Mi nombre es Alice, soy una chica de 22 años, me gradué de la universidad hace poco menos de un año. La historia que voy a contarles ocurrió cuando estaba haciendo mis pasantías. Había logrado entrar en una empresa grande e importante, además de mis compañeros de curso era la primera en conseguir una pasantía, todos buscaban una empresa en el último año, pero yo había decidido hacerlo un poco antes, un poco porque moría por empezar a trabajar y otro poco porque necesitaba ganar algo de dinero, por eso cuando me dijeron que esta empresa estaba buscando pasantes y que pagarían el mínimo, supe que era mi oportunidad. Para entonces tenía 19 años. Siempre he sido una chica risueña, coqueta, sexy y que puedo decir, soy delgada, con buena figura, senos redondos y grandes, nalgas jugosas y bien paradas. Cuando aún era menor practicaba modelaje y otras cosas más si me entiendes, y en cuanto cumplí los 18 trabajé varias veces como promotora, con ropa ajustada y muy reveladora, en varios eventos los hombres aprovechaban para tocar mis nalgas y esto más allá de molestarme me prendía.
En fin, allí estaba yo, con 19 años en mi primer día de aquella pasantía, la entrevista la había dado frente a una señora bastante seria, de lentes y muy encopetada, totalmente distinta a mi, una mujer que no permitiría ser vista como un objeto sexual en ningún momento, a mi me gustaba imaginarme a la gente teniendo sexo, pero ella era imposible, seguramente tenía sexo sin quitarse la ropa, en la posición del misionero y sin hacer ni el más mínimo gemido, trabajar con ella sería pesado. Pero necesitaba el dinero como ya saben.
El primer día llegó y estaba ansiosa por comenzar, me puse una hermosa blusa blanca de una tela semi transparente que dejaba ver mi brasier negro, una falda negra entubada que me llegaba a la mitad del muslo, dejando mis largas y torneadas piernas al descubierto y unos hermosos tacones negros de aguja para completar mi outfit, "pareces una puta profesional" me dijo mi hermana antes de salir de casa, "gracias" le contesté. Ella es mi mejor amiga y conoce mis secretos, sabe que adoro el sexo, pero también sabe que ese día sumaban 5 meses de nada de sexo en mi vida, estaba pasando por una mala racha después de mi última ruptura y lo más parecido al sexo que había tenido en los últimos 5 meses eran unas llamadas hot que había hecho con un ex novio, él estaba en otra ciudad y habíamos terminado por la distancia, sin embargo me llamaba seguido y nos masturbábamos al conversar, fotos calientes, videos y alguna que otra video llamada, era mi vida sexual de los últimos meses.
Ahora trabajaría con una señora bastante mayor y nada caliente, pero el dinero me hacía falta. Al llegar al edificio fui dirigida a un cubículo privado junto a una oficina bastante lujosa, de grandes puertas negras.
"No pases si no eres llamada, serás la secretaria del señor Robert, pero a él nadie le gusta" – me dijo la chica que atendía en la recepción.
"Pero en la entrevista me dijeron que estaría en el departamento de contabilidad" – repliqué.
"Que te digo, el señor vió tu resumen y pidió que vinieras aquí" – contestó sin interés mientras me dejaba sola en el pequeño cubículo.
Las primeras dos horas fueron realmente largas y aburridas. Hasta que el intercomunicador con la oficina encendió una pequeña luz roja y el señor me indicaba que pasara con una libreta. Tomé rápidamente una libreta y un lapicero del cajón de mi escritorio y me paré frente a la gran puerta negra lujosa, respiré y revisé mi falda, decidí desabrochar el botón de mi blusa y ahora no solo se transparentaba mi bra sino que se veían mis increíbles senos en el escote, abrí la puerta y entré. Parecía una escena de película, la oficina era hermosa, grande y cómoda. Tenía un gran ventanal que dado que estábamos en el piso 35 mostraba una hermosa panorámica de esta zona de la ciudad, un gran escritorio frente al ventanal y la silla girada hacia la vista, allí sentado estaba el señor y no podía verlo aun. Cerré la puerta detrás de mí y pude ver que había un pequeño bar y un cómodo sofá en un extremo de la oficina, al otro lado una gran biblioteca y una pantalla que mostraba las cámaras de la oficina.
"Aquí estoy señor, es un placer poder ayudarlo" – me presenté.
"El placer de tenerte aquí es mío" – dijo mientras se giraba en su silla.
Pensé que vería a un hombre mayor, pero no fue así, el señor Robert era un hombre fornido, alto, joven, de cara cuadrada con barba suave y ojos grises, sus brazos musculosos me hicieron mojar un poco mis bragas, que hombre, estaba como para saltarle encima y hacer el amor con él, había dicho que el placer sería suyo pero para mi el placer podría llegar a ser sexual, seguro esa noche me tocaría pensando en él, así es, las mujeres también dedicamos nuestras pajas.
Hablamos y trabajamos durante largo tiempo, al llegar la hora del almuerzo me pidió que me quedara y levantó el teléfono para pedir algo de comer, ¿comida china está bien?, me preguntó, y asentí con la cabeza. Comimos y me dijo que había mucho trabajo pendiente pues su secretaria anterior era un desastre y quería que nos quedáramos un par de horas extras esa noche, y que no me preocupara pues luego me llevaría a mi casa, acepte, pasar el rato con ese hombre era excitante, su voz me hacía sentir caliente, todo de él me mojaba. Así que esa noche sería mi primera noche haciendo horas extras en aquella hermosa oficina.
Llegó la hora de salir y todos se fueron, él chequeó las cámaras y pasó llave a la puerta de la oficina, seguimos trabajando un poco y me dijo que descansáramos un poco, me sirvió un trago y nos sentamos en el sofá, comenzó a preguntarme cosas y después de tres tragos me dijo "Debo confesar que tu blusa entre abierta me está volviendo loco, no te imaginas como deseo besar tus senos", me sonrojé de inmediato y antes de que pudiera decir algo más el señor Robert estaba inclinado sobre mi besándome y tocando mis senos, yo sin pensarlo me recosté y casi de inmediato abrí mis piernas, así que él pudo acomodar su cuerpo rápidamente sobre el mío, me besaba y movía su cadera contra mi pelvis, poco a poco fui notando su erección, así que me atreví a llevar mis manos a su correa y desabrochar su pantalón, saque su pene y noté que era más grande y más grueso que cualquier otro pene que hubiera conocido, me apresuré a tumbarlo en el sofá cambiando de posición, mi blusa ya estaba abierta y me la quité completamente para acomodarme de rodillas ante él mientras comencé a chupar con delicadeza el enorme pene que me ofrecía, un pene jugoso y enorme solo para mi, él comenzó a gemir mientras sujetaba mi cabeza para hacer mas profunda la penetración, mi lengua jugaba con su pene y cada mamada me hacía calentar mas.
"Si que lo deseabas nena" – me dijo
"Todo el día" – alcancé a contestar.
"Desde que entraste te imaginé así, chupando mi pene y disfrutando del sexo en varias posiciones, eres la hembrita mas rica que ha trabajado conmigo" – me dijo
Y yo que siempre me hacía la dura, la difícil, pues una cosa es gozar del sexo y otra ser fácil y puta, yo estaba allí rogando ser penetrada por aquel hombre que tanto me excitaba, me quitó toda la ropa y se quitó la suya, me acostó en el gran escritorio y comenzó a hacerme sexo oral, mi vagina cada vez más jugosa alcanzaba un orgasmo en su boca, mientras él seguía chupando y jugando con sus labios y su lengua en mi cueva, al rato subió para chupar mis senos y empujándome hacia él me penetró con firmeza pero con suavidad, se quedó allí inmóvil un instante, era el pene mas grande que tenía dentro en mi vida así que solté un leve gemido al sentir su estocada, comenzó a moverse con suavidad, mientras sus dedos estimulaban mi clítoris, otro orgasmo llegó pronto "multiorgasmica, me gusta eso nena, porque quiero seguir dándotelo" me dijo mientras me levantaba y seguía penetrándome con fuerza de pie, mi cuerpo estaba en el aire y él con fuerza me penetraba. Me llevó al sofá y se sentó para que yo lo cabalgara, sentí su pene dentro de mi y comencé a moverme mientras él me sujetaba de las nalgas y chupaba mis senos, otro orgasmo.
Finalmente sacó su pene para meterlo en mi boca y correrse en ella, mientras yo bebía hasta la última gota de su semen. Nos vestimos y recogimos las cosas de la oficina. Me llevó a casa, y estacionó su auto una esquina antes de mi casa, allí me besó y sus manos traviesas buscaron nuevamente mi sexo que ya estaba listo, sacó su pene y me invitó a sentarme en él, lo hice, estaba tan duro y aunque era algo incómodo me excitaba cada vez mas, me subí y esta vez fue un poco mas rápido, alcanzamos juntos el orgasmo y esta vez me dejó su leche dentro de mi vagina, me dio un suave beso antes de sacarlo diciendo "eres la mejor secretaria que he tenido en mucho tiempo", sentí curiosidad y quería preguntarle si había tenido sexo con otras secretarias, el parecía leer mi mente "si te lo preguntas, con todas, en la oficina lo he hecho con todas, siéntete libre de hablarlo, te veo mañana nena". Me bajé y llegué a casa contándole todo a mi hermana, no podía creer que me había tirado a mi jefe dos veces aquella noche.
Fui su secretaria y amante por poco más de un año, hasta terminar mi pasantía.