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Historias lésbicas de mi esposa (Segunda parte)
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Tiempo de lectura: 4 minutos

En el relato anterior les había contado acerca de cómo mi esposa participó en un trío muy caliente con corridas y cogidas anales.

Continuaré diciendo que la historia no terminó ahí y que la mujer sumisa y cachonda buscó la atención de mi esposa por otras ocasiones, y en una de ellas llegó hasta la casa de mi esposa y le pidió que le invitara unas copas y rápidamente ella comenzó a hablar de sexo y cogidas gloriosas, a tocarse y a sacarse de a poco la ropa. Mi esposa ya habiendo bebido algo extra la besó tomando sus dos brazos con una sola mano y mordisqueando sus labios, metiendo y sacando su lengua en la boca de esa deseosa mujer, mientras que con la otra mano estimulaba su cuello para así dar paso al juego sado de la asfixia. La empujó hacia una pared apretando su cuello con una sola mano, mientras que con la otra jugaba y estimulaba sus pezones, friccionándolos rápida y constantemente, movimiento que turnaba con sobadas del clítoris ya erecto y mojado de la sumisa.

Lo siguiente, que, según el relato de mi esposa, fue que comenzó a desnudarla, primero fue una camiseta muy ceñida al cuerpo tenso de la mujer, luego fue por el bra blanco de tiras el cual retiro del sitio donde estaba (sin desabrocharlo) de un solo tirón lo bajó exponiendo ese par de blancas, firmes y gordas tetas que ya mostraban un par de pezones duros como avellanas y rosados, fruto de la intensa estimulación que sufrían. De pronto paró ahí y le ordenó que ella misma terminara de desvestirse y que se acostara bocarriba, sobre la mesa redonda de vidrio que estaba en el comedor nada lo había hecho le levanto las piernas para poder lamer su coño ya húmedo de excitación provocada por toda la situación. Metiendo su mano detrás de la cabeza de la mujer que estaba en la mesa, la sujetó de los cabellos y suspendiéndola, la comenzó a besar con lujuria y pasión mientras masajeaba ese coño que goteaba líquidos de deseo sobre esa mesa que los recogía y mostraba ante los ojos de mi esposa la cual se excitaba cada vez más con toda la imagen de la cual disfrutaba y era participe. Sin soltar los cabellos comenzó a penetrarla con dos dedos, logrando un vaivén sincronizado que antes de salir por completo se concentraba en el parte superior de la cavidad lo cual lograba doblando sus dedos por un segundo, la mujer loca del deseo que provocaba en ella gemía, se contorsionaba y soltaba pequeños gritos entrecortados.

Otra vez paró abruptamente, tomó una silla que colocó cerca delante de la mujer ordenándole que ahora se acostara bocabajo, tenía la fantasía de ver esas hermosas tetas apretadas contra el vidrio de la mesa, acto seguido la tomó por cintura y empino el culo de la mujer, dejando sola las caderas apoyadas sobre las rodillas y la cabeza contra el vidrio, esto permitió que se abriera un vista privilegiada de su ano y vagina a lo cual no pudo resistirse comenzando a lamerlos de abajo hacia arriba y lubricándolos abundantemente y alistándolos para ser penetrados por sus dedos. Introdujo dos dedos en su boca, y asegurándose de que la mujer lo viera, los llenó de saliva para después introduciéndolos en el ano ardiente, lo metió juntos y de una sola vez sin ningún tipo de aviso a lo que la mujer respondió con un gemido de dolor y reprobación, lo que no tuvo en cuenta esa mujer es que su cuero la delataba soltando chorros de cachondez y lujuria sobre esa ya muy mojada mesa que provocó un subidón de lujuria en mi amada esposa que inicio una penetración salvaje con sus dedos en ese ya dilatado ano, esa mujer solo se preocupaba por disfrutar y frotarse el clítoris al mismo ritmo que se movían los dedos en su ano, todo esto se derivó en un orgasmo vaginal con abundantes chorros, gritos y contracciones de todo el cuerpo. La mujer exhausta quedo tendida sobre el vidrio de la mesa, mi esposa seguía con los dedos en el ano, la nalgueo algo fuerte retirando sus dedos.

Mi esposa se paró y fue a servirse otro vaso de whisky regresando la mirada hacia la mujer le ordeno se levantara y fuera a la ducha, ese whisky que tomaba mi esposa tenía como objetivo matar todo tipo de pudor que quedara y aumentar a tope el lívido.

La siguió hasta la ducha y le dijo que comenzara a tocarse, abrió la ducha y el agua caliente comenzó a mojar el desnudo cuerpo de la mujer y haciendo que se formara una leve neblina, en ese momento la mujer se recostó sobre la pared sus dedos se dirigieron hacia su sexo, en donde el juego de meter y sacar los del coño con frotadas de clítoris se mantuvo constante, su otra mano frotaba los pezones y los estiraba, amasaba sus tetas y las llevaba hasta su boca, ella su mordía y chupaba sus propios pezones haciendo que la visión que tenía mi esposa se volviera casi insoportable de tanto morbo y ganas depravadas de someter y coger de mil formas aquel cuerpo tan sexual de la mujer. No aguanto mucho y su auto complacimiento terminó en un gran orgasmo, otro orgasmo más en la misma noche.

Mi esposa la saco de la ducha lanzo una toalla sobre esa mujer y tomándola de la mano la guio hasta la habitación en donde la lanzo de un empujón a la cama, cayendo con tata gracias y sensualidad que mi esposa no espero más de dos segundos para subirse sobre ella sentándose sobre su pecho y poniendo su mano derecha en el cuello de la mujer y la izquierda, tres dedos de esa mano, en la vagina. La asfixia que provocaba el mismo peso de mi esposa sobre el pecho de la mujer y la presión que la mano ejercía en el cuello, lleno la cara de esa mujer de sangre que se reflejaba en mayo sensibilidad del coño que era penetrado por tres dedos, que ahora entraban ya sin ritmo y delicadeza y solo la envestían salvajemente, el ultimo orgasmo de esta noche mojo toda la ropa de cama.

Mi esposa se puso de pie y esta vez ordenó a la mujer que vistiera y que se fuera, fue la última vez que tuvo ese cuerpo en su poder, no porque la mujer no quisiera más sino porque mi esposa ya había pasado de página y buscaba nuevas experiencias.

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