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No todos los tráficos pesados tienen que ser malos
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Tiempo de lectura: 3 minutos

-¿Qué haces? -Le pregunté a Raquel mientras miraba la hora en el tráfico pesado de las 5 pm del expreso.

-Nada, tomándome una cerveza en la terraza mientras bajo revoluciones, me contestó.

-Estoy en el, en un tráfico muy pesado cerca de tu apartamento y precisamente en eso pensaba, le respondí.

Raquel es una buena amiga y compañera de mil batallas en la firma donde trabajaba. Siempre me atrajo, pero nunca paso nada entre nosotros. Por mucho tiempo fue mi compañera de parranda, cosa que era interrumpida cuando alguno de los dos comenzaba una relación.

Me dijo que no quería salir, pero si quería pasara por su casa. Había ordenado una pizza y me dijo que la compartía conmigo. Llegue a su casa luego de comprar unas cervezas para ambos. Como era la primera vez que la veía luego de los eventos de la pandemia nos saludamos de puno y tratamos de guardar el distanciamiento. Le dije que me había hecho la prueba y casualmente ella también, ambos con resultados negativos lo cual hizo que nos quitáramos las molestosas pero necesarias mascarillas.

En menos de veinte minutos nos pusimos al día en el aspecto profesional. La charla de la vida personal duro algunas 6 cervezas, la pizza y varios tragos. En esos temas se tocó el impacto del COVID en nuestras respectivas vidas sexuales. Ninguno de los dos había tenido sexo en por lo menos tres meses, cosa que dada a nuestra naturaleza se hacía bastante atípico. En más de una ocasión se bromeó con la idea de que si no aparecía alguna pareja para tener sexo nos buscaríamos para tenerlo entre nosotros dos.

La última vez que ella me lo menciono le dije que sabía que ella finalmente no se atrevería. Me miró fijamente y me dijo que decía esas cosas porque ella sabía que yo sería quien finalmente cedería a la idea. Al sentirme retado le lance el reto de que si ella era valiente que me besara lo cual hizo sin pensarlo. Inicialmente me quede pasmado pues pensé que tendría que insistir más en mi petición. Nos separamos y me dijo que nos dejáramos de juegos volviéndome a besar. Esta vez mas apasionadamente y con entera cooperación de mi parte.

Yo que estaba sentado me puse de pie y la arrinconé contra la barra donde estábamos bebiendo. Procedí a agarrarle las nalgas y los senos. Ella agarro mi paquete como palpando si realmente estaba completamente envuelto en lo que allí estaba pasando. No fue sorpresa que encontró mi paquete completamente endurecido. La volteé y comencé a besar su cuello, nuca y hombros mientras mis manos jugaban con sus senos. Le quite el traje que tenía puesto y quedo en ropa interior. Seguí acariciando sus senos, pero esta vez ya desnudos pues levanté su sostén. Con mis dedos acariciaba sus pezones mientras seguía comiendo su cuello y empezaba a hacerle presión en las nalgas contra mi pelvis haciéndola sentir toda mi erección.

Bajé una de mis manos y lo metí por la parte delantera de su panty para encontrar toda la humedad que tenía. Usando mis dedos centrales comencé a frotar su clítoris en forma circular. Esto hizo que comenzara a gemir descontroladamente. Su excitación era tal que no pasaron un par de segundos cuando sentí un enorme chorro salir de entre sus piernas el cual me salpico todo el pantalón. No la deje casi terminar cuando usando los mismos dedos se los introduje de forma arqueada buscando su punto g. Algo me dice que lo alcance pues a medida que introducía mis dedos sus caderas se contorsionaban sobre mi pelvis con tan son que parecía estábamos bailando. Sus gemidos ya cubrían toda la terraza. Mientras seguía ella se dobló pegando sus pechos al tope de la barra. Yo moví mis dedos y comencé a penetrarla con ellos, pero esta vez desde su parte trasera hasta que volvió a bañarme con su chorro.

Estaba tan excitado que desabroche mi pantalón y saque mi pene de él y comencé a cucarla pasando la cabeza por la superficie de su vulva. Esto creo una desesperación en ella de tal grado que me grito “Clavameee”. Al escuchar esto, eche una carcajada y la penetre sin avisar. Esto provocó un brinco y un gemido ahogado, casi de susto. Deje mi pene hundido para que lo disfrutara mientras este llenaba toda su cavidad. Poco a poco se fue relajando y cuando la vi quieta la agarré por las caderas y comencé a embestirla con firmeza. Nuestros cuerpos comenzaron a aplaudir aquella inusual situación entre ambos. La bebida hizo que ella disfrutara por largo rato de mis movimientos pues mi faena duro más de lo normal. Dentro de sus gemidos me pidió que me viniera afuera pues no teníamos protección. Seguí con mi ritmo hasta que una cosquilla aviso que tenía que retirarme. Poco después cubrí sus nalgas con el producto de aquellos tres meses de excitación. Me deje caer encima de ella, ambos sobre la barra. Luego de aquel encuentro ambos nos vestimos y nos quedamos dormidos en los muebles de la terraza.

Al otro día nos levantamos, ninguno de los dos recordaba completamente lo que había ocurrido. Sabíamos que había pasado algo, pero las lagunas causadas por el alcohol no permitían que tuviéramos detalles. Unos días después me envió un video. Era lo que habían grabado las cámaras de seguridad de su terraza esa noche. Gracias a la tecnología aquel épico encuentro pudo ser disfrutado.

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