Hola, mi nombre es Clara, hace 5 años mi marido José falleció en un accidente automovilístico dejándome a mi sola con mis dos hijos, la vida se hizo difícil, pero no en lo monetario pues el seguro absorbió todo el incidente dejándonos estables para vivir y yo que cuento con un trabajo fijo pues no tenía tantos problemas a cuesta. Fueron 5 años muy difíciles en los cuales ante la ausencia de él, tuve que hacer de padre y madre a la vez. Rubén, el más pequeño hacía muchas preguntas que ciertamente me costaba responder, por su parte Luis, el mayor, me apoyaba en todo tratando de consolar a su hermano. Tardamos un buen tiempo en dejar de hablar de su difunto padre y a medida que crecían se hacían más independientes. Aprendieron a cocinar y hacer los quehaceres de la casa. Llegaba del trabajo y la casa siempre estaba intacta, fue así que transcurrió el tiempo y un hecho se acercaba sin que me pudiera percatar.
Era el cumpleaños de Rubén, 18 hermosos años, mi príncipe chiquito, jamás pidió hacer una gran fiesta sino solo una noche de pizza y películas entre su hermano mayor y yo, su amada madre. Esa noche fue que todo se tornaría diferente y se los voy a contar. Para cualquier mujer contar algo así sería muy extraño y quizá vergonzoso pero para mi no. Terminada la noche de viernes ya eran casi las 23 horas, Luis fue primero a su cuarto porque decía tener algo de sueño y el cumpleañero y yo seguimos viendo una película de terror que empezaba apenas. El asesino acorrala a una pareja en pleno acto, no me había dado cuenta pero la escena estaba un poco pasada y eran muy explicitas al inicio, pechos al aire y gemidos pero hice de cuenta que no pasaba nada. La película se hizo fuerte y las escenas de terror estaban intensas a lo que Rubén se me acercó mucho, estaba cubierto con una sábana que trajo de su habitación, se recostó y pues no pasaba nada.
Pasó como una hora de que inicio la película y no me percate que él ya estaba dormido también. Fue entonces que decidí poner en mejor postura a Rubén, quite la sabana que lo cubría y vaya sorpresa. Al parecer le impacto más la escena de sexo que la de terror pues dormía con el pene totalmente duro, dije que no pasaba nada y traté de despertarlo nada más pero sé que duerme muy profundo. No sé por qué pero no dejaba de ver su miembro hinchado, apenas tenía 18 años cumplidos y esa cosa se notaba de muy buen porte. Cosas sucias pasaban por mi cabeza y no sabía qué hacer, tenía a mi bebé recostado sobre mi y con el pedazo duro. Tomé valor y me hice a un lado con bastante esfuerzo, a pesar de mis 40 años soy pequeña y delgada, a pesar de tener un gran par de tetas, valga aclaración.
Puse mi mano derecha entre sus piernas y mi mano izquierda en su cuello intentando acomodarlo pero resulta que pesa mucho, al tratar de moverlo de ahí caí de rodillas justo en una zona peligrosa, quedó recostado boca arriba, mi mano atorada bajo su cuello y piernas con mi cara a centímetros de aquel pedazo. En mi esfuerzo por sacar mi mano de por debajo de sus piernas mi boca chocó brevemente con su pene y vaya, se sentía un morbo de no creer, saque mi mano derecha e ideas locas venían a mi, sabía lo profundo que duerme y solo llevaba un short, nada abajo. No tengo idea de qué me pasó por la mente pero tomé su short y lo bajé, dios mío, no sé de donde heredó aquello pero realmente era gigante. En años había visto un pene y era recompensada así. Lo tenía a escasos centímetros de mi y no pude aguantar la tentación, fui muy cuidadosa al inicio pero no pude dejar aquel pedazo, lo metí de a poco en mi boca y fui chupando muy lentamente para que no se despertara, cuando estaba en mi mejor deleite escucho un ruido de pisadas y al sacar el pene de mi hijo menor de mi boca veo a Luis, el mayor mirando lo que hacía pasado en el pasillo. Estaba helada, cubrí de inmediato aquel delicioso trozo y fui hacia él.
-Hijo te voy a explicar que pasa.
Le dije y volteo a mirar a su hermanito, lo lleve hasta su cuarto, lo senté y le dije con la mayor calma de todas, estando arrodillada ante él.
-Llevo 5 años sin tu padre y la verdad es que estaba un poco necesitada de algo y solo pasó esto, es la primera vez que hago algo así, lo siento.
Ni siquiera terminé de hablar y el muy descarado se para y con una tremenda sonrisa en la boca miró hacia su entre pierda. Era genético al parecer, un pedazo quizá más grande que el de mi hijo menor estaba triunfante ahí.
-Hazme lo mismo mamá.
Decía Luis mientras se bajaba el short, me siento mal al admitir que fui feliz de oír eso, no dude ni por segundos y engullí todo eso, era lo más grande que me había llevado a la boca en toda la vida. Lo chupaba como si la vida se me fuera de las manos, lo escupía como una puta y lo volvía a succionar. No aguanté más y lo empujé en la cama. Ese pedazo tenía que montarlo. De quité el vestido y las demás prendas y sin mediar palabras cabalgué a mi hijo mayor, estaba extasiada y feliz, en años no tenía sexo y menos un pene joven y grande como ese. Saltaba sobre aquel palo y lo disfrutaba, gritaba, gemía sin miedo en lo que los pasos de mi hijo menor lo traían hasta el cuarto. Se quedó congelado en la puerta al ver a mamá sobre su hermano mayor gozando como nadie, ni siquiera tuve vergüenza alguna de él, no me detuve y él solo nos miraba. Segundos después ya notaba ese pedazo hincharse en aquel short.
-Bebé, Rubén, ven aquí con mamá y tu hermano.
Le dije sin dejar de moverme sobre mi hijo mayor, él solo se acercó despacio ya sacándose el short y agarrándose ese fierro duro que tenía. Cuando apenas llegó a la cama le agarré de la verga y me puse a besar a mi hijo menor, mi bebé, en lo que seguía montando a mi hijo mayor.
-Nadie debe saber esto, ok?
Les decía y seguía, seguía con mucho amor, a pesar de que la tenía enorme aun no la tenía bien entrenada pues en ese momento empezó a eyacular dentro mío.
-Papi, llenaste a mamá de leche.
Le dije deteniéndome y pidiéndole a mi hijo mejor que cambiara a su lugar.
-Bebé, es tu turno, mamá te va dar amor.
Me subí sobre Rubén y seguí deleitando mi vagina experimentada con otro pedazo de verga joven y jugosa. Mientras el mayor, Luis, se pegaba a mis tetas y las chupaba con fuerza. Mi hijo menor me sorprendió pues aun pasado un buen rato no me daba lechita. Entonces bajé de mi trono y me recosté cansada, mi hijo mayor ya recuperado me abrió de piernas y me empezó a embestir delicioso en lo que mi bebé menor me empezó a meter el pene en la boca, chupe esa verga deliciosa y pasado un buen rato recibí lechita de mis dos hijos. Uno dándome en la boca y otro entre mis piernas. Han pasado 6 meses del cumpleaños de Rubén, seguimos muy felices los tres, mis hijos me hacen muy feliz.