back to top
InicioDominaciónGerente de putas por Tailandia

Gerente de putas por Tailandia
G

el

|

visitas

y

comentarios

Apoya a los autores/as con likes y comentarios. No cuestan nada.
Tiempo de lectura: 6 minutos

Soy gerente de compras de una empresa de que utiliza componentes que normalmente importamos de China. Pero, últimamente se presentan nuevas empresas de esa área. Justamente por una empresa debí viajar a Tailandia. Por suerte el jet de la empresa estaba disponible por lo que pude usarlo.

Como mido 1.95 m, me cuesta mucho viajar cómodo en aviones de línea, aunque sea en bussines. Tengo 35 años, soy soltero y entreno todos los días en el gimnasio o en la pileta, por lo que tengo un físico muy trabajado. Por suerte la naturaleza me dotó de un pene de 25 cm, porque realmente me vería ridículo con un micro – pene. El problema es que muchos pantalones marcan demasiado.

Esa semana había comenzado mi nueva asistente, por lo que decidí viajar con ella para delegar algunas reuniones y tener tiempo de pasarla bien. Venía de un año agotador, de muchos viajes y quería aprovechar para divertirme.

En el hotel nos habían asignado una suite con dos dormitorios y una sala de estar. Como llegamos a la mañana, decidí ducharme e ir a una primera visita de cortesía a la empresa. Mi asistente hizo lo mismo.

Fuimos recibidos con todos los honores, y aproveche para reunirme con el presidente de la empresa, que por razones que entenderán llamaré John. Charlamos un poco sobre su oferta para vendernos algunos componentes, mientras Marian hablaba con el gerente de ventas. John me invitó a recorrer la fábrica. Eran todas mujeres y en su gran mayoría de baja estatura, delgadas, y de lindas facciones.

Cuando volví a la oficina le comenté a John lo sorprendido que estaba por la cantidad de mujeres que tenía trabajando y las lindas facciones que tenían. Cuando Marian termino su reunión pidió que me avisen, lo cual significaba que nos retirábamos.

John nos invitó a cenar en una villa de su propiedad. Aceptamos y fuimos al hotel y a un shopping a comprar algunas cosas. Volvimos, cada uno a su dormitorio, y nos cambiamos. Cuando nos encontramos en la sala de estar, me impresionó que Marian no tuviera uno de los clásicos “uniformes” de Asistente, pollera larga o pantalón, camisa y saco. Era una mujer joven, de 30 años, soltera y con un buen cuerpo, pero sin ser deslumbrante, era muy elegante, y su metro setenta de altura la ayudaba.

Ella ahora estaba con un vestido muy elegante, con estampado de colores vivos, abotonado al frente que dejaba ver bastante de sus piernas, ya que no le llegaba a las rodillas.

Cuando llegamos vimos que había muchas más mujeres que hombres. Por momentos me sentía ridículo por la diferencia de altura de casi todos, que apenas llegaba al metro sesenta.

Mientras charlábamos con el dueño de casa, notaba que muchas mujeres miraban mi entrepierna, hablaban entre ellas y se reían. Luego de cenar, casi todos los hombres solos se retiraron y quedaron dos o tres con sus parejas. John se excusó por tener que ir a su piso, porque la esposa no se sentía bien, y nos dijo que quedaba el auto con el chofer a nuestra disposición.

Pusieron música internacional y muchas mujeres comenzaron a bailar entre ellas. Un par se me acercó y me sacaron a bailar. Por no despreciarlas fui. Una de las chicas, me miraba constantemente, y se fue acercando. Con muy poco disimulo apoyo su mano en mi pija y me miró. Yo hice de cuenta que no me había dado cuenta y me fui a sentar con Marian.

“Linda mano te metió, Tom.” Me dijo.

“¿Se vio mucho? Le pregunté.

“Creo que desde el casino a tres kilómetros.

Cambió la música, la pista se despejó y las chicas locales se reían y se las notaba ansiosas. Al centro de la pista y frente a nosotros, dos chicas muy jóvenes se pusieron a bailar. Pero enseguida nos miramos con Marian, ya que se comenzaron a besar y tocar. La música era sensual, y ellas avanzaban. Se comenzaron a quitar la ropa, hasta quedar desnudas. Las chicas que antes se rían ahora miraban, sonreían y se hablaban al oído. Las dos muchachas, ya totalmente desnudas se tiraron al piso y comenzaron un 69, que terminó con un orgasmo doble (real o fingido). Se fueron y volvió la música anterior y las chicas volvieron a la pista.

Ahora sin ningún disimulo, te tocaban el culo entre ellas. Las más lanzadas directamente le tocaban la vagina a otra.

De reojo vi que Marian se mordía los labios.

“Vamos a bailar” le dije

Primero dudó pero fuimos a la pista. Las chicas se seguían tocando y algunas se iban de la pista a sentarse en los sillones a besarse. Marian miraba y le brillaban los ojos. Vi que una de las chicas se puso detrás de ella, dándole la espalda. De repente su mano fue hacia atrás y le tocó el culo a Marian que solo abrió los ojos grandes. Otras tres chicas se acercaron y en este caso me tocaban la pija a mí, ante la mirada de Marian. De pronto notamos que en el salón solo estábamos Marian, yo, y seis chicas. Dos se empezaron a besar y a acariciar al lado nuestro. La que estaba de espaldas a Marian ya se había dado vuelta y directamente se apoyaba contra ella, metiéndole mano por encima de la pollera. Marian se dejaba hacer. Una de las chicas me acariciaba la verga mientras otra desde mi espalda me acariciaba el pecho. A Marian desde atrás le habían levantado el vestido y directamente le acariciaban el culo. Me miraba con lujuria, se notaba que le hervía la sangre. Seguíamos bailando. La que me acariciaba la verga, decidió que era hora de sacarla, y lo hizo. Yo ya estaba bastante excitado y al estar en manos de esa joven, siguió creciendo. Las chicas se juntaron para verla y tocarla, entre todas me masturbaban. La bombacha de Marian estaba en el suelo, su vestido casi totalmente desprendido, dos chicas se dedicaban a besarle los pechos y acariciar su concha. Una de las chicas tomó su mano y la hizo agarrar mi pija. Ella miraba con ojos desorbitados, y luego me miró a mí, para volver su vista a lo que tenía en la mano. Nos llevaron a los sillones, nos sentaron, previamente me bajaron los pantalones y el bóxer. Nos empezaron a chupar, Marian sin darse cuenta agarró mi brazo y gemía. Yo tenía dos ocupadas con mi pija. Por la forma que me apretaba, Marian comenzaba a tener una sucesión de orgasmos mientras la chupaban. De pronto me miró y pasó su lengua por los labios. Una de las chicas se sentó de espaldas a mí y me montó. La tomé de la cintura y la clavé en mi estaca, dio un grito y comenzó a moverse. La otra le hablaba y la abofeteaba en la cara y los pechos con fuerza, una la dejó a Marian y se unió para pegarle. Era una paliza lo que le daban, pero ella no paraba de moverse. Siguieron hasta que la chica tuvo un orgasmo. La pusieron a chuparle la concha a Marian y la mano le indicaron que le pegue en la cara. Primero lo hacía suavemente, pero le tomó el gusto y siguió aumentando su fuerza.

Las otras trajeron a la pareja que estaba en los sillones y las desnudaron por completo. Entre tres agarraron a una mientras otra me chupaba y llenaba de saliva mi pija. Las que la sostenían la hacían bajar a la chica que lloraba y quería zafarse. En el último segundo, la chica que me chupaba apuntó mi pija al ano de la chica y las otras la empujaron para que le entre. Pobre chica sufría como loca.

La miré a Marian y ahora hacía que la azotada le chupe el orto al tiempo que ella se metía dos dedos y miraba como yo penetraba a la chica y ella se hundía dos dedos. Una de las que forzaba a la que me cabalgaba, vio que Marian se estaba metiendo dedo. Se los sacó para meterle los de ella, hacerlos entrar y salir con velocidad, mientras que volvía a golpear a la chica que Marian tenía de los pelos y a la propia Marian en el culo, que pedía más y gemí como loca. Me hicieron seña que me corra, y una de las chicas se sentó poniendo su vagina en la boca de Marian, que empezó a chupar, gemir y pedir más.

Viendo eso, Apuré el paso y acabé en el orto de la chica. Me subí los pantalones, y sin dejar que ella termine, la tomé de los pelos y la levanté. Como pudo se prendió el vestido, olvidando la tanga en la pista. Sin soltarle los cabellos la llevé al auto. Entramos y le dije que nos lleve al hotel. La miré a Marian y metí mi mano bajo su culo y enterré un dedo. Tomé su mano y la apoye en mi pene, a través del pantalón. Ella no dijo nada, solo se mordía los labios. Sin preocuparme del chofer abrí dos botones y comencé a apretar los pezones que estaban al aire. Me acerque al oído y le dije:

“Mirá como te mira el chofer, está calentándose seguro.” Ella gimió. Nuevamente me acerque y le dije, “Me duele la mano, vos metete dos dedos” Me miró y sintió el pellizco en su pezón. Acomodó su mano bajo el culo y se metió los dos dedos.

Llegamos al hotel y subimos a la habitación en el ascensor, le puse de cara contra la pared y le metí nuevamente sus dedos en el culo y le dije:

“Así que te gusta jugar duro, pues ahora nos vamos a divertir”

“Si por favor, me dejaste muy caliente, no pude acabar”

Al salir del ascensor, no dejé que saque los dedos, por lo que desde atrás se veía todo su culo por la pollera levantada. La llevé a mi dormitorio y le indique que se quede esperando. Ella obedeció. Me quité la ropa y mi pija ya estaba de nuevo al palo. Fui al minibar y me serví un whisky tomé un diario y lo enrolle. Volví a la habitación le saque el vestido y la puse de espaldas a la pared con los brazos extendidos.

“Así que te gusta el sado parece” y le di un golpe con el diario en los pechos.

Ella gimió le separé las piernas.

“No contestaste, castigo” y ahora con el diario golpee su vagina. Otro gemido más fuerte.

“Como te gusta que te azoten putita”

“Si, me encanta que un macho me azote, por puta y por no hacer caso.

La separé de la pared y azoté su espalda. “Esto por placer, mi placer putita”

Puse mi mano en su clítoris y lo empecé a acariciar, enseguida se hincho. Le di una cachetada en los pechos y le dije: Como te necesito mañana no te voy a marcar la cara, pero no me tientes, porque marcada y todo vas a tener que trabajar.”

“Gracias mi señor” me dijo. Me paré frente a ella y llevé su mano a mi pija. Ella empezó a masturbarme. La mire a los ojos y ella bajó la mirada

“Señor, permítame chuparla”

“¿Cómo?

“Su puta pide permiso para chuparla”

“Adelante”

Dejé que me chupe un rato y la levante para tirarla boca abajo en la cama. Separé sus piernas y sin que diga nada ella separó sus cachetes, levantando la cola. Acerque mi pija y se la metí de una hasta el fondo. Ella mordió la almohada ahogando el grito de dolor. Yo entraba y salía de ella que gemía con todo.

“Sr. use a esta puta, rómpale bien el culo, que sufra por meterse con machos en serio, grandotes, bellos, y bien armados” dijo en tercera persona

Me vine en ella con todo. Luego de un rato me corrí. Ella pasó su mano por el culo, juntando y chupando lo que salía.

“Te puedes retirar puta, mañana a las ocho en el bar”

“Si mi señor, puntual estaré”.

Compartir relato
Autor

Comparte y síguenos en redes

Populares

Novedades

Comentarios

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Los comentarios que contengan palabras que puedan ofender a otros, serán eliminados automáticamente.
También serán eliminados los comentarios con datos personales: enlaces a páginas o sitios web, correos electrónicos, números de teléfono, WhatsApp, direcciones, etc. Este tipo de datos puede ser utilizado para perjudicar a terceros.