnudarme para ti, Marcus, mi Amo… Disfruto desnudarme para ti, mi Amo del Kaligari… Porque tú eres mi dueño… Te pertenezco… Disfruto desnudarme para ti…. Disfruto ser tu esclavo homosexual… Disfruto ser tu esclavo sexual… Disfruto desnudarme para ti… Sólo vivo para ser tu objeto de placer y nada más… Sonámbulo… Sonámbulo… Sonámbulo… Mi Amo…-

Repitió el español, aunque esta vez volvió a dejar caer su cabeza pesada hacia atrás, a la vez que le daba las ropas y besaba a su Amo.

-Bien muy bien. Ahora, vuelve a caminar, camina tres veces y quítate la camisa y el pantalón. Y repite, “Soy un esclavo miserable del Kaligari, disfruto desnudarme para ti, eres mi Amo y haré todo lo que digas, creeré todo lo que digas y cumpliré tu voluntad y sin resistirme, tu voluntad es la mía”. Después dame las ropas.-

Dijo Marcus cada vez más caliente y listo para la nueva sesión de sexo que estaba por venir.

Alfonso realizó los tres andares por el cuarto. Se quitó el pantalón de una manera tan apasionada, en un movimiento de marcado deleite, al deslizar y alzar sus piernas para que Marcus pudiera apreciar lo bien torneado de su cuerpo y lo perfecto de su piel. Se desabotonó la camisa lentamente y la sacó de un tirón. Y para sorpresa de Marcus volvió a caminar una vez más con sus pasos de sonámbulo frente al espejo, para que Marcus fuera capaz de vislumbrar a detalle lo atractivo de su cuerpo.

-Sonámbulo… Sonámbulo… Sonámbulo… Cada vez más sonámbulo… Disfruto desnudarme para ti, mi Amo… Soy un miserable esclavo del Kaligari… Eres mi Amo… Eres mi dueño… Te pertenezco…. Haré todo lo que digas… Creeré todo lo que digas… Mi voluntad es la tuya… Obedeceré sin resistirme… No tengo voluntad… Tu voluntad es la mía… Sólo vivo para complacerte… Soy tu objeto de placer… Disfruto estar desnudo para ti… Es el máximo honor desnudarme para ti… Es el máximo placer estar desnudo delante de ti… Haz conmigo lo que quieras… Disfruto ser tu esclavo homosexual… Disfruto ser tu esclavo… Me hace feliz… Disfruto estar desnudo y sonámbulo… Sonámbulo… Cada vez más sonámbulo… Yo… No tengo voluntad… Sólo tú tienes poder sobre mí… Sólo tú me puedes ordenar…-

Repitió Alfonso mientras su cabeza caía pesada hacia atrás y sus brazos se volvían increíblemente rígidos.

Marcus observó como la respiración del español era pausada y profunda. El trance sonambúlico llegaba así al punto más lejano, la mente consciente y heterosexual del guardaespaldas estaba anulada por completo.

-Bien, puedes desnudarte por completo, rompe el short y el bóxer, entra totalmente en un sueño aún más profundo y se mi esclavo para siempre. En cuanto lo hagas, serás completamente feliz, completamente desnudo, mi esclavo y sólo yo mandaré en ti por siempre y para siempre. Nunca despertarás, jamás, querrás despertar. Di que renuncias a tu voluntad, a todo lo que eres y a tu heterosexualidad. Y que yo Marcus, soy el Amo de tus sueños y el Amo de tu cuerpo y voluntad.-

Indicó Marcus con absoluto deseo.

Alfonso pareció dudar por un momento, como si algún leve sentimiento de su personalidad perdida tratara de salir a flote. Su cara se tensó por un instante y Marcus sintió la ansiedad, pero el sonambulismo fue más poderoso. Gruñó como un animal, preso por el lívido y rompió el short y el bóxer de un solo tirón.

-Sonámbulo… Estoy sonámbulo… estoy sonámbulo… Estoy sonámbulo… Sonámbulo… Duermo más… duermo más… Disfruto estar profundamente dormido… Disfruto estar sonámbulo…. Disfruto estar desnudo… Es el máximo placer estar desnudo para ti, mi Amo… El máximo honor desnudarme y permanecer desnudo delante de ti mi Amo…. Soy un miserable esclavo del Kaligari… Lo disfruto, disfruto ser tu esclavo… Renuncio a todo lo que yo soy, a mi voluntad y a mi heterosexualidad… Sólo tú me puedes ordenar… Haré lo que digas… Creeré todo lo que digas… Tu eres el Amo de mis Sueños… El Amo y dueño de mi voluntad… De mi cuerpo… Disfruto estar desnudo… Siempre desnudo… Es un honor… Mi máximo placer… Haz conmigo lo que te plazca… Lo que quieras… No tengo voluntad… Tu voluntad es la mía… Nunca despertaré… Seré tuyo por siempre… Eso me hace feliz… Sólo vivo para hacerte disfrutar… Para tu placer y nada más… Soy tu objeto de placer… Tu esclavo… Tu esclavo… Esclavo… Mi Amo…-

Admitió el español por completo el dominio sobre él.

Marcus sonrió más que complacido por el resultado del Kaligari. La caja era un éxito. Las ondas doblegaban la mente de Alfonso de forma absoluta e irrefrenable y la heterosexualidad estaba ya reprimida y borrada de su mente.

-Ahora, demuéstralo. Arrodíllate, bésame los pies y después hazme una mamada. Quiero que me hagas gozar, pero no abras los ojos. –

Demandó Marcus, mientras se colocaba de pie.

Alfonso avanzó hacia su Amo, se hincó, besó y chupó con adoración los pies del hipnotista. La mueca de placer era más que evidente y los gruñidos del español se hicieron más y más intensos, sobre todo cuando estiró su poderoso cuello para alcanzar la entrepierna de su dueño.

Marcus sintió la lengua del sonámbulo lamer despacio su verga. Primero de arriba hacia abajo, después en círculos. Los labios de Alfonso chupaban con deleite y glotonería el prepucio. Marcus gimió en satisfacción cuando el sonámbulo, sin bajar en ningún momento los brazos, ni abrir los ojos, dio dos largas lengüetadas a sus testículos.

-Hmmm, ¡eso es, mi esclavo, sigue así, mi sonámbulo!-

Dijo Marcus con la respiración algo pesada, ante tan impresionante mamada.

Alfonso gruñó en conformidad e incrementó el ritmo de los lengüetazos, aunque comenzó a introducir más y más carne en su poderosa garganta. Marcus se estremeció cuando de imprevisto, empezó a chupar con voracidad su verga y a morder su vello púbico. Los vellos de Marcus chocaban contra la boca y el rostro de Alfonso, que sin abrir los ojos o bajar los brazos en ningún momento, restregaba una y otra vez aquella magnífica lengua.

Marcus no aguantó mucho más, sintió un calor subir por todo su cuerpo y el sudor invadió su espalda, al tiempo que el orgasmo se apoderaba de su ser. Tres potentes chorros invadieron la boca del español, a la vez que Marcus gritaba de placer y Alfonso se estremecía al complacer a su Amo, a su dueño, al ser un objeto de placer.

-¡Trágatelo todo sonámbulo, trágatelo todo, todo, ¡El beber el semen de tu amo es un privilegio!-

Gritó Marcus fuera de sí.

El esclavo obedeció y tragó con cuidado cada gota, con una cara de satisfacción que dejó todavía más anonadado a Marcus, sobre todo cuando sintió como el sonámbulo también eyaculaba, víctima de un orgasmo, causado por complacerlo.

-Eres tal como te imaginaba. Todo un hombre. Esa mamada, estuvo espectacular. Me encantas. Bien hecho esclavo. Levántate y abrázate a mí.-

Dijo Marcus, a penas con un hilo de voz.

El guardaespaldas se puso de pie y se abrazó al cuerpo desnudo de Marcus. El hipnotista era al menos quince centímetros más bajo que él, por lo que fue Marcus el que colocó su cabeza en el cuello del sonámbulo. El hipnotista besó varias veces el cuello de aquel macho, y el español gruñó ante cada caricia, ante cada roce.

-Bien, voy a ordenar el desayuno. Pero antes, tengo otra tarea para ti. Una tarea especial. Esa será tu tarea especial. ¿Entiendes?-

Preguntó Marcus con deseo.

-Sssi… Mi tarea especial… Dime Amo… Haré lo que digas…-

Aceptó el sonámbulo con voz soñolienta y sin dejar de gruñir ante los besos en su cuello por parte del hipnotista.

-A partir de hoy, al menos que yo te ordene hacer otra cosa. Todo el día, harás lo siguiente. Caminarás desnudo por todas las habitaciones abiertas de la casa, excepto donde yo te lo prohíba. Una y otra vez. Desnudo. Con tus brazos extendidos por delante, la cabeza caída hacia atrás o encima de tu pecho, los ojos cerrados y exhibirás tu cuerpo para mí. Estarás listo para ser usado cuando yo quiera. Caminarás una y otra vez, una y otra vez, sin cansarte. Sólo pararás para hacer tus necesidades y entonces podrás ir al cuarto de baño, o cuando yo te lo mande. Pero nada más. Desde que yo te diga en la mañana que comiences con esta tarea, hasta que yo te ordene detenerte. ¿Entiendes?-

Indicó Marcus, a la vez que acariciaba la espalda y los hombros de Alfonso.

-Sssi… Caminaré por todas las habitaciones de la casa… Excepto donde tú me lo prohíbas… Caminaré desnudo… Totalmente desnudo… Con mis brazos adelante… Los párpados cerrados… Mi cabeza caída hacia atrás o sobre el pecho… Una y otra vez… Sin cansarme… Con mi cuerpo listo para cuando quieras usarlo… Sólo pararé cuando quiera ir al cuarto de baño… O cuando tú me ordenes hacer otra cosa… Desde que me pidas comenzar y hasta que me ordenes terminar… Si Amo…. Haré lo que digas…-

Aceptó aquel extraño comando el español.

-Bien, empieza con esa tarea especial. Cuando escuches que suene el timbre, quiero que vayas a abrir. Quiero que noquees al repartidor y lo arrastres hacia la sala.-

Dijo Marcus al tiempo que se separaba del sonámbulo.

-Sssi, Amo… Noquear al repartidor y llevarlo hacia la sala.

Afirmó el sonámbulo sin inflexión en su voz.

-Bien comienza con tu tarea, ¡ya!-

Ordenó el hipnotista, a la vez que se aproximaba a su armario para colocarse algo de ropa.

Alfonso se giró y se dirigió a la puerta, para cumplir las órdenes de su señor.

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