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Mi compañero de maestría
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Hace más de 15 años cursé una maestría. Algunos de los trabajos que debíamos realizar eran grupales. Usualmente grupos de 3 o 4 personas. En el curso de planeamiento, el profesor decidió que el trabajo sería realizado entre dos personas, en grupos elegidos por el mismo.

Me tocó formar grupo con un compañero con el que teníamos una relación muy básica, de compañeros de aula. No coincidíamos en los grupos en los que socializábamos, pero cuando nos tocaba compartir, siempre hubo cordialidad.

Luego de enterarnos que haríamos equipo, en el cambio de hora conversamos sobre el tema de trabajo y sobre cómo lo haríamos. Iban a ser tres o cuatro reuniones de trabajo (presenciales pues en esa época no había nada online). Le comenté que yo tenía una hija de 6 meses y que, si bien podía ser en mi casa, iba a ser difícil. Él me dijo que estaba casado, pero aún sin hijos. Que podíamos reunirnos en su casa. Por suerte, cuando intercambiamos direcciones, resultó que vivíamos razonablemente cerca, más en una ciudad tan grande como Lima. En taxi a unos 15 minutos uno del otro. Quedamos en reunirnos el siguiente sábado por la tarde para empezar el trabajo.

De acuerdo con lo acordado, el sábado a las 3 pm fui a su casa. Vivía en un departamento muy elegante, amplio y realmente bonito. Era obvio que tenía muy buenos ingresos. Sabía que era administrador de empresas y poco más. Me recibió en su sala, conversamos unos 5 minutos de trivialidades y me dijo para pasar a su “biblioteca”. Me sorprendió me dijera biblioteca, pero vaya si lo era, dos paredes de la habitación completamente llenas de libros, sobre finos estantes. Un escritorio hacia un lado y una mesa de trabajo hacia el centro. Allí nos instalamos.

Avanzamos un par de horas y a eso de las cinco apareció su esposa con una bandeja con sándwich y café. Me tuve que poner muy fuerte para no mirar con descaro sus senos y su culo, estaba súper fuerte. Linda de rostro, de un cuerpo firme y atlético, pero con generosas curvas. En un coqueto short y una blusa de casa, realmente una mujer muy guapa, de unos 25 años. No me sorprendió pues mi colega, además de tener claramente una posición económica muy holgada, era muy culto y además atractivo.

Me presentó a su esposa, ella dejó la bandeja y se fue. Cuando acabamos de comer, mi compañero recogió las cosas y me dijo las llevaría a la cocina. Salió y demoró unos 10 minutos en volver, me pareció extraño, pero con la mujer que tenía en casa entendí estaba jugueteando con ella. Cuando volvió me di cuenta que tenía la entrepierna abultada, muy abultada. Además de rico, culto y atractivo, era muy dotado.

Me subió la calentura en un instante. Imaginarlo haciendo cosas con su mujer no me había despertado, pero tenerlo allí al lado, con la verga dura, me puso súper hot. Igual tuve que guardar la compostura y seguir trabajando con normalidad. Un par de horas después concluimos lo planificado y quedamos en reunirnos el martes, hacia las 7 pm, luego del trabajo.

Llegué a casa, me corrí en el baño fantaseando con su verga y luego me puse a ver tv.

El martes fui como habíamos acordado. Entramos directo a su biblioteca y empezamos a trabajar. A los 15 o 20 minutos me dijo que estábamos solos, que su esposa había ido al cine con sus amigas y luego irían a cenar. Me preguntó si quería una cerveza. Acepté. Regreso con dos latas de Pilsen Callao y seguimos trabajando. Al acabarlas me preguntó si quería dos más y acepté. Recogió las latas vacías y fue por dos más.

Cuando volvió me di cuenta que su entrepierna mostraba la hinchazón de su pene erecto. Su esposa no estaba y sentí que era por mí. Pero preferí no hacerme ilusiones. Se sentó en su silla y a los pocos minutos la acercó a la mía, como para trabajar más cerca. Su pierna empezó a rozar con la mía y en pocos instantes ya tenía su mano sobre mi pierna. Sentí que era todo o nada.

Cogí su verga sobre su jean y la sentí enorme. Él se desabrochó el pantalón y la sacó, era tan grande como la había imaginado. Me dijo amablemente chúpala. Me arrodillé y empecé a chupársela con pasión, estaba ya demasiado caliente. Unos momentos después me dijo para, para, vamos al cuarto. Fuimos a su habitación.

Me dijo desvístete. Lo obedecí. Mientras tanto el hurgó en la ropa sucia y sacó una tanga de su esposa. No me sorprendió lo fina y elegante que era. Realmente una pieza de lencería muy cara. Me la dio la olí, olía a hembra. Me dijo póntela. Lo obedecí. Se desvistió y me acomodó en 4 patas sobre su cama. Sin sacarme la tanga, sólo poniéndola ligeramente de costado, comenzó a lamerme el culo con pasión y luego salvajemente.

Unos instantes después, sin sacarme la tanga, subió sobre mí y empezó a culearme. Su verga larga y gruesa entró muy fácilmente. Mi culo estaba dilatado y tragón, me la comí toda. Sentirlo cabalgarme fue una experiencia brutal, más aún con la tanga puesta de su esposa.

Cuando comenzó a penetrarme empezó a decirme que era una puta. Que era una zorra. Que era una culera. Que le encantaba romperme el culo, fue delicioso sentirme su hembra, en su cama, con la tanga de su esposa puesta. Paró y la sacó. Me dio vuelta y puso mis piernas sobre sus hombros y siguió culeándome con la tanga puesta, yo me sentía morir de placer.

Comencé a gemir y gemir, le decía me vengo, me vengo, me vengo. Y paró nuevamente. Se acostó y me dijo, sube y cabalga puta. Lo obedecí, comencé a cabalgarlo, a disfrutar cada centímetro de su verga enorme en el culo. Comencé a gemir y a venirme. Sentí mi semen esparcirse dentro de la tanga de su esposa. Se dio cuenta y se vino dentro de mí. Me llenó el culo de leche.

Me acosté a su lado y le pregunté ¿Qué hacemos con la tanga? Déjala en la ropa sucia. La señora que viene a limpiar mañana la pondrá a lavar.

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